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jueves, 28 de marzo de 2019

TRAVESTISMO. EL DISFRAZ COMO ESTRATEGIA REPRODUCTIVA



Julio César repudió a Pompeya, su esposa, tras creer que le había engañado con el joven Publio Clodio, que vestido de mujer, se coló durante la fiesta anual de las Saturnalias, en un sarao sólo para señoras. Más tarde se demostró que el juego de seducción no había pasado a mayores, pero César siguió adelante con el divorcio. Fue cuando dijo aquello tan famoso de que la mujer de César no sólo debe ser honesta, sino que además debe parecerlo.
Pues bien, en la naturaleza encontramos también abundantes ejemplos de machos que, como hizo el pillín de Publio Clodio, se fingen hembras para burlar la vigilancia de otros competidores y conseguir transmitir sus genes a la siguiente generación. Así nos lo relata la doctora Olivia Judson en su Consultorio sexual para todas las especies.

La cochinilla de las esponjas es un pequeño artrópodo marino que vive en colonias precisamente en el interior de las esponjas, a las que parasita. Los machos de esta especie son por lo general mucho mayores que las hembras. Hay sin embargo algunos machos que se parecen a las hembras tanto en el tamaño como en la longitud de sus urópodos, que también, como los de las hembras y a diferencia de los machos grandes, son prácticamente insignificantes. Así que de incógnito, estos pequeños machos de aspecto femenino se introducen en los harenes y allí hacen de donjuanes con un montón de hembras receptivas. Los grandes machos son muy agresivos, y defienden sus harenes con ferocidad frente a otros grandes machos de su tamaño. Pero los astutos travestis pasan inadvertidos en el gineceo. Se trata de una estrategia reproductiva basada en el disimulo, siguiendo la máxima shakesperiana  de que lo mejor del valor es la prudencia. Aun existe un tercer tipo de macho en esta especie de cochinillas. Es un macho con aspecto completamente masculino, pero tan diminuto que sencillamente pasa ante las narices del grandote sin ser detectado.


Algo parecido hacen ciertos machos de algunas especies de sepia, y la estrategia del disfraz de señorita parece especialmente popular entre los peces, de los que se han descrito comportamientos similares en al menos ciento veinte especies. En el pez sol, una especie americana de agua dulce, los machos grandes defienden territorios que las hembras visitan para frezar (desovar). El gran macho se encargará después de cuidar los huevos y a los alevines. Aquí los machos tramposos que entran en escena, no solo se parecen a las hembras, sino que los muy taimados se comportan como ellas, coqueteando incluso con los machos grandes. Cuando se acerca una verdadera hembra, la falsa se une al cortejo y expulsa su esperma a la vez que lo hace el gran macho, de manera que una parte de los huevos quedarán fecundados por él. En esta historia el pequeño macho disfrazado obtiene una doble ventaja reproductiva, pues tras el engaño está listo para burlar a otro macho, mientras que el grandote queda condenado a vigilar la guardería, donde junto con su descendencia, protegerá también la de su rival.

Los machos furtivos adoptan estas estrategias unas veces por pura determinación genética, y otras veces por presiones ambientales. Por ejemplo, un macho sometido a un ambiente inadecuado o a falta de nutrientes durante los periodos críticos de su crecimiento, puede desactivar los genes que codifican la formación de armas imponentes o de voluminosos ornamentos. Al fin y al cabo, las armas son caras de construir y de mantener, y por otro lado, ¿qué sentido tiene intentar conseguirlas, si van a ser peores que las de tus rivales, y en consecuencia, nunca ganarás una pelea? Eso es lo que le ocurre a la abeja Perdita portalis, cuyos machos o bien crecen hasta convertirse en adultos grandes y sin alas dotados de enormes mandíbulas aptas para la lucha, o bien se quedan pequeños, producen alas como las hembras, y no desarrollan las mandíbulas. La forma que acaben adoptando al parecer depende de la cantidad de alimento que les suministren sus madres. Los machos bien alimentados se convierten en adultos grandes, y los peor alimentados se quedan pequeños y feminizados.


Pero también es posible que la disposición a ser machos furtivos esté codificada genéticamente. Es lo que ocurre precisamente en el caso de las cochinillas de las esponjas de quienes hablamos más arriba. Se trata de un sistema sencillo basado en un gen con tres variantes: alfa, beta y gamma. Cada cochinilla recibe dos copias de este gen, una de cada progenitor. Los machos alfa (los grandes) se producen cuando las dos copias recibidas corresponden a la variante alfa del gen. Si alguna de las copias es beta, independientemente de cual sea la otra, el macho se convierte en uno de los dobles de hembra de los que hemos hablado. Por último, con una variante alfa y otra gamma o bien con dos gamma, el espécimen pasa a ser uno de esos diminutos machos en miniatura. A las hembras de cochinilla no les importa con quién se aparean. Al parecer su prioridad es mantenerse en compañía de otras hembras. Quienes han estudiado a la especie aseguran que el porcentaje de machos beta (los travestidos) es muy bajo, de apenas un 4%. Los diminutos machos gamma constituyen un 15%, así que la gran mayoría son los agresivos machos alfa. Todo indica que estos porcentajes son justamente los adecuados para que las tres variantes genéticas tengan oportunidades reproductivas y se hayan perpetuado durante quién sabe cuántas generaciones. Matemáticas aplicadas a la genética y al sexo, pero lo cierto es que funcionan.

Un asombroso ejemplo de cómo el destino de un macho puede depender de los otros machos que le rodean nos lo ofrece el lagarto manchado, un pequeño reptil californiano. También en este caso los machos se presentan en tres tipos: garganta naranja, garganta azul y garganta amarilla. Los machos de garganta naranja son grandes y agresivos, y defienden territorios extensos. Los de garganta azul son más pequeños, menos agresivos y defienden territorios menos extensos. Los machos de garganta amarilla se parecen a las hembras receptivas y ni luchan ni defienden territorios. Cada tipo utiliza una estrategia diferente con las hembras. Los de garganta naranja son grandes conquistadores que copulan con todas las hembras de su territorio y a menudo se introducen  en el territorio de sus vecinos para copular con hembras ajenas. Los de garganta azul son monógamos y se dedican a defender exclusivamente a su pareja. Como ya supondréis, los de garganta amarilla (que en este caso son los travestidos) se cuelan con sigilo en territorios naranjas para copular con las hembras sin que los machos se enteren. Como veis cada una de las estrategias supera a una de las otras, pero no