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sábado, 30 de septiembre de 2023

LAS LENGUAS INDOEUROPEAS PENINSULARES

 


Al parecer, la mayor parte de los celtistas centroeuropeos se han mostrado contrarios a hablar de los celtas hispánicos. La razón fundamental es que sólo consideran célticos los objetos pertenecientes a la cultura de La Tène. Atribuyen la idea de celtas en los territorios de España y Portugal a la vieja tradición de los cosmógrafos jónicos que situaban a los celtas en el lejano occidente. Este criterio excluyente ha sido revisado por los filólogos, a partir sobre todo de los trabajos de Antonio Tovar que demuestran a las claras que los pueblos celtíberos hablaban una lengua de raíz céltica. Por lo tanto, la vieja identidad que sustentaron las universidades alemanas y británicas cuando equiparaban a los celtas con la cultura de La Tène, se ha demostrado si no falsa, sí al menos poco adecuada a la realidad filológica, etnográfica e histórica.


En efecto, como apuntamos en un reciente artículo, ya desde comienzos del primer milenio a.C., los antiguos vascones pirenaicos y los pueblos iberos del levante y el sur peninsular estaban rodeados de gentes de habla indoeuropea. En una zona tan próxima como nuestro aragonés valle medio del Ebro, encontramos ejemplos de ello tan claros como el bronce de Contrebia-Beilaiska hallado en Botorrita. Las palabras que aparecen en él demuestran que se trata no solo de una lengua céltica, sino muy próxima al urkeltisch, el celta ancestral. Al encontrarse aislada del tronco céltico común en época muy antigua, no llegó a sufrir la evolución q>p, tan característica del galo-bretón. Nuestro bronce y las frases que contiene, apuntan más hacia las lenguas célticas primitivas de la región alpina y contiguas, con el ligur y el ilirio como posibles troncos. La traducción de la inscripción del lusitano Cabeço das Fraguas, realizada por Tovar y Corominas, certifica que resulta inteligible desde las lenguas celtas:

…oilam Trebopala indi porcom Laebo comaia miccon Alouni inna oilam usseam Trebarune indi taurom ifadem Reue treb anti, se traduce:

…un cordero para Trebopala y un cerdo para Laebos, una oveja pequeña y un cordero añojo para Alounis, para Trebaruna, y un toro semental para la espectral Reve, que parece indicar el inventario de los sacrificios ofrecidos a algunas deidades locales.

Las palabras porcom (cerdo) y taurom (toro), que se han mantenido hasta tiempos bien recientes, no dejan lugar a dudas. La palabra indi, que aparece dos veces repetida, y puede que hasta tres con la variante inna, pervive todavía en el gallego y el portugués como ainda, aun, y parece asimilarse a la conjunción “y” bajo una forma muy común en otras lenguas indoeuropeas, como el germánico unti, el alemán und y el inglés and, entre otras.


La lengua bástulo-turdetana del Algarve portugués, probablemente también se hablaba en la zona limítrofe de Andalucía, hasta el Guadalquivir, como lo documenta una inscripción de Alcalá del Río, que transcribió Gómez-Moreno, y otras de hallazgo más reciente en Villamanrique, Siruela y varias localidades de Badajoz. Tampoco es descartable que en zonas de la Turdetania, de la antigua Tartesos, de la Andalucía oriental o de la actual Murcia, las lenguas ibéricas primigenias estuvieran desde épocas muy antiguas, contaminadas e influidas por las de los colonizadores y viajeros fenicios (cartagineses), griegos y hasta líbicos o libiofenicios. La escasez de testimonios escritos y las dificultades que a menudo ofrecen para transcribirlos, hacen muy difícil precisar filiaciones y límites geográficos con un mínimo de certeza.

El profe Bigotini lleva varias horas intentando descifrar la letra de una canción de Rosalía. El pobre está ya muy viejecito para esas cosas.

