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martes, 30 de junio de 2020

TRIBUNOS DE LA PLEBE. LA PRIMERA HUELGA DE LA HISTORIA


Ya dijimos en alguna entrega anterior que la ciudadanía romana durante los primeros tiempos de la República, sólo alcanzaba a las dos órdenes senatoriales: patricios y caballeros, o lo que es lo mismo, los nobles y los ricos. El resto de la gente, los plebeyos, carecían por completo de derechos políticos. La plebe era la mano de obra en tiempos de paz y la tropa en tiempos de guerra.
En 494 a.C., catorce años después de la proclamación de la República, Roma fue atacada por varias de las ciudades vecinas. Se perdieron las conquistas conseguidas durante la monarquía de los Tarquinos, y a punto estuvo la misma urbe de caer en manos de sus enemigos. Si siguió permaneciendo libre fue gracias al esfuerzo precisamente de la plebe, que perdió en la lucha a millares de sus hijos.


Al concluir la contienda, los plebeyos se encontraron en condiciones desesperadas. Muchos habían perdido los campos que quedaron en territorio enemigo, y todos para mantener a sus familias, se cargaron de deudas. Quienes no pudieron pagarlas se convirtieron en esclavos de sus acreedores, que podían encerrarlos, venderlos o matarlos. Quisieron reclamar justicia, pero no tenían voz en los comicios centuriados, manejados por las órdenes dominantes. Así que en las calles de Roma comenzó la agitación. Pedían la anulación de las deudas, un nuevo reparto de tierras y el derecho a elegir magistrados propios. Los patricios y los équites hicieron oídos sordos a esas demandas, y entonces al parecer de forma espontánea, se produjo la que probablemente sea la primera huelga de la Historia.

Los plebeyos se concentraron en masa en el Monte Sacro, jurando que no darían un solo bracero a la tierra, ni un obrero a la industria, ni un soldado al ejército. La última negativa era la más grave, porque desde los vecinos montes Apeninos, hordas de enemigos amenazaban la precaria paz recientemente conseguida. El Senado, con el agua al cuello, envió a los sublevados embajada tras embajada, sin que ninguna de ellas surtiera el menor efecto.
Finalmente, el Senado capituló. Canceló las deudas, restituyó la libertad a quienes por ellas habían caído en la esclavitud, y concedió el nombramiento de dos tribunos de la plebe y de tres ediles que serían elegidos anualmente por los plebeyos. Aquella fue la primera gran conquista del proletariado romano, que adquirió el instrumento legal para alcanzar otras a través de la justicia social, de manera que aquel año glorioso de 494 merece figurar con letras de molde en la historia de la lucha por la democracia y las libertades.

Con el retorno de los plebeyos se hizo posible volver a poner en campaña a las legiones, contra la amenaza de los volscos y los ecuos. En los primeros combates de aquella larga guerra, se distinguió de manera especial un patricio llamado Cayo Marcio Coriolano, un conservador intransigente que se oponía de forma beligerante a la plebe, e impidió la distribución de trigo a la gente hambrienta. Los tribunos de la plebe ejercieron sus funciones y consiguieron que Coriolano fuera desautorizado por el Senado y relevado del mando del ejército. La respuesta de aquel soberbio noble fue pasarse al enemigo, al que condujo, victoria tras victoria, hasta las mismas puertas de Roma. Sólo su madre, enviada por el Senado, consiguió suplicándole arrodillada, hacerle desistir. Coriolano fue asesinado por los ecuos, que le consideraron traidor, lo mismo que sus paisanos romanos. La dramática historia de Coriolano inspiró siglos después al inmortal William Shakespeare la magnífica tragedia que lleva ese título.


