Emeritense
nacido en 1756, Juan Pablo Forner era
sobrino de Andrés Piquer, el célebre filosofo ecléctico valenciano. Fue
precisamente su ilustre tío quien se encargó de la educación del joven Juan
Pablo. Lo hizo tan bien, que con eso y su paso por Salamanca y por Alcalá,
adquirió una sólida reputación de jurista, humanista y erudito, todo un
ilustrado en el siglo de la Ilustración, que ya desde muy joven se codeó con
figuras intelectuales de la talla de Meléndez Valdés o José Cadalso. Con poco
más de veinte años, Forner fue profesor de jurisprudencia en la universidad
salmantina, fiscal del crimen en Sevilla y miembro del Consejo de Castilla. Fue
también protegido de Manuel Godoy, y hasta una institución tan prestigiosa como
la Real Academia Española se rindió a sus pies tras la publicación de su celebradísima
Sátira contra los vicios introducidos en
la Poesía por los malos poetas, un opúsculo editado en 1782 en el que
Forner no dejó títere con cabeza, cargando con cierta gracia y sobre todo, con
muy mala leche, contra la mayoría de los poetas de su generación.
Y
es que, por decirlo claro, Juan Pablo Forner fue ante todo un tremendo
polemista de pluma afilada, que no permitió a nadie llevarle la contraria ni
siquiera un ápice. Autores como García de la Huerta, Sánchez Barbero, Vargas
Ponce y algunos otros que se atrevieron a toserle tímidamente, ardieron
quemados en efigie en las hogueras que cada día encendía Forner en los diarios.
Los diletantes le jaleaban, los editores de prensa se desvivían por publicar
sus feroces diatribas, y como en aquel tiempo muchas disputas se sustanciaban
con un duelo a florete o a pistola, y el jardín del Retiro madrileño terminó
pareciéndose a las afueras de Kiev, la autoridad competente se vio obligada a
redactar un decreto que prohibía a Forner publicar nada sin expresa autorización
real, lo que da idea de la dimensión agitadora del personaje.
Su
víctima más frecuente y más notoria fue el poeta y fabulista Tomás de Iriarte,
contra el que Forner se empleó a fondo publicando un libelo titulado El asno erudito, fábula original, obra
póstuma de un poeta anónimo. Como Iriarte tampoco carecía de ingenio, y se
defendió de sus críticas con gran sutileza, Forner contraatacó violentamente
con su escrito Los gramáticos. Historia
chinesca, que apareció en 1782, y hacía escarnio crudelísimo del pobre
Iriarte.
En
lo político fue un nacionalista que muchos han tildado de reaccionario, aunque
modernamente han aparecido estudios sobre su obra que hasta cierto punto
reivindican su talla intelectual y consideran sus excesos más atribuibles a su
carácter pendenciero que a su deriva ideológica. El conde de Floridablanca le
encargó una defensa de España contra un artículo de Masson de Morvillers en la
Enciclopedia Francesa que minusvaloraba la cultura española. Forner escribió
entonces su Oración apologética por la
España y su mérito literario, que fue muy celebrada en los círculos
españolistas, pero que fue el hazmerreír entre los más liberales, como León de
Arroyal, que se mofó de Forner en su parodia Pan y toros.
Falleció Juan Pablo Forner en Madrid y en 1797. Como en Bigotini no nos agrada la polémica agresiva, y mucho menos si va dirigida contra autores fallecidos hace tanto tiempo que ya forman parte de la historia literaria, preferimos no ahondar más en la herida. Aunque sólo fuera por sus célebres y celebradas Exequias de la lengua castellana, Forner merece ser recordado y valorado. Hoy ofrecemos el enlace con la versión digital de su discurso Amor de la patria, una pieza breve que ejemplifica el estilo y el pensamiento de Forner. Merece la pena echarle un vistazo.
https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Amor+de+la+patria.pdf
Dadme una ley en Atenas que no la dictase un demagogo, un orador
turbulento, un genio hábil para engañar. Juan Pablo Forner.
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