Alguien
que es capaz de conseguir que Gary Cooper hiciera reír al público o
que John Wayne actuara, tiene que ser muy bueno. Ese alguien era
Howard Hawks, un director
con oficio, pero también mucho más que eso, un hombre de cine, un
verdadero artista.
Hawks
se desenvolvió con igual soltura en la comedia, el western o el
drama. Dirigió a las más rutilantes estrellas de Hollywood y se
ganó el respeto y la admiración de propios y extraños. Como no
frecuentaba los ambientes intelectuales de su tiempo, su talento no
fue reconocido hasta varias décadas después de que ya fuera un
cineasta importante. A ello contribuyeron de forma decisiva los
críticos franceses de Cahiers du Cinèma adscritos a la moda
europea del reencuentro con el cine clásico. Él nunca se consideró
un artista. Recibió de manos de Wayne su Oscar honorífico con la
naturalidad de quien acepta una cerveza.
En
Filmoteca Bigotini tenemos la satisfacción de ofrecer a nuestros
lectores el enlace para visionar un formidable documental sobre la
vida y la obra de este gran director. Haced clic en la foto porque merece la pena, os lo aseguro.
Próxima
entrega: Bette Davis
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