Translate

miércoles, 20 de junio de 2018

BRETÓN DE LOS HERREROS Y LA REINVENCIÓN DEL TEATRO ESPAÑOL



Nacido en la localidad riojana de Quel en 1796, Manuel Bretón de los Herreros, estudió en Madrid con los escolapios. En 1812 participó en algunos episodios decisivos de la Guerra de la Independencia. Según algún biógrafo fue un militar indisciplinado. Otros atribuyen el hecho de que no consiguiera ascender en la milicia, a sus ideas liberales. En cualquier caso, Manuel tuvo una juventud un tanto turbulenta. En 1818 perdió un ojo en un duelo, lo que cambió su fisonomía hasta el punto de que sus retratos de antes y después del lance, parecen de personas distintas. En 1823 volvió a defender el liberalismo y la Constitución de Cádiz, luchando contra el ejército invasor de los Cien mil hijos de San Luis.

Ya definitivamente asentado en Madrid, Bretón ingresó en los círculos literarios de la capital, frecuentando el célebre Parnasillo donde se reunían artistas y poetas del momento. Comenzó a escribir y a estrenar comedias con mucho éxito, como A la vejez, viruelas (1824) o Marcela o ¿cuál de los tres? (1831), que obtuvieron una gran acogida por parte del público. Por entonces a punto estuvo de volver a batirse en duelo. Su rival, nada menos que Mariano José de Larra, con el que tuvo algún antagonismo provocado por mutuas críticas nada caritativas que se cruzaron entre ambos. Larra le tildó de tramposo, mujeriego y mendaz. Afortunadamente, varios amigos comunes consiguieron que se reconciliaran. Su labor como traductor del francés y del latín le procuró un empleo estable en la Biblioteca Nacional. Se casó con una joven burguesa muy alejada de la vida bohemia, y por entonces él mismo se aburguesó. Ingresó en la Real Academia, y frecuentó el Ateneo y el Liceo. Pero cuando su vida parecía más alejada de los sobresaltos, sufrió uno muy importante tras el estreno de su comedia Ponchada (1840), que desató la ira de los militares, hasta el punto de que nuestro hombre se vio precisado a huir de Madrid para refugiarse en Burgos y San Sebastián sucesivamente. Y es que por entonces las afrentas se lavaban con sangre. Pasado el susto, regresó a la capital donde fue nombrado director de la Imprenta Nacional, redactor jefe de la Gaceta de Madrid (antecedente del B.O.E.), director de la Biblioteca Nacional y secretario perpetuo de la Academia Española.


Como dramaturgo, Bretón renegó del Romanticismo, lo que no le impidió seguir cultivando la amistad de figuras egregias de ese movimiento como el mencionado Larra, Espronceda o Juan Nicasio Gallego. Apostó por el costumbrismo, tanto en sus comedias como en sus dramas históricos. Puede afirmarse sin exageración que Bretón de los Herreros constituye el nexo de unión entre el teatro moratiniano del XVIII y lo que podríamos llamar el teatro español contemporáneo, siendo en buena medida, el precursor en el XIX de los sainetes y las piezas dramáticas del siglo XX. Junto a Ramón de Mesonero Romanos y Serafín Estébanez Calderón, a quienes profesó también gran amistad, Bretón completa el triunvirato del costumbrismo español en las décadas centrales del diecinueve. Como autor dramático, Bretón es sobre todo un extraordinario dialoguista, introduciendo en los parlamentos de sus personajes los vulgarismos y expresiones castizas que tanto iban a triunfar en el teatro español de las siguientes décadas. A decir de algunos críticos no muy proclives al autor, el de Bretón es un teatro de brasero, taberna y verbena. Por sus escenarios desfilan lechuguinos, jovencitas coquetas, paletos de provincias, hidalgos arruinados, galanes enamoradizos y suegras implacables. Los actuales lectores de sus comedias podemos sumergirnos en la sociedad de su época e impregnarnos de las costumbres, los modos y las modas de sus gentes. Los espectadores que asistieron a ellas no tenían esa necesidad, puesto que formaban parte de aquella España (afortunadamente) irrepetible.

Cuando se lo proponía, Bretón sabía ser mordaz hasta la crueldad, como lo prueba este epigrama que dedicó a un médico y escritor, vecino suyo, que se apellidaba Mata:

Vive en esta vecindad
cierto médico poeta
que al pie de cada receta
pone Mata, y es verdad.

O como ese otro que se dedicó a sí mismo y a su condición de tuerto:

Dejome el sumo poder
por gracia particular,
lo que había menester:
dos ojos para llorar
y uno solo para ver.

Así que ya veis de qué pie cojeaba este riojano socarrón y trabajador infatigable. Además del mencionado pluriempleo, Bretón publicó un buen número de ensayos y una prolija obra poética. Pero donde más sobresalió y se prodigó fue en los escenarios, estrenando a lo largo de su vida literaria casi un centenar de obras dramáticas. Hoy en Biblioteca Bigotini os ofrecemos el enlace para acceder a la versión digital de El pelo de la dehesa, que es probablemente su comedia más famosa y representada, y sin duda la más representativa de la obra de Bretón. La versión que os presentamos está tomada de la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, y está editada con los proverbiales cuidado y rigor que caracterizan esta magnífica web. Haced clic en la portadilla y recrearos con los excelentes diálogos y la eficaz dramaturgia de este gran comediógrafo.

No hay nada que ayude tanto a conocerse a sí mismo como observar a los demás.



No hay comentarios:

Publicar un comentario