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martes, 28 de septiembre de 2021

VIRGINIA MAYO. UNAS PIERNAS DE CINE


 

Aquella señorita del Sur llamada Virginia Mayo tenía mucho más talento interpretativo del que le permitieron demostrar. Poseedora de un cuerpo espectacular en el que destacaban sus larguísimas y hermosas piernas, la joven Virginia se hizo un sitio en los carteles y las marquesinas a base de lucir palmito. Para cuando quiso darse cuenta, estaba ya encasillada como la chica guapa de todo tipo de comedias, musicales o no.

Los productores la emparejaron al cómico Danny Kaye, un compañero de trabajo que se convirtió con el tiempo en uno de sus mejores amigos. Protagonizó junto a él media docena de títulos con gran éxito de taquilla, convirtiéndose en una de las estrellas más cotizadas de la época. En los cuarenta y los cincuenta participó también en buen número de filmes, casi todos comedias, género para el que Virginia mostró siempre una gran habilidad.

Aquí, en casa Bigotini, la recordamos espléndida junto a Bob Hope en la comedia La princesa y el pirata de 1944. Brilló también de manera especial como sensato contrapunto a la comicidad histriónica de Danny Kaye en la disparatada La vida secreta de Walter Mitty (1947).

En nuestro recorrido por la historia del séptimo arte no podíamos dejar de incluir a Virginia Mayo, tanto por su belleza como por su apenas demostrado talento. Os brindamos un breve video que le rinde homenaje con música e imágenes. Clic en el enlace. 

https://www.youtube.com/watch?v=3NQaf4hPoD4

Próxima entrega: Gregory Peck


viernes, 24 de septiembre de 2021

ZARZUELA, LA BANDA SONORA DE LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA

 


La zarzuela es la banda sonora de la Historia de España durante el siglo XIX y el primer tercio del XX. El término zarzuela hace referencia al Palacio de la Zarzuela, segunda residencia de los reyes españoles tras el Palacio Real. El de la Zarzuela, situado en las afueras de Madrid, albergaba un pequeño teatro, escenario de las primeras representaciones musicales todavía en tiempo de los austrias menores, en pleno Barroco. El género teatral se caracteriza por alternar partes musicales, instrumentales o cantadas, y partes habladas, si bien en algunas zarzuelas la parte hablada está completamente ausente.

En ocasiones la zarzuela se asimila erróneamente a la opereta, un género de origen francés, por contener partes habladas o declamadas. Se pretende así que la zarzuela es la opereta española, pero la zarzuela es históricamente muy anterior, y esa característica ya se encontraba en otros géneros europeos también muy anteriores a la opereta y no necesariamente anteriores a la zarzuela. En realidad la zarzuela sería más bien el equivalente español de la opéra comique francesa o del singspiel alemán. Dichos géneros se caracterizan por representaciones teatrales y musicales en las que, a diferencia de la ópera propiamente dicha, se alterna música con partes habladas o declamadas. La flauta mágica de Mozart, por ejemplo, no es una ópera sino un singspiel y, por consiguiente, tanto sentido tiene decir que la zarzuela es la opereta española como decir que el singspiel es la zarzuela vienesa. A pesar de todo, ha habido zarzuelas del llamado género grande que por no tener partes habladas, son parecidas al grand opéra  francés o a la ópera italiana. Por lo tanto, la zarzuela se definiría de una manera más adecuada y más simple, como el arte lírico propiamente hispánico.


Los primeros autores que inauguraron este nuevo estilo de teatro musical fueron Lope de Vega y Calderón de la Barca. Calderón es el primer dramaturgo que adopta el término de zarzuela en una obra suya titulada El golfo de las sirenas, que se estrenó en 1657 y que representaba la vida de un joven aventurero que emprendía un largo viaje lleno de misterios y peligros. Lope de Vega escribió una obra que tituló La selva sin amor, comedia con orquesta. Según el autor era cosa nueva en España. En el prólogo de la edición de 1629 se lee:

Los instrumentos ocupaban la primera parte del teatro, sin ser vistos, a cuya armonía cantaban las figuras los versos en aquella frondosa selva artificial, haciendo de la misma composición de la música las admiraciones, quejas, iras y demás afectos… Sin embargo, sólo se conserva música suficiente en la obra Los celos hacen estrellas de Juan Hidalgo de Polanco y Juan Vélez de Guevara, que se estrenó en 1672. Es esta la primera obra que nos ofrece una idea de cómo era este género en el siglo XVII.



