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jueves, 28 de mayo de 2015

SANGRE DE COLORES Y CORAZONES DE MOSCA

Nuestra sangre, como la del resto de los animales vertebrados, es roja porque posee hematíes que contienen hemoglobina, un pigmento cuyo color característico es el rojo. No ocurre lo mismo con los insectos y los invertebrados en general. Si aplastas insectos hematófagos, como las chinches o los mosquitos, dejarán una mancha roja que se debe a la sangre que han ingerido. También dejan mancha roja las moscas, en este caso por causa del pigmento rojo de sus ojos. Sin embargo, la inmensa mayoría de los insectos aplastados liberan una sustancia lechosa, amarillenta o verde. Ello se debe a que los invertebrados no tienen sangre propiamente dicha, sino un fluido heterogéneo llamado hemolinfa.


La hemolinfa recorre el cuerpo de los insectos y va regando a su paso todos los tejidos internos. Su composición consiste mayoritariamente en agua que tiene disueltos iones, carbohidratos, lípidos, glicerol, aminoácidos, hormonas, algunas células y pigmentos, generalmente de tonos suaves. A diferencia del sistema circulatorio que poseemos los vertebrados, y que discurre por un circuito cerrado, los insectos cuentan con un sistema circulatorio abierto carente de arterias y venas. La hemolinfa fluye libremente por el cuerpo, lubrica los tejidos, y transporta nutrientes y desechos. Mientras que el sistema circulatorio de los vertebrados sirve sobre todo para acarrear oxígeno, los insectos respiran por un método completamente distinto, a través de tubos traqueales. Así, en el caso de Drosophila, sobre la piel impermeable de la mosca se alinean una serie de orificios minúsculos denominados espiráculos, que permiten  el transporte directo del aire a los tubos traqueales encargados de distribuir el oxígeno a los diferentes tejidos.


Pero eso si, los insectos también tienen corazón. En muchas ocasiones no uno solo, sino varios situados en fila, que bombean la hemolinfa por todo el sistema circulatorio. Tal como afirma Rob DeSalle, especialista en zoología de invertebrados del Museo de Historia Natural de Nueva York, aunque esta especie de corazones u órganos de bombeo de los insectos difieren notablemente del corazón de los vertebrados, curiosamente algunos de los genes que intervienen directamente en su desarrollo, muestran una sorprendente similitud en ambos grupos de animales. Esto, como tantos otros hallazgos parecidos, viene a confirmar el remoto origen común de todos los seres vivos que poblamos el planeta.


Como es un monigote de tebeo, el profe Bigotini tiene la sangre del color de la tinta china. Por cierto, también tiene su coranzoncito. ¿Acaso si me pincháis, no sangro?, exclama a veces, recordando los versos shakespearianos. Cuando se pone tan melodramático, todos procuramos disimular, mirando para otro lado y haciendo como que no le hemos oído. Ya se le pasará.

Las arañas van tejiendo el futuro de las moscas.



lunes, 25 de mayo de 2015

LUCA PACIOLI Y LA DIVINA PROPORCIÓN

uca Bartolomeo Pacioli, un franciscano nacido en la localidad de Sansepolcro en 1445, y fallecido en Roma en 1517, está considerado como el pionero del cálculo de probabilidades. En 1495, el maestro Jacopo Barbari pintó un magnífico retrato suyo, gracias al cual conocemos su aspecto físico. Sabemos poco de su devenir biográfico, porque al parecer fue hombre retraído, entregado por completo a sus estudios y al recogimiento propio de la regla que profesó.

En cuanto a su obra, se centró en el campo de la aritmética, sobresaliendo entre sus hallazgos, el perfeccionamiento de la ciencia contable, que al parecer realizó por encargo de los mercaderes venecianos, y recogió en su obra Summa de aritmética, geometria, proportioni et proporcionalita, publicado en Venecia en 1494. A pesar de su título latino, fue la primera obra matemática que se imprimió en una lengua romance. Contiene entre otras materias, el método contable de la partida doble. Otra de las curiosidades de este trabajo es que en él utilizó por vez primera la aproximación logarítmica, adelantándose un siglo a John Napier.

