Translate

sábado, 29 de diciembre de 2018

HEDY LAMARR. TALENTO Y BELLEZA





En los años cuarenta Hedy Lamarr reinó en el Olimpo de Hollywood con la autoridad de una verdadera diosa. Esta mujer divina e inalcanzable, pionera del desnudo cinematográfico en su Austria natal, dejó atónitos a los espectadores del mundo entero con su belleza y su talento. ¡Quién sería capaz de imaginar que aquella Dalila sensual fuera también una científica brillante! Es asombroso que nuestros actuales y casi mágicos GPS han sido posibles gracias a la contribución de físicos e ingenieros de varias generaciones, entre los que nuestra diva tuvo un papel destacado.


Es inevitable recordar a Hedy Lamarr cortando  la cabellera de Victor Mature, su Sansón en la mítica película de Cecil B. deMille. Lamarr hizo una Dalila atractiva hasta el extremo, malvada y odiosa. Alternó con los principales galanes de su tiempo, enamoró a Clark Gable y a un buen puñado de productores y mandamases de Hollywood. En Bigotini, desde nuestra Historia del Cine, rendimos emocionado homenaje a Hedy Lamarr, y honramos su recuerdo ofreciéndoos el enlace con un magnífica versión en castellano de Pasión que redime, un film de 1947, injustamente olvidado, en el que la estrella encarna a una mujer triunfadora y fuerte, luchando a brazo partido en un mundo de hombres. Algo difícil de encontrar aun en nuestro tiempo, y definitivamente inexistente todavía en los años en que se rodó la película. Haced clic en la carátula y disfrutad de su presencia, su prestancia, su encanto y su talento.


Próxima entrega: Joan Bennett




miércoles, 26 de diciembre de 2018

MONGOLES, LOS HOMBRES SURGIDOS DEL TÁRTARO



Mientras en Siria y Palestina, los cruzados cristianos y los musulmanes libraban feroces batallas, en Asia Central un nuevo y hasta entonces desconocido terror estaba a punto de entrar en la Historia.
En 1206, Temujin, uno de los jefes guerreros mongoles, consiguió unificar bajo su mando las diversas tribus de su país. Temujin tomó el nombre de Gengis Kan, con el significado de rey universal, y lo interpretó tan al pie de la letra, que se dispuso a ponerlo en práctica. En principio parecía un plan descabellado, puesto que los mongoles debían ser entonces apenas un millón de personas, de las cuales, descontando a mujeres, niños y ancianos, sólo quizá una cuarta parte podían considerarse guerreros.


Estaban rodeados de poderosas civilizaciones con culturas y tecnologías muy superiores. Los guerreros mongoles montaban ligeros ponis peludos, y vivían literalmente sobre ellos. Se alimentaban de leche de yegua y ablandaban la carne colocándola entre la silla de montar y el lomo del potro. Pero el ambicioso Gengis Kan dejó a todos perplejos por su gran capacidad estratégica. Fue el primer militar de la Historia capaz de hacer la guerra a escala continental. Sus jinetes hacían batidas en pequeños grupos distanciados miles de kilómetros, para reunirse en lugares prefijados, mientras se mantenían en contacto mediante diversas señales y mensajeros entre los distintos grupos. Avanzaban a velocidades que no han podido ser igualadas hasta la invención del motor y los vehículos automóviles. Utilizaban el terror como arma, asesinando tanto a guerreros enemigos como a poblaciones enteras cuando les ofrecían la menor resistencia. Antes de su muerte, acaecida en 1227, Gengis Kan había conquistado media China e irrumpido en Persia oriental.


Las matanzas colectivas en Persia y la destrucción de las ciudades acabaron con los cuidados sistemas de irrigación que habían hecho de la región una zona fértil desde hacía tres mil años. Los resultados de esa desertización y consiguiente empobrecimiento, han llegado hasta nuestros días.
A Gengis Kan sucedió su hijo Ogadai Kan, que instauró la capital de su imperio en Karakorum, y en 1236 envió una fuerza expedicionaria contra Europa, que obtuvo sonadas victorias. Cayeron sucesivamente Rusia y Polonia. Los mongoles se llamaban a sí mismos tártaros, lo que contribuyó aun más a sembrar el pánico entre los europeos, para quienes el término Tártaro se asimiló con el Tártaro o infierno de la mitología griega. Cuando estaban a punto de penetrar en el corazón de Alemania, en 1241, se produjo la muerte de Ogadai, y los generales mongoles tuvieron que regresar a Karakorum para elegir a su nuevo Kan. Prusianos y sajones se apuntaron entonces el tanto de la expulsión de los terribles tártaros, pero lo cierto es que si no se hubiera producido la repentina muerte de Ogadai Kan, la Historia europea podría haber tomado otros derroteros bien distintos.


