Rudolph
Dirks nació en la localidad alemana de Heide en 1877.
Sus padres emigraron a América cuando el pequeño Rudolph tenía
sólo seis años. Se instalaron en Chicago, donde el padre de familia
regentó un taller de talla en madera. Gus, su hermano mayor,
encontró trabajo de dibujante en Nueva York, y allí se traslado
Rudolph que aun siendo algo peor dibujante que su hermano, tenía más
talento e imaginación para construir guiones de historietas. Juntos
comenzaron a dibujar en el World de Nueva York, cuyo
propietario, Joseph Pulitzer, quería competir con su rival, William
Randolph Hearst, que había tenido un gran éxito con las tiras
cómicas de The Yellow Kid que dibujaba Outcault. Pulitzer
encargó a los hermanos Dirk una historieta que pudiera competir con
el chico amarillo, y así nacieron The
Katzenjammer Kids, esa pareja de gamberretes, remoto
antecedente americano de los españoles Zipi y Zape.
Gus
Dirks, que tenía serios problemas mentales, se suicidó de forma
inesperada, y Rudolph tuvo que continuar solo con la serie. Sus
primeros trabajos en solitario fueron algo titubeantes en el trazo,
pero muy pronto fue ganando oficio, y acabó dibujando historietas de
gran calidad. Sin embargo, Rudolph Dirks no era lo que se dice un
trabajador infatigable. A menudo interrumpía el trabajo, con lo que
algunas semanas no podía publicarse la tira. La irregularidad llegó
al límite cuando el autor se ausentó durante meses para viajar por
Europa, y Pulitzer acabó despidiéndole. Tras una ardua batalla
legal, los tribunales concluyeron que Dirks podía seguir dibujando
sus personajes, pero el título, la cabecera, era propiedad del
editor. Pulitzer contrató un nuevo dibujante, Harold
H. Knerr, que continuó la serie en el N.Y. World
con el título original de The
Katzenjammer Kids, y Dirks reanudó su trabajo
rebautizando a sus personajes como Hans
and Fritz. Pero el sentimiento anti alemán que se
generó en América durante la Gran Guerra, le obligó a cambiar de
nuevo el título por el de The Captain
and the Kids. Nuestro hombre siguió dibujando a los
traviesos pilluelos hasta su jubilación, en 1958, sucediéndole en
la tarea su hijo John Dirks
que si bien no heredó su talento para los guiones, poseía un trazo
elegante y muy atractivo. Rudolph falleció en 1968, y la serie se ha
seguido dibujando por su hijo John y por otros artistas hasta tiempos
bien recientes.
El
éxito de la serie radicó sobre todo en la frescura de los
argumentos. Además de los dos chiquillos protagonistas, la
historieta contó con otros personajes inolvidables, como el viejo
Capitán, el Inspector, la Mama o el ingenioso estafador Phineas
Flub.
En
cuanto a Harold H. Knerr (1882-1949),
a partir de 1914 el artista de la competencia, era alemán como
Dirks, y fue digno sucesor de este. Gran dibujante, sus guiones no
tenían nada que envidiar a los de su predecesor. La serie ganó en
lo relativo a crítica social. Knerr la convirtió en una especie de
parodia de la institución familiar, por lo que recibió airadas
críticas de diferentes asociaciones cívicas y religiosas. La
relación entre los personajes de Mama y el Capitán resultaba
intencionalmente equívoca, y los terribles infantes derivaron en una
diversión dominical más apta para adultos que para niños. Ante el
rechazo que producía entre los americanos todo lo procedente de
Alemania, Knerr convirtió al Capitán, la Mama y los gemelos en
holandeses.
Desde
nuestro modesto repaso a la Historia del Cómic, rendimos homenaje
tanto a los Dirks como a Knerr, y os ofrecemos unos cuantos ejemplos
de su trabajo para que juzguéis vosotros mismos. También os dejamos
el enlace (clic en la cabecera de la Metro)
a un corto de animación producido por MGM en 1939. En él los críos,
el Capitán y el resto de la tropa hacen una accidentada visita al
Petunia Natural Park.
Pasad con ellos unos minutos divertidos.
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