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lunes, 29 de marzo de 2021

JEAN PETERS, VIVA ZAPATA Y VIVA EL CINE

 



Aquella muchacha callada que se acostaba con Brando reencarnado en Emiliano Zapata, y le miraba como si se le hubiera aparecido Cristo en carne mortal, era Jean Peters, criatura hermosa, de una belleza morena, portentosa y poco anglosajona. Fue durante casi una década, la estrella de la Fox. Se exhibió junto a Tirone Power en El Capitán de Castilla, y junto a Richard Widmark en Pickup on South Street, un filme, quintaesencia del cine negro, que aquí se tituló Manos peligrosas, dirigido por Samuel Fuller, en el que la Peters se mostró más sensual y tentadora que nunca. Fue también un breve contrapunto moreno a la belleza rubia de Marilyn Monroe en Niágara. Finalmente fue literalmente raptada por el excéntrico Howard Hughes a cambio de una fortuna que sólo pudo disfrutar muchos años más tarde.

Su belleza y su hipnótica mirada enamoraron a toda una generación. Hoy en su recuerdo traemos un breve montaje de música e imágenes de aquella inolvidable diosa de las pantallas. Clic en el enlace y disfrutad.

https://www.youtube.com/watch?v=PIvh-IDoWQk

Próxima entrega: Jane Wyman

 


miércoles, 24 de marzo de 2021

CARTAGO: LA ROMA QUE NO PUDO SER

 


Polibio, Plutarco y otros historiadores romanos a través de los cuales conocemos algo sobre los cartagineses, no eran cronistas imparciales. Con las Guerras Púnicas aun recientes, aportaron el punto de vista de los vencedores, una versión parcial que dejaba en mal lugar a los vencidos. Pero lo cierto es que en algún momento de su Historia, Cartago había adquirido un esplendor que tenía poco que envidiar a Roma, y una hegemonía marítima y política que abarcó gran parte del Mediterráneo occidental. Al igual que los romanos, los cartagineses contaban con su propia leyenda fundacional. Según ella, Cartago, situada a sólo unos pocos kilómetros de la actual ciudad de Túnez, fue fundada por Dido, una princesa fenicia que huyó de Tiro con un puñado de fieles después de que su cuñado asesinara a su esposo. En aquel paraje norteafricano Dido pidió permiso a los naturales del país para construir un asentamiento. Lo obtuvo a condición de que se limitara al territorio que podía cubrir la piel de un toro. Dice la leyenda que la ingeniosa princesa tiria dividió la piel en tiras finísimas que unidas, abarcaron la extensa superficie donde se levantó la ciudad.

Aquellos fenicios llamaron a la ciudad Kart Hadasht, que en su lengua semita tiene el significado de Ciudad Nueva, como Nápoles o Nueva York. Los griegos tradujeron el nombre por Karchedon, y finalmente los romanos la llamaron Carthago y así la conocemos. Los fenicios fundadores eran grandes marinos que se aventuraron más allá de las Columnas de Hércules, remontando el Atlántico hacia el norte siguiendo las costas española y portuguesa, y hacia el sur costeando el África Occidental hasta casi alcanzar la punta meridional del continente. Antes incluso del nacimiento de Roma, los cartagineses habían fundado colonias y factorías comerciales en Bizerta, Útica, Bona o Leptis Magna, y después en Sicilia, Cerdeña, Córcega, el sur de Francia, las Baleares y la costa de nuestro Levante peninsular, donde destacó la floreciente Cartago Nova, actual Cartagena.

Al florecimiento de Cartago debió contribuir el declive en Oriente de Tiro y de Sidón, las ciudades fenicias que arrasó con sus ejércitos Alejandro de Macedonia. En los momentos difíciles el capital es el primero en huir, y los fenicios ricos se apresuraron a cargar sus riquezas en barcos y emigrar a la emergente ciudad nueva que embellecieron con templos, circos y toda clase de construcciones monumentales. En Cartago empujaron a los naturales del país hacia el interior, y redujeron a muchos de ellos a la servidumbre y la esclavitud. Los cartagineses y en general, los fenicios siempre tuvieron fama de comerciantes y expertos en finanzas, no en balde fueron los inventores de los bancos tal como los conocemos, y del papel moneda avalado por el tesoro público. Lo que resulta más sorprendente por poco conocido, es que los cartagineses fueron también maestros de la agricultura. El cultivo de las viñas, olivos y frutales se debe a ellos, y cartaginés fue Magón, el autor antiguo que nos ha legado las principales obras sobre agricultura.