Todo hombre debe creer en algo. Yo creo que tomaré otra cerveza.


miércoles, 27 de septiembre de 2023

WENCESLAO FERNÁNDEZ FLÓREZ EN LA FRAGA DE CECEBRE

 


Nació Fernández Flórez en La Coruña y en febrero de 1885. Le bautizaron Wenceslao, nombre bárbaro que parece transmitir antiguos ecos de aquellos feroces suevos pobladores de Galicia. De muchacho quiso ser médico, pero la repentina muerte de su padre frustró sus propósitos, y le obligó a los quince años a ingresar como meritorio en el diario coruñés La Mañana. En esa y otras cabeceras locales veló sus primeras armas de escritor y periodista, con tanto aprovechamiento, que a los diecisiete se convirtió en director del semanario La Defensa de Betanzos, para lo que tuvo que falsear su edad. Marchó a Madrid en 1913, donde primero en El Imparcial y después en el ABC, se consagró como cronista parlamentario. En 1917 vio publicada su primera novela importante, Volvoreta, que narra los amores prohibidos de una sirvienta y su joven señor en el marco de la Galicia rural, un escenario muy querido para Flórez. Las siete columnas, que fue la siguiente, le valió el Premio Nacional de Literatura en 1926.

En lo literario, Fernández Flórez se centró en el humor. Destila su obra una fina ironía, muchas veces cargada de sarcasmo, en títulos como El secreto de Barba Azul, Ha entrado un ladrón, Las gafas del diablo, El espejo irónico, El malvado Carabel, Los trabajos del detective Ring o El hombre que se quiso matar. Algunas fueron adaptadas al cine después de la guerra por cineastas como Nieves Conde, Rafael Gil o Edgar Neville.

En lo político, sus orígenes burgueses y su devenir biográfico le inclinaron a la derecha, moderada al principio como admirador de la política conservadora de Antonio Maura, y decididamente radical más tarde. En un artículo publicado en el ABC de 1933 Flórez acusó a la Falange de “franciscanismo”, por parecerle sus actitudes y principios demasiado tímidos. Durante la República a menudo idealizó los movimientos fascistas y nazis, y terminada la guerra mantuvo con Franco una relación de cercanía, derivada de la amistad que en Galicia unió a sus respectivas familias. A pesar de ello, no se libró el autor del celoso escrutinio de la censura franquista que mutiló varias de sus obras y hasta impidió la publicación de alguna. En 1945 tomó posesión de su sillón en la Academia de la Lengua, para el que había sido elegido en 1934, y la sucesión de acontecimientos de aquellos años impidió temporalmente.


La sublevación del 36 le sorprendió en Madrid, donde tuvo primero que ocultarse en casa de un amigo, y más tarde refugiarse sucesivamente en las embajadas de Argentina y Holanda, para evitar caer en manos de los grupos revolucionarios que operaban en la capital. La diplomacia holandesa consiguió finalmente que pudiera viajar a Valencia en 1937, donde tras algunas dificultades, fue finalmente autorizado a abandonar España por el ministro de Defensa republicano, Indalecio Prieto, que optó por evitar un incidente diplomático. Sus vivencias como refugiado en embajadas y fugitivo, junto con las de otros que tuvieron experiencias parecidas, le inspiraron dos relatos: Una isla en el mar Rojo y La novela número 13, donde se apartó del humor tan característico de su obra, para revivir los terrores a que estuvo sometido durante aquellos meses.


También se apartó de su estilo habitual en su relato El bosque animado, publicado en 1943. Se trata de una obra deliciosa en la que cobra protagonismo la fraga de Cecebre, isla forestal en la que el joven Wenceslao pasó varias vacaciones de verano. Espacio onírico, desierto boscoso y a la vez superpoblado de seres reales e imaginarios, de tanto espesor como el que puede medirse desde lo hondo de la guarida del raposo hasta la punta del pino más alto. Allí habitan el bandido Fendetestas, la fantasma de Fiz de Cotovelos, el topo Furacroyos, Geraldo el cojo, la Hermelinda, las hermanas perdidas, el gato Morriña… Toda una galería de personajes entrañables a caballo entre el lirismo y la fantasía. La narración fue adaptada al cine y dirigida por José Luis Cuerda en 1987, con un inolvidable Alfredo Landa en el papel del bandido.

