El agua es el principal componente de
cualquier ser vivo, y los humanos no somos una excepción. Constituye entre el
55 y el 65% del peso corporal total, de forma que en una persona de unos 70 Kg. de peso, al menos 40 de ellos
corresponderán a otros tantos litros de agua.
El agua es el medio en que fluyen los
distintos componentes de los fluidos orgánicos (sangre, orina, linfa,
secreciones digestivas, líquido cefalorraquídeo…). El agua es el medio en que se diluyen los
nutrientes y el resto de las sustancias orgánicas tanto intra como
extracelulares. El agua contribuye a regular la temperatura
corporal mediante su evaporación a través de
Existe controversia sobre la cantidad de agua que diariamente se precisa para realizar con eficacia todas esas funciones. Las pérdidas fisiológicas han sido estimadas en unos 2,6 litros diarios, que corresponden principalmente a la emisión de orina (1.500 ml), respiración (400 ml), sudoración (350 ml) y heces (150 ml). Los 200 ml restantes habría que atribuirlos a otras funciones como la secreción lagrimal, lubricación de mucosas, flujos genitales, etc. Determinados cuadros patológicos bien de carácter agudo, como las gastroenteritis víricas o bacterianas; o de curso crónico, como los procesos tiroideos o la llamada diabetes insípida, por carencia de hormona antidiurética (ADH), son capaces de incrementar las pérdidas hídricas, haciendo más perentoria la necesidad de rehidratación.
Mientras unos sostienen que lo más
fisiológico es beber agua cuando
se sienta sed, otros se inclinan por aconsejar un consumo regular sin esperar a
la sed que consideran ya un síntoma de incipiente deshidratación. En
condiciones normales parece razonable que un adulto sano debería ingresar un
mínimo de 2 litros diarios de agua, bien entendido que
en la ingesta se incluye además de agua, otras bebidas, zumos,
frutas y vegetales frescos o, por ejemplo, un plato de sopa. No conviene abusar
de bebidas carbónicas, azucaradas ni, por supuesto, alcohólicas.
Permitidme también en esta materia
derribar un par de tópicos. El primero es que el consumo exagerado de agua no puede causar nunca daño. Nada más
incierto. Como bien saben los toxicólogos, el que cualquier sustancia sea
tóxica depende de
Otro tópico muy generalizado es que
consumir agua destilada puede ser peligroso. Se trata
de agua químicamente pura en la que, por destilación,
se han eliminado todos los minerales tan necesarios para nuestro organismo.
Pues bien, digamos que el consumo de agua desmineralizada
no es dañino, pues al llegar al tubo digestivo se mezcla con alimentos y con
otros líquidos que contienen sal y otros minerales. Lo arriesgado sería
consumir sólo agua destilada y sobre todo hacerlo en
elevadas cantidades. En ese caso sería necesario suministrar otras sustancias
como calcio, magnesio y demás oligoelementos. Dejando a un lado estos casos
extremos, lo cierto es que cualquiera puede beber varios vasos de agua destilada
o utilizarla en guisos e infusiones sin el menor temor.
Las camas de agua ofrecen la única posibilidad de beber algo por la noche sin pisar al gato. Groucho Marx.
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