Los cartagineses poseían una importante industria metalúrgica. Además de sus expediciones marinas, exploraron el interior de África atravesando el Sahara. Cartago llegó a contar con trescientos mil habitantes. Los más pobres vivían en edificios de hasta doce plantas, algo completamente asombroso en su época, y los ricos disfrutaban de palacios con piscinas y jardines espléndidos. Abundaban los templos y los baños públicos. El enorme puerto tenía doscientos veinte muelles sustentados en cuatrocientas cuarenta columnas de mármol, tal como han podido constatar los arqueólogos. La ciudad se protegía con un bastión amurallado que defendían vente mil soldados armados, cuatro mil caballos y trescientos elefantes.

Sabemos por los historiadores romanos que sus magistrados se llamaban shofetes, seguramente derivado del hebreo shofetim, con idéntico significado. Los hombres y mujeres pudientes vestían a la griega, y los pobres calzaban sandalias y se cubrían con largos camisones al estilo de las galabias egipcias. La prostitución era oficio autorizado o al menos no vilipendiado, según siempre las fuentes romanas. La parte negativa que probablemente los romanos exageraron, presenta a los cartagineses como comedores y bebedores insaciables, poco o nada fiables en los tratos: la expresión palabra cartaginesa es en latín sinónimo de traición. Polibio dijo de ellos que todo lo tasaban con la medida del provecho, pero claro, Polibio era íntimo amigo de Escipión, el destructor de Cartago.


Lo más negro de la leyenda negra cartaginesa se refiere a los sacrificios humanos, que se ofrecían a dioses como Baal, Tanit o Melkart. Si hay que creer los testimonios, en horas de necesidad los habitantes de Cartago quemaban hasta trescientos niños en los altares de Baal. Al parecer era costumbre comprar los niños a los pobres, pero en el tiempo de las Guerras Púnicas, para dar ejemplo y no alimentar el descontento de las clases populares, se asaron en las parrillas hasta las criaturas de los patricios y los poderosos.

Las instituciones y el régimen político de los cartagineses no diferían demasiado de las de los romanos. Tenían también un Senado dominado por las principales familias, y la ejecución de las decisiones se encomendaba a los sciofetes, que venían a ser una especie de cónsules. El ejército de Cartago estaba formado en su mayor parte por mercenarios, y esta fue acaso una diferencia que pudo decantar algunas batallas decisivas del lado romano, puesto que la gran mayoría de los legionarios romanos formaban parte del pueblo, por lo que cabría suponerles mayor patriotismo y entrega en el combate. Mucho más inexplicable parece el hecho de que los cartagineses fueran también derrotados en el mar, porque todos los datos apuntan a una abrumadora superioridad de su flota, tanto en aspectos técnicos como tácticos y numéricos.


Sin embargo, Cartago cayó, y con Cartago toda su civilización de la que apenas han quedado unos pocos vestigios. Su derrota es uno de esos acontecimientos que producen un verdadero giro en la Historia del mundo. A partir de ella, Roma tuvo el camino libre para conquistar, poblar y romanizar un imperio tan vasto como permitieron los medios con que se contaba en la época. Cerca de mil millones de los habitantes del planeta hablamos en la actualidad idiomas romances derivados del latín. Quién sabe qué habría ocurrido en caso contrario.

-¿En tu casa también rezáis antes de comer?

-No hace falta, mi madre cocina estupendamente.

 


sábado, 20 de marzo de 2021

JUAN DE CAZALLA, LUMBRE DEL ALMA

 


Juan de Cazalla, murciano nacido en 1480, era hijo de Isabel de Cazalla. Fue franciscano, místico y erasmista declarado, y a pesar de todo llegó a ser obispo en Armenia. En su juventud fue capellán del cardenal Cisneros durante la campaña y conquista de Orán, acontecimiento sobre el que en 1509 escribió un memorial de sucesos dirigido a su amigo el doctor Villalpando, otro erasmista tremendo.

Tras una estancia de cinco años en el convento franciscano de Guadalajara, Cazalla marchó a Oriente para tomar posesión en 1517 de su obispado en Verissa, Tracia, en el entonces país de los armenios. Algún biógrafo le atribuye también el obispado de Troya, y no parece descabellado, pues en aquellas tierras no abundaban los prelados católicos y los existentes debían ocuparse muchas veces de varias diócesis.

