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miércoles, 28 de abril de 2021

COXARTROSIS. MUEVE TUS CADERAS

 


…aunque todo vaya mal. Eso aconsejaba la cancioncilla de Burning en 1979. Bueno, pues eso es lo que hay que hacer, moverlas. Muévelas si quieres que sigan funcionando. Muévelas si quieres prevenir la coxartrosis.

La coxartrosis o artrosis de cadera, se produce en personas de ambos sexos que ya peinan canas. Es debida fundamentalmente al natural desgaste que ocasiona el uso de la articulación. Con el paso de los años se desgasta el cartílago que protege los huesos, provocando dolor y rigidez en las zonas afectadas. En este caso en las caderas, que son las articulaciones de las cabezas de ambos fémures en los acetábulos o cavidades glenoideas laterales de la pelvis. Las articulaciones de la cadera y del hombro son bolas que se comportan como tales dentro de una media esfera hueca. Por eso son las articulaciones de mayor movilidad del organismo.


Se produce fundamentalmente dolor, aunque el dolor de la coxartrosis no siempre se siente directamente en la cadera. No son raros los dolores irradiados o referidos a las ingles o a la región  media de los muslos. En la mayoría de los casos el dolor no llega a ser tan intenso como para impedir o dificultar gravemente el movimiento. Sin embargo, existen cuadros álgicos muy importantes que no es posible eliminar con reposo, fármacos y otras medidas conservadoras. En tales casos hay que recurrir a la cirugía como único medio de recuperar la movilidad.

Ahí van algunos consejos de utilidad en la coxartrosis. Están tomados de la guía semFYC.

  • Evita el dolor. No sufras inútilmente. Reposa siempre que te duela.
  • Aplícate termoterapia. Frío o calor local sobre la zona dolorosa. Prueba cuál de los dos te alivia más el dolor.
  • Procura moverte diariamente cuando el dolor desaparezca o se mitigue.
  • Sujetando el respaldo de una silla, y descansando el peso sobre el pie contrario, balancea la pierna hacia atrás y hacia delante. Hazla oscilar a continuación hacia uno y otro lado. Lo verás mejor en la ilustración. Haz una pausa si aparece dolor.
  • Procura también nadar, bailar y hacer estiramientos.
  • Cambia de postura a menudo. No permanezcas durante horas en la misma posición. Desconecta de una vez ese maldito televisor.
  • Acude con regularidad a una piscina. La hidroterapia y los ejercicios practicados dentro del agua, aportan alivio importante, inmediato y duradero.
  • Busca la postura que te resulte más cómoda para dormir. Puede ayudar una almohadilla bajo los muslos, al final de las nalgas, o bien entre las piernas, si duermes de costado.
  • Siéntate siempre que puedas en sillas altas o taburetes, de tal manera que las rodillas queden algo más bajas que las caderas.
  • Trata de perder peso si te sobran algunos kilos.
  • En caso de dolor intenso, no dudes en ayudarte a caminar con un bastón o unas muletas.
  • Evita por todos los medios cargar pesos mientras tengas dolor.
  • Toma los fármacos que te prescriba tu médico. Antiinflamatorios como el paracetamol en dosis de 500 o 1000 mg., cada 6 u 8 horas, pueden contribuir al alivio de los síntomas.


Recurre a la fisioterapia. El fisioterapeuta es el profesional indicado para corregir posturas, dirigir tus ejercicios y aconsejarte hábitos saludables.

Por último, no olvides consultar al medico:

  • Si el dolor llega a ser tan intenso que te despierta en mitad del sueño.
  • Si no desaparece ni se calma con el reposo.
  • Si dura más de dos meses sin interrupción notable.
  • Si te duelen ambas caderas a la vez.
  • Si el dolor se acompaña de fiebre.

En fin, mueve tus caderas aunque todo vaya mal. Ya sabes, cualquier situación es susceptible de empeorar; y si no las mueves, no dudes que todo irá mucho peor.