Los líderes tártaros y las diferentes facciones guerreras tardaron una década en ponerse de acuerdo, lo que significó una tregua para el resto de los aterrorizados habitantes de Europa y Asia. Finalmente, en 1251, fue elegido soberano Mangu Kan, nieto de Gengis, que retomó el proyecto de conquista mundial iniciado por el fundador de la dinastía. Afortunadamente para los europeos, Mangu se olvidó por el momento de occidente, centrando sus esfuerzos bélicos en China y en el mundo musulmán. Para combatir al Islam eligió a su hermano Hulagu. Rodeando el mar Caspio, las hordas de Hulagu cayeron primero sobre los ismailíes liderados por el Viejo de la Montaña, los míticos hashishin o fumadores de hachís, término del que deriva la palabra asesinos, y más tarde sobre Mesopotamia, acabando con el poderoso califato abasí de Bagdad. En 1258 Al-Mutasim, el último califa, fue estrangulado según unas versiones, o según otras, pateado hasta morir.


Ogadai encargó a su otro hermano, Kublai, la campaña de China. Kublai la completó con éxito, y cuando en 1259 sucedió a su hermano Ogadai, Kublai Kan se convirtió en el dueño del mayor territorio que jamás ha pertenecido a un solo hombre en toda la Historia. Nada menos que ventiocho millones de kilómetros cuadrados, desde el Pacífico hasta Europa central, constituyeron el vasto Imperio del monarca más poderoso del planeta. En toda su majestad tuvo oportunidad de conocerlo y tratarlo un joven comerciante e intrépido viajero veneciano llamado Marco Polo. Pero esa es ya otra historia. El profe Bigotini hojea de vez en cuando un viejo ejemplar del Libro de las Maravillas, y queda tan maravillado por la grandeza del Imperio mongol como por las fabulosas tierras y gentes que lo habitaron.

El amor eterno dura aproximadamente unos tres meses. Les Luthiers.



domingo, 23 de diciembre de 2018

CANCIÓN DE NAVIDAD



Charles Dickens (1812-1870), el autor de nuestra lectura recomendada de hoy, no sólo fue el más notable novelista en lengua inglesa, sino uno de los más brillantes narradores de la Literatura universal. Como muchos de sus personajes, Dickens tuvo una infancia difícil. Con su padre encarcelado por deudas, su familia conoció el hambre, y pasó por momentos dramáticos. Sin duda las estrecheces de su primera edad marcaron su devenir personal y literario.
Autor extraordinariamente prolífico, Dickens dio a la imprenta un buen número de novelas, que se publicaron por entregas tanto en su país como en América. Este formato folletinesco, tan extendido en la época, contribuyó a que el joven escritor adquiriera la habilidad de concluir cada capítulo con unos puntos suspensivos argumentales que dejaban al lector con ganas de proseguir en la lectura. Pero acaso la causa de su gran éxito popular se sustenta en dos pilares básicos: su sentido del humor y la humanidad de sus personajes.


En efecto, las narraciones de Dickens están impregnadas de un humor limpio y sutil, muy alejado del sarcasmo descarnado de otros autores, y a la vez, cargado de sátira social. Dickens no pierde ocasión de denunciar las sangrantes injusticias de la Inglaterra victoriana, una auténtica jungla en la que los desheredados sobreviven a duras penas en un medio profundamente hostil, sustentado en un cerrado sistema de castas. Y es en este deprimente marasmo de miserias, donde brillan con luz propia unos personajes inmensos, cargados de valor, sentido de la justicia y bondad. Mr. Pickwick, David Copperfield o el basurero de oro, entre otros muchos, son gigantes que se elevan desde el lodo hasta las más altas cimas de la humanidad. En Dickens siempre triunfa el bien, siempre se recompensa el esfuerzo y el sacrificio. Por eso sus valores son eternos. Por eso sigue emocionando al lector dos siglos después.

