Hans
Moravec en su obra El hombre mecánico* afirma que <<La babosa marina Aplysia retrae sus
delicadas branquias cuando se la provoca. Si se repite la provocación, aunque
sin hacerle daño, la Aplysia aprende a ignorar esa molestia, y no las
retrae.>>
Diversos
especialistas han estudiado con detenimiento a la Aplysia. Hoy conocemos
perfectamente cuáles son las neuronas que intervienen en el acto reflejo. El
fenómeno por el cual la babosa “aprende” tras la primera experiencia, que el
movimiento de provocación es inofensivo, se ha identificado con los cambios electroquímicos
que tienen lugar en determinadas sinapsis
de las neuronas. Este comportamiento, aparentemente tan simple, constituye la
base de lo que definimos como aprendizaje.
fuente: vistaalmar.es |
Los
vertebrados debemos al desarrollo de esta configuración, gran parte de la
flexibilidad de nuestro comportamiento, y de nuestra versatilidad en lo
relativo a responder a los estímulos, que en definitiva son la base de la
actividad inteligente, entendida como capacidad de adaptación y resolución de
problemas (afrontamiento de situaciones desconocidas). Hablamos de sistemas que
pueden activarse desde distintos puntos, y que fomentan o frenan las
repeticiones futuras de comportamientos recientes. Eso es ni más ni menos el aprendizaje.
fuente: mtsu.edu |
En
robótica, y en inteligencia artificial, resulta esencial incorporar a los
sistemas esta capacidad. Funciones de aprendizaje
basadas en el método de ensayo-error, forman parte de la base de cualquier
programación. Los programadores aspiran a incorporar bucles que permitan al
sistema autoalimentarse y crecer a partir de la experiencia que vaya
incorporando. En la especie humana que en el reino animal pasa por ser (quién
sabe por qué) el paradigma de la inteligencia, se da en mayor medida que en los
demás grandes simios antropoides, el
fenómeno que se conoce como neotenia.
La neotenia viene a ser una
prolongación de la etapa infantil, que en el plano cerebral se extiende más
allá de la madurez sexual. Mientras el resto de animales pierde al llegar la
edad adulta, la capacidad de adquirir nuevos conocimientos y habilidades, los
humanos somos capaces de seguir aprendiendo prácticamente toda la vida.
fuente: museodelprado.es |
Mi
paisano Francisco de Goya lo expresó magistralmente siendo ya un
anciano, en su aguafuerte Aun aprendo. Bigotini tiene la nariz
mucho más grande que el cerebro, pero a pesar de todo sigue aprendiendo e
insistiendo en aconsejaros que vosotros procuréis aprender también cada día
cosas nuevas. Hacedle caso. En nuestros tiempos, amenazados por los negros
nubarrones del pensamiento único y neototalitario que quieren imponernos esos
cuatreros que se hacen llamar dirigentes,
el conocimiento es además una forma de rebeldía. Rebelaos pues, y no
permitáis que nadie os manipule.
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*Salvat editores. Barcelona, 1993.
-¿Qué
te parece si te invito al cine y luego copulamos?
-Cine,
cinnum; copula, copulae…
-Pero…
¿Qué estás diciendo, cariño?
-Ya
lo oyes, estoy declinando tu invitación.
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