Desde hace años me persigue la fortuna. Yo siempre he sabido ser más rápido. Woody Allen.


lunes, 26 de abril de 2021

ANDERS CELSIUS EN EL CALOR DE LA CIENCIA


 

Nacido en la ciudad sueca de Uppsala en 1701, Anders Celsius formó con su compatriota Carl von Linné la pareja científica que introdujo a Suecia en la vanguardia del progreso y las Ciencias Naturales de los siglos XVIII y XIX. El pequeño Anders recibió una educación esmerada. Su tío Olof Celsius, que fue catedrático y uno de los más notables botánicos de su tiempo, se ocupó personalmente de dirigir sus estudios. Aunque se interesó por muchas otras disciplinas, en su juventud le apasionó la astronomía. Entre 1730 y 1744, año de su prematuro fallecimiento por tuberculosis, Anders Celsius dictó la cátedra de astronomía de la Universidad de Uppsala, y desde 1742 dirigió su recién inaugurado observatorio. Estudió con especial atención las auroras boreales, y en 1736 participó en una expedición científica a Laponia que confirmó la hipótesis newtoniana de que la Tierra está achatada en los polos.

Pero la que sin duda fue su más célebre aportación al progreso de las ciencias, es la escala termométrica que lleva su nombre. Antes del siglo XVIII, las mediciones de los termómetros eran poco fiables, se utilizaban dos tipos de escala: una para el frío y otra para el calor, por lo que los instrumentos debían enfriarse y calentarse sucesivamente. En 1714 el físico alemán Fahrenheit ideó una escala más racional basándose en las temperaturas de fusión del hielo y la ebullición del agua, que abarca de 32 a 212 grados. El francés Réaumur propuso en 1730 otra muy similar entre 0 y 80 grados.

En 1742 Anders Celsius creó la escala centesimal de manejo mucho más sencillo. Los grados de Celsius iban de 0 a 100, y en principio el 0 correspondía a la ebullición del agua, mientras el 100 marcaba la congelación a nivel del mar. Tras la muerte de Celsius, Carl von Linné, tuvo la feliz idea de invertir la escala y añadir los grados negativos para las temperaturas por debajo del punto de congelación, tal como la conocemos y usamos hoy en día.

Los termómetros de mercurio ajustados a dicha escala fueron denominados durante años termómetros suecos y sus grados se conocen como centígrados. Actualmente la escala Celsius se emplea en la mayoría de los países. Resulta especialmente útil en meteorología y en medicina. En el ámbito científico más riguroso se ha visto sin embargo, desplazada por la escala Kelvin, ideada en 1848 por Lord Kelvin, que comienza en el cero absoluto equivalente a -273,15ºC.

En Bigotini rendimos un admirado homenaje a Anders Celsius, un gran científico y un gran hombre que consiguió, según sus propias e irónicas palabras, que sus compatriotas los suecos prestaran un poco más de atención a la ciencia y un poco menos a la guerra que por entonces era una especie de deporte nacional.

No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no piensa. Ray Bradbury. Fahrenheit 451.

 

 

 


jueves, 22 de abril de 2021

NORMAN ROCKWELL, COSTUMBRISMO Y EMOCIÓN

 


Nacido en Nueva York en 1894, Norman Percevel Rockwell, que firmó siempre como Norman Rockwell, fue probablemente el artista gráfico que mejor supo plasmar en sus trabajos el espíritu norteamericano con todos sus tópicos incluidos. Se aficionó a dibujar desde muy niño, y a los catorce años ingresó en la Chase School de Manhattan, una de las más prestigiosas escuelas de arte de su tiempo. Se especializó en la figura humana y muy joven consiguió su primer empleo remunerado como ilustrador del semanario Saturday Evening Post, donde trabajó hasta los años sesenta. Especialmente dotado para captar la atención del público y tocar la fibra más sensible con sus dibujos, Rockwell tuvo gran éxito como ilustrador publicitario. Las campañas gráficas más exitosas de Coca-Cola o más tarde de McDonald’s llevaron su sello. Siempre reconoció la influencia de Leyendecker, de quien fue también amigo personal. Rockwell tuvo tres esposas y tres hijos, y un carácter retraído propenso a la depresión. En las escasas entrevistas que concedió se mostraba frustrado y casi avergonzado de su trabajo. Confesó en alguna ocasión que había soñado con ser un gran artista, pero no pudo pasar de ser un simple ilustrador, por lo que se resentía su autoestima. Falleció en 1978 sin apartarse un momento de sus lápices y pinceles.