Pero la obra más célebre e influyente de Pacioli es De divina proporcione, publicada en Milán en 1496. Este libro fascinó a Leonardo de Vinci, hasta el punto de aplicar sus principios en diferentes dibujos, pinturas y artefactos. Pacioli trató de forma científica las razones y proporciones que adoptaron todos los artistas del quattrocento. La perspectiva y la división del espacio en polígonos, fueron los principios básicos de su obra. También dedicó un amplio espacio al estudio de la proporción áurea. El mismo Leonardo se encargó de ilustrar una edición posterior de 1498, y en aquella corte milanesa de los Sforza, que regía Ludovico el Moro, probablemente no hubo libro más comentado, discutido y admirado que esta obra de Luca Pacioli. En aquel ambiente artístico y científico, el franciscano trató y frecuentó a personajes tan importantes en la Historia del arte como el citado Leonardo, Piero della Francesca, Bramante, Leon Battista Alberti, Palmezzano, Melozzo da Forli o Albert Durero.


Nuestro sabio también se interesó por la geometría, la arquitectura y la música. En materia de astronomía, Pacioli resultó ser bastante más místico, confundiéndola con la astrología, algo por otra parte muy común en esa época. El retrato que le hizo Barbari se conserva en el museo napolitano de Capodimonte. En él se le representa rodeado de diferentes figuras geométricas, y acompañado de un personaje que por algunos se ha identificado como Guidobaldo de Montefeltro, y por otros como Alberto Durero. Quien tenga curiosidad por profundizar en los hallazgos de Pacioli, debe visitar la iglesia de Santa Maria in Organo de Verona. En ella podréis admirar las reproducciones de las ilustraciones que realizó Leonardo para De divina proportione, obra de Fra Giovanni da Verona. Se encuentran en los intarsios (taracea en madera) de la sillería y otros elementos de la iglesia. El lugar se ha convertido en una especie de templo iniciático para una legión de adeptos a esoterismos a caballo entre lo místico y lo paracientífico, del estilo de El código da Vinci.


Los que no tienen nada importante que decir, hablan a gritos. Enrique Jardiel Poncela.


viernes, 22 de mayo de 2015

GINEBRA. A LA SOMBRA DEL MONT BLANC

Si amigos, el profe Bigotini también estuvo en Ginebra. Es algo muy natural que no debe sorprender a nadie. ¿Acaso no hay quienes han estado en Jerez? Pues bien, en Ginebra la maceración es un poco diferente, eso es todo. Eligió esa bella ciudad de la Suiza francófona para terminar sus vacaciones en el país alpino. Una ciudad milenaria fundada a orillas del lago Leman por los alógobres, un belicoso pueblo céltico que a César le costó mucho trabajo someter. Bajo la dominación romana formó parte de la Galia Narbonense. En el siglo V la ocuparon los francos y los burgundios. Fue capital de Borgoña en el siglo XI. Dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, Ginebra disfrutó de cierta autonomía, siendo regida primero por sus obispos, y hasta el siglo XVI por la casa de Saboya (que es familia de rancio abolengo, a pesar de tener una rima tan ordinaria).


A partir de 1536 los ginebrinos abrazaron la Reforma, proclamaron a Calvino como líder y resistieron el acoso de los católicos. Algo de lo que parecen estar muy orgullosos. Mientras ellos ardían de fe reformista, nuestro paisano Miguel Servet ardió literalmente. Ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos. En 1798 Ginebra se unió a la Francia revolucionaria, pero resultó una unión efímera, pues en 1815, tras la derrota de Bonaparte, se sumó a la Confederación Helvética, y hasta ahora.