Es este el texto que nuestra biblioteca Bigotini os brinda en edición digital (clic en el enlace para acceder). Que El bosque animado sirva para olvidar o al menos, dejar en segundo plano al Flórez personaje, y destacar la figura literaria del Flórez escritor y su animado y fantástico bosque. 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Fern%C3%A1ndez+Fl%C3%B3rez%2C+Wenceslao+-+El+Bosque+Animado.pdf

Los hombres duermen; pero han dejado en los campos su siembra, en los hórreos sus frutos, y en todas partes su ley. W. Fdez. Flórez. El bosque animado.


sábado, 23 de septiembre de 2023

TALASEMIA. LA CARA Y LA CRUZ DE LA GENÉTICA

 


La talasemia, también llamada microcitemia, es una anemia hereditaria crónica caracterizada por la reducción del tamaño y la concentración de los eritrocitos o glóbulos rojos, y por la alteración de la hemoglobina, la proteína responsable del color rojo de la sangre y del intercambio de oxígeno a nivel molecular, imprescindible para el adecuado mantenimiento de los tejidos y en definitiva para la vida.

El defecto genético causante de la beta-talasemia, la forma de esta enfermedad más común en el área mediterránea, sobre todo en la isla de Cerdeña, afecta al gen que gobierna la síntesis de la hemoglobina beta. El ADN del gen de esta cadena beta consta de 438 nucleótidos, y el fallo se localiza en el nucleótido que ocupa el lugar 118, que normalmente debe ser una “G” (guanina), y que en el caso de la talasemia se sustituye por una “A” (adenina). Debido a este minúsculo error, el gen de la cadena beta ya no es “leído” a partir del lugar 118, por lo que la síntesis de la cadena se detiene y la hemoglobina se “copia” de manera incompleta.


La mutación probablemente se produjo en Cerdeña hace unos 3.000 o 4.000 años, y a partir del individuo en que se originó, se ha extendido a numerosos habitantes de la isla y de otros lugares. Hasta la reciente aparición de modernas terapias que incluyen la transfusión y el transplante de médula ósea, morían en Cerdeña por causa de la talasemia alrededor de cien niños y jóvenes al año.

Este gen mutante que podemos llamar el gen de la talasemia, es un gen recesivo. Esto quiere decir que el gen (y por lo tanto, la enfermedad) sólo se manifestará en aquellos individuos que lo hayan recibido de ambos progenitores. Supongamos que tanto el padre como la madre son portadores sanos del gen. La probabilidad de transmitirlo a su descendencia es del 50% cada uno de los dos, o lo que es lo mismo, del 25% para cada pareja. Esto no es más que la aplicación pura y dura de las Leyes de Mendel. Lo veréis mejor con la siguiente gráfica:


Ahora bien, ya sabemos que una de las reglas de la evolución es la supervivencia de los más aptos. Si nos atenemos a ello, un gen recesivo que causa una enfermedad como la talasemia no debería haber prosperado en una población durante tres o cuatro mil años. Recordad que muchos de los afectados morían jóvenes y pocos llegarían a alcanzar la edad reproductiva. Lo lógico sería que el gen de la talasemia se hubiera hecho cada vez menos frecuente hasta desaparecer por completo. Eso es lo que ocurre con cualquier mutación que suponga menoscabo y desventaja en la capacidad de supervivencia y reproducción. En condiciones normales la talasemia se habría erradicado de forma espontánea en un periodo histórico anterior a la era científica, y ahora no tendríamos la menor noticia de que alguna vez existió. ¿Por qué no ha sido así? Muy sencillo: porque los genes nunca se limitan a una única función. Es verdad que existe un gen que determina el color de los ojos, pero ese mismo gen contribuye a sintetizar cierta hormona, duplica el riesgo de padecer un tumor, o es responsable del tamaño de la nariz…