La institución de los tribunos de la plebe se mantuvo activa durante todo el periodo republicano. Constituyeron una especie de precursores de los defensores del pueblo en las democracias modernas. Tribunos de la plebe famosos fueron mucho más tarde los hermanos Gracos, Cayo y Tiberio Sempronio Graco, que pasaron a la Historia como unos de los más grandes adalides de la justicia social. Pero esa ya es otra historia. El profe Bigotini por el momento se cansa de escribir, y además se siente urgido por la maldita próstata. Seguiremos…

Hace ya tres meses que me apunté a un gimnasio, y desde entonces no he conseguido adelgazar ni un solo gramo…
…voy a tener que ir personalmente a ver qué demonios pasa.




sábado, 27 de junio de 2020

DINO BUZZATI, EL PERIODISTA QUE NO QUERÍA SER ESCRITOR



Dino Buzzati nació en 1906 en Belluno, una localidad del Véneto, en el seno de una familia acomodada y culta. Su padre, Giulio Cesare Buzzati era profesor universitario y su tío materno, Dino Mantovani, de quien heredó el nombre de pila, un escritor célebre en su tiempo. El joven Dino manifestó ya desde la infancia afición por la escritura y por las artes. Además de escritor fue un notable dibujante e ilustrador. También estudió violín y piano, y en sus años mozos destacó en el deporte del montañismo.
Comenzó a ejercer el periodismo en el diario conservador Il Corriere della Sera, cabecera a la que permaneció fiel durante toda su carrera profesional. Durante la etapa fascista, fue enviado especial del Corriere en Addis Abeba (1939), en medio de la aventura colonial de Mussolini en Abisinia. En 1940 mientras trabajaba como reportero de guerra en el crucero Río, publicó su tercera novela, considerada por la crítica la mejor de su producción literaria: El desierto de los tártaros, una clarividente metáfora de los horrores de la guerra que entonces apenas habían comenzado.

Entre 1933 y 1971 escribió un importante número de relatos y novelas breves, muchos de ellos publicados en primera instancia en la sección literaria de su diario, y recopilados más tarde en diferentes colecciones y antologías. Obtuvo diversos premios y galardones, tanto en Italia como en el resto de Europa. A los sesenta años se casó por vez primera con Almerina Antoniazzi, y en esa etapa publicó su novela Un amor (1963), que recogiendo su experiencia autobiográfica, analiza el fenómeno amoroso en el otoño de la vida.

Otras novelas notables de Buzzati son La famosa invasión de Sicilia por los osos (1945) y El gran retrato (1960), una pieza de ciencia-ficción con toques surrealistas. En su obra se aprecian influencias de Kafka, muy patentes sobre todo en El desierto de los tártaros. También son evidentes sus guiños al surrealismo y al existencialismo, comparte similitudes de estilo con autores como Camus, Sartre o Wilcock.
Curiosamente Dino Buzzati jamás se consideró escritor, definiéndose siempre como simple periodista. Una modestia que tuvieron que contradecir lectores y críticos.

Como dibujante, ilustrador y hasta pintor, Buzzati puede encuadrarse en el movimiento surrealista, con tendencia manifiesta hacia el cómic, los fumetti, como se llaman en Italia, fueron siempre para él, motivo de inspiración. Hoy en nuestra sección literaria, traemos la versión digital de uno de sus más importantes relatos breves, acaso el mejor de ellos, que dio título a la primera colección de cuentos que publicó. Se trata de Los siete mensajeros (1942). Haced clic en la portada y disfrutad la fluida prosa de Dino Buzzati, un escritor de raza y de talento.


No hay nada más ingrato que escuchar una verdad que no nos gusta. Dino Buzzati.






martes, 23 de junio de 2020

VEO, VEO. LA FUERZA DEL EROTISMO Y LA PORNOGRAFÍA



En el conjunto del reino animal, los sentidos actúan como palancas capaces de estimular el deseo sexual. El tacto, el oído, el olfato, resultan esenciales para despertar el instinto reproductivo en multitud de especies. Si nos ceñimos a la nuestra, aun admitiendo que todos los demás intervienen en la excitación, ninguno tan importante como el de la vista. Ya vimos en anteriores entregas, que entre los simios son cruciales determinadas señales visuales relacionadas tanto con los genitales, que en algunos casos incluso cambian de color, como con los caracteres sexuales secundarios. Para los hombres y las mujeres resulta estimulante la visión de un escote generoso o de un torso musculoso, por poner nada más un par de ejemplos.

