lexandr
Nicolaievich Afanasiev
fue uno de los más prolíficos escritores rusos, y uno de los más
importantes folkloristas europeos del siglo diecinueve. Nacido en
Boguchar en 1826, falleció prematuramente en Moscú en 1871. El
joven Alexandr, hijo de una familia acomodada, se educó en la
universidad moscovita, adoptando el francés como primera lengua tal
como era costumbre entre la aristocracia rusa de la época. Su
espíritu profundamente nacionalista hizo que muy pronto se sintiera
interesado por el folklore y las tradiciones de su país.
Afanasiev,
gran admirador de la obra de los hermanos Grim, se propuso la
monumental tarea de recopilar las leyendas y las tradiciones
fantásticas de la Rusia campesina. Una labor ingente por la
extraordinaria riqueza de la cultura popular rusa. Fue fundador de la
Russian Geographical
Society, y consagró
su vida y sus esfuerzos a la antropología
cultural, disciplina
de la que podemos considerarle aventajado pionero y maestro
indiscutible. La obra de Afanasiev ejerció indudable influencia en
compositores nacionalistas como Rimsky Korsacov o Stravinsky, que
adaptaron musicalmente muchos de sus cuentos y narraciones.
De
la extensísima obra de Afanasiev, una colección inmensa de
alrededor de seiscientos cuentos populares, Biblioteca Bigotini
extrae hoy (haced
clic en la portada)
el famoso relato de La
bruja Baba Yaga,
que espero os haga disfrutar durante unos minutos de la magia de su
prosa. En la tradición popular rusa, Baba Yaga es la bruja mala por
excelencia, la verdadera encarnación del mal. En los pueblos
esteparios, donde el cultivo de cereales constituye un elemento
esencial de la economía, las jóvenes hermosas amenazadas por
brujas, ogros y otros monstruos semejantes, personifican a la
doncella de la cosecha nueva,
un espíritu ancestral que renace con renovada fuerza cada verano, y
que por extensión representa la pujanza de la renovada juventud. Es
la Perséfone de la mitología mediterránea, y no existe un solo
rincón del ámbito cultural indoeuropeo donde este tipo de
narraciones sencillas y apasionantes, no cumplan su misión de
transmisión oral de las leyendas. Vivo legado e interminable caudal
que no podemos permitirnos el lujo de relegar al olvido.
Un
corazón pacífico y feliz hallará un manjar en un rústico puchero
y un paraíso en cualquier aldea.
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