De vuelta en España fue profesor de teología y párroco de Yenes. Predicador famoso, se sabe que muchas veces subió al púlpito en compañía de su hermana María, religiosa y mística muy relacionada con los Mendoza, que adquirió fama de hereje y fue procesada por la Inquisición en 1525, aunque finalmente fue absuelta. No parece descartable que su hermano Juan fuera también investigado por el Santo Oficio, pues estuvo envuelto en el proceso de los alumbrados de Pastrana en 1522. Confirma la sospecha de su implicación el que por esas fechas abandonara sus cargos y empleos, viajando con su compañero Diego López de Husillos a predicar a los infieles musulmanes, excursión que entonces equivalía a un suicidio, pues los curas y frailes eran inmediatamente martirizados en tierra de moros. Afortunadamente para ellos, la pareja no pudo atravesar la frontera portuguesa. Marcel Bataillon considera a Cazalla uno de los principales erasmistas españoles. Defendió con toda su artillería dialéctica el Elogio de la locura del maestro de Roterdam, y profesó gran devoción a la beata Francisca Hernández, hospedada por cierto en casa de los Cazalla.


Su obra más emblemática fue Lumbre del alma, un tratado que se publicó en 1528. El libro, escrito en forma de diálogo al modo aristotélico, es al decir de su autor un brevecito modo para venir en alguna manera, en conoscimiento de Dios. También lo califica Cazalla como un tractado que habla de los beneficios y mercedes que ha el hombre rescebido de la muy liberal mano de Dios y de la paga que por ello le es obligado a hacer. En la Lumbre, Cazalla dibuja un esquema de la creación que casi completa y corrige la del Génesis bíblico. Es esta la obra que biblioteca Bigotini pone a sus amables lectores al alcance de un clic (hágase sobre el enlace), acceder a una magnífica versión digital que sigue la edición sevillana de 1542. Se trata quizá del más preclaro ejemplo de literatura religiosa del Renacimiento español. Disfrutad la prosa de Juan de Cazalla, un heterodoxo que vivió y escribió durante toda su vida, rozando la delgada línea roja que separaba en su tiempo la santidad de la herejía. 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Lumbre+del+alma.pdf

-¿Oye, tú qué piensas de la educación en España?

-Hombre, pues que estaría bien.

 


miércoles, 17 de marzo de 2021

TRANSFERENCIA NUCLEAR, EMBRIONES CLÓNICOS Y CÉLULAS MADRE. LA NUEVA ERA DE LA BIOLOGÍA

 


Todos los medios resaltaron la noticia de la nueva técnica de obtención de células madre embrionarias a partir de embriones humanos clonados. La proeza se atribuyó al equipo investigador de la Oregon Healht & Science University, que dirigía el profesor Militapov, y del que, como casual pero significativa curiosidad, formaba parte una compatriota nuestra, víctima de los recortes en la sanidad valenciana.

Previamente los experimentos se habían llevado a cabo con éxito en diversos animales, incluidos varias decenas de macacus rhesus en colaboración con el Instituto de Primatología.

La técnica utilizada fue la de transferencia nuclear, que se empleó ya en 1996 para clonar a la célebre oveja Dolly. Las principales diferencias con aquél experimento son, en primer lugar la enorme dificultad que entraña el manejo de células germinales y embrionarias humanas, y en segundo lugar, el objetivo final, que en este caso es completamente distinto.

El primer paso es obtener un oocito, célula germinal de una donante, y proceder a su enucleación, es decir, extirpar el núcleo que contiene la información genética. Esta enucleación debe realizarse en un momento muy determinado, la metafase de la meiosis. De esta forma, la célula embrionaria, por así decir ‘decapitada’, carece de carga genética, pero conserva su citoplasma intacto y toda su potencialidad funcional.


Paralelamente se había obtenido de otro donante una célula somática. En el caso del experimento se obtuvo de la piel, pero podría haber procedido de cualquier otro tejido. Dicha célula se insertó en el oocito enucleado a través de su membrana, de manera que se integran ambos citoplasmas celulares, y a la vez (y esto es lo mágico de la experiencia) el núcleo de la célula somática se reconoce como propio por parte del oocito. Se produce por lo tanto una verdadera fecundación que podríamos calificar de asexual, puesto que en este caso no hay intercambio alguno de material genético. El núcleo, y consiguientemente los cromosomas y los genes, son exclusivamente los del donante de la célula somática. Se obtiene pues un zigoto o embrión genéticamente idéntico a él, lo que se ha popularizado con el nombre de clon.