Desde tiempos antiguos se conocen representaciones gráficas por ejemplo de los genitales, ya desde las más primitivas pinturas parietales del periodo prehistórico. Las llamadas venus primitivas, plasmadas en la roca o esculpidas en piedra, hueso y otros materiales, exhiben pechos, nalgas y vulvas prominentes. Tanto en el arte clásico como en el moderno, abundan los temas eróticos que han resistido, desafiando durante siglos las censuras de moralistas y de autoridades religiosas. Ya en época contemporánea, la aparición de expresiones artísticas como la fotografía, el cine o el cómic, también han reservado un espacio destacado a las imágenes eróticas y pornográficas, veladas o sutiles unas veces, y otras veces explícitas.

Hoy día contamos con abundantes experimentos en este terreno. Los sexólogos han sometido a diversos voluntarios de ambos sexos a la visión de imágenes en las que se muestra sexo, y en todos los casos sin excepción se producen respuestas inequívocas, de erección en los varones y de lubricación vaginal en las mujeres. La intensidad de las respuestas está en todos los casos, en función de la fuerza de las imágenes, y con independencia de la tendencia sexual de los observadores masculinos o femeninos objetos de esos estudios. Que las imágenes eróticas o pornográficas adecuadas en cada caso, son capaces de excitar a quienes las contemplan, es un hecho incontrovertible. Curiosamente, en alguna de esas experiencias en que se valoró el rechazo inicial por parte de algunos de los sujetos a este tipo de estímulos, generalmente por motivos religiosos o morales, se comprobó que precisamente entre esas personas se producía un mayor grado de estimulación en porcentajes a veces significativos. De ello se deduce que la estimulación visual no sólo funciona, sino que además tiende a ser más efectiva cuando entran en juego  tabúes o prohibiciones socialmente impuestas.


La floreciente y lucrativa industria del porno, que desde hace décadas viene produciendo material en revistas, cine o videos, unas veces de forma legal, otras, según las diferentes sociedades, de forma clandestina o encubierta, y que en los últimos años ha experimentado a través de internet y de las distintas redes, un auge sin precedentes, conoce a la perfección y explota la enorme influencia que ejerce su producto sobre sus clientes y consumidores habituales.
Ocurre un curioso fenómeno que se da en la totalidad de las sociedades actuales. Y es que los consumidores habituales de pornografía son mayoritariamente hombres. La mujer en general, se asoma al porno de manera esporádica y casual. Este hecho es a nuestro juicio, la causa de que la práctica totalidad del material pornográfico que se produce en el mundo, vaya destinado al cliente varón, algo que influye en los contenidos de forma decisiva.


En efecto, con muy escasas excepciones, los contenidos, los guiones, si es que es lícito emplear el término, son monótonamente repetitivos. Muchas veces presentan a la mujer como un mero objeto, abundando imágenes y situaciones de sometimiento, degradación femenina y hasta de abuso, que a menudo rayan lo delictivo, cuando no incurren directamente en el delito. Se transmiten mensajes en ocasiones muy peligrosos, sobre todo para los consumidores más jóvenes, con el riesgo real de que muchachos poco formados trasciendan esas fantasías y pretendan erróneamente que las relaciones entre hombres y mujeres discurran en la vida real por los enfermizos derroteros que están acostumbrados a contemplar en la pantalla. Otro motivo más de peso para que padres, madres y educadores responsables procuren transmitir a sus hijos y educandos valores de igualdad y de respeto, y para estar al corriente de qué es lo que miran los chicos durante horas en sus ordenadores personales y dispositivos móviles. El bueno del profe Bigotini tiene mucha experiencia en estas cosas. Una vez de jovencito le vio un tobillo a la bella Chelito, y pasó varias semanas sin poder pegar ojo.