Hoy quiero traeros (haced clic en la portada) este sencillo Cuento de Navidad o Canción de Navidad, como se ha traducido también algunas veces. Es una narración brevísima que puede leerse en media hora, y que quizá tenéis un poco olvidada. Aunque las versiones cinematográficas y televisivas, infantiles o para adultos, han sido innumerables, la narración original de Dickens no ha tenido tantos lectores como pudiera creerse. Os ofrezco una traducción magnífica, la mejor que he encontrado en la red. No puede haber una lectura más apropiada para estas fechas navideñas, y espero que la disfrutéis tanto como yo. Porque leer a Dickens te impregna de espíritu navideño, y en estos tiempos difíciles (otro de sus grandes títulos), en los que a veces, mirando alrededor o leyendo la prensa, dan ganas de hacer alguna locura, Dickens te reconcilia con el género humano. Feliz Navidad, amigos. Acordaos de este viejo profesor y de su ridículo bigote, cuando estos días disfrutéis de los dulces y brindéis por la paz.




miércoles, 19 de diciembre de 2018

LA REVOLUCIÓN SEXUAL


Según todos los indicios la vida se originó, perpetuó y evolucionó en el seno de los océanos durante centenares de millones de años. Los primitivos seres vivos se desarrollaron con infinita parsimonia hasta que se produjo un acontecimiento capital, que bien puede calificarse de revolucionario: la reproducción sexual. No sabemos a ciencia cierta cómo y cuándo surgió la sexualidad, pero es seguro que las células debían haber alcanzado un cierto grado de organización y complejidad, ya que los organismos unicelulares más primitivos, bacterias y algas azules, todavía lo ignoran casi todo acerca del sexo. Cierto que de vez en cuando bacterias y otros organismos presexuales son capaces de intercambiar material genético. A esta capacidad debe atribuirse principalmente la aparición de la resistencia a los antibióticos.

Pero lo habitual entre los microorganismos es la reproducción asexual. Cada bacteria duplica su ADN, y a continuación se divide en dos bacterias exactamente iguales. Eso es todo. Con ese método, lo que se gana en capacidad reproductora, se pierde en diversidad. De hecho, salvo eventuales mutaciones o los citados intercambios de genes, las estirpes bacterianas no son sino una interminable sucesión del mismo individuo. El problema es que enfrentados a determinados cambios ambientales que resulten adversos, todos esos miles o millones de individuos por completo idénticos perecerán sin que ninguno de ellos posea la menor diferencia con el resto que le confiera alguna ventaja para sobrevivir. Será el fin de toda una raza.


Algunos hacen remontar la aparición del sexo a dos mil millones de años. Su principio es elemental: a partir del momento en que una célula, al dividirse, origina dos, cabe imaginar el proceso inverso, en que dos células al fusionarse producen una sola. En este reencuentro primordial de dos células idénticas, acaso hay que ver un esfuerzo para compensar una debilidad accidental, por ejemplo, una pérdida de sustancia debida a una lesión. O quizá simplemente ha de pensarse en el resultado de un choque, que al romper las membranas, origina una mezcla fortuita de los contenidos celulares.


Pero antes de que surgiera la sexualidad, había aparecido ya otro fenómeno: el de las mutaciones. Al ocurrir bruscamente y de manera imprevisible por efecto de radiaciones o de otras causas, las mutaciones modificaban el programa de las células, e introducían una variación en la homogeneidad de las sucesivas generaciones siempre idénticas, producidas por simple división celular. Cierto día, de la manera más natural, una célula mutada se encontró con una célula inicial de su misma raza. El contacto se estableció entre dos seres diferentes, pero de origen común. Había nacido el sexo. Un encuentro entre dos entidades distintas, capaces de generar un nuevo ser único y diferente de todos los existentes. Naturalmente era imprescindible que las dos células fueran aun muy próximas. Es imposible cualquier acto sexual efectivo entre dos células de razas diferentes, y por extensión, entre dos seres vivos de diferentes especies. No pueden cruzarse un pato y una vaca.


