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miércoles, 23 de abril de 2014

ARISTÓTELES: FILOSOFÍA, CIENCIA Y... EROTISMO

Los biógrafos de Aristóteles fechan su nacimiento en 384 y su muerte en 322 a.C. El epíteto Estagirita, que en ocasiones se le aplica, proviene de la polis macedonia de Estagira, que fue su cuna. Se le supone hijo de Nicómaco, que fue médico del rey Amintas III. A la sombra del mítico monte Athos, nació y creció el que probablemente es considerado por la Historia como el más influyente científico de todos los tiempos. Aristóteles fue discípulo de Platón, que a su vez recogió las enseñanzas de Sócrates. Este triunvirato de sabios sin duda ocupa la cima del Parnaso de la filosofía y de la ciencia. Por su parte, Aristóteles contó entre sus muchos discípulos con uno de importancia extraordinaria. El joven Alejandro de Macedonia, al que más tarde conocería el mundo entero como Alejandro Magno o Alejandro el grande, fue su pupilo.


Si estas notas biográficas no fueran suficiente aval, Aristóteles es sin duda el autor más comentado de cuantos han existido jamás. Su obra ingente, que abarca desde la filosofía hasta las ciencias naturales, ha sido reproducida más que la de ningún otro. Se le atribuyen doscientos tratados, aunque de ellos sólo treinta y uno han llegado hasta nosotros. Hasta prácticamente el siglo XVII, en que con Descartes, Newton o Leibniz, entre otros, aparece el método científico, Aristóteles fue para los estudiosos y eruditos de casi veinte siglos, la autoridad de referencia con mayor peso.

Aristóteles pasó veinte años en Atenas asistiendo a La Academia de Platón. Viajó después a Atarneo y Aso, ciudades de Asia menor, donde continuó su formación. Vivió dos años en Mitilene, en la isla de Lesbos, donde se interesó por la zoología y lo que llamaríamos hoy biología marina. En 343 a.C. el rey macedonio Filipo lo requirió para dirigir en Pella la educación del joven príncipe Alejandro, que entonces contaba trece añitos. Regresó a Atenas, donde fundó El Liceo, en el que las clases eran públicas y gratuitas. Allí reunió una importante biblioteca y un número ingente de alumnos, a los que se llamó peripatéticos, del término griego peripatos, con el significado de itinerantes, por la costumbre que al parecer tenían de conversar y discutir mientras daban largos paseos.


Tras la prematura muerte de Alejandro, los macedonios cayeron en desgracia en Atenas. Tal vez por está causa, Aristóteles abandonó la ciudad y su Liceo, según sus propias palabras, porque no veía razón para permitir que Atenas pecara dos veces contra la filosofía, en referencia a la muerte a que los atenienses habían condenado a Sócrates años atrás. Regresó a su país en 323, y falleció al año siguiente (322 a.C.) en Calcis (isla de Eubea) por causas naturales. El profesor Bigotini os trae una versión digital de La Política, uno de los tratados aristotélicos más célebres y clarividentes. Haced clic en la imagen para acceder al texto.

Como es natural, diecinueve o veinte siglos de fama dan para mucho. Gran parte de la obra de Aristóteles, tanto filosófica como científica, forma parte más del mito que de la realidad. Entre sus muchos tratados desaparecidos, los hay firmemente documentados y seguramente también los hay imaginarios. Hasta la introducción de la imprenta en el s. XVI, sus obras se copiaban a mano, sufriendo las ideas de Aristóteles numerosas mutilaciones, adiciones y falsificaciones de toda índole. Y si nos preguntamos legítimamente qué hay de mito y qué de realidad en su legado intelectual, con la misma fórmula cabe dudar de algunos hechos biográficos que se le atribuyen.

En el título hacía referencia al erotismo. Pues bien, aunque parezca imposible, el bueno de Aristóteles tampoco se libró de protagonizar chistes verdes. Durante la Edad Media y el Renacimiento se popularizó la historia de los amores de Aristóteles y Filis, hoy caída en el olvido, pero muy arraigada en la Europa medieval. Según esta tradición impía, Filis era una bellísima cortesana por la que se sentía atraído Alejandro de Macedonia aun adolescente. Su preceptor Aristóteles, queriendo alejarle del mal camino, amonestó al muchacho con elocuentes razones y le previno contra la mala influencia de las mujeres. Debió ser muy persuasivo, porque Alejandro le obedeció, y se apartó de la tentación.

La despechada Filis, que era mujer de recursos, se propuso vengarse del maestro. Para ello utilizó sus infalibles armas de seducción. Dispuso las cosas de manera que Aristóteles pudiera contemplarla en un jardín, bailando lúbricamente y practicando “ciertas deshonestidades”. El preceptor, cautivado, solicitó sus favores, y ella accedió sólo a cambio de que el grave Aristóteles, el sabio eminente y varón ejemplar, fuera su montura. En efecto, Filis ensilló al viejo maestro, le puso un bocado de hierro, y fue su cruel amazona fustigándole sin piedad. He aquí un precedente de Sacher Masoch y del bondage más pecaminoso. Semejante cuento rijoso circuló por los monasterios y cenobios de Europa entera, y si en el refectorio fue motivo de risitas y cuchicheos, en el scriptorium lo fue de versos satíricos y hasta de ilustraciones escasamente honestas.

La fábula sirvió de inspiración a infinidad de artistas plásticos. Pinturas, grabados, esculturas y arte mueble (relieves de sillería) reprodujeron al pobre Aristóteles a cuatro patas con Filis a cuestas. Hoy os ofrezco una pequeña selección de estas curiosas obras (haced clic en la ilustración). Si encontráis algunas un poco subidas de tono, creedme, no son las más escandalosas. Ya sabéis que este es un blog serio.

Hay estudiantes que se avergüenzan de ir al hipódromo, y ver que hasta los caballos consiguen terminar sus carreras. Woody Allen.



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