-Ay, qué disgusto, le he encontrado a mi marido una revista porno.
-Hija, no te lo tomes a pecho y trata de pasar página.
-Imposible, mamá, están todas pegadas.




sábado, 20 de junio de 2020

JOSEPH FOURIER Y LA TRANSFORMADA QUE TRANSFORMÓ LAS MATEMÁTICAS



Nacido en Auxerre en 1768, Joseph Fourier era hijo de un sastre. Fue el décimo de trece hermanos más otros tres hermanastros. Con semejante prole, puede suponerse que la familia no dispusiera de demasiados recursos. Quedó Joseph huérfano a los diez años, y fue adoptado por Joseph Pallais, el organista de la iglesia, que le enseñó las primeras letras y le educó en las ideas revolucionarias de Rousseau. Estudió el joven Fourier con los benedictinos, una escuela religiosa que en ese tiempo fue convertida por Luis XV en academia militar. Allí, a partir de los catorce años, se formó en música, idiomas, matemáticas y álgebra, lo que le disuadió de seguir la carrera religiosa, inclinándole al estudio de las ciencias.

Fourier participó activamente en la Revolución. Los diferentes avatares políticos le situaron a un paso del patíbulo, pero la caída de Robespierre le salvó de la guillotina. Ingresó después en la Escuela Superior Normal de París, donde tuvo como profesores entre otros nada menos que a Joseph Louis Lagrange y a Pierre Simon Laplace. Pronto destacó la brillantez de Fourier, lo que le valió una cátedra en la prestigiosa Escuela Politécnica. En 1798 participó en la expedición a Egipto de Bonaparte, en la que dirigió la exploración del Alto Egipto. Fue íntimo del general Kléber y de Jean-François Champollion. Napoleón le nombró prefecto de Isère, ingresó en la Academia de Ciencias francesa y en 1822 ascendió a secretario perpetuo de las secciones de física y matemáticas. Falleció en París en 1830, cuando contaba sesenta y dos años.

En cuanto a su legado científico, Fourier fue quien desarrolló los modelos matemáticos y las ecuaciones de la termodinámica. En 1822 publicó su Teoría Analítica del Calor, solucionando la ecuación mediante series trigonométricas, estableciendo la representación de cualquier función como series de senos y cosenos, que conocemos como series de Fourier. A él hay que atribuir la paternidad del concepto de efecto invernadero de la atmósfera terrestre.


Pero sin duda el mayor de sus hallazgos matemáticos es la transformada de Fourier, que se emplea para convertir señales convencionales de intensidad y frecuencia determinadas en una función periódica. Su utilidad práctica ha sido decisiva en muchos campos, como el de la electromedicina. En un electrocardiograma o un electroencefalograma, por ejemplo, una serie de señales eléctricas de bajo voltaje, pueden traducirse en unas gráficas susceptibles de ser interpretadas por los especialistas.
Quien escribe estas líneas tuvo oportunidad de estudiar hace años tanto la transformada de Fourier como la de Laplace, lo que constituye un motivo adicional más para que desde este bigotiniano foro honremos como merece la memoria de aquel gran hombre de ciencia.

-Disculpe, ¿quién preside esta Asociación de Expresiones Obsoletas?
-El menda lerenda pa servir a Dios y a usté.