Al cabo de unos pocos días, cuando el embrión alcanza el estadio de blastocisto, se obtienen de él las deseadas células madre embrionarias, destruyéndose el resto del embrión. El equipo de Militapov coronó su exitoso experimento, produciendo en diversos cultivos de las células madre, tres tipos de estirpes celulares diferenciadas, concretamente células cardiacas, hepáticas y neuronas (¡nada menos!). Unas células que podrían emplearse en medicina regenerativa para tratar diversos tipos de enfermedades degenerativas (vg. Alzheimer) que padeciera el donante. Tendrían la inmensa ventaja de ser genéticamente idénticas a las suyas, por lo que sería imposible que se produjera rechazo alguno. Todo el proceso aparece muy bien plasmado en el gráfico que aquí reproduzco, tomado de elpais.com


Es obvio que la experiencia abre unas posibilidades muy prometedoras en el campo de la implantología, los transplantes (autotransplantes) de órganos, la regeneración tisular… En definitiva crea unas expectativas fantásticas en cuanto a la prolongación de la vida, uno de esos tópicos de la ciencia-ficción, junto con los viajes en el tiempo y otras utopías que, según parece, cada vez lo son menos.

Queda la parte moral de la cuestión. Si el embrión no se destruye y se implanta en un ‘útero de alquiler’, aunque hoy por hoy es técnicamente muy difícil, podrían teóricamente nacer individuos clónicos, genéticamente idénticos al donante, como aquella oveja Dolly. Aparte de las dificultades técnicas, está el hecho de que el ADN de la célula somática adulta sería un ADN ‘adulto’, al que le quedaría una potencialidad  muy mermada y apta para menos divisiones celulares. Le esperaría, por lo tanto una vida breve. (Véase nuestro artículo sobre la telomerasa). En cualquier caso, el dilema ético radica en si es moralmente legítimo o no lo es, crear individuos clónicos. Aquí podemos incluir todos los tópicos que se os ocurran sobre ‘el aprendiz de brujo’, ‘jugar a ser Dios’, ‘ejércitos de clones’ y otros semejantes. Si queréis mi opinión, y si habéis llegado hasta este párrafo, interpreto que la queréis, sólo os diré una cosa: todo lo que es posible hacerse, acaba haciéndose por encima de éticas, de leyes y de opiniones religiosas. Lo demuestra la Historia y lo demuestra el mínimo conocimiento de la naturaleza humana. Así que no agotéis vuestra capacidad de sorpresa, porque si vivimos lo suficiente, nos va a hacer falta a todos.

En la vida muy pocos sueños se cumplen. La mayoría simplemente se roncan.  Enrique Jardiel Poncela.

 


domingo, 14 de marzo de 2021

INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y NIVEL DE CONCIENCIA. LOS ROBOTS DEL FUTURO

 


Siguiendo a Michio Kaku en su obra El futuro de nuestra mente (Penguin Random House Ed., Barcelona 2014), la conciencia puede clasificarse en cuatro niveles. El primero, que llamaríamos nivel 0, correspondería en el mundo de los seres vivos, a las plantas, y en el de las máquinas, a un simple termostato, por ejemplo. Incluye unos pocos bucles de retroalimentación en unos parámetros simples, como la luz del sol o la temperatura en los ejemplos citados.

El siguiente nivel, el nivel I corresponde a insectos y reptiles: son móviles y poseen un sistema nervioso central, son capaces de crear un modelo del mundo en relación con un nuevo parámetro, el espacio.

El nivel II crea ya un modelo del mundo relacionado con otros individuos bien de su clase o bien de diferentes categorías. Esto exige emociones. Una conciencia de esta naturaleza corresponde a muchas aves y a los mamíferos en general. En concreto los simios gozan de un nivel II avanzado.


El mayor grado de conciencia corresponde al nivel III que disfrutamos los seres humanos. Este último nivel incorpora la dimensión temporal, el tiempo, y la conciencia de sí mismo. Permite a sus poseedores, partiendo de la experiencia pasada, simular mentalmente cómo se producirán los acontecimientos futuros, al objeto de elegir qué camino seguir o qué acciones llevar a cabo.

Si con estas premisas pretendemos clasificar la inteligencia artificial, es decir, los robots, nos fijaremos para empezar en los de primera generación que corresponderían al nivel 0, ya que eran estáticos y carecían de ruedas o pies. Los robots actuales están en el nivel I porque son móviles, pero se sitúan aun en un escalón muy bajo de este nivel, tal como un gusano, por ejemplo. Muchos insectos poseen habilidades como ubicar y recordar escondites, localizar parejas, construir nidos, huir de los depredadores o capturar presas, que nuestros robots actuales están lejos de poseer.