El amanecer de la sexualidad representó una formidable fuente de variaciones e innovaciones. Produjo entre los seres vivos tal grado de diversificación, que ningún individuo es jamás completamente idéntico a sus progenitores. Por poner un ejemplo sencillo, se ha calculado que para una pareja humana, el juego de combinaciones de las células sexuales permite imaginar hasta sesenta y cuatro billones de resultados posibles para cada embrión producido. O sea, que cada uno de nosotros (tú, sin ir más lejos) sólo tiene una posibilidad entre sesenta y cuatro billones de ser como es (de que tú seas como eres). Podemos afirmar pues que todos somos ejemplares únicos, procedentes de un embrión único, con la sola salvedad de los gemelos verdaderos, que proceden del mismo embrión dividido en dos rápidamente, exactamente como habría hecho una bacteria o un alga azul. Afortunadamente las conexiones neuronales que dependen de las experiencias vividas, harán que hasta los gemelos acaben siendo dos personas diferentes. Ahora bien, esta imagen de los gemelos nos proporciona un ligero indicio de cómo sería un mundo asexuado, un mundo estático de seres idénticos e irreconocibles… y por supuesto, un mundo infinitamente menos evolucionado. Sin la extraordinaria fuente de variabilidad que proporciona la sexualidad, es muy probable que el registro biológico no hubiera pasado de los invertebrados más elementales.

Claro está que quien dice variación, dice diferencias en la capacidad de adaptación a los permanentes cambios del medio, capacidad de los individuos más adaptados para superar los obstáculos del camino, y eliminación de los peor adaptados, con toda la crudeza darwinista que ello representa, pero también con toda la increíble riqueza biológica que hemos heredado.
Desde que se produjo esta afortunada revolución sexual, se contradice el célebre dicho, y ya nadie se perpetua en sus hijos. Por el contrario, algunos ancestros se encuentran con descendientes diferentes a los que no se reconoce, a los que ya no se identifica como propios, pues pertenecen a una especie distinta. Hijos que no son nuestros, a quienes no se poseerá jamás, porque todo lo que procede de la sexualidad es fuente de asimetrías, variaciones y diferencias. El sexo es sobre todo, biodiversidad. Algo necesario para vivir un mundo habitable.

Conocí a un tipo que encontró en el armario a tantos amantes de su mujer, que tuvo que divorciarse sólo para tener donde colgar la ropa.  Groucho Marx.




domingo, 16 de diciembre de 2018

EL CEREBRO TRIPLE O EL LAGARTO QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO



Hace unos quinientos millones de años coleaban por esos mares unos vertebrados pisciformes, cuyos cerebros poseían ya las mismas divisiones cerebrales básicas que tienen todos los vertebrados modernos, incluidos nosotros mismos. Eso sí, las proporciones de estas tres regiones cerebrales y su importancia, eran ostensiblemente distintas a las nuestras.

Paul MacLean, uno de los más brillantes especialistas en evolución cerebral, llevó a cabo minuciosos estudios sobre el comportamiento de un amplio abanico de especies animales, y su relación con la excitación de las diferentes zonas del cerebro. Basándose en estas experiencias MacLean elaboró un sugestivo modelo de la estructura y evolución cerebrales. Afirmó que estamos obligados a examinarnos a nosotros mismos y al mundo en general, a través de tres mentalidades muy distintas, en dos de las cuales no interviene la facultad del habla. Siguiendo siempre su teoría, el cerebro humano equivale a tres computadores biológicos interconectados, cada uno de los cuales posee su peculiar y específica inteligencia, subjetividad y sentido del tiempo y del espacio, así como sus propias funciones de memoria, motrices y de todo tipo. Las tres partes se distinguen muy bien tanto por su estructura y configuración neuroanatómica, como por su funcionalidad y hasta por su química, ya que contienen proporciones muy dispares de sustancias como dopamina o colinesterasa.


La porción más primitiva del cerebro humano comprende la médula espinal, el llamado cerebro posterior (protuberancia anular más médula oblonga), y el cerebro medio o mesencéfalo. El conjunto se conoce como complejo reptiliano o complejo R, y alberga los mecanismos neurales básicos de la reproducción y la autoconservación, regulación del ritmo cardiaco, de la respiración, de la circulación sanguínea, y en definitiva del conjunto de mecanismos esenciales para la vida y el funcionamiento “automático” de cualquier ser vivo. En el cerebro reptiliano radican los instintos, las formas más elementales de comportamiento. En los primeros meses de la vida de cualquier ser humano, esta área predomina sobre las demás, condicionando gestos, actitudes y el conjunto del comportamiento del recién nacido. Se desarrolló hace varios centenares de millones de años. MacLean demostró que el complejo R desempeña un importantísimo papel en la conducta agresiva, la territorialidad, los actos rituales y el establecimiento de jerarquías sociales.