En cuanto a su obra, cabe definirla como costumbrista con ciertos delicados toques de humor. En sus primeros trabajos abundaron los dibujos de niños entregados a un sinfín de juegos y travesuras. Subyace un fondo de nostalgia por los días felices de la infancia en ambientes rurales. Otro gran grupo lo componen sus ilustraciones patrióticas. Durante las dos grandes guerras Rockwell retrató a los jóvenes soldados, a las madres y las novias que les esperaban en casa, a los muchachos honrando la bandera en los campamentos…

Sus ilustraciones ensalzan los valores americanos más conservadores, la familia, el patriotismo o un profundo y emocionado sentimiento religioso, impregnan sus trabajos. Se hicieron célebres y casi virales, como diríamos hoy en expresión aborrecible, algunas de sus mejores ilustraciones, como la cena de acción de gracias, el cumpleaños de la maestra o la trabajadora industrial durante la guerra. Tampoco hay que olvidar sus postales navideñas, siempre cargadas de nostálgica ternura.

Para recordar a este magnífico ilustrador, traemos una selección de su obra. Sumergíos en la american way of life que destila su trabajo.























lunes, 19 de abril de 2021

JANE WYMAN, UNA SEÑORITA DEL SUR

 



Pues sí, una señorita del sur que supo hacerse un sitio en el estrellato y brillar en el Hollywood de la Edad Dorada. Jane Wyman era mona sin llegar a ser un bellezón ni mucho menos un sex symbol, pero actuaba bien, tenía cierta gracia y daba la imagen de hija perfecta, novia perfecta, esposa perfecta. Debía tener buenos agentes, porque sin haber interpretado grandes papeles, actuó a las órdenes de los mejores directores del momento. Billy Wilder, Raoult Walsh, Michael Curtiz, Douglas Sirk, Frank Capra, Alfred Hitchcock… la llamaron para protagonizar sus películas. Un día la llamó también Negulesco para interpretar el papel de Belinda en el melodrama del mismo título, en el que Wyman encarnó a una joven sordomuda. Los espectadores de medio mundo lloraron ya desde la misma taquilla, y Jane se llevó un oscar de la Academia y el aplauso de toda la industria.

Alcanzado el éxito profesional, como actriz no aspiró a mucho más. La Jane Wyman madura fue abducida por la televisión americana, donde protagonizó algún telefilme y presentó algún que otro show. Un poco sin pena ni gloria, hasta que ya en la recta final de su carrera televisiva le ofrecieron el papel de Angela Channing, riquísima propietaria de viñedos en aquel Falcon Crest californiano, y matriarca de una familia singular que tuvo también a los televidentes españoles pendientes de la caja tonta durante un montón de sobremesas en los prodigiosos ochenta.

Y en el terreno personal a esta señorita, ya señora, sureña, le faltó muy poco para convertirse en primera dama de los USA, porque cuando Ronald Reagan llegó a ser presidente, Jane se había divorciado ya de aquel actorcillo mediocre, y toda la gloria presidencial, los viajes en el Air Force One, las cenas con la reina inglesa y las portadas en papel couché las disfrutó Nancy Reagan, una señora muy sosa y sin pizca de gracia.

En Bigotini recordamos a Jane Wyman, y para que también vosotros la recordéis, aquí tenéis una breve selección de imágenes que le rinden tributo. Clic en el enlace y a disfrutar.

https://www.youtube.com/watch?v=oOE_b0xcgfU

Próxima entrega: Susan Hayward



jueves, 15 de abril de 2021

REVOLUCIÓN NEOLÍTICA. ¿Y SI ESTÁBAMOS EQUIVOCADOS?


 

La expresión revolución neolítica se acuñó en la década de 1920 para describir la transición del estilo de vida paleolítico, con pequeños grupos familiares de cazadores-recolectores que practicaban el nomadeo siguiendo las migraciones de los animales que les servían de presa, a la nueva existencia en que los humanos comenzaron a establecerse en pequeños poblados permanentes, y pasaron de recolectar su alimento a producirlo. En lugar de sustentarse de aquello que la naturaleza les ofrecía, las gentes de esos poblados aprovechaban materiales sin ningún valor intrínseco en su forma natural, para modificarlos convirtiéndolos en objetos valiosos. Levantaron chozas de madera, piedra o adobe, forjaron herramientas con el cobre que encontraban, con ramas flexibles fabricaron cestos, y aprovecharon las fibras vegetales para tejer ropas ligeras, porosas y más fáciles de limpiar que las antiguas pieles de animales. También modelaron y cocieron recipientes de barro que usaron para cocinar y para almacenar los excedentes de comida. Y sobre todo, aprendieron a domesticar determinadas especies vegetales y animales, plantando, cultivando y recolectando cereales o legumbres, y pastoreando el ganado para obtener carne, leche o vestidos.