 En el caso concreto de la talasemia, el mismo gen que la ocasiona confiere inmunidad frente al paludismo, una enfermedad infecciosa común en muchas regiones húmedas y de marisma del área mediterránea, y por supuesto endémica hasta hace muy poco en la isla de Cerdeña. Así que, aunque los pacientes de talasemia morían jóvenes, los portadores sanos del gen sobrevivían al paludismo, de manera que transmitían el gen a su descendencia y prosperaban generación tras generación, aun a costa de ver morir a una cuarta parte de los hijos que engendraban. Compensaban esta desventaja con una ventaja decisiva.


Richard Dawkins y otros eminentes evolucionistas consideran que los verdaderos protagonistas de la biología son los genes, y que los organismos vivos no somos otra cosa para ellos que meros portadores temporales de efímeras existencias. Quizá estén en lo cierto. ¿Cuál de los dos genes triunfará finalmente, el original o el mutante? La prevención del paludismo favorece al primero. Los avances terapéuticos en la talasemia pueden beneficiar al segundo… Quién sabe si habrá nuevas mutaciones. Unos ganan y otros pierden. Unos nacen y otros mueren. La aventura de la vida es así de despiadada, amigos. Os animo a vivirla y disfrutarla como si cada instante fuera el último.

¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Qué ha hecho la posteridad por mí?  Groucho Marx.


miércoles, 20 de septiembre de 2023

PEDRO NUNES Y LA ESPIRAL LOXODRÓMICA

 


El geógrafo y matemático portugués Pedro Nunes (1502-1578) fue quien introdujo la trayectoria loxodrómica en la ciencia aplicada a la navegación. Era un judeoconverso desde su infancia, perteneciente a una familia judía, y a lo largo de su vida sufrió la persecución del Santo Oficio que en la España y en la Europa del XVI era una institución omnímoda. Por cierto que su colega el cartógrafo flamenco Gerardus Mercator también padeció la persecución inquisitorial, y escapó milagrosamente de la hoguera, en su caso por pertenecer a la iglesia reformada.

En la navegación, la espiral loxodrómica, conocida también como loxodrómica a secas, hélice esférica, línea de rumbo o derrota, atraviesa en un ángulo constante los meridianos terrestres. Esta espiral se enrolla como si fuera una gran serpiente, alrededor del globo, trazando espirales alrededor de los polos sin llegar a tocarlos.


Para surcar la Tierra trazando el camino más corto entre dos puntos, es necesario seguir el arco de la gran circunferencia que circunda el planeta. No obstante, aunque es este sin duda el camino más corto, el navegante se ve obligado a realizar continuos ajustes de su trayectoria en función de las sucesivas lecturas de la brújula, una tarea ardua que presentaba grandes dificultades a los navegantes que pretendían salvar las largas distancias oceánicas.

Sin embargo, la trayectoria loxodrómica permite dirigir la nave siempre al mismo punto de la brújula, aunque la distancia a recorrer hasta el destino sea muy larga. Por ejemplo, si se utiliza este método para viajar de Nueva York a Londres, un navegante podría seguir el rumbo constante de 73º al noreste. La loxodrómica, en un mapa convencional en la proyección de Mercator, se representa como una línea recta, aunque realmente, al ser la Tierra esférica, se trata de una curva.


Una curiosidad poco conocida sobre la espiral loxodrómica es que ciertos colectivos de musulmanes norteamericanos se sirven de ella a la manera de una qibla, para orientar sus plegarias y oraciones en dirección a La Meca, en lugar de hacer uso de la trayectoria convencional. En fecha tan reciente como 2006, la Agencia Espacial Malasia realizó investigaciones encaminadas a determinar el qibla apropiado para los musulmanes que pudieran encontrarse en órbita alrededor de la Tierra. Nuestro profe Bigotini está realizando grandes esfuerzos para calcular la trayectoria loxodrómica hasta el mueble-bar. Me temo que ya está mareado antes de tomar la primera copa.