Rodeando al complejo reptiliano se halla el sistema límbico, probablemente originado hace más de ciento cincuenta millones de años. En el sistema límbico se gestan las emociones. Descargas eléctricas en esta región, pueden producir síntomas similares a los causados por las drogas psicodélicas y alucinógenas. El sistema límbico controla la hilaridad, el miedo, y un amplio abanico de sutiles emociones que solemos considerar erróneamente como privativas del hombre, pero que se hallan presentes en muchos mamíferos. No os engañéis, un perro es también capaz de ofrecer amor o de experimentar la dolorosa herida del rechazo o el abandono. La pituitaria, glándula que domina y regula nuestro sistema endocrino, forma parte esencial de la región límbica. También se encuentra en esta zona la amígdala cerebral, cuya excitación provoca experimentalmente  impulsos agresivos y de terror. Existen además importantes indicios para considerar que las bases del comportamiento altruista residen en esta región. Acaso la parte más primitiva del sistema límbico es la corteza olfativa, que se relaciona muy íntimamente con la atracción sexual. El hipocampo, que también forma parte de la región, es fundamental en nuestra capacidad de retención y evocación de sucesos pasados. Lesiones a este nivel provocan pérdidas de memoria.

La parte más moderna de nuestro cerebro es el neocórtex. En nuestra especie representa con gran diferencia la parte principal de la masa cerebral. También está muy desarrollado en otros mamíferos, particularmente en los delfines y por supuesto, en los distintos géneros de primates. Nuestra capacidad para leer, escribir, levantar mapas, orientarnos en el espacio tridimensional y valernos de los símbolos, radica sin duda en el neocórtex.
Ya veis pues que las divisiones están claras. Complejo R: instintos; sistema límbico: emociones; neocórtex: pensamiento abstracto. Pero cuidado con equivocarse, nuestro cerebro se apoya en las tres regiones, y las tres nos son absolutamente necesarias. Habrá quien sostenga que el Quijote se escribió, la Gioconda se pintó, o la Sinfonía Heroica se compuso gracias al neocórtex. Sin embargo, pensad en qué quedarían estas grandes obras y muchas otras, si estuvieran por completo desprovistas de intuiciones, de emociones…


Un consejo del anciano profesor: por mucho que la vida os zarandee, no renunciéis jamás al niño, incluso al animal (dicho sea con el mayor cariño) que llevamos dentro. Ambos son esenciales para sobrellevar con dignidad la condena a la felicidad que a todos se nos impone desde el nacimiento.


La estupidez es un fenómeno mucho más interesante que la inteligencia. Mientras que la inteligencia tiene sus limitaciones, la estupidez  puede ser infinita.  Albert Einstein.




miércoles, 12 de diciembre de 2018

TBO, LAS TRES LETRAS INICIALES DE LOS SUEÑOS INFANTILES



Tres letras que llenaron nuestra infancia de momentos felices. El 11 de marzo de 1917 apareció el primer número de este semanario mítico, impreso en el taller barcelonés de Arturo Suárez. Costaba la prodigiosa cantidad de cinco céntimos, y en sus primeros números imitaba a la revista cómica En Patufet, con un chiste a toda página en la portada, que era lo que se llevaba en el resto de las revistas españolas, y un solo color: el azul. Pocos meses más tarde la publicación adoptó su formato definitivo con una historieta completa en la portada y el añadido de varios colores más. De esta manera el TBO se convirtió en lo que después todos llamaríamos un tebeo, palabra que en español define a las revistas de historietas infantiles oficialmente desde 1968, en que la admitió la RAE, aunque se venía empleando normalmente por los hablantes desde prácticamente la aparición del TBO.

Como curiosidad, digamos que esas tres letras T-B-O, proceden de la portada de una inexistente publicación que dio título a una revista musical de 1909 tan exitosa como efímera. Los principales editores del TBO fueron Buhigas, Estivill y Viña. En las páginas del TBO de los primeros años aparecieron firmas internacionales tan ilustres como las de George McManus y Otto Soglow, y firmas nacionales de artistas prodigiosos: Castanys, Benejam, Coll, Nin, Urda, Muntañola, Blanco, Ayné, Sabatés, Moreno, Bernet Toledano, Raf... A la mayoría de ellos dedicaremos algún espacio en esta Historia de la historieta nuestra.