Con la llegada de los borbones, desde principios del siglo XVIII, se puso de moda lo italiano en diversas manifestaciones artísticas, incluida la música y la danza no sólo en los palacios, sino en las plazas públicas donde se daba cita el pueblo. Las zarzuelas se convirtieron entonces en obras estilísticamente parecidas a las óperas italianas, por ejemplo obras de Antonio de Literes, como Los elementos o Acis y Galatea, o del aragonés José de Nebra, como la muy celebrada Amor aumenta el valor.

Durante el reinado de Carlos III, tras el motín de Esquilache y otros disturbios semejantes, cundió entre el pueblo un acentuado rechazo por lo italiano y en general por cualquier manifestación extranjerizante. Surgió con fuerza el gusto por lo castizo, y cobró valor la tradición popular española representada por los sainetes de don Ramón de la Cruz, cuya primera obra de este género fue Las segadoras de Vallecas, estrenada en 1768, con música de Rodríguez de Hita.



Pero el verdadero auge de la zarzuela llegó en el siglo XIX, a partir de 1839, con grandes músicos entre los que destacan Francisco Asenjo Barbieri (El barberillo de Lavapiés) y Emilio Arrieta (Marina). Con ellos la zarzuela se transforma en un género genuinamente popular, característica que ya no abandonaría nunca. Aunque a los teatros donde se representa sólo tiene acceso una minoría, el auténtico éxito de la obra se debía a una o varias canciones que el público aprende y populariza en escenarios modestos o en cafés, como ocurrirá poco después con el cuplé. La estructura de la obra sigue siendo la misma, números hablados, cantados, coros, que se aderezan con escenas cómicas o de contenido amoroso que generalmente son interpretadas por un dúo. En paralelo al teatro simplemente hablado de los populares sainetes, nace la zarzuela costumbrista y regionalista, y en los libretos se recogen toda clase de modismos, y de jerga de la calle, recursos que garantizan el éxito entre las clases populares.


En un ambiente social que preludia y presagia acontecimientos revolucionarios como el de la Revolución Gloriosa de 1868, los propios autores buscan por encima de todo el aplauso del pueblo. Esto hace que el público de las clases altas se aparte un tanto del género, considerándolo en muchos casos vulgar y populachero. Las élites económicas y sociales se refugian en ese tiempo en los lujosos palcos de teatros como el Real de Madrid inaugurado en 1818 o el Liceo barcelonés desde 1848, donde se representa la gran ópera italiana o francesa, e incluso algo más tarde la vienesa y la germánica. En el convulso ambiente finisecular la zarzuela se atrinchera en escenarios populares como el del teatro Apolo y otros similares que irán surgiendo en las provincias. En ese último tercio del siglo XIX florecen los temas costumbristas, populares, cómicos y bailes españoles. Algunos músicos insignes de este período son Tomás Bretón (La verbena de la Paloma), Ruperto Chapí (La Revoltosa), Federico Chueca (La Gran Vía) o Manuel Fernández Caballero (Gigantes y Cabezudos).




Tras la Revolución del 68, España se sume en una profunda crisis sobre todo económica, que se refleja también en el teatro. El espectáculo teatral se convierte en un entretenimiento caro al alcance de pocos bolsillos. Fue entonces cuando el teatro Variedades de Madrid tuvo la idea de reducir la duración de la representación para abaratar el precio del espectáculo. La función que hasta entonces duraba unas cuatro horas, se redujo a una hora, lo que se llamó el teatro por horas. La innovación tuvo un gran éxito y los compositores de zarzuelas se acomodaron al nuevo formato, creando obras mucho más cortas. A las zarzuelas de un solo acto se las clasificó como género chico, y a las de dos o más actos como genero grande. La zarzuela grande se mantuvo en el teatro de la Zarzuela de Madrid, y a partir de 1873 se abrió el nuevo teatro Apolo, en el que triunfó el género chico. El Apolo fue el escenario de las décadas doradas de la zarzuela.