En cada nivel puede haber un número variable de bucles de retroalimentación. En el caso de un robot con ojos, debe disponer de sensores capaces de detectar la frecuencia, la intensidad, la tensión, las pausas… puede construirse un robot capaz de ver y distinguir objetos con solo diez bucles de retroalimentación. Para hacernos una idea diremos que un insecto tipo que pueda buscar alimento o procurarse cobijo, necesita al menos cincuenta bucles, así que mientras al insecto le asignaríamos un nivel de conciencia I:50, el robot vidente se las arreglaría con un modesto I:10.

Para acceder a una conciencia nivel II, los robots deberían ser capaces de crear un modelo del mundo en relación con otros actores. El grado de una conciencia nivel II como la de los mamíferos, se calcula multiplicando el número de miembros del grupo por el de emociones, gestos y actitudes que adoptan para relacionarse entre ellos. Esto conllevaría poner en juego una cantidad ya muy considerable de bucles de retroalimentación en su programación básica.


Algunos investigadores de la I.A. (inteligencia artificial) están empezando a diseñar robots capaces de reconocer emociones en nuestras expresiones faciales e inflexiones de voz. Es previsible que en las próximas décadas los robots irán poco a poco ascendiendo en el nivel II de conciencia, llegando quizá a ser tan inteligentes como un ratón, un conejo o quién sabe si hasta un perro o un gato. En este nivel avanzado, Kaku aventura que a finales del siglo presente podrían comenzar a fijarse objetivos propios, y poseer una inteligencia equiparable a la de un mono. Sólo accederían a la conciencia de nivel III cuando sean capaces de crear simulaciones completas del futuro en las que ellos aparezcan como actores principales. Para ello resulta imprescindible tener un conocimiento funcional de la teoría de la mente y de lo que llamamos sentido común, que no tiene una definición fácil. Sólo la capacidad de comprender aunque sea sumariamente, las leyes de la naturaleza, la causalidad y las motivaciones humanas, permitiría anticipar sucesos futuros.


El valor numérico de la conciencia nivel III se calcula tomando el número total de conexiones causales que podemos hacer al simular el futuro en diversas situaciones de la vida real, y dividiéndolo por el valor medio de un grupo control. Los ordenadores actuales son capaces de realizar simulaciones limitadas a unos pocos parámetros, pero incapaces de simular el futuro en una situación compleja de la vida real. Es una paradoja: pueden predecir la colisión de dos galaxias, el flujo de aire alrededor de un avión experimental o el comportamiento de un edificio durante un terremoto, cosas que nos asombran porque los ingenieros con un lápiz y un papel tardarían infinitamente más en calcular, y probablemente incurrirían en errores. Para eso basta con un nivel de conciencia III:5. Sin embargo, ningún ordenador nos orientará en nuestras relaciones de la vida cotidiana, sentimentales o laborales, por ejemplo.

En fin, que faltan seguramente muchas décadas para que los robots puedan funcionar con normalidad en las sociedades humanas. El robot mayordomo o el piloto de aeronave que hemos visto en muchas películas de ciencia ficción, tardarán en llegar. Algunas veces he sorprendido a nuestro profe Bigotini dando órdenes a la aspiradora o discutiendo acaloradamente con el televisor. El pobrecillo tiene demasiada confianza en la ciencia.

-Mamá, he encontrado novio.

-Será de alguien, déjalo donde estaba.

 


jueves, 11 de marzo de 2021

RUSS JOHNSON O MISTER OSWALD, EL TENDERO DIBUJANTE

 


Russell Johnson nació en 1893 en una granja de Illinois, en la América profunda que hace más de un siglo lo era mucho más todavía. En 1915 emigró a Chicago. Era un muchacho de tierra adentro que suspiraba por ver el mar. Quizá por eso se alistó en la Armada durante la Gran Guerra. Pero sus anhelos marineros se vieron frustrados, pues resultó ser un gran tirador, por lo que pasó el resto de la contienda como instructor de tiro en tierra firme. En los muchos ratos de ocio que le dejaba su ocupación militar, el joven Russell se dedicó al dibujo con gran ahínco. Admiraba las historietas de los Katzenjammer Kids, y comenzó imitando el estilo de aquella serie. Animado por los amigos, tomó clases de dibujo una vez terminada la guerra en la célebre Academia de Bellas Artes de Chicago. Allí coincidió con Billy DeBeck, el creador de Barney Google, que tuvo una gran influencia en su humor y en su estilo de dibujo. De vuelta a su pueblo de Illinois (Gibson City), ayudó a su padre en la ferretería a la vez que realizaba dibujos de carteles publicitarios para las demás tiendas de la localidad, y colaboraba con caricaturas y algunas tiras cómicas para los diarios locales y del condado.