Intentó suicidarse y casi se mata.


sábado, 16 de septiembre de 2023

FRIZ FRELENG. ESO ES TODO, AMIGOS

 


Isadore Freleng, conocido desde muy joven como Friz Freleng, nació en Kansas City, Missouri, en 1906. Se desconocen sus orígenes familiares, pero sabemos que todavía adolescente comenzó a trabajar como dibujante y animador en los estudios de los hermanos Disney, a quienes acompañó después a California para encargarse de la serie de Oswald, el conejo afortunado. Dejó la compañía de los Disney cuando perdieron los derechos sobre el personaje, y entonces el joven Friz se trasladó a Nueva York para trabajar con Charles Mintz en los cortometrajes de Krazy Kat. Allí conoció al productor Leon Schlesinger, que le fichó en nombre de la Warner Bros. para la serie animada Looney Tunes, de la que se encargó como dibujante a partir de 1933. En la Warner creó Freleng al cerdito Porky, su primer personaje de éxito. Alternó luego diferentes etapas entre la MGM y la Warner, regresando siempre a esta última, donde a lo largo de su vida profesional creó otros personajes como el canario Piolín, el gato Silvestre, Speedy Gonzales o Calamity Sam.


Freleng alternó con los principales dibujantes y animadores de varias generaciones, desde Disney a Fred Quimby o Chuck Jones, con quien colaboró también en la serie de Bugs Bunny. Fue un largo periodo de trabajo intenso y acaso poco reconocido que se prolongó hasta 1964. A partir de esa fecha, Friz Freleng se embarcó junto a su amigo y compañero David Hudson DePatie, en su propia productora: DePatie-Freleng, en la que alcanzaron finalmente el éxito a partir del encargo que les hizo Blake Edwards de dibujar la cabecera y créditos de la primera película de la exitosa serie La pantera rosa. Freleng dibujó un felino encantador que más tarde, en los cortos de animación, cambió sus líneas curvas por aristas, adoptando el humor ácido e irreverente que caracterizó desde entonces a la serie. Personajes como La pantera rosa, El inspector o El oso hormiguero, fueron producto del genio creador de Isadore “Friz” Freleng. Aquí abajo os dejamos unas cuantas muestras de su talento.
















miércoles, 13 de septiembre de 2023

LIZ TAYLOR, LA ÚLTIMA GRAN ESTRELLA

 




Aquellos ojos de un quimérico color violeta parecían estar hechos para mirar a una cámara. Casi podría decirse que Elizabeth Taylor nació ya siendo una estrella. Lo fue primero infantil en su Londres natal, y después adolescente en aquel Hollywood que aun iniciando su decadencia, atesoraba todavía aromas de su edad dorada. En plena madurez nos deslumbró a todos, ya fuera luciendo espléndidos vestidos como una mítica reina de Egipto, o una simple negligée como recostada en la cama, esperaba en vano a Paul Newman encarnando a aquella inolvidable gata en el tejado.