martes, 16 de junio de 2020

K-HITO, UN RENACENTISTA EN LOS TEBEOS



Nacido con el prosaico nombre de Ricardo García López, este jienense de Villanueva del Arzobispo (1890), adoptó el seudónimo de K-Hito para encumbrarse al trono imperial del humor gráfico, parodiando al emperador japonés Hiro-Hito. Fue todo un talento renacentista, prodigándose no solo como dibujante cómico, sino como editor, cineasta, cronista taurino y escritor adscrito por derecho propio a la generación literaria del 27.
Amigo del poeta alicantino Gabriel Miró, colaboró con él en diversas publicaciones. K-Hito fue el dibujante del Diario de Valencia, y realizó historietas e ilustraciones para semanarios como Pinocho, La Traca o El Chorizo Japonés. Creó diferentes personajes cómicos, y dos de ellos, Macaco y Gutiérrez, darían lugar más tarde a sendas revistas con esos títulos. Durante la etapa republicana produjo y dirigió algunos filmes, entre los que destacan La vampiresa Morros de Fresa (1932) y la comedia Francisca, la mujer fatal, de 1934. Fue crítico taurino y gran amigo de figuras del toreo como Manolete o Carlos Arruza.
Como dibujante e historietista destacó por su facilidad para la caricatura y por su humor fresco y chispeante, desprovisto casi siempre de maldad o segundas intenciones. Falleció en Madrid en 1984. En nuestro repaso bigotiniano a la historia de la historieta, traemos un manojo de ilustraciones de K-Hito, un emperador de la risa. Espero que os diviertan.

















sábado, 13 de junio de 2020

FRED ZINNEMANN, EL JUDÍO CASCARRABIAS



Este judío vienés reconvertido en americano por los avatares bélicos de la vieja Europa, fue uno de los talentos más eminentes de la cinematografía mundial. Íntimo amigo de su paisano Billy Wilder, Fred Zinnemann renunció al cetro de la comedia en favor de Wilder, para centrarse en el drama, género para el que siempre estuvo especialmente dotado.
Con Solo ante el peligro, falso western y película de culto ya desde su estreno, se ganó fama de rojo. El hecho de elegir para el papel protagonista a Cooper que poco antes había encarnado a un brigadista en Por quién doblan las campanas, y el mismo guión, una pieza literaria de primera en la que algunos quisieron ver una metáfora de la caza de brujas con la que el maccarthismo aterrorizó a Hollywood, le situó en el punto de mira de la cruzada anticomunista que como un tsunami anegó la industria aquellos años.

Justo después, en De aquí a la eternidad, alegato antimilitarista ya sin ningún disimulo, Zinnemann no hizo sino incrementar aun más las sospechas. Se ganó tantos enemigos que las grandes productoras comenzaron a cerrarle una a una, la puerta en las narices. Pero para entonces era ya demasiado tarde, Fred Zinnemann, el malhumorado judío vienés, había dejado para siempre en la Historia del Cine la huella imperecedera de su descomunal genio.
Os dejamos el enlace (clic en la foto) con un videomontaje que repasa las mejores películas de este gran cineasta. Que lo disfrutéis.

Próxima entrega: Jean Simmons



martes, 9 de junio de 2020

SPQR. LA REPÚBLICA DE ROMA


Senatus Populos-Que Romanorum, el senado y el pueblo de los romanos, SPQR, esta era la inscripción que figuraba en los monumentos y las siglas marcadas en los estandartes de las legiones, desde el 508 a.C., año en que fue fundada la República. El senado era la asamblea de notables, y el pueblo…, bueno, el pueblo no era en aquel primer periodo republicano lo que actualmente solemos entender por pueblo. El término no incluía a toda la ciudadanía, sino exclusivamente a las dos órdenes principales, la de los patricios y la de los équites o caballeros.
Los patricios eran la aristocracia descendiente de los patres fundadores de la urbe. Dice Tito Livio que Rómulo había elegido a cien cabezas de familia que le ayudaron en la construcción de la ciudad. Los patricios acapararon las mejores casas y los más fértiles campos en las tierras circundantes. Llevaban con orgullo los nombres familiares de los fundadores: Julio, Emilio, Valerio, Manlio, Cornelio, Fabio, Horacio…

Durante el reinado de Servio Tulio, entre los plebeyos emergió una nueva clase, una alta burguesía enriquecida en el comercio y la industria, que formó el orden ecuestre. Al caer Tarquino el Soberbio e instaurarse la República, los patricios comprendieron que no podrían ejercer el poder de forma efectiva sin contar con el apoyo de esta clase emergente cuya principal aspiración consistía en llegar a formar parte de la aristocracia.
Para ello los équites no vacilaban en pagar de su bolsillo los cargos oficiales que se les confiaban. Los patricios, por su parte, se hacían pagar espléndidamente cualquier favor. Por ejemplo, cuando aceptaban como esposa a la hija de un caballero, exigían dotes astronómicas. Cuando un caballero lograba convertirse en senador, no se le aceptaba como pater, sino como conscriptus, de manera que el senado albergaba a patres et constripti, patricios y conscriptos.