Ginebra es una ciudad hermosa con un cuidado centro histórico rodeado de anchas y modernas avenidas. Alberga al mayor número de organizaciones internacionales, y presume de una bien ganada reputación pacifista. Allí se firman tratados y convenios, y tradicionalmente tienen lugar conversaciones de paz entre facciones beligerantes. Pasear por sus calles más bulliciosas es como echar un vistazo a aquellos álbumes de Vida y Color donde aparecían esas estampas de las razas humanas. Aconsejo al lector que viaje a Ginebra si quiere contemplar auténticos aborígenes australianos o tiene curiosidad por saber cómo le sienta un esmoquin a un indígena yanomami. En los rankings internacionales Ginebra está situada como el noveno centro financiero más importante, y como la tercera ciudad del mundo con mayor calidad de vida. La cruz de la moneda es que es también la cuarta ciudad más cara.


Además de las interminables compras (en el barrio comercial están presentes todas las marcas de lujo imaginables), es obligado un tranquilo paseo en barco por el lago Leman, su fantástico surtidor y el nacimiento del Ródano. En la orilla francesa del lago puede visitarse la pintoresca villa medieval de Yvoire, perla de la Alta Saboya, y patrimonio mundial de todo lo patrimoniable. Tampoco se resistirá el viajero a la deliciosa gastronomía de la región, que a diferencia de la Suiza germánica, está muy influida por la cuisinne francaise, y eso se nota. Si el viajero tiene buen paladar, bendecirá su suerte al probar un magret avec framboises como el de la foto. Nuestro profe, que es como los niños, visitó también el acelerador de hadrones del CERN, cuya entrada se sitúa a pocos metros de la frontera con Francia. Llevaba su cazamariposas con la esperanza de que le permitieran cazar un quak o un bosón en el túnel circular de más de veinte kilómetros, pero no hubo suerte. Esos científicos del CERN son muy estirados, y el estrafalario aspecto del profe con su enorme nariz, tampoco ayuda, así que el pobrecillo se quedó compuesto y sin experimento.


Ginebra se levanta a la sombra del formidable Mont Blanc. Su clima es variable, y por momentos lluvioso. La gente no se pone de acuerdo en lo relativo a la climatización, y hay auténticas bofetadas por el mando del aire acondicionado. Ya sabéis que los más luctuosos episodios bélicos de la humanidad han empezado siempre por esta espinosa cuestión. Claro que luego en los libros de Historia sólo se habla de conflictos religiosos o geoestratégicos, olvidando que el espartano se enfureció cuando aquel ateniense echó una astilla más al fuego, o que el guerrillero del Vietkong, cobró un odio mortal al yanqui que conectó el ventilador. ¿De dónde si no viene el nombre de Guerra Fría, podéis decirme? En fin, como añoramos Ginebra, el profe y yo vamos a prepararnos un delicioso Negroni, añadiendo a la ginebra su Martini, su Campari, y coronando la obra con una aceituna rellena. La sombra del Moncayo no será la del Mont Blanc, pero tampoco es mala sombra, me parece.

Si la gente no tuviera ilusión por lo inesperado, apenas se cambiaría de ropa interior.



martes, 19 de mayo de 2015

FAY WRAY. LA CHICA DEL GORILA



El rostro aterrorizado de esta actriz canadiense dio la vuelta al mundo. No era para menos. El personaje que interpretaba Fay Wray se encontraba cara a cara con el terrible King Kong, un descomunal gorila capaz de encaramarse al Empire State o de luchar con un monstruoso dinosaurio para proteger a su chica. Porque, claro está, aquel pobre mono de quince metros estaba loco por ella.
Lo mismo les pasó a muchos espectadores después del estreno de la película en 1933. Fay Wray no era ni mucho menos nueva en la profesión. Desde la época del mudo había participado en decenas de filmes, protagonizando alguno de ellos. Pero eran películas de serie B que interesaron escasamente al público. Lo de King Kong fue muy diferente. Un auténtico éxito a nivel mundial. A pesar de que los efectos especiales nos puedan parecer hoy un poco chapuceros, en 1933 no se había visto nada parecido proyectado en una pantalla.

