Aristóteles,
Newton... y naturalmente Einstein. De estos tres gigantes de la
Historia científica, Einstein es el tercero cronológicamente, pero
en talento puede emparejarse con sus predecesores. Albert
Einstein, el mayor genio de la época contemporánea,
nació en Ulm, Alemania, en 1879. En 1901 obtuvo la ciudadanía
suiza, y en 1940 agregó a esta la estadounidense. A menudo renegó
de los nacionalismos. Cuando conoció en Barcelona al anarquista
Angel Pestaña, que le explicó el significado de las siglas CNT,
Einstein le propuso eliminar la “N” de Nacional, por sus
connotaciones violentas. En otra ocasión dijo: si mis teorías
son correctas, los alemanes proclamarán que soy alemán y los
franceses dirán que soy ciudadano del mundo. Sin embargo, si estoy
equivocado, los alemanes recordarán que soy judío y los franceses
insistirán en que soy alemán. En cualquier caso, un tipo con
una mente privilegiada como la suya, puede ser de donde quiera, igual
que los bilbáinos.
Siendo
un bebé de pañales, su familia se trasladó a Munich, donde pasó
su infancia. El pequeño Albert no comenzó a hablar hasta los tres
años. Fue un niño normal, acaso algo retraído, pero de ninguna
manera tan solitario y poco sociable como lo han querido pintar
algunos de sus biógrafos. Sacaba muy buenas notas en las asignaturas
de ciencias, y no tan buenas en las de letras. Siempre recordó los
libros de divulgación científica que leyó en su infancia. Su autor
era Aaron Bernstein, y a él corresponde
la gloria de haber despertado en su joven lector la pasión por la
ciencia. Su madre le daba clases de violín, un instrumento que le
acompañó durante toda su vida. Otra cosa muy distinta era la
disciplina. En su instituto, como en todos los de Alemania, reinaba
un régimen militarizado impuesto en la enseñanza por el gobierno de
Bismarck. Albert no se adaptaba bien a aquella rígida disciplina
prusiana, y a menudo sufrió castigos. El taller de maquinaria que
regentaban su padre y su tío, fue próspero durante unos años, pero
en la década de los noventa comenzó a marchar mal, y en 1894 la
familia tuvo que mudarse a Pavía, en la Lombardía italiana.
Terminó
el bachillerato en Argovia, y a los diecisiete años ingresó en la
Escuela Politécnica Federal de Zurich, uno de los centros más
prestigiosos en lo relativo a física. Durante su estancia en Zurich
se interesó por la filosofía y tomó contacto con el incipiente
movimiento socialista. Se enamoró de Mileva Maric, una muchacha
serbia, compañera de clase, revolucionaria y feminista, con la que
tuvo una hija que dieron en adopción. Se casaron un año después en
Berna, donde Einstein había encontrado un trabajo modesto como
empleado en la Oficina Federal de Patentes. Albert y Milena tuvieron
un hijo, Hans Albert, y fue esta etapa acaso la más productiva de
Einstein como científico. En 1904 halló un método para calcular
las dimensiones moleculares, trabajo que le sirvió
como tesis doctoral. En 1905, su gran año, realizó un trabajo sobre
el movimiento browniano,
que le valió el grado de doctor, otro sobre el efecto
fotoeléctrico que le haría merecedor del Premio
Nobel de Física en 1921. Pero el gran hallazgo de Einstein en 1905
fue su teoría de la relatividad especial
y la equivalencia masa-energía,
que marcó un hito en la ciencia universal, y sería completada diez
años más tarde con su teoría de la relatividad
general publicada en 1915.
En
1910 nació Eduard, su segundo hijo. Einstein obtuvo la cátedra de
física teórica en la Universidad de Praga, donde se trasladaron. En
1913 fue elegido miembro de la Academia Prusiana de Ciencias. Poco
después la familia se mudó a Berlín, al aceptar Einstein la
dirección del Instituto de Física Káiser Wilhelm. En 1919 Albert
se divorció de Mileva, para casarse unos meses más tarde con su
prima Elsa Einstein, llamada Elsa Loewenthal por un matrimonio
anterior. Con Elsa no tuvo hijos. Se desconoce el destino de aquella
primera hija prematrimonial. El primogénito de los varones, Hans,
llegó a ser profesor en California, aunque no mantuvo una relación
muy estrecha con su padre. Eduard, el menor, padecía esquizofrenia,
y su vida transcurrió en diversas instituciones psiquiátricas.
En
1923 Albert Einstein estuvo en España, donde se relacionó con
Ortega y Gasset, con el citado Angel Pestaña, y con otros miembros
del movimiento anarcosindicalista. Diremos como curiosidad que pasó
unos días en Zaragoza, donde se alojó en el Gran Hotel. Se sabe que
visitó el Museo Provincial, la Facultad de Medicina y Ciencias,
acompañado de Santiago Ramón y Cajal, y que asistió a la
representación de una zarzuela en el Teatro Circo.
En
1932, antes del ascenso del nazismo, ante el cariz que estaban
tomando los acontecimientos, Einstein abandonó Alemania con destino
a Estados Unidos, donde residió hasta su muerte, que se produjo en
1955 en Princeton como consecuencia de la rotura de un aneurisma de
la aorta abdominal. Sus cenizas se esparcieron en el río Delaware,
aunque un patólogo que participó en su autopsia, conservó el
cerebro sin pedir permiso a la familia. De su estudio no parece que
se hayan podido extraer hallazgos importantes. Parece que el área
relacionada con el razonamiento abstracto y matemático era algo
mayor que la media de la población, pero no resulta un dato
concluyente.
Como
podéis ver, en esta breve semblanza nos hemos centrado en los datos
biográficos del personaje. Ya sabéis que en otros artículos nos
hemos ocupado y nos seguiremos ocupando de sus hallazgos científicos.
Quedemonos pues con la dimensión humana de Albert Einstein. No fue
un hombre religioso, y así lo expresó en muchas ocasiones. Estaba
orgulloso de su origen judío, pero se mostró crítico con el
movimiento sionista. Manifestó repetidamente su amor por la
libertad, y finalmente concluiremos dando la razón a los franceses:
fue un ciudadano del mundo.
-¿Qué
tal con su novia, her professor?
-Lo
hemos dejado. Ella me pidió tiempo y un poco de espacio...
...debe
estar calculando la velocidad.
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