Así que el resto de los romanos engrosaba las filas de la plebe: artesanos, pequeños comerciantes, empleados y libertos, es decir, esclavos liberados o manumitidos. Los hijos y descendientes de libertos eran los libertinos, gentes que al decir de los aristócratas más conservadores, se comportaban con un descaro impropio de sus humildes orígenes, llevando muchas veces una vida disoluta, de donde deriva la acepción más usual entre nosotros del término libertino.
Los primeros cónsules de la recién nacida República fueron Lucio Junio Bruto, que había derrotado a Tarquino el Soberbio, el último rey, y Colatino, un hombre ya viejo y por completo carente de aspiraciones políticas. Al renunciar Colatino a su cargo, le sustituyó Publio Valerio, que pasaría a la historia con el sobrenombre de Publícola, es decir, el amigo del pueblo.


En efecto, a Publio Valerio se debe la gran mayoría de las leyes básicas que permanecieron inalteradas durante la totalidad del periodo republicano. Entre otras que pretendían reforzar la democracia, estaba la condena a muerte para cualquiera que intentase adueñarse de un cargo sin la aprobación del pueblo. Concedía a todos el derecho de matar, aun sin proceso previo, al que pretendiera proclamarse rey o dictador. Naturalmente, se produjeron excesos. La norma permitió unas veces al senado, y otras a quienes supieron intrigar astutamente, librarse de diferentes enemigos incómodos con la excusa de declararles desviacionistas o enemigos de la patria. También se deben al Publícola la mayor parte de los signos exteriores que componían la liturgia y el ceremonial del régimen republicano, incluidos los fascios que muchos siglos más tarde se harían tristemente célebres bajo la férula de Benito Mussolini. Pero esa, como a menudo dice nuestro profe Bigotini, ya es otra historia.

La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez. Winston Churchill.




sábado, 6 de junio de 2020

CRISTÓBAL DE CASTILLEJO, LIBERTINO Y MISÓGINO



Cristóbal de Castillejo nació en Ciudad Rodrigo, Cáceres, en 1490. Siendo todavía un muchacho, sirvió como paje al archiduque Fernando de Habsburgo en la corte de Fernando el Católico. Ingresó luego en el convento cisterciense de San Martín de Valdeiglesias, y en 1525 abandonó la clausura para ejercer como secretario de su señor el archiduque. Su secretaría le llevó sucesivamente a Hungría y Bohemia, y más tarde a Alemania. En Viena, dando a todos los demonios sus votos, llevó una vida disoluta. Se entregó al juego y a otros vicios nefandos. Fornicador famoso, tuvo un hijo natural y varias amantes. Conocemos a través de sus escritos, los nombres de dos de ellas, una alemana, Ana de Schaumburg, y otra española, Ana de Aragón. Falleció En Viena en 1550, siendo enterrado en la cercana localidad de Neustadt.

Hasta aquí la nota biográfica del personaje, otra alma ganada por Lucifer para su causa infernal. Pero como sabéis, lo que nos interesa en estas reseñas es la vertiente literaria. Por sus influencias, Cristóbal de Castillejo puede considerarse miembro destacado de la lírica cancioneril del XV. Conviene no perder de vista que abandonó España muy joven y que ya no regresó ni a su suelo ni a su universo literario. Así que Castillejo es un poeta renacentista puro en época en que las letras españolas discurrían ya por otros derroteros. Renacentistas son su espíritu y su temática, y renacentista es su estilo. Cultivador de los diálogos, un género que había florecido varias décadas antes de su tiempo, Castillejo versificó en los tradicionales octosílabos de arte menor, despreciando los endecasílabos italianizantes que hicieron furor en todas las lenguas romances.