En los albores del siglo XX se componen obras importantes como El puñao de rosas,  La alegría del batallón, El trust de los tenorios, Doña Francisquita de Amadeo Vives, o La calesera.

Los grandes músicos españoles del género, a imitación de otros grandes compositores de su tiempo como Falla, Albéniz, Granados o Turina, y de los grandes maestros del resto de Europa, encuentran inspiración en los temas regionales. En los escenarios suenan aires valencianos, gallegos, vascos, andaluces, castellanos, murcianos… y por encima de todas triunfan las zarzuelas ambientadas en el Madrid castizo, propiciadas por los numerosos libretos cómicos del inagotable sainete madrileño, y las que sitúan la acción en Aragón, probablemente inspiradas en la fuerza lírica de la jota aragonesa y el éxito de cantantes aragoneses con Miguel Fleta a la cabeza.


Paralelamente, se empieza a dar el apelativo de género ínfimo a las representaciones conocidas como revistas. Son obras musicales con conexión a algunas ideas de la zarzuela pero más ligeras y atrevidas, con números escénicos pícaros que en la época se calificaron de verdes, con letras de doble intención. En casi todas hay cuplés. Una de estas obras, acaso la más célebre, fue La Corte del Faraón, basada en la opereta francesa Madame Putiphar. La música se hizo tan popular que algunos de sus números acabaron siendo verdaderos cuplés difundidos por el público. El término “revista” se inspira en la milicia, y evoca la revista de las tropas puestas en alarde lo mismo que las coristas ligeras de ropa subidas en el escenario.

En el primer tercio del siglo, la zarzuela se enriquece con obras que a veces se ajustan a la estructura musical de una ópera italiana, gracias a autores de la talla de Francisco Alonso (La parranda), José Padilla (La bien amada), Jacinto Guerrero (La rosa del azafrán), Pablo Sorozábal (Katiuska), Federico Moreno Torroba (Luisa Fernanda) o Pablo Luna (El niño judío).



La sublevación de 1936 y la guerra que siguió, acontecimientos nefastos para la Historia de España, suponen también una estocada mortal para la zarzuela. En la posguerra la decadencia es casi total. No existen apenas nuevos autores y no se renuevan las obras por no cuajar los estrenos como lo hicieron en otras épocas. Por otro lado, la zarzuela preexistente es difícil y costosa de representar y sólo aparece de forma esporádica, por temporadas, durante unos pocos días. A partir de los años 50 la zarzuela se mantiene viva gracias a la discografía y al impulso de directores como Ataulfo Argenta e intérpretes como Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Teresa Berganza, Plácido Domingo o Luis Sagi Vela. En Los años 60 y 70 la televisión pública produjo varios programas donde se incluían fragmentos de zarzuelas interpretados por actores apoyados en el play-back, y ya en el final de siglo, la Antología de la Zarzuela que dirigió José Tamayo, recorrió muchos escenarios españoles y extranjeros.

Músicas y libretos de zarzuelas constituyen una fuente insustituible para comprender nuestra Historia reciente en toda su dimensión. Todos los títulos que he resaltado en azul pueden encontrarse fácilmente en Youtube. El viejo profe Bigotini es un incorregible admirador de este género tan genuinamente nuestro.

