El
más difícil todavía, ese clásico
tópico circense, acompañó a Burt Lancaster durante
toda su carrera cinematográfica.
Lancaster
era un muchacho de los suburbios neoyorquinos, del Harlem hispano, que desde
muy joven trabajó en el circo como trapecista aprovechando sus fantásticas
cualidades gimnásticas. Se lesionó de gravedad, por lo que tuvo que abandonar
las pistas y las carpas, para dedicarse durante años a toda clase de trabajos
manuales, hasta que ya cumplidos los treinta y tres, debutó como actor en Forajidos, todo un clásico del cine
negro en el que compartió cartel con otra joven principiante llamada Ava
Gardner.
Sus
siguientes trabajos explotaron su presencia física y sus dotes atléticas.
Títulos como El halcón y la flecha o El temible burlón le colocaron en lo más
alto de las carteleras y le granjearon el favor del público. Pero Burt
Lancaster, no contento con limitarse a aquellos papeles de galán en películas
de acción, aspiraba a más. Aspiraba a convertirse en un gran actor, y lo
consiguió trabajando para los mejores directores de América y de Europa, y
hasta produciendo sus propias películas.
Comprometido
con los derechos civiles y las libertades, Lancaster en los cincuenta estuvo en
el punto de mira de los macartistas. Colaboró activamente con el reverendo King
y otros activistas en la defensa de los derechos de las minorías, se opuso
abiertamente a la guerra de Vietnam, y se situó en primera línea de la lucha
contra el sida, en cuanto conoció la enfermedad de su amigo Rock Hudson.
Para recordar como merece a quien fue formidable actor y hombre ejemplar, os dejamos un reportaje que desvela las claves de su biografía y su carrera artística. Clic en el enlace, y disfrutadlo.
https://www.youtube.com/watch?v=ry6zMH_mzQ0
Próxima entrega: Yvonne de Carlo
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