Estimulado por Juan de Valdés, que desde su refugio italiano se dedicaba a propagar la heterodoxia erasmista, nuestro hombre compuso una obra Contra los que dexan los metros castellanos y siguen los italianos. En ella abomina del ritmo y la estética petrarquista, y hasta se permite incluir algunos versos de carácter burlesco en endecasílabos, como los que comienzan con “Garcilaso y Boscán, siendo llegados…”, acaso sólo para dar a entender la facilidad con que podían con esta moderna técnica escribirse sonetos como el que fríe buñuelos. Ironiza Castillejo:

…bien se pueden castigar
a cuenta de anabaptistas,
pues por ley particular
se tornan a baptizar
y se llaman petrarquistas.

Realizó traducciones de Ovidio muy notables. Compuso un célebre Sermón de amores que, publicado en 1542, le granjeó fama de licencioso y libertino. Es una sátira de ambientación celestinesca con influencias de Boccaccio, el arcipreste de Hita y el de Talavera. Contiene descripciones y cuadros nada edificantes sobre la vida conventual, que conocía de primera mano. Su obra puede dividirse en tres grupos: obras de amores, obras de conversación y pasatiempo, y obras morales y de devoción.
Al segundo grupo, las de conversación y pasatiempo, pertenece la que en nuestra Biblioteca Bigotini ponemos hoy a vuestra disposición al alcance de un clic. Es su Diálogo de las mujeres, publicado en 1546, que destila a partes iguales ingenio y una profunda misoginia que resulta difícilmente tolerable para nuestra mentalidad actual. Conviene sin embargo, no perder de vista que se escribió hace casi quinientos años por un clérigo que no hace sino esgrimir los argumentos que en su época eran habituales y generalmente admitidos y hasta aplaudidos. No, Cristóbal de Castillejo no fue precisamente feminista. Os invitamos a hacer clic en la portada y a disfrutar o a padecer con los argumentos que desgrana.

Mas yo he sido / alguna vez bien querido / y otras también desdeñado, / de unas mujeres amado / y de otras aborrecido. Cristóbal de Castillejo. Diálogo de mujeres.




martes, 2 de junio de 2020

MULTISEXUADOS. VIDA SEXUAL DE LOS HONGOS MUCILAGINOSOS



Como es bien sabido, lo más usual entre las especies de reproducción sexual, es la existencia de dos sexos, macho y hembra. Sabemos también que existen organismos (por ejemplo los caracoles y las babosas terrestres) que son hermafroditas y cada individuo posee los dos sexos. Sin embargo, ¿qué podría decirse de unos seres vivos que presentan más de quinientos sexos diferentes? Asombroso, ¿verdad? Pues esos seres existen, son los hongos mucilaginosos. La mayoría los confundiríamos con un hongo alargado y amarillo si los encontramos en un tronco podrido. Constituyen un mundo aparte apenas emparentado con los animales, los vegetales o los hongos. Un hongo mucilaginoso adulto es una sola célula gigantesca visible a simple vista. Pero mientras una célula normal está formada por un solo núcleo rodeado de citoplasma, la célula de un hongo mucilaginoso verdadero maduro es una gran masa de citoplasma que contiene millones de núcleos.

El espécimen en cuestión se arrastra lentamente, devorando todos los microbios que encuentra en su camino. Como no copula, no tiene necesidad de buscar pareja. Cuando le llega el momento del sexo, se convierte en un cuerpo fructífero pedunculado, que parece una diminuta piruleta. Esta estructura libera al aire millones de esporas, lo mismo que una flor libera polen, y las esporas son, naturalmente, gametos, células sexuales. Ya sabemos que una célula sexual es una célula portadora de un solo juego completo de genes, cuya misión consiste en encontrar, reconocer y fusionarse con otra célula sexual adecuada, es decir, que sea de un sexo distinto al suyo. Los animales producimos dos tipos de células sexuales, una grande (el óvulo) y una pequeña (el espermatozoide). Las hembras y los machos producen uno solo de estos dos tipos. Los hermafroditas producen los dos. Es elemental que dos espermatozoides no puedan fusionarse para formar un embrión. Lo mismo les ocurre a dos óvulos. La única combinación posible es óvulo y espermatozoide.