Me gustan las personas que dicen lo que piensan, pero sobre todo me gustan las gambas… piensen lo que piensen.


martes, 21 de septiembre de 2021

WILLIAM FAULKNER. EL ALMA DEL SUR

 


William Faulkner vino al mundo en 1897 y en la localidad de New Albany, Mississippi, un típico pueblo sureño. Fue el mayor de cuatro hermanos. Su padre, Murry Falkner, era empleado de una compañía de ferrocarriles. Su madre, Maud, su abuela materna, Lelia, y su niñera negra, Caroline (Callie), fueron influencias decisivas en la formación del joven William. Su madre, que le enseñó a leer, y su abuela, le iniciaron en la pasión por la literatura a través de la lectura de los clásicos en lengua inglesa. Callie, por su parte, fue su maestra en las cosas importantes de la vida, según confesaría el autor en alguna ocasión. Otra gran influencia fue la de su bisabuelo, William Clark Falkner que, aunque fallecido años atrás durante la Guerra Civil, era un referente familiar, el viejo coronel, cuyas hazañas y aventuras se contaban, se engrandecían y se exageraban hasta la comicidad y el absurdo, por los miembros adultos de la familia en las interminables veladas junto a la chimenea. De esa manera, la Guerra, la esclavitud, el Ku Klux Klan, el particular humor sureño y el resto de los temas que constituyen el alma del Sur, sus grandezas y sus miserias, quedaron grabados a fuego en la imaginación de William.

Fuera de su familia, otra de sus grandes influencias fue Philip Stone, un joven universitario cuatro años mayor que él, que leyó sus primeros poemas, le animó a iniciarse en la escritura, y hasta ejerció sin éxito de agente literario, intentando la publicación de algunos de los primeros trabajos del joven Faulkner. Intentó William alistarse en el ejército durante la Gran Guerra, pero fue rechazado por su baja estatura, así que se alistó en una unidad reservista del ejército británico en Canadá, aunque nunca llegaría a entrar en combate.

En 1918 cambió su apellido original (Falkner) por el de Faulkner, al parecer debido a un error tipográfico en la portada de su primer libro. Le propusieron subsanar el error, pero él prefirió que quedara como estaba, y desde entonces adoptó el nuevo apellido.


Sus primeros trabajos fueron poéticos y algunos vieron la luz en publicaciones del campus universitario de Mississippi en 1919. Escribió su primera novela, La paga de los soldados, en 1925, aunque no consiguió publicar ninguna hasta 1929, Banderas en el polvo, que apareció con el título de Sartoris. En ella Faulkner ambientó la acción en su ficticio condado de Yoknapatawpha, un espacio imaginario que albergaba todos los fantasmas, luces y sombras de la América profunda y el viejo Sur que el autor amó y aborreció a partes iguales. Se casó en 1929 con Estelle Oldham, que tenía dos hijos de su anterior matrimonio. A duras penas consiguió editar un par de novelas, mientras ejercía un trabajo nocturno en la universidad. En 1932 el director cinematográfico Howard Hawks le ofreció un empleo de guionista en Hollywood. Faulkner confesó que hasta entonces no había visto una película en su vida. Sin embargo, se adaptó perfectamente a su nuevo cometido, participando en varios guiones de éxito, y entabló una gran amistad con Howard Hawks y con su hermano William, que se convirtió en su agente. Faulkner permaneció en Hollywood durante dos décadas, hasta 1950. Algunas de sus novelas fueron adaptadas al cine, entre las que destaca la que se tituló en España Ángeles sin brillo, dirigida por Douglas Sirk.


Aparte de su novela Santuario, las obras de William Faulkner apenas se vendieron durante años, hasta el punto de que llegó a alcanzar fama de escritor maldito, etiqueta incómoda que muchos escritores contraen como un estigma. Eso cambió en 1946, cuando el prestigioso crítico literario Malcolm Cowley, que publicaba artículos en las principales revistas, se fijó en él y en su obra, y hasta promovió la edición de un volumen que recopilaba la mayor parte de sus novelas. A partir de entonces su talento fue reconocido tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. La obra de Faulkner se ha traducido a multitud de idiomas. Aparte de un sinfín de premios literarios, fue galardonado con el Nobel de Literatura en 1949 y con el Pulitzer en 1955 y 1963. Está considerado de forma universal como uno de los grandes escritores del siglo XX, a la altura de Proust, Kafka, Borges o Joyce. Su narrativa ha ejercido magisterio y gran influencia también en las letras hispánicas. Autores como García Márquez, Rulfo, Onetti, Vargas Llosa o Benet han reconocido abiertamente dicha influencia y su profunda admiración por el de Mississippi. Y aunque pudiera parecer anecdótico, proclamaron también su pasión por Faulkner los habitantes del pueblo en que se desarrolla Amanece, que no es poco de José Luis Cuerda. Para quien escribe estas líneas esto por sí solo sería ya motivo más que suficiente para rendir un admirado homenaje al escritor americano.