A la vista de todo lo anterior, siempre habíamos pensado que esa revolución neolítica había sido una adaptación dirigida a hacer más fácil la vida. El cambio climático del final de las glaciaciones hace diez o doce mil años, provocó la extinción de muchos grandes herbívoros y alteró las pautas migratorias de muchos otros. La hipótesis más extendida era que los grupos humanos reaccionaron ante aquel cambio drástico, modificando a su vez su estilo de vida. También se especulaba que el crecimiento de las poblaciones hizo que la caza y la recolección no fueran suficientes para alimentarlas.

Pero esta visión tan aparentemente lógica comenzó a tambalearse a partir de los años ochenta, cuando se perfeccionaron muchas técnicas arqueológicas. En efecto, las enfermedades y la malnutrición dejan huellas en los huesos y en los dientes. Las investigaciones realizadas sobre los restos esqueléticos del periodo anterior al neolítico no revelaron ninguno de estos daños, lo que sugiere que los viejos cazadores no sufrían privaciones nutricionales. Por el contrario, los primeros agricultores tenían más problemas de columna, peor dentadura, más anemia, deficiencias vitamínicas, y morían más jóvenes que las poblaciones que les precedieron.



Recientes estudios sobre grupos de cazadores-recolectores actuales como los bosquimanos africanos demuestran que los nómadas trabajan por término medio sólo de dos a cuatro horas al día, y sus recursos alimenticios, incluso en las regiones más áridas, resultan más variados y abundantes. En definitiva, sus actividades para obtener alimento son más eficaces que las de los agricultores europeos de antes de la Segunda Guerra Mundial.

Existen además indicios de que en ciertos casos los asentamientos permanentes y el abandono del nomadeo precedieron en el tiempo al desarrollo de las labores agrícolas o ganaderas. Todo ello invita a pensar que la revolución neolítica no fue en primer término, inspirada por consideraciones prácticas, sino más bien una revolución mental y cultural alimentada por el crecimiento de la espiritualidad humana, y el sentimiento de pertenencia a la comunidad. En palabras de Leonard Mlodinow, a quien seguimos en este breve comentario, la neolítica fue una revolución fundamentalmente social y cultural.


Este punto de vista se sustenta en el que quizá sea el más sorprendente y notable descubrimiento arqueológico de los tiempos modernos, que nos sugiere que la nueva manera de relacionarse con la naturaleza no siguió al desarrollo de un modo de vida sedentario, sino que lo precedió. Ese descubrimiento es el gran monumento conocido como Göbekli Tepe, una expresión turca que describe el aspecto que tenía antes de ser excavado: colina panzuda.

Situado en la provincia de Urfa, al sureste de Turquía, Göbekli Tepe es una magnífica estructura construida hace 11.500 años, 7.000 antes que la Gran Pirámide, gracias a los hercúleos esfuerzos no de pobladores neolíticos, sino de cazadores-recolectores que todavía no habían abandonado el modo de vida nómada. Todo parece indicar que nos encontramos ante el que acaso fue el primer santuario religioso de la Historia. Su construcción requirió el transporte de enormes piedras, algunas de hasta dieciséis toneladas, antes de la invención de la rueda, antes del uso de herramientas metálicas y antes del empleo de animales como bestias de carga. Más aun: antes de que la gente viviera en poblados que pudieran proveer una fuente numerosa y organizada de trabajadores. Todavía existían en aquella región felinos de dientes de sable. Nunca se han hallado indicios de que nadie viviera en aquella zona: ni fuentes de agua, ni casas, ni restos de hogares. Lo que sí encontraron los arqueólogos fueron los huesos de miles de gacelas y uros que debieron ser transportados desde lejanos territorios de caza. Los indicios señalan que Göbekli Tepe atraía a cazadores-recolectores nómadas de hasta cien kilómetros a la redonda.