Pero entre los hongos mucilaginosos la situación es diferente. Junto con otros pocos organismos como las algas verdes unicelulares, las algas pardas, las diatomeas y un puñado de otros seres microscópicos, los hongos mucilaginosos producen células sexuales de un único tamaño, una condición que se denomina isogamia.
Cuando el tamaño es irrelevante, las características que determinan el sexo de un gameto son otras. Los sexos de los hongos mucilaginosos vienen determinados por tres genes. Cada uno de estos genes se presenta además con variantes. Combinando las variantes, cada individuo de hongo mucilaginoso puede producir células sexuales de al menos ocho tipos distintos, podríamos definirlo como octosexual. En el mismo bosque, otros hongos mucilaginosos tendrán  otras combinaciones de variantes de esos genes. Si contamos todas las combinaciones posibles, se obtienen más de quinientas variantes. Como deben quedar más variantes de genes por descubrir, el número total de sexos de los hongos mucilaginosos podría ser bastante más elevado.


Son unas células sexuales muy notables, capaces hasta de alimentarse por sí mismas. Su misión es encontrar otra célula sexual de sexo diferente, para poder aparearse con ella. Así que bien mirado, lo de la multisexualidad no parece tan descabellado. En teoría todos los organismos isógamos deberían tener multitud de sexos, y así tendrían mayor facilidad para encontrar otros diferentes a los que unirse. Al mismo tiempo, se reduce el riesgo de endogamia. Visto de esta manera, lo verdaderamente estrafalario es tener únicamente dos sexos. Ahora bien, el hecho de que la mayor parte de los organismos de reproducción sexual dispongamos de sólo nuestros dos sexos, macho y hembra, invita a pensar que interviene algún factor limitante de gran importancia.
Y el candidato a factor limitante más probable es la necesidad de controlar la herencia de ciertos elementos peculiares del citoplasma como las mitocondrias, que se encuentran en las células animales, y los cloroplastos, que habitan las células de algas y vegetales. Ambos son responsables de la generación de energía, y resultan imprescindibles para completar el metabolismo celular, y por consiguiente, la vida.


Todo parece indicar que mitocondrias y cloroplastos fueron adquisiciones externas desde el punto de vista evolutivo, bacterias independientes en origen, que desarrollaron una relación simbiótica con sus hospedadores. En la reproducción sexual convencional, estos orgánulos son aportados al embrión por uno solo de los dos sexos, en nuestro caso las mitocondrias las aporta la madre, y se transmiten a la siguiente generación siempre por línea materna. Si existieran muchos sexos y cada uno aportara sus mitocondrias o sus cloroplastos, probablemente se produciría entre ellos una competencia que adquiriría un carácter agresivo y no haría sino causar problemas al embrión.
Por qué no se presenta este problema en el caso de los hongos mucilaginosos y de otros organismos multisexuados, es algo que requerirá un minucioso estudio por parte de los biólogos. Algo sin embargo, se ha ido adelantando en este terreno.


Una hipótesis que parece muy probable, es que en la unión de dos gametos de estas especies multisexuadas sólo uno de los dos progenitores aporta el citoplasma. Como cloroplastos y mitocondrias habitan el citoplasma, se evitaría así la competencia agresiva en el nuevo embrión. Esto se ha comprobado por ejemplo, en el alga verde Chlamydomonas reinhardtii.
Para quienes hayan conseguido mantener a raya sus mitocondrias, se abre un universo multisexual de dimensión asombrosa. Schizophyllum commune, un hongo rosado y piloso que crece en los troncos de los árboles, disfruta de hasta veinte mil sexos distintos.

-¡Madre mía, mira qué piernas más sexys!
-¿Es que tienes que hacer la misma broma cada vez que venimos al museo del jamón?