El marqués de Novaliches |
“Premita”
Dios que te veas como se vio Novaliches en el puente de Alcolea.
Esta especie de maldición gitana, que todavía recuerdan muchos
andaluces viejos por haberla escuchado de labios de sus abuelos, hace
referencia al que acaso sea el episodio culminante de la Revolución
de 1868, conocida como La Gloriosa.
En
septiembre de 1868, Ruíz Zorrilla y Sagasta se reunieron en Londres
con Prim, para embarcarse hacia Gibraltar. El día 19 la escuadra
concentrada en la bahía de Cádiz se sublevó al grito de ¡Viva
España con honra! A bordo de la fragata Zaragoza, se
abrazaron Prim y Topete. A la vez, el pueblo de Cádiz que ya había
sido protagonista de la Historia en 1812, se hizo dueño de la
ciudad. Se sublevaron sucesivamente Málaga, Almería y Cartagena.
Las Juntas Revolucionarias surgieron por doquier, desde Sevilla hasta
Barcelona...
El general Serrano |
La
reina Isabel, reaccionando demasiado tarde, depuso a González Brabo,
nombrando jefe del Gobierno al marqués de La Habana, Don José de la
Concha. También fue tardía la designación del general Don
Manuel Pavía, marqués de Novaliches, para hacer
frente a las fuerzas que comandadas por Serrano, avanzaban desde
Andalucía. La mayoría de los cortesanos tenían ya un pie, cuando
no los dos, puesto en la frontera francesa. La misma Isabel II estaba
en San Sebastián, prolongando su veraneo de forma un tanto forzada.
El escenario estaba ya preparado para representar el tragicómico
sainete que daría fin a su reinado.
Las
tropas de Novaliches, últimas fuerzas todavía leales a la soberana,
aunque veremos que no demasiado, se encontraron el día 28 en el
cordobés puente de Alcolea frente a los
revolucionarios encabezados por Don
Francisco Serrano, duque de la Torre.
Aquí
las versiones difieren un tanto. Mientras algunos quieren que los
realistas ofrecieron alguna resistencia, otros insisten en que no
hubo sino algunos tiros lejanos de fusilería, que apenas produjeron
bajas. Según los primeros, el propio Novaliches, a la sazón
prácticamente un anciano, protagonizó a pecho descubierto un
intento de ataque en el que resultó herido. Más verosímil parece
otra versión según la cual Serrano llamó a su lado a un fusilero
reputado de buen tirador, y le ordenó que disparara al general
isabelino para herirlo levemente en un brazo como señal de
advertencia. El mozo, que tenía una puntería infalible, lo hizo tal
como se lo ordenaron. La sangre humedeció la manga de la guerrera
del viejo Novaliches, y entonces, sin mediar palabra, la mayor parte
de los oficiales que le rodeaban volvieron grupas, dejando libre el
paso por el puente. Los soldados hicieron también lo propio,
siguiendo cada unidad a sus jefes y oficiales, y allí quedó el
anciano general, prácticamente solo, derrotado y a merced del
enemigo.
Afortunadamente
para él, en aquellos tiempos románticos (téngase en cuenta que
estamos en pleno Romanticismo), entre caballeros las diferencias
solían dirimirse caballerosamente. Novaliches entregó su sable a
Serrano, y bastó este mínimo acontecimiento militar para que el
régimen terminara de desplomarse. El día 29 el pueblo de Madrid se
echó a la calle dando vivas a la Revolución, gritando muerte a los
Borbones, y entonando el Himno de Riego. Al frente iban los
Voluntarios de la Libertad capitaneados por el teniente
coronel Escalante, recién liberado de su prisión. Se hizo cargo del
poder de forma provisional una Junta de Gobierno en la que
participaron Amable, Madoz, Jovellar, Rivero y Ros de Olano. Este
momento histórico, con cánticos incluidos, se reflejó décadas más
tarde en un pasaje de la zarzuela Luisa Fernanda, obra
del maestro Moreno Torroba, que os recomiendo de forma entusiasta.
Serrano fue recibido como un verdadero héroe nacional. Por otra
parte, y contrastando con la alegría y los cánticos madrileños, en
Barcelona estalló una auténtica revuelta popular con hogueras y
garrotes incluidos, lo que decidió a Isabel y los pocos cortesanos
que la acompañaban, a cruzar inmediatamente la frontera francesa,
siendo acogidos en Biarritz por Napoleón III y su augusta esposa, la
muy andaluza y romántica emperatriz Eugenia de Montijo.
Así
triunfó la histórica Revolución Gloriosa acogida por
el pueblo de España con tanta ilusión, como decepción iban a traer
los acontecimientos posteriores. Pero en fin, esa ya es otra
historia. Puede que pronto la tratemos aquí, como tratamos otros
interesantes episodios de nuestro pasado. Esto es Historia
Contemporánea, o sea, casi casi de ahora mismo. Nuestro profe
Bigotini es tan viejo que recuerda perfectamente todas estas cosas y
algunas más. Os dejo porque veo que se ha envuelto en una bandera
republicana y está entonando el Himno de Riego cabalgando
sobre el caballito de cartón de un fotógrafo. ¡Hay que ver lo
anticuado que está este hombre!
Cuanto
más conservadoras son las ideas, más revolucionarios son los
discursos. Oscar Wilde.
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