Y allí estaba ella. Indefensa y frágil, en las garras del coloso. Y por supuesto, sexy, muy sexy. Téngase en cuenta que en los primeros treinta todavía no había entrado en vigor el código Hays que obligó a la industria del cine a mantener estrictamente el decoro y la moralidad. Despeinada, aterrorizada y con la ropa estratégicamente destrozada, Fay enamoró a millones de espectadores de todo el mundo. Desde nuestro blog os proponemos (haced clic en la foto) el enlace con este video que a través de música e imágenes, pretende rendir tributo a la memoria de esta estrella, tan hermosa como fugaz.


Próxima entrega: Fredric March


viernes, 15 de mayo de 2015

PROSIMIOS. PRECURSORES EN LA SELVA

Los prosimios forman un grupo variado que abarca a muchas criaturas insectívoras, y a lémures, loris y tarseros, tanto en sus especies fósiles como actuales.
Este gran grupo de animales, desciende directamente de los pequeños mamíferos que inauguraron el orden de los primates hace más de 60 millones de años, de los que tratamos en nuestra anterior entrega de la serie evolutiva. Todo indica que se desarrollaron en un ambiente selvático o boscoso. Varias de sus adaptaciones específicas están relacionadas con la vida en los árboles. Entre ellas podemos mencionar los desarrollos relacionados con un cerebro más grande y más complejo, los sentidos, las extremidades y los dedos.

También se va apuntando en ellos la tendencia hacia una postura algo más bípeda. El cuerpo se tornó más erguido, las patas y extremidades posteriores parecen enfocarse más hacia el desplazamiento, mientras que las manos se van especializando en sujetar y manipular. Mejoraron tanto el equilibrio como el tacto, y la capacidad para agarrar objetos y mantenerlos sujetos. La visión se hace estereoscópica, con ambos ojos en posición frontal, y se enriquece la percepción de los colores, esencial para alimentarse de hojas y frutos. Predominan ya los hábitos diurnos sobre los nocturnos. Otro avance importante en un ambiente tan precario consistió en una estrategia reproductiva que redujo las camadas a un limitado número de hijos (casi siempre uno solo en cada parto). A la vez se destacó la participación de los padres en el adiestramiento de los hijos, paso decisivo para la posterior transmisión de conocimientos y experiencias que se produciría 60 millones de años más tarde.

Notharctus
En todas las especies vivas conocidas al menos el rostro está cubierto de pelo, a excepción de la nariz, que se prolonga hacia abajo hasta el labio superior. El rostro de los prosimios es en general mucho menos versátil y expresivo que el de sus descendientes, los monos y los grandes simios. Otra característica fundamental del grupo es el pulgar oponible. Esto proporciona mayor destreza, y en algunas especies aumenta considerablemente la capacidad de movimiento entre los árboles. En los antropoides, y más concretamente en los humanos, el pulgar oponible ha resultado una adaptación crucial, pues ha permitido el desarrollo de una prensión más precisa y segura.

Entre las familias de prosimios fósiles cabe destacar a los adápidos, bastante similares a los lémures modernos. Abundaron durante el Eoceno, para extinguirse a fines del Mioceno, hace unos 10 millones de años. La especie más estudiada es Notharctus, que podría describirse como un lémur de 40 cm. de longitud. Tenía una espalda flexible, extremidades largas, visión estereoscópica y uñas en los dedos. Sus potentes cuartos traseros le facultarían para el salto, y su cola, larga y flexible, le proporcionaría equilibrio en sus acrobacias. Poseía ya un pulgar incipiente, que le permitiría agarrar ramas y alimentos.

Megaladapis
Otra familia importante fue la de los lemúridos, semejantes a los adápidos, pero dotados de una especie de cresta dental que debieron usar para acicalarse. Hace 50 millones de años habitaron África, Europa y América del Norte. Hoy sus descendientes los lémures están sólo presentes en Madagascar. Su representante fósil más célebre es Megaladapis, que sobrevivió en Madagascar hasta época reciente. Según todos los indicios, su desaparición fue causada por intervención humana. Era un lémur gigante, probablemente de más de 50 kilos de peso, que debía trepar muy lentamente, ofreciendo al observador el aspecto de un perezoso grande. Es muy posible que Megaladapis gateara por los bosques en busca de hojas y frutos caídos, que representarían su principal recurso alimenticio.

