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domingo, 16 de febrero de 2014

BABOSAS, ROBOTS E INTELIGENCIA ARTIFICIAL. EL MILAGRO DEL APRENDIZAJE

Hans Moravec en su obra El hombre mecánico* afirma que <<La babosa marina Aplysia retrae sus delicadas branquias cuando se la provoca. Si se repite la provocación, aunque sin hacerle daño, la Aplysia aprende a ignorar esa molestia, y no las retrae.>>
Diversos especialistas han estudiado con detenimiento a la Aplysia. Hoy conocemos perfectamente cuáles son las neuronas que intervienen en el acto reflejo. El fenómeno por el cual la babosa “aprende” tras la primera experiencia, que el movimiento de provocación es inofensivo, se ha identificado con los cambios electroquímicos que tienen lugar en determinadas sinapsis de las neuronas. Este comportamiento, aparentemente tan simple, constituye la base de lo que definimos como aprendizaje.

fuente: vistaalmar.es

Los vertebrados debemos al desarrollo de esta configuración, gran parte de la flexibilidad de nuestro comportamiento, y de nuestra versatilidad en lo relativo a responder a los estímulos, que en definitiva son la base de la actividad inteligente, entendida como capacidad de adaptación y resolución de problemas (afrontamiento de situaciones desconocidas). Hablamos de sistemas que pueden activarse desde distintos puntos, y que fomentan o frenan las repeticiones futuras de comportamientos recientes. Eso es ni más ni menos el aprendizaje.
fuente: mtsu.edu 
En robótica, y en inteligencia artificial, resulta esencial incorporar a los sistemas esta capacidad. Funciones de aprendizaje basadas en el método de ensayo-error, forman parte de la base de cualquier programación. Los programadores aspiran a incorporar bucles que permitan al sistema autoalimentarse y crecer a partir de la experiencia que vaya incorporando. En la especie humana que en el reino animal pasa por ser (quién sabe por qué) el paradigma de la inteligencia, se da en mayor medida que en los demás grandes simios antropoides, el fenómeno que se conoce como neotenia. La neotenia viene a ser una prolongación de la etapa infantil, que en el plano cerebral se extiende más allá de la madurez sexual. Mientras el resto de animales pierde al llegar la edad adulta, la capacidad de adquirir nuevos conocimientos y habilidades, los humanos somos capaces de seguir aprendiendo prácticamente toda la vida.

fuente: museodelprado.es
Mi paisano Francisco de Goya lo expresó magistralmente siendo ya un anciano, en su aguafuerte Aun aprendo. Bigotini tiene la nariz mucho más grande que el cerebro, pero a pesar de todo sigue aprendiendo e insistiendo en aconsejaros que vosotros procuréis aprender también cada día cosas nuevas. Hacedle caso. En nuestros tiempos, amenazados por los negros nubarrones del pensamiento único y neototalitario que quieren imponernos esos cuatreros que se hacen llamar dirigentes,  el conocimiento es además una forma de rebeldía. Rebelaos pues, y no permitáis que nadie os manipule.

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*Salvat editores. Barcelona, 1993.

-¿Qué te parece si te invito al cine y luego copulamos?
-Cine, cinnum; copula, copulae…
-Pero… ¿Qué estás diciendo, cariño?
-Ya lo oyes, estoy declinando tu invitación.



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