Su trabajo como tendero le inspiró la que fue su serie más famosa y celebrada por los lectores: Mister Oswald, cuya primera tira apareció en 1927. La firmaba como Russ Johnson, y así le conocerían en el resto del país y en las versiones traducidas que después se publicaron en Europa. La serie evoca aquellas viejas tiendas y almacenes de la América rural que estamos acostumbrados a ver en muchas películas. Mr. Oswald, el protagonista, es un viejecito afable que sin moverse de su establecimiento, participa en los avatares de sus clientes. Situaciones cómicas de gente corriente en un ambiente costumbrista. La única concesión de Johnson a la fantasía es el continuo cambio del negocio que manteniendo el mismo decorado, pasa sucesivamente de ser ferretería a zapatería, tienda de ropa o comercio de alimentación.

Russell Johnson se retiró en 1989, a los 95 años, después de haber dibujado y guionizado Mr. Oswald durante 62. Falleció en 1995 a los 101 años. Un artista tan longevo como fiel a su personaje, un auténtico alter ego de sí mismo. Aquí traemos un puñado de sus páginas como recuerdo a su espléndido trabajo.


 












lunes, 8 de marzo de 2021

JOSEPH L. MANKIEWICKZ, MAESTRO DEL MELODRAMA

 



Joseph L. Mankiewickz, un actor incipiente y guionista metido a director, fue en el Hollywood de los años dorados el auténtico rey del melodrama, un género en que se especializó, y que dominó de forma magistral. Su vocación primera fue ponerse delante de las cámaras. El joven Joseph era atractivo y no actuaba mal, sin embargo le traicionaba el acento que delataba su origen alemán. Actor frustrado, como tantos cineastas, Mankiewickz tuvo una especial habilidad para dirigir a actores y actrices, obteniendo siempre lo mejor de ellos. Así lo atestiguaron Ava Gardner y Humphrey Bogart a quienes dirigió en La condesa descalza, o Liz Taylor y Richard Burton, que actuaron a sus órdenes en Julio César, o Bette Davis, George Sanders y Anne Baxter, que formaron el reparto estelar de Eva al desnudo.

Y es que Mankiewickz se consagró precisamente desnudando a Eva. La película obtuvo nada menos que seis oscar, entre ellos el de la mejor dirección. Tuvo además la virtud de dar un papelito a una joven principiante llamada Marilyn Monroe.

Como recuerdo y homenaje a este gran director, os dejamos el enlace (haced clic en él) con un breve montaje en el que se repasan sus veinte mejores películas. Un top-20 donde aparecen además unos magníficos carteles. 

https://www.youtube.com/watch?v=pZASM02XbjY

Próxima entrega: Jean Peters

 


viernes, 5 de marzo de 2021

LOTÓFAGOS Y ANTÓFAGOS. LAS FLORES DEL OLVIDO

 


En muchos de los modernos restaurantes estrellados parece haberse puesto de moda comer flores. Como ocurre siempre, no hay nada nuevo bajo el sol. El consumo de flores y de sus alcaloides está ya documentado desde la Antigüedad más remota. La amapola o adormidera (Papaver somniferum) figura a la cabeza de la lista de este consumo. A través de Grecia nos llega el término ópion, opio, con el significado literal de jugo en referencia al látex que exuda la adormidera. Ya se mencionan la planta y sus efectos en las tablillas sumerias del tercer milenio a.C., hace cinco mil años. Al parecer la palabra sumeria también tenía el significado de disfrutar. Encontramos representaciones de cabezas de adormidera (el bulbo que queda tras deshojarse la flor) en los cilindros babilónicos. En el palacio de Asurnasirpal II en Nimrud, Asiria, actual Irak, existía un bajorrelieve hoy en el Museo Metropolitano de Nueva York,  representando a una diosa rodeada de adormideras. El relieve se data en 879 a.C. También algunas imágenes de la cultura minoica en Creta muestran las adormideras y sus efectos.