La familia de los omómidos también ha persistido hasta nuestros días. A ella pertenecen los actuales tarseros, de los que existen poblaciones muy reducidas en Sumatra y Borneo. Al parecer abundaron durante el Eoceno. Su representante fósil más destacado es Necrolemur, tarsero de unos 25 cm. que habitó Europa Occidental en el Eoceno. Necrolemur constituye una rareza entre los prosimios, pues sus grandes ojos y sus orejas prominentes apuntan hacia unos hábitos de predominio nocturno. Seguramente se alimentaba de insectos, como indican sus dientes pequeños y afilados, idóneos para romper los exoesqueletos de los invertebrados. Unas almohadillas en los extremos de los dedos, unas extremidades largas y ágiles, y una larga cola para mantener el equilibrio, completaban su equipamiento.

Necrolemur

Ya veis que a medida que vamos avanzando en la historia evolutiva, encontramos adaptaciones y rasgos que se van aproximando más y más a los que poseemos. Es verdad que si contemplamos el fenómeno evolutivo desde un prisma puramente científico, nuestras adaptaciones no son mejores ni peores que las de un elefante, una gaviota o un delfín. Si pudiéramos preguntar al delfín, nos diría que prefiere las suyas, pero en definitiva no podemos evitar nuestra tendencia antropocéntrica. Por eso nuestros artículos sobre evolución nos llevan en la dirección que resulta evidente. Yo, desde luego, prefiero mis adaptaciones, y al profe Bigotini le encanta tener esa narizota, ¡quién sabe por qué!

Los economistas no tienen la menor idea de cómo se comportará mañana la economía. Sin embargo, da gusto oírles explicar lo que sucedió ayer.



martes, 12 de mayo de 2015

ANAXIMANDRO. EL FILÓSOFO DE LO ILIMITADO

Anaximandro de Mileto, fue un autor y filósofo jonio que vivió entre 610 y 547 a.C. Fue discípulo y seguidor de su paisano Tales, otro milesio ilustre, y condiscípulo de Anaxímenes. La filosofía de Anaximandro le sitúa en el grupo de los filósofos presocráticos. Su principal aportación conceptual es lo que se llama en griego lo ápeiron, que podría traducirse como lo ilimitado o lo eterno, pues de forma abstracta, designa esta cualidad. Anaximandro identifica lo ápeiron con una fuerza inmaterial y divina que da origen a todas las cosas. Como científico se le atribuye el diseño de uno de los primeros mapas terrestres, la medición de solsticios y equinoccios, y la sorprendente afirmación de que la Tierra es cilíndrica y ocupa el centro del universo.


Como escritor, casi todo lo que ha llegado hasta nosotros de los escritos de Anaximandro, se reduce a los comentarios que hacen otros autores sobre su obra. Las principales fuentes son Laercio, Apolodoro, Hipólito, Temistio, Suda, Heródoto, Estrabón, Cicerón y Simplicio. Todas ellas coinciden en que Anaximandro fue autor de una sola obra Sobre la Naturaleza, de cuyo original se conserva milagrosamente un párrafo escueto y un tanto críptico, cuyo contenido reproducimos:

El principio de todas las cosas es lo indeterminado ápeiron. Ahora bien, allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo.

Como curiosidad digamos que este brevísimo texto es el más antiguo que se conserva en materia filosófica, y el primer texto en prosa de la Historia, pues todos los considerados más antiguos que él, están compuestos en verso. Biblioteca Bigotini tiene el placer de ofrecer a sus lectores una breve compilación de Fragmentos y testimonios de Anaximandro en formato digital. Haced clic en la portada.