William Faulkner falleció en 1962 a causa de los problemas con el alcohol que arrastró durante gran parte de su vida. De nuestra biblioteca Bigotini entresacamos la versión digital  de su relato breve El sacerdote. Haced clic en el enlace y deleitaos con la magnífica prosa de este autor inmortal. 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=El+sacerdote.pdf

Los sueños deben ser lo bastante grandes como para no perderlos de vista mientras se persiguen. William Faulkner.


sábado, 18 de septiembre de 2021

HIGIENE DEL OÍDO. LOS TAPONES DE CERUMEN

 


El conducto auditivo externo está revestido por folículos pilosos y glándulas que producen un aceite ceroso denominado cerumen. El cerumen protege al oído atrapando el polvo, las bacterias y otros microorganismos, al igual que otras partículas extrañas, para impedir que penetren y causen daño a este órgano. El cerumen también ayuda a proteger la delicada piel del conducto auditivo externo para evitar que se irrite cuando penetra agua. El cerumen generalmente se abre paso hasta la abertura del oído, donde cae o es eliminado con el lavado.

En algunas personas, las glándulas producen más cera de la que puede eliminarse fácilmente del oído. Esta cera adicional puede endurecerse en el conducto auditivo externo y bloquear el oído. Con mucha frecuencia, el cerumen puede obstruir dicho conducto si uno trata de limpiar el oído y accidentalmente empuja la cera más hacia adentro. El tapón de cerumen es una de las causas más comunes de hipoacusia (sordera) temporal.


La mayoría de los casos de tapón de cerumen pueden tratarse en casa. Para ablandar la cera en el oído se puede utilizar lo siguiente:

·                     Aceite

·                     Gotas comerciales

·                     Vaselina o glicerina líquida

Otro método para extraer la cera se llama irrigación. Utiliza agua a temperatura corporal (si está más fría o más caliente de lo necesario puede producir mareo o vértigo breve pero muy intenso). Con la cabeza en posición vertical, endereza el conducto auditivo externo, sosteniendo el pabellón de la oreja y tirando de él suavemente hacia arriba. Utiliza una jeringa para dirigir suavemente un pequeño chorro de agua contra la pared del conducto auditivo cerca al tapón de cerumen. Luego, inclina la cabeza para permitir que drene el agua. Es posible que se necesite repetir la irrigación varias veces.

Nunca se debe irrigar el oído si el tímpano puede no estar intacto, porque la irrigación en un oído con el tímpano perforado puede producir infección o trauma acústico.

Solicita una cita con el médico si tienes los oídos obstruidos con cera y no eres capaz de extraerla.


Igualmente, consulta si tienes un tapón de cerumen y presentas nuevos síntomas, especialmente:

·                     Secreción.

·                     Fiebre.

·                     Sordera persistente.

·                     Dolor de oído.   

Nunca intentes limpiar el oído con bastoncillos, y mucho menos con trozos sueltos de algodón. 

Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.  Mario Benedetti.



martes, 14 de septiembre de 2021

LAS GRANDES EXTINCIONES. UNA HISTORIA CATASTRÓFICA

 


Estudiando el registro fósil de los últimos 540 millones de años, fecha de la llamada explosión cámbrica, en que aparecieron formas de vida capaces de dejar huella en rocas y sedimentos, los paleontólogos han identificado cinco grandes extinciones masivas y unas veinte menores. Es muy posible que antes de aquella fecha se hubieran producido otras extinciones importantes, pero como los organismos precámbricos debían ser mayoritariamente unicelulares y microscópicos,  no contamos con indicios fehacientes o bien estos son insuficientes y dudosos, para hacernos siquiera una idea aproximada de aquellos hipotéticos sucesos. Así que las investigaciones han de hacerse necesariamente a partir de los últimos 540 millones de años.

