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jueves, 7 de julio de 2022

ESPRONCEDA, EL GRAN POETA ROMÁNTICO

 


Nacido de manera fortuita en la villa pacense de Almendralejo en 1808, José de Espronceda y Delgado fue hijo de Juan José Carrillo de Espronceda, oficial de caballería que se distinguió en la guerra contra el francés, y de María del Carmen Delgado, dama andaluza de familia acomodada. Sus padres iban camino de Badajoz cuando sobrevino el parto. La infancia de José transcurrió en Madrid. Su primera vocación fue la de seguir los pasos de su padre en la milicia, pero acontecimientos como los fusilamientos de los liberales Lacy y Porlier en 1817, o como la misma revolución de Riego en 1820, le disuadieron de ingresar en la academia de artillería de Segovia, por entonces un nido de reaccionarios, y le decidieron a iniciar los estudios en el madrileño colegio de San Mateo. Era una institución académica laica fundada por el poeta liberal Alberto Lista, dotada de un moderno laboratorio, y donde además de las lenguas clásicas, se estudiaban otras modernas como el francés, el inglés, el alemán y el italiano.

A la caída del régimen liberal en 1823, el colegio fue clausurado. Espronceda, sus profesores y sus condiscípulos fundaron entonces la ilegal Academia del Mirto, que al principio continuó con los estudios, y después derivó en una sociedad secreta liberal autodenominada Los Numantinos. En ella se reunieron habitualmente nombres tan ilustres como los de Ventura de la Vega, Escosura, Orellana, Ferrer y Dávila, Ortiz o López Pelegrín, entre otros. Asistieron todos en 1825 a la ignominiosa ejecución pública de Rafael del Riego, y poco después denunciados por un alumno infiltrado, tuvieron que disolver la sociedad. Espronceda tenía entonces diecisiete años, y fue desterrado a Guadalajara. A los diecinueve marchó a Portugal donde se enamoró de la joven Teresa Mancha, hija de Epifanio Mancha, un coronel liberal exiliado.



Viajó luego a Inglaterra, donde entró en contacto con el grupo de liberales españoles expatriados, y conoció al general Torrijos. Allí volvió a encontrar a Teresa. Estuvo también en Bruselas y en París. En la capital francesa participó en los intentos revolucionarios de 1830. Regresó a España en 1833, cuando se proclamó la amnistía tras la muerte del infame rey Fernando. Para entonces Torrijos, su principal referente político, había sido fusilado, y Teresa Mancha, el amor de su vida, había sido obligada a un casamiento forzoso al que no sobrevivió, falleciendo de tuberculosis en la flor de su edad. El joven Espronceda quedó moralmente abatido según propia confesión. Se enroló en la Milicia Nacional donde alcanzó el grado de teniente de la Compañía de Cazadores de Madrid. Después en la Guardia Real. Se enemistó con Cea Bermúdez, el primer ministro, que lo consideró un liberal exaltado. Fue diplomático en La Haya y diputado por Almería. Junto a Mariano José de Larra, fue uno de los fundadores del Partido Progresista, pero nunca volvió a ser feliz.

De las cenizas del hombre surgió el político, surgió el periodista, y sobre todo surgió el poeta con una fuerza inusitada.



A José de Espronceda cabe el honor de ser el primer gran poeta romántico de la literatura española. Influido por clásicos como Torcuato Tasso, y por coetáneos como Lord Byron, James Macpherson o Martínez de la Rosa, sus poemas narrativos más extensos, El estudiante de Salamanca y El diablo mundo, constituyen la esencia del Romanticismo literario. Otros poemas más breves se han impreso y reproducido hasta la saciedad en antologías poéticas y en textos escolares. Títulos como A Jarifa en una orgía, El verdugo, El mendigo, El reo de muerte, Himno al sol o La canción del cosaco, son ya clásicos que durante años, jóvenes y viejos hemos aprendido de memoria.

Falleció Espronceda en Madrid, en 1842, a la temprana edad de 38 años, víctima de la difteria.

En Biblioteca Bigotini os ponemos al alcance de un clic (hágase sobre el enlace) la versión digital del que acaso es el poema más célebre de su autor, La canción del pirata. Disfrutad la vehemente intensidad romántica de sus rimas.

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Canci%C3%B3n+del+pirata.pdf

Me agrada un cementerio

de muertos bien relleno,

manando sangre y cieno

que impida respirar.

Y allá un sepulturero

de tétrica mirada

con mano despiadada

los cráneos machacar.

José de Espronceda. Desesperación.

 


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