Actúa siempre con acierto. Esto tranquilizará a algunas personas y asombrará al resto. Mark Twain.



jueves, 7 de mayo de 2015

LAS IZQUIERDAS Y LA DERECHA. ALGO MÁS QUE SIMPLE GRAMÁTICA

Isidre Nonell. A la fábrica
¿Recordáis las hilarantes escenas de La vida de Brian en las que discutían y se escindían las diferentes facciones izquierdistas de Palestina? En nuestra Historia ha ocurrido algo inquietantemente similar. La España de final del XIX y los primeros años del siglo XX vio nacer un incipiente movimiento obrero. En una primera fase podría calificarse de presindical. En la izquierda política española de entonces y hasta en el mismo movimiento obrero, a diferencia de lo que ocurría en otros países, primaba todavía lo político, lo ideológico, sobre el asociacionismo o la práctica sindical.
Esta primera fase presindical se caracterizó por una especie de societarismo de resistencia. Fue larga porque correspondía aun a unas relaciones laborales espontáneas, individuales y todavía no regladas a nivel nacional, sino únicamente local en el mejor de los casos.

Darío de Regoyos. Huelga en Béjar 1900
La mayoría de las veces era el acuerdo individual el que marcaba el único código de trabajo. Un acuerdo de una fragilidad extrema que, no existiendo órganos de conciliación o mediación, podía romperse y se rompía con una gran facilidad, provocando el conflicto. El mercado de trabajo tenía poca o ninguna movilidad, pero sufría bruscas oscilaciones de la oferta y la demanda, lo que contribuía a crear las condiciones idóneas para que entre empresarios y trabajadores, y aun (y esto es lo más grave) entre los propios trabajadores, fuera mayor la tendencia al conflicto que al pacto. Entre patronos, obreros y poderes públicos, se extendió la creencia fundamentada de que las relaciones laborales eran y debían ser siempre esencialmente conflictivas.

En este escenario fueron frecuentes las agitaciones que cíclicamente experimentaba el campo andaluz, las revueltas mineras en Asturias y Vizcaya (1900-1910), o la asombrosa virulencia de las huelgas generales de ciudades industriales como Bilbao, Gijón y sobre todo Barcelona. Fue precisamente en esta última donde, a partir de la huelga general de 1902, se estableció la correlación de fuerzas que habría de perdurar hasta la contienda del 36, fundamentalmente representada por el sindicalismo militante de la CNT, los socialistas, los republicanos, y la Lliga como representante de los intereses patronales de la industria y el comercio. Germen del catalanismo que como cualquier nacionalismo (no nos engañemos) es por definición derechista y hasta ultraconservador.

Griebel. La huelga

Julio Romero de Torres. Conciencia tranquila
La huelga de Asturias de 1906 tuvo enormes repercusiones en la política laboral y social que adoptaron los gobiernos de la época ya fueran conservadores o liberales. La reforma de Eduardo Dato incluyó la protección de mujeres y menores, el descanso dominical y unas tímidas normas sobre accidentes de trabajo. Pero no todo fue política social proteccionista. De hecho, la mayor repercusión de los grandes conflictos mencionados, se tradujo en el endurecimiento de las leyes de orden público. Represión en la que estuvo de acuerdo de forma unánime y diríamos que hasta monolítica, toda la derecha. Si la derecha, así en singular, porque derecha en España ha habido y sigue habiendo una que en consecuencia, actúa coordinada y solidariamente.

Otra cosa es la izquierda, las izquierdas. Desde su mismo nacimiento, el movimiento sindical estuvo polarizado en torno a dos grandes influencias: socialismo y anarquismo. Desde el primer momento, los sindicatos llevaron su acción más allá del terreno de las meras relaciones laborales. Se adentraron en la esfera de lo político y lo ideológico. El sindicalismo, especialmente siempre que adoptó tácticas de acción directa (la CNT lo hizo a menudo), encontraba en los poderes públicos la prevención que suscitaban los movimientos internacionalistas. Más represión y más conflicto. Tras la Semana Trágica de 1909, que fue un conflicto eminentemente político, el pragmatismo condujo a los socialistas a abrirse a una eventual colaboración con las fuerzas burguesas representadas por los republicanos. Este acercamiento resultó decisivo para la radicalización de los movimientos anarquistas y anarcosindicalistas, y a que se acelerara la fundación y organización de la CNT como alternativa política con una finalidad inequivocamente revolucionaria.