El uso de la adormidera en medicina se remonta al Antiguo Egipto. Se menciona en muchos jeroglíficos como calmante y analgésico por vías oral, rectal y transcutánea. Dice Homero en la Odisea que el opio tebaico hace olvidar cualquier pena, y en el papiro Ebers puede leerse que se utilizaba para evitar que los bebés griten fuerte. Hesiodo adjudica a Deméter la adormidera como símbolo, y cuenta que la ciudad de Sición se llamaba en tiempos remotos Mekone (adormidera). Las mujeres sin hijos solían llevar broches, alfileres y fíbulas con la forma de sus frutos, por atribuirse a la planta poderes de fecundidad. Los enamorados estrujaban pétalos secos de amapola para adivinar por sus chasquidos el futuro de su relación (¿?). En los templos de Esculapio se recibía a los enfermos con una infusión de adormidera que les sumía en lo que los romanos llamarían después la incubatio, especie de cura de sueño. Hipócrates recomienda el opós mekonos (jugo de adormidera) para el tratamiento de la histeria femenina. Teofrasto se ocupó extensamente de la planta en sus tratados, y Heráclides de Tarento, el médico de Filipo I de Macedonia, la utilizaba para calmar cualquier dolor.


En cuanto a la flor propiamente dicha, la amapola, su consumo fue probablemente más limitado. En la Odisea, Homero cuenta cómo la nave de Ulises, empujada por el viento del norte, llega hasta la remota isla de los lotófagos, que muchos estudiosos sitúan junto a la costa de Libia. Allí un puñado de sus hombres son invitados a consumir las flores, cayendo en una especie de letargo o ensoñación en la que olvidan su patria y su viaje. Ulises se ve obligado a arrancarlos de allí por la fuerza y a mantenerlos bien sujetos en la nave hasta que remiten los efectos de la droga. No está claro de qué planta puede tratarse. El término griego lvtoz puede referirse a varias especies vegetales. Por diferentes autores se han propuesto diversas, desde el loto azul hasta el llamado trigo de Zeus, pasando por el almez, la Cordia mixa, los nenúfares o el azufaifo, entre otras. Ninguna de ellas es capaz de producir el efecto del olvido que se describe en la narración. Un historiador como Heródoto (tan fiable o tan poco como se prefiera) habla en su libro cuarto de los lotófagos y de la planta, y dice que su fruto es del tamaño de los granos del lentisco, pero en lo dulce del gusto es parecido al dátil de la palma: de él sacan su vino los lotófagos.

En el siglo II Galeno confeccionaba su Antídoto Magno con un 40% de jugo de adormidera. Marco Aurelio se desayunaba con una porción de opio del tamaño de un haba grande, disuelta en vino templado. Lo mismo hicieron otros emperadores como Nerva, Trajano, Adriano, Septimio Severo y Caracalla. Se utilizó en época imperial como terapia agónica (cuidados paliativos, diríamos hoy día) y como eutanásico. El suicidio se consideró entonces una prueba de grandeza moral. Explica Plinio el Viejo en su Historia Natural (18.2.9) que de los bienes que la naturaleza concedió al hombre, ninguno hay mejor que una muerte a tiempo, y lo óptimo es que cada cual pueda dársela a sí mismo.

Dioscórides describe el opio como lo que quita el dolor, mitiga la tos, refrena los flujos estomacales y se aplica a quienes dormir no pueden. En el Imperio Romano, el opio, como la harina o la sal, fue un producto de precio controlado. Su demanda excedía a la oferta, por eso no era infrecuente que se adulterara para obtener mayor beneficio.



Formó parte también de la farmacopea árabe. De la corte cordobesa de Abderramán se exportó primero a los reinos cristianos peninsulares y más tarde al resto de Europa. Las principales plantaciones de adormidera del periodo medieval y los siglos posteriores se situaban en Persia y Turquía. El Islam diseminó el opio desde Gibraltar hasta Malasia. En Occidente el láudano, un preparado a base de opio y alcohol cuya paternidad se atribuye a Paracelso, se empleó ampliamente como analgésico hasta el siglo XIX. Más tarde se sintetizó la morfina, con un poder analgésico mucho mayor y también mucho más adictiva. En el XIX se extendió en China el consumo de opio. Los fumaderos de la sustancia abundaron en todo el país hasta convertirse en una plaga nacional no erradicada hasta la llegada del régimen comunista. Potencias como USA, Francia, el Reino Unido o la misma China pugnaron por dominar el mercado del opio, generándose auténticas guerras por este motivo. La heroína, el más moderno de los derivados del opio, ha causado verdaderos estragos en las sociedades contemporáneas. Otro de sus alcaloides, la papaverina, es un compuesto que difiere del grupo de los mórficos, ya que no es narcótica ni adictiva. Se emplea como relajante del músculo liso, vasodilatador y en menor medida, antipsicótico.