A apenas unos cientos de kilómetros al oeste de Göbekli Tepe se encuentra el asentamiento de Catal Höyük, construido hacia 7500 a.C., que pasa por ser la primera ciudad que merece tal nombre. Los análisis de restos de animales y plantas hallados allí, sugieren que sus habitantes cazaban toros, cerdos y caballos salvajes, y recogían tubérculos, gramíneas, bellotas y pistachos, pero se dedicaban poco o nada a la agricultura. Una población de hasta ocho mil personas, donde no existía la división del trabajo y donde todos iban a lo suyo. Cada familia construía y mantenía su casa y realizaba su propio arte. Por eso muchos arqueólogos sostienen que el asentamiento de Catal Höyük no era propiamente una ciudad o un poblado neolítico tal como lo entendemos, sino un conjunto de viviendas habitadas por gentes dedicadas a la caza y la recolección, sin dependencia mutua. Si aquellas gentes no podían comprar carne al carnicero ni vasijas al alfarero, lo que las vinculaba con los demás parece haber sido lo mismo que vinculaba a sus remotos ancestros de Göbekli Tepe: los inicios de una cultura común y unas creencias espirituales compartidas.

Uno de los indicios más esclarecedores de la naturaleza cultural de esos vínculos es sin duda el culto a los muertos, muy diferente ya del que observaban los nómadas. Los nómadas en su continuo peregrinaje dejan atrás a los débiles, los enfermos y los viejos. Las nuevas gentes de aquellos primitivos asentamientos los cuidan y hasta entierran a sus muertos bajo el mismo suelo de sus viviendas. En Catal Höyük decapitaban sus cadáveres y utilizaban las cabezas con fines ceremoniales. Una revolución cultural y social que muy probablemente precedió a la agricultura y la ganadería.

-Querido amigo, no tienes ni idea de lo que soporto.

-Pues claro que sí, hombre, es una ciudad de Portugal.

 


lunes, 12 de abril de 2021

ALPHONSE DAUDET DE TARASCÓN Y DEL MUNDO

 


Nacido en Nimes en 1840, Louis Marie Alphonse Daudet, al que la posteridad conoce simplemente como Alphonse Daudet, es uno de los más ejemplares exponentes de la literatura francesa del siglo XIX. Alphonse fue estudiante en Lyon, y muy joven accedió al cargo de secretario del duque de Morny, una de las figuras políticas más influyentes de su tiempo, a quien sirvió con absoluta fidelidad y entrega. Fue la muerte repentina del duque lo que cambió por completo el destino de su joven secretario, pues perdido su mentor político, Alphonse se consagró por entero a la literatura. Algún biógrafo ha escrito que si en aquel momento Francia y su segundo imperio perdieron al que quizá habría sido un ministro prudente, la Historia ganó a cambio a un brillante escritor. Comenzó su andadura escribiendo crónicas para el diario Le Figaro. Viajó extensamente por la Provenza, que le inspiró en 1866 la publicación de Cartas desde mi molino, colección de cuentos y reinterpretación muy personal del género de viajes que tanto había proliferado durante el Romanticismo.



Los relatos que formaron parte de aquella colección se publicaron en principio por entregas, en forma de folletín, y con el tiempo muchos de ellos han pasado a formar parte de lo que podríamos llamar los clásicos escolares en francés, porque de manera recurrente se han incluido en textos y antologías dirigidas a los alumnos franceses de escuelas y liceos.

Escribió en los años siguientes varias decenas de novelas costumbristas entre las que cabe destacar Numa Roumestan (1881), El evangelista (1883) o Sapho (1884). También se prodigó como dramaturgo. Obras como El último ídolo (1862) o Los ausentes (1863) se representaron con gran éxito. Pero Daudet fue por encima de todo un gran narrador.



A partir de 1872 apareció Tartarín de Tarascón, personaje mítico que protagonizó gran parte de la literatura de Alphonse Daudet. Su Tartarín, un tipo inspirado en los rasgos de muchos franceses provincianos de su tiempo, es una mezcla de Quijote cervantino y Pickwick dickensiano, o quizá un Sancho Panza animado por un espíritu quijotesco. Tartarín protagoniza increíbles aventuras en los Alpes o en África, sin desprenderse nunca del humor socarrón tan característico de los campesinos del sur. Sin duda todo un clásico de la literatura francesa y universal.

Hoy en nuestra desbaratada biblioteca Bigotini os proponemos la lectura de una novela breve y deliciosa de Daudet: El abanderado, que os ponemos al alcance de un clic (hacedlo sobre el enlace) para uso y disfrute de grandes y de chicos. Sirva como modesto tributo al ingenio de su autor.

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=El+abanderado.pdf

No tengo ninguna estima por el hombre que a los veinte años no ha sido comunista. Alphonse Daudet.