Tenía el TBO, nuestro entrañable TBO, historietas y personajes inolvidables: La familia Ulises, Melitón Pérez, Morcillón y Babalí, Angelina y Cristóbal, Josechu el vasco, Joaquinete y su chupete, Altamiro de la Cueva... y Los Grandes Inventos del TBO con aquellos artilugios complicadísimos, habitaciones repletas de mecanismos y poleas destinadas a rascarse la espalda o a mecer la cuna del bebé, magníficos trabajos medio de humorista, medio de ingeniero, que llenaron de fantasía los ratos de ocio de millones de niños y de no tan niños. Color y risas en aquella España descolorida y triste.

El último número se publicó en 1988, aunque después se han hecho diversas reediciones y recopilaciones. Emocionados y agradecidos, como en la vieja canción, Bigotini et moi guardamos un respetuoso silencio por este añejo decano de la historieta española, y dejaremos que hablen por sí mismas unas cuantas páginas y fragmentos que reproducimos aquí con la debida veneración. Continuaremos...



















domingo, 9 de diciembre de 2018

ROSALIND RUSSELL, UNA DAMA DIVERTIDA




Rosalind Russell, una de las damas más elegantes de Hollywood, comenzó su carrera dramática allí donde se fraguan los éxitos de los grandes intérpretes, sobre las tablas de los escenarios neoyorquinos. En el luminoso Broadway de los años veinte la Russell se hizo un nombre en las carteleras y un lugar en el estrellado cielo de las actrices de talento. Luego llegarían los platós californianos del Hollywood de la edad dorada. En los treinta fue subiendo peldaño a peldaño hasta alcanzar la cima en aquella inolvidable Mujeres del inolvidable Cukor, junto a Norma Shearer, junto a Olivia de Havilland, junto a Joan Crawford, entronizada entre las mejores de su tiempo, entre las reinas de la pantalla...
Y después de aquella apoteosis, Rosalind Russell nos obsequió con Luna Nueva, monumental obra de Howard Hawks, donde la Russell se mostró como una diosa: elegante, pícara, decidida y divertidísima, dando la réplica con solvencia a aquel Cary Grant que ya entonces se hallaba en la cúspide de la comedia. Algo inolvidable.
Aquí en casa Bigotini adoramos a Rosalind Russell. Os dejamos un enlace (clic en la imagen) para disfrutar unos minutos de un montaje en música e imágenes de sus mejores momentos ante las cámaras. Que os aproveche.

Próxima entrega: Hedy Lamarr



miércoles, 5 de diciembre de 2018

PROYECTO ISLERO, EL SUEÑO ATÓMICO DE FRANCO


Cuando en 1956, tras la independencia de Marruecos, se creó cierta tensión entre el recién nacido reino magrebí y la España franquista, nació el embrión de aquel casi desconocido Proyecto Islero (por el toro que mató a Manolete), que fue llevado en secreto por sus principales actores. Fueron el propio dictador y el mariscal Carrero Blanco, que ya entonces comenzaba a ser su principal hombre de confianza, quienes encargaron a Guillermo Velarde, brillante ingeniero y oficial del ejército del aire, los trabajos que condujeran nada menos que a obtener la bomba atómica. Si tales trabajos hubieran llegado a término, la España del general se habría convertido en la quinta potencia atómica tras los Estados Unidos, la URSS, Francia y la República Popular China.
La ventaja inicial es que no se partía por completo de cero. Apenas unos meses antes, en 1955, Franco había firmado con USA un acuerdo de cooperación nuclear dentro del programa Átomos para la Paz, que permitiría al régimen inaugurar el Centro de Energía Nuclear Juan Vigón en la Ciudad Universitaria madrileña.


Los trabajos progresaron a buen ritmo. Velarde cuenta en sus memorias que los diferentes equipos participantes no se conocían entre sí, y desconocían también el objetivo final. Con una asombrosa intuición, los ingenieros españoles apostaron por el plutonio enriquecido como materia prima. El plutonio-239, que representa casi el 95% de una bomba atómica de esta base, podía conseguirse en un reactor pequeño con un coste relativamente bajo. Velarde confiaba plenamente en la capacidad de los miembros de su equipo, y confiaba con razón. Además el proyecto se benefició de una providencial e inesperada ayuda del cielo. En 1966 se produjo el célebre accidente de Palomares, en el que una imprudente maniobra de los aviones americanos hizo caer en la costa almeriense varias bombas nucleares. Lo que pudo haber sido una gran tragedia, quedó en un simple susto del que la opinión pública recordaría años después el propagandístico baño de Manuel Fraga. Lo cierto es que antes de que los militares estadounidenses llegaran a la zona, los buceadores españoles consiguieron sacar a la superficie un conjunto de materiales y mecanismos que resultaron esenciales para completar el proyecto.


