Prusiano
de madre polaca, Walther Nernst nació en
Briesen en 1864. Ya desde niño manifestó vocación científica, y tras completar
los estudios superiores, asistió a las universidades de Zúrich, Berlín, Graz y Wuzburgo.
Ejerció la docencia primero en Leipzig y a partir de 1891, en la Universidad de
Gotinga, donde fue fundador del Instituto de Química, Física y Electroquímica.
En 1905 se instaló en Berlín, ejerciendo como profesor y dirigiendo el
instituto alemán de Química Física. Fue nombrado en 1922 presidente del
Instituto Fisicotécnico de Berlín-Charlottenburg, y en 1933, acaso abrumado por
las presiones políticas, cesó en todos sus cargos para dedicarse exclusivamente
a la investigación, sobre todo en los campos de la electroacústica y la
astrofísica. Fue inventor de una microbalanza que patentó. También a su ingenio
se debe un piano eléctrico en el que utilizó amplificadores de radio, y que
comercializó la compañía Siemens.
Desarrolló
el teorema
del calor, base de la tercera ley de
la termodinámica, según la cual la entropía de una materia tiende a anularse cuando su temperatura se
aproxima al cero absoluto. También enunció una teoría osmótica para
determinar el potencial de los electrodos de una pila. Inventó la lámpara
de Nernst, con filamentos de óxido de circonio e iritio capaces de
alcanzar temperaturas superiores a 1000º C, por lo que se emplea como fuente de
rayos infrarrojos. Recibió el Premio Nobel de Química en 1920, y falleció en
1941. Acaso su mayor contribución a la ciencia fue la ecuación
de Nernst, que se utiliza para calcular el potencial de
reducción de un electrodo fuera de las condiciones estándar.
Aunque
siempre se mostró orgulloso de ser alemán, a pesar de ser medio polaco, procuró
no servir al régimen nazi. Se escudó para ello en su posición de prestigio y en
su dedicación a la ciencia teórica, alejada de las posibles aplicaciones
bélicas. Su comportamiento fue avalado tras su muerte con el nombramiento a
título póstumo de miembro de la Royal Society británica todavía en plena guerra
(1942). En Bigotini admiramos por igual al científico y al hombre.
Vi al arquero adelantado, y se la tiré por arriba. Fue un gol de odontología. Nelson Pedetti, futbolista uruguayo.
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