Ramón Casas. Barcelona 1902

El clima prebélico que se gestó durante casi tres décadas y desembocó en la contienda civil del 36, estaba servido. Pero esa es ya otra historia que la necesaria brevedad de estos artículos nos impide abordar. Quede aquí de momento la sencilla idea que adelantábamos en el título: las izquierdas (en plural) y la derecha monolítica. Ya quedó claro desde la misma guerra y desde las experiencias fallidas de otras latitudes, que el estalinismo tampoco es la solución al problema. Tomen buena nota los izquierdistas neomilenarios que componen la variopinta pléyade del podemos, el ganemos o el ya veremos...

Chico: Un coche y un chofer cuestan demasiado, así que he vendido mi coche.
Groucho: ¡Qué tontería! Yo en su lugar, habría vendido el chofer y me habría quedado con el coche.
Chico: No puede ser. Necesito el chofer para que me lleve al trabajo por la mañana.
Groucho: Pero ¿cómo va a llevarle, si no tiene coche?

Chico: No necesita llevarme, no tengo trabajo…


martes, 5 de mayo de 2015

HIPÓCRATES. CIENCIA, HERENCIA Y COMPROMISO

Hipócrates nació en la isla egea de Cos en 460, y murió en Larisa (Tesalia) en 370 a.C. Considerado universalmente como el padre de la medicina, fundó la escuela hipocrática, primera que confirió a la medicina la categoría de ciencia. Antes de la era hipocrática, los médicos no eran más que simples chamanes o curanderos. Hipócrates introdujo el entonces todavía incipiente método científico en el estudio de las enfermedades y las técnicas curativas. El grueso de sus estudios sobre patología y clínica se recopiló en lo que en latín se llamó Corpus Hippocraticum, si bien se trata de escritos que fueron ampliándose y modificándose a medida que se copiaban durante la edad antigua y buena parte del medioevo.

Sus ideas y opiniones relativas al estudio y la praxis de la medicina perduraron en occidente al menos hasta el Renacimiento. Y hasta nosotros ha llegado el célebre Juramento Hipocrático, aun vigente en sus principios, que todavía en nuestros días se recita al concluir los estudios de medicina en algunos países, y en todo caso, a pesar de su antigüedad, se reconoce como indiscutible el espíritu del texto, que aquí reproducimos:


Juro por Apolo el médico y Esculapio, por Hygeia y Panacea, y por todos los dioses y diosas, poniéndolos de jueces, que este mi juramento será cumplido hasta donde tengo poder y discernimiento. A aquel quien me enseñó este arte, le estimaré lo mismo que a mis padres; él participará de mi mantenimiento, y si lo desea participará de mis bienes. Consideraré a sus hijos como mis hermanos, enseñándoles este arte sin cobrarles nada, si ellos desean aprenderlo. Instruiré a mis hijos, a los hijos del que me enseñó y a los discípulos unidos por juramento, de acuerdo con la ley médica.
Me esforzaré en beneficio de los enfermos. A nadie daré droga mortal, aun cuando me sea solicitada. Mantendré mi vida y mi arte alejado de culpa. No emplearé el hierro ni el cauterio. A cualquier casa que entre, lo haré por el bien de los enfermos, absteniéndome de toda corrupción y lascivia con mujeres u hombres, libres o esclavos. Guardaré silencio sobre todo lo que oiga o vea que no deba ser público, manteniendo el debido sigilo.
Séame concedido gozar de los frutos de la vida y de mi arte, y ser honrado por los hombres, si cumplo este juramento. Que me ocurra lo contrario si lo quebranto.

La medicina es el arte de acompañar a la tumba con palabras en latín. Enrique Jardiel Poncela.