La primera de las extinciones importantes identificadas es la llamada ordovícico-silúrica, ocurrida en algún momento entre hace 450 y 400 millones de años. Por entonces la vida se desarrollaba en los océanos, por lo que la mayoría de las especies desaparecidas (aproximadamente el 85% de las existentes) eran acuáticas. Los especialistas calculan que esta extinción sucedió en dos etapas durante un periodo de unos 3,5 millones de años. Las causas pudieron ser las bajas temperaturas y glaciaciones masivas que provocaron un descenso dramático del nivel del mar. La segunda etapa probablemente se debió a un posterior calentamiento que acabó con las especies que en esos 3,5 millones de años se habían adaptado al frío. Desaparecieron en esta gran extinción gran parte del plancton, los crinoideos, los corales, los trilobites, los peces acorazados y los braquiópodos.


La segunda gran extinción comenzó hace unos 380 millones de años y duró alrededor de 20, al final del periodo Devónico. Fue la extinción devónico-carbonífera, en realidad varias extinciones (entre 3 y 7) cada una de las cuales debió durar unos pocos millones de años. En esta extinción perecieron también mayoritariamente las especies marinas. Los organismos que habían comenzado a colonizar la tierra firme, como plantas, insectos y primitivos protoanfibios, corrieron algo mejor suerte, aunque también se extinguieron muchos de ellos.


La tercera gran catástrofe ocurrió hace unos 250 millones de años y fue la más devastadora en términos de porcentaje de especies desaparecidas, más del 90%. Fue la extinción pérmico-triásica que representó el final de muchos anfibios y reptiles primitivos, tanto en los mares como en tierra firme. Perecieron las especies moradoras de los fondos marinos, briozoos y corales, muchos crustáceos y trilobites, y el plancton de superficie. Para los insectos fue una hecatombe, perdiéndose la mayor parte de los géneros y especies entonces existentes. Sobre las causas de esta extinción existen muchas controversias, pero los cambios climáticos con elevación de la temperatura de hasta 8 grados, parecen ser los principales responsables. También se produjeron cambios químicos, descendiendo el pH de los mares hasta niveles muy ácidos. La extraordinaria actividad volcánica que se produjo en lo que mucho después sería Siberia pudo estar detrás de la catástrofe. Gases tóxicos, emisiones de dióxido de carbono y metano.

Esta extinción casi acaba con la vida en el planeta, pero los escasos supervivientes medraron y encontraron terreno abonado para prosperar. Fue el caso de los helechos y los hongos, o de los arqueosaurios, que después darían lugar a los dinosaurios. Los grandes reptiles mamiferoides perecieron, pero quedaron con vida sus parientes más pequeños de los que descendemos todos los mamíferos actuales.


La cuarta extinción masiva se produjo hace unos 200 millones de años, a finales del periodo Triásico. En esta extinción triásico-jurásica perecieron alrededor del 75% de las especies. Los niveles marinos mucho más bajos, y el inicio de la hendidura o grieta que daría lugar con el tiempo al océano Atlántico, pudieron desempeñar un papel importante en el suceso. Murieron muchos de los grandes predadores marinos, esos monstruosos reptiles con dientes terroríficos que pueden verse en las ilustraciones que recrean ese periodo. Además perecieron esponjas, corales, ammonoides, braquiópodos y nautiloides. También se perdieron casi todos los reptiles mamiferoides que quedaban con vida. En tierra firme, la eliminación de la competencia dejó a los dinosaurios el camino libre para expandirse, diversificarse y prosperar. Los pocos mamíferos supervivientes eran criaturas pequeñas y medrosas que habitaban oscuras madrigueras, y así iban a continuar durante casi 150 millones de años más, periodo en el que los dinosaurios dominaron literalmente la Tierra.