El tejado de la gata era de zinc, y además estaba caliente, un detalle que entonces quiso ocultarnos la censura pacata del franquismo: La gata sobre el tejado de zinc ca-lien-te, puntualizaban los intelectuales del momento que habían leído la novela. O que aseguraban haberla leído. Y es que entonces casi todas las grandes películas, los melodramas de éxito, estaban inspirados (basados era el término) en grandes novelas: La gata, Un lugar en el Sol, Gigante, La última vez que vi París, La senda de los elefantes, De repente, el último verano… Y allí, de repente, estaba Elizabeth Taylor, Liz Taylor, como se la llamaba con la familiaridad que se ganan las auténticas estrellas. El papel cuché le rindió honores ya incluso antes que a Jackie Kennedy o a las princesas y princesitas monegascas. Por las revistas ilustradas supimos de sus innumerables matrimonios y divorcios, de su reconciliación temporal con Richard Burton, de su adicción a los quirófanos, de sus problemas con el alcohol que le afectaron al hígado y la convirtieron en una diabética obligada a hurtar a las cámaras la vista de sus tobillos edematosos. Entrada en años y en kilos, siguió siendo una actriz colosal como demostró en Quién teme a Virginia Wolf y alguna otra postrera aparición. Eso mismo, aparición, porque las verdaderas estrellas se aparecen como las vírgenes a las pastorcillas, y Liz Taylor fue una verdadera estrella, la última estrella verdadera de un firmamento hollywoodiense en el que una a una, se iban extinguiendo las viejas luminarias. Destellos de un glorioso e irrepetible pasado.

Os dejamos aquí abajo el enlace con la versión en castellano de La última vez que vi París. A una deslumbrante Liz Taylor acompaña un discreto Van Johnson. La película no ha envejecido bien, pero sirve a nuestro propósito de recordar a la que fue probablemente la última gran estrella.

https://www.youtube.com/watch?v=2izDaPyaxX4


Próxima entrega: Kim Novak


sábado, 9 de septiembre de 2023

LAS LENGUAS DE LA ESPAÑA PROTOHISTÓRICA. A VUELTAS CON EL VASCO-IBERISMO

 


Que don Manuel Gómez-Moreno González (1870-1970) fue uno de los hombres más inteligentes de que se tiene noticia, no es ninguna novedad. Ya lo dijo de él con admiración García y Bellido, y lo corrobora el hecho de que inteligencias indiscutibles como las de Jovellanos o Menéndez Pelayo estudiaran antes que él el códice de las Glosas emilianenses, sin percatarse de que en los márgenes del pergamino se encontraban las frases que inauguraban la primitiva lengua castellana. Gómez-Moreno las descubrió en el primer vistazo. También nuestro gran lingüista triunfó allí donde grandes intelectos como los del insigne epigrafista Hübner se habían estrellado. Gómez-Moreno acertó a distinguir la dualidad de signos alfabéticos y silábicos de los que se componía la escritura ibérica. De aquella forma, quedó desvelado el misterio de la primera escritura peninsular. Así, aquellos enrevesados signos encontrados por los arqueólogos en diferentes lugares, pudieron por fin trasladarse a nuestro familiar alfabeto latino. Un paso gigantesco que sin embargo, en la mayoría de las inscripciones, no resulta suficiente para saber con una mínima certeza qué demonios significan.





Lo que nos conduce a la eterna cuestión del vasco-iberismo. Un asunto ya de por sí controvertido desde el punto de vista estrictamente científico, que las disputas políticas de las últimas décadas han contribuido a complicar todavía más. Probablemente en el siglo V a.C., un viajero focense de los que comerciaban o acaso residían, en el litoral levantino peninsular, dejó grabado este texto que corresponde al primer párrafo del famoso Plomo de Alcoy:

“…Iunstir’salir’g basirtir sabaridar bir’inar gurs boistingisdid sesgersduran sesdirgadedin seraikala naltinge bildededin ildurinaenai becor sebagediran…”

Esta lengua arcana, de la que no hemos comprendido una sola palabra, tiene sin embargo para nosotros una cadencia familiar: nos sugiere o nos recuerda el euskera. Desde que Guillermo de Humboldt publicó en 1821 su Comprobación de las investigaciones sobre los primitivos habitantes de Hispania por intermedio de la lengua vasca, numerosos estudiosos han tratado de interpretar el primitivo ibérico por el vascuence, una lengua no indoeuropea como la ibérica.