Los hippies de los sesenta se adornaban con toda clase de flores. Probablemente también las probaron, pero les gustaron más el cannabis, los hongos alucinógenos y la dietilamida del ácido lisérgico, más conocida como LSD. Viaje con nosotros, que decía Gurruchaga. Y Luis Eduardo Aute, poeta profético, cantaba en su emblemática Al alba: Los hijos que no tuvimos se esconden en las cloacas. Comen las últimas flores, parece que adivinaran que el día que se avecina viene con hambre atrasada.

-Tío, esto está buenísimo. ¿Qué has dicho que era?

-Pan con aceite.

-Brutal, ya me pasarás la receta.

-No tengo ni idea, lo ha hecho mi madre.

-Tío, pregúntale si puede hacerse con la thermomix.

 


martes, 2 de marzo de 2021

FRANCISCO CASCALES, HUMANISTA, POETA Y ERUDITO

 


Nacido en Fortuna, Murcia, en 1563, Francisco Cascales fue uno de los humanistas españoles más notables de su tiempo. Al parecer, junto a un hermano gemelo suyo, Francisco era el hijo natural de algún noble o personaje notable que nunca llegó a mencionar ni él mismo ni ninguno de sus biógrafos.

El joven Cascales estudió gramática y sentó plaza de soldado en la milicia. Su juventud transcurrió entre Flandes, Francia e Italia, donde asistió a la universidad de Bolonia. En Nápoles alternó con poetas y humanistas, y en Cartagena frecuentó a Luis Carrillo y Sotomayor, a quien le unió una gran amistad a pesar de las continuas disputas poéticas que mantuvo con él.

En 1598 dio a la imprenta su Discurso de la ciudad de Cartagena, y allí obtuvo la cátedra de gramática, enseñando en el Seminario Mayor de San Fulgencio. Fue también autor de unos Discursos históricos de la muy noble y muy leal ciudad de Murcia, escritos en 1621, una crónica áulica sobre la ciudad. Se sabe que estuvo encarcelado en el castillo de Chinchilla, desconociéndose el motivo de su prisión. También se conoce que estuvo casado por tres veces, enviudando las dos primeras, y teniendo descendencia de su tercera esposa, hermana de los poetas Pedro y  Bartolomé Ferrer Muñoz.

En su faceta de humanista destacó como preceptista y fue partidario de la imitación ecléctica. Escribió epigramas a la manera de Marcial. Tradujo el Arte poética de Horacio y compuso un Florilegio de versificación muy alabado e imitado en su tiempo. Como poeta fue enemigo acérrimo del culteranismo, y recibió encendidos elogios de su amigo Lope de Vega. Se le sabe autor de comedias, aunque desgraciadamente nada se ha conservado de su obra dramática ni de gran parte de su poesía. Participó en las Tablas poéticas de 1604, y alternó con Robortello, Sebastiani, Minturno y Saavedra Fajardo, entre otros. Cascales falleció en Murcia en 1642.


Pero su obra más célebre y reproducida fueron sus Cartas filológicas, publicadas en Murcia en 1634 por la imprenta de Luis Verós. Se publicaron con el subtítulo Es a saber, de Letras humanas, Varia erudición, Explicaciones de lugares, Lecciones curiosas, Documentos poéticos, Observaciones, ritos i costumbres, i muchas sentencias exquisitas. La obra está basada en la ingente correspondencia que mantuvo su autor con muchos de los filósofos y humanistas más importantes de Europa. El libro denota la extraordinaria erudición de Cascales, y constituye una especie de obra precursora del género del ensayo en castellano. Contiene también algunos aspectos polémicos como la crítica por momentos cruel, que hace de Luis de Góngora, paradigma del poeta culterano. Precisamente nuestra biblioteca Bigotini os ofrece el enlace (hágase clic en él) para acceder a la versión digital de esta gran obra injustamente olvidada. Está tomada de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Que os aproveche su lectura.

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Cartas+filol%C3%B3gicas.pdf

Al soldado en todo tiempo le está bien guardar la orden que le han dado, sin incurrir en culpa; pero el capitán casos hay donde no debe guardar la orden que ha recibido. Francisco Cascales, Cartas filológicas.