Una
cena romántica. Luz tenue, música sugerente y un perfume
irresistible. Este sería un escenario ideal para enamorar a
cualquier potencial pareja. Pues bien, en el mundo de los insectos
las cosas no son demasiado distintas. Los invertebrados adoptan
estrategias reproductivas hasta cierto punto similares. Las señales
sonoras emitidas por los insectos están generalmente destinadas a
atraer la atención de su pareja en época de reproducción. Los
cantos diurnos, crepusculares o nocturnos de los grillos, saltamontes
y cigarras son bien conocidos, pero los insectos producen también
sonidos inaudibles para el oído humano. Son emitidos por los machos
para atraer a las hembras. Así, las minúsculas moscas de la familia
Chloropidae, golpean los tallos de los juncos sobre los
que viven, de modo que estas señales desencadenan una respuesta
inmediata del otro sexo. Las señales acústicas emitidas por las
especies próximas a estas moscas, han sido registradas y analizadas
con un oscilógrafo, constatándose las grandes diferencias
interespecíficas en altura y frecuencia.
Otras
manifestaciones acústicas son las de las carcomas, coleópteros
cuyas larvas viven entre nosotros, en los muebles, las vigas y los
suelos de madera. También son dignos de mención los sonidos
producidos por la vibración de las alas de las moscas Trichoceridae,
cuyas hembras y machos están provistos de unos receptores situados
sobre sus antenas, que les permiten distinguir a los sujetos del sexo
opuesto dentro de las espesas nubes de individuos.
Es
bien conocida la importancia del sentido del olfato en la búsqueda
de pareja entre los Lepidópteros. Las hembras de
numerosas especies segregan feromonas sexuales capaces de atraer a
los machos desde varios kilómetros a la redonda. Las feromonas son
específicas, y para garantizar esta especificidad, las especies
emparentadas o aquellas que conviven juntas en un mismo hábitat,
presentan sutiles diferencias en su composición. La fórmula química
de algunas de ellas se conoce, e incluso se han sintetizado las de
aquellas especies que juegan un papel importante como plagas
agrícolas, con el fin de confundir a los machos y evitar la
reproducción. La feromona de la hembra no solo sirve para atraer al
macho; se conocen también varias especies depredadoras y parásitas
capaces de percibir las de sus presas o víctimas potenciales. Así,
las Tachinidae (moscas) y las Braconidae
(avispas) parásitas pueden detectar las feromonas de las Ipidae,
y no tienen dificultad para encontrarlas y poner sus huevos en sus
cuerpos o en sus nidos.
Algunas
especies poseen la facultad de volverse invisibles para sus enemigos
o de ahuyentarlos. En el primer caso la coloración del insecto se
asemeja a la del medio que habita (camuflaje o coloración críptica).
Esta adaptación es muy frecuente en algunos Geometridae
(mariposas) y en otros grupos. El mimetismo es también un eficaz
medio de defensa: así algunas orugas se confunden con trozos de
pequeñas ramas, otros insectos imitan hojas y otros elementos de la
vegetación. Algunas especies como numerosos Coleópteros
Cerambícidos y moscas de los Sírfidos
presentan la misma coloración de algunos peligrosos insectos como
las avispas. Los colores y dibujos de advertencia, llamados
aposemáticos existen en
ciertas mariposas en forma de “ojos” presentes en sus alas.
Evocan los de algunas aves rapaces (búhos) y sirven para alejar a
las aves insectívoras. También determinadas composiciones de formas
y colores ejercen atracción sobre el sexo opuesto, a la manera de
las colas de los pavos reales y otros elementos visuales de cortejo.
Por
último, una suculenta cena servirá de anzuelo para atrapar pareja.
En muchas especies de invertebrados el macho ofrece a la hembra una
presa recién capturada como invitación a la cópula. Y de todos es
conocida la estrategia suicida del macho de la mantis religiosa, que
se ofrece a si mismo como alimento a la hembra. La mantis devora al
macho durante el apareamiento, obteniendo el difunto a cambio la
oportunidad de perpetuar sus genes. Sublime sacrificio y meritoria
autoinmolación.
En
las bodas todos los invitados están contentos, porque no son los
directamente afectados. Mark Twain.
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