 

Humboldt basaba su hipótesis en la interpretación de topónimos antiguos por medio del vascuence moderno. Así, Iliberris = “ciudad nueva” por Hiri (ciudad) y berri, barri (nuevo); o bien Calagurris con el sufijo gorri (rojo). Existen decenas de ejemplos de topónimos antiguos por el estilo, no sólo en el área pirenaica donde acaso abundan más, sino en diversas áreas del litoral mediterráneo y el sur peninsular hasta Portugal. También los textos ibéricos encierran palabras y sufijos con exactas o muy parecidas correspondencias con el vasco:


Según Blanco Freijeiro, a quien seguimos en este breve comentario, la tesis del vasco-iberismo tiene en su contra el hecho nada despreciable de que desde el desciframiento de la escritura ibérica por Gómez-Moreno en 1920, nadie hasta el presente ha logrado traducir por intermedio del vasco ninguno de los numerosos textos ibéricos conocidos, con la única excepción de la breve inscripción de una vasija de Liria, donde se representa una batalla naval con las palabras cutua teistea, que traducidas por el euskera dan “llamada al combate”, de gudu (combate) y deitzea (llamar).


Es posible pues que el vascuence esté emparentado lingüísticamente con una primitiva lengua ibérica, pero conviene no perder de vista que las aportaciones indoeuropeas a la lengua o lenguas peninsulares ancestrales también han sido intensas y precoces. Desde al menos los comienzos del primer milenio a.C. los antiguos vascones ya estaban rodeados de pueblos de habla indoeuropea que habían entrado por los Pirineos, asentándose en amplias regiones. Tovar distingue dos grandes áreas lingüísticas indoeuropeas: la occidental que abarca Cantabria, Asturias, León, Galicia y Portugal hasta el Tajo; y la oriental o celtibérica, que se extiende por las dos Castillas, la Andalucía interior y Aragón desde el valle medio del Ebro, donde se sitúa el importante hallazgo del Bronce de Contrebia-Belaiska (Botorrita). En el área pirenaica y el litoral mediterráneo podrían haber tenido mayor peso las lenguas ancestrales ibéricas no indoeuropeas, conservándose alguna (el vascuence) en el Cantábrico oriental y la Navarra pirenaica hasta el tiempo presente. Véase el mapa de más arriba donde intento reflejar con aproximación estas zonas.

Nuestro profe Bigotini lleva un tiempo interminable intentando descifrar un artículo del diario. Os dejo aquí. Voy a tener que darle la vuelta al periódico.

Hijo, hay dos palabras que te abrirán todas las puertas: tire y empuje.


miércoles, 6 de septiembre de 2023

BALTASAR GRACIÁN, UN ORÁCULO BARROCO

 


En la localidad zaragozana de Belmonte, cercana a Calatayud, y ahora llamada en su homenaje Belmonte de Gracián, vino al mundo en enero de 1601 Baltasar Gracián y Morales. Su padre ejerció desde 1604 como médico en el vecino concejo de Ateca, donde se trasladó la familia. Estudió con los jesuitas de Calatayud hasta los dieciséis años, cuando marchó a Toledo con su tío Antonio Gracián, un religioso que le animó a profundizar en sus estudios de lógica y de latín. La influencia de su tío Antonio y su propio talento natural hicieron del joven Baltasar un alumno sobresaliente, como reconocieron primero en el noviciado jesuita de Tarragona, y después en la Universidad de Zaragoza, donde completó con brillantez los cuatro cursos de teología.