Velarde estaba seguro entonces de poder concluir el encargo con éxito en muy pocos meses, cuando ese mismo año de 1966 recibió del caudillo la orden expresa de posponer indefinidamente el proyecto. Franco estaba convencido de que antes o después sería imposible mantenerlo en secreto, y literalmente España no estaba en condiciones de soportar otras sanciones económicas. Permitió, eso sí, que las investigaciones siguieran adelante desligadas de las Fuerzas Armadas, y por el momento se comprometió a no firmar ningún acuerdo internacional para prohibir las armas nucleares. Cuando en julio de 1968 medio centenar de países firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear, España no estuvo entre ellos. En la Junta de Energía Nuclear (JEN) se instaló el primer reactor nuclear capaz de producir plutonio enriquecido, y comenzó a producirlo apenas unas semanas más tarde. En la central de Vandellós, de tecnología francesa, se podría obtener plutonio en mayores cantidades. En 1971, por orden expresa del general Díez Alegría, entonces jefe del Alto Estado Mayor, y respaldo decidido del mariscal Carrero Blanco, el hombre fuerte del agonizante régimen franquista, el Proyecto Islero puso en marcha su fase final. La idea de una España nuclear iba tomando forma, y se barajaba la opción del desierto del Sahara, para realizar las primeras pruebas.


Dos años después, en 1973, Carrero Blanco fue elevado por Franco al cargo de presidente del Gobierno, y al final de ese mismo año, el 20-D de 1973, fue elevado de muy distinta manera a los cielos madrileños con vehículo y todo. Todo el mundo recuerda la proximidad del lugar del atentado a la embajada americana, tan fuertemente custodiada. Se ha especulado mucho con la idea, si no de la participación activa, si al menos del consentimiento tácito por parte de la CIA de la actividad de los etarras cavando túneles en el barrio durante meses. Lo que acaso ha pasado más inadvertido es el hecho de que la jornada anterior a la muerte de Carrero, el mariscal mantuvo una larguísima y tensa entrevista con Henry Kissinger, el secretario de Estado norteamericano. En ella la cuestión nuclear se trató extensamente, sin que ambos interlocutores pudieran llegar a ningún acuerdo. Ate cabos quien tenga afición a las conspiraciones.


Tras el vuelo de Carrero y la muerte de Franco el Proyecto siguió aun adelante. Primero con la bendición de Carlos Arias Navarro, se consiguió que el Centro de Investigación Nuclear de Soria estuviera en condiciones de fabricar 140 kilos de plutonio al año, cantidad suficiente para construir veintitrés bombas. Ya en la Transición, y a pesar de las presiones que se produjeron durante la presidencia de Jimmy Carter, Adolfo Suárez siguió patrocinando discretamente el Proyecto. Las presiones internacionales (fundamentalmente americanas) se incrementaron con la amenaza de inspeccionar el reactor de Vandellós 1. El golpe de Estado del 23-F de 1981, terminó de dar la puntilla al revoltoso Islero. Un mes después del golpe el gobierno de Calvo Sotelo aceptó las condiciones de Estados Unidos y sometió sus instalaciones nucleares al control de la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Ya en 1987, durante el gobierno de Felipe González, España firmó finalmente el Tratado de No Proliferación, como parte de su integración en la Comunidad Económica Europea. Islero fue enganchado a las mulillas y arrastrado camino del desolladero. Concluyó así la aventura nuclear española. Murió el sueño atómico de Franco. Nuestro profe Bigotini, que no es partidario de enriquecer plutonio y no es capaz de enriquecer ni siquiera su patética cuenta corriente, se consuela enriqueciendo sus guisos con algún concentrado de caldo. Amigos, ¡cuán admirable es la modestia de los grandes hombres!

Nadie puede calcular cuántas idioteces de los políticos se habrán evitado por falta de dinero. Enrique Jardiel Poncela.