La quinta de las grandes extinciones, y por supuesto, la más famosa, es la que tuvo lugar hace unos 66 millones de años, en la frontera entre el final del periodo Cretácico y el comienzo de la era Terciaria. Esta extinción cretácico-terciaria (K-T) o bien cretácico-paleogénica (K-Pg) como suele llamarse últimamente, porque al Terciario se llama ahora Paleogeno, fue la que acabó con la práctica totalidad de los dinosaurios, de los que sólo sobrevivieron los emplumados antepasados de las aves. Tuvo la virtud, si es que así puede decirse, de dejar el camino expedito a los mamíferos, que finalmente se aventuraron a abandonar sus madrigueras y diversificarse en diferentes territorios. La desaparición de los dinosaurios, el orden de criaturas más exitosas de la historia del planeta, puesto que lo dominaron durante nada menos que 150 millones de años, resulta tan llamativa que eclipsa al resto de especies y grupos extintos. Lo cierto es que en el suceso también muchas otras criaturas, animales y plantas tanto terrestres como marinas, acompañaron a los grandes reptiles a la tumba.

Las causas de esta quinta gran extinción, o mejor dicho, la causa única, parece estar meridianamente clara. Ha sido estudiada en profundidad por multitud de expertos y el resultado no deja lugar a dudas. Un gran meteoroide del tamaño de una gran ciudad (entre 10 y 15 kilómetros) impactó a una velocidad superior a la del sonido, en el Golfo de México, produciendo un enorme cráter y sumiendo al planeta Tierra en un prolongado periodo de oscuridad.


Pues bien, estas fueron las cinco grandes extinciones conocidas. La pregunta que surge a continuación es si habrá una sexta. Miro al profe Bigotini y el hombre tuerce el bigote en un gesto que no presagia nada bueno. Nos ocuparemos del tema en un próximo artículo.

El mundo mejora día a día con el esfuerzo de los sabios, pero son los imbéciles quienes más lo disfrutan.


sábado, 11 de septiembre de 2021

ALAIN SAINT-ORGAN Y EL CÓMIC INFANTIL FRANCÉS

 


Alain Saint-Organ nació en Colombes, a orillas del Sena, en 1895. Su padre, Joseph Lefebvre Saint-Organ fue un brillante escritor y periodista. Con él se trasladó el joven Alain a El Cairo donde fue llamado a dirigir una publicación. En aquel ambiente Alain desarrolló su pasión por el mundo de la prensa, llevada hasta el punto de fundar y editar con sólo doce años una revista, Le Journal des Deux Mondes, donde el muchacho comenzó a publicar sus ilustraciones. Su iniciativa fue celebrada en toda Europa, y adquirió fama de ser el editor más joven del mundo. Le Journal contó con numerosos suscriptores, entre los que estaban por ejemplo, el presidente de la República francesa o la actriz Sarah Bernhardt.

Durante la Gran Guerra fue movilizado. Combatió en los Balcanes, y a su regreso a la vida civil continuó dibujando, sobre todo caricaturas de sátira política con un estilo cercano al art-decó tan popular en los años veinte. Por entonces descubrió el cómic, siendo probablemente el primer dibujante y guionista francés que abandonó el estilo antiguo que abanderaban autores como Pinchon, para adoptar el estilo que podríamos llamar americano, con viñetas y bocadillos incluidos. Se especializó en el cómic infantil, con personajes de fantasía, dibujos de línea clara y guiones con un humor blanco y sin complicaciones. Saint-Organ adaptó cuentos de hadas de Perrault, y creó series como Milou, Toti y Serpentin, Zig y Puce o el osito Prosper. Su trabajo inspiró a muchos dibujantes posteriores de la llamada escuela franco-belga, como el mismo Hergé, creador de Tintín.

En nuestro recorrido por la Historia del Cómic y la ilustración, recordamos hoy el arte y el talento de Alain Saint-Organ, y os dejamos un puñado de sus páginas y viñetas. Bon apetit.