Recibió en 1627 las órdenes sagradas, y ejerció luego la docencia sucesivamente en los colegios de Calatayud, Valencia, Gandía y Huesca. Su brillantez intelectual le otorgó fama de erudito y hasta de sabio, y en la compleja organización de la Compañía de Jesús ganó algunos amigos que siempre le apoyaron de manera incondicional, pero también no pocos enemigos, sobre todo entre sus hermanos valencianos. Era la de los jesuitas una orden religiosa singular en la que la ambición, la envidia y a menudo la feroz competencia por ascender, envenenaban las relaciones entre sus miembros. También en las primeras décadas del XVII se produjo una importante rivalidad entre las diferentes provincias jesuíticas. Aquellas intrigas marcaron de forma indeleble la carrera religiosa de Gracián que hasta su muerte osciló desde honores y reconocimientos hasta sanciones, degradaciones y penitencias, como la que le impuso su superior, el provincial Jacinto Piquer, condenándole durante algún tiempo a pan y agua, y prohibiéndole disponer de papel y tinta. A tal punto llegó su decepción, que Gracián ya maduro, solicitó la baja en la Compañía. Su petición no fue atendida. Le destinaron al colegio de Tarazona, uno de los de menor importancia, donde transcurrieron sus últimos años hasta su muerte en 1658. Todo parece indicar que fue enterrado en el fosal común del colegio turiasonense.



En cuanto a la obra de Baltasar Gracián, que es lo que nos interesa en esta serie de artículos, cabe calificarla de inmensa, no tanto por su extensión, que tampoco es desdeñable, como por su altura filosófica y literaria. En orden cronológico de publicación citaremos en primer lugar El Héroe (1637), El político don Fernando el Católico (1640), Arte de ingenio, tratado de la agudeza (1642), El discreto (1646), Oráculo manual y arte de prudencia (1647), Agudeza y arte de ingenio (1648), El Comulgatorio (1655) y El Criticón (publicado en tres partes: 1651, 53 y 57); amén de una ingente colección de obras menores y un extenso epistolario.

Es Gracián el principal exponente español y acaso europeo de la corriente filosófica del conceptismo. Para él es el Hombre el peor de los seres de la creación, y la vida un perpetuo engaño, ideas estas que sitúan a nuestro autor en la cima del pensamiento barroco, visión pesimista y en ocasiones negra, que coincide históricamente con la decadencia y ruina del Imperio español. Barroco puro. Lo que Quevedo expresa admirablemente de forma poética y Cervantes satiriza, Gracián lo analiza e intelectualiza. Los tres son imprescindibles para entender la España y el mundo de su época.

En lo puramente literario, Gracián firma la que es probablemente la mejor prosa en castellano, y puede, en opinión de quien escribe estas líneas, ponerse a la par con Miguel de Cervantes en este terreno. Más de un siglo después de la muerte del autor, Shopenhauer, tras haber leído una edición alemana de El Criticón, invirtió varios años en aprender español sólo para darse el placer de leer a Gracián en su lengua original.


Este aragonés, tan aragonés en muchos sentidos, y en otros tan universal, ha sido olvidado durante mucho tiempo, y hasta en ocasiones denostado injustamente. Algún indigente intelectual le ha tachado recientemente de “machista”, descontextualizando tres o cuatro frases de sus obras en las que se menciona a las mujeres. Baltasar Gracián fue un jesuita del siglo XVII, así que nadie pretenda que se expresara en términos que hoy llamamos feministas, adjetivo y concepto que en su tiempo ni siquiera existía.

De nuestra biblioteca Bigotini extraemos hoy su Oráculo manual y arte de prudencia, quizá su mejor obra hasta que escribió El Criticón, y en la que sintetiza en parte sus tratados anteriores. Hasta qué punto sigue vigente el Oráculo gracianesco, lo demuestra el hecho de que en fecha tan reciente como 1992, se vendieran más de ciento cincuenta mil ejemplares traducidos al inglés y presentados como un manual de autoayuda para ejecutivos. Permaneció dieciocho semanas en la lista de los libros más vendidos del Washington Post. Aquí lo tenéis al alcance de un clic sobre el enlace. En Bigotini esperamos que os sea agradable y útil tanto si sois ejecutivos como ejecutados. 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Or%C3%A1culo+manual+y+arte+de+prudencia.pdf

No es necio el que hace la necedad, sino el que, hecha, no la sabe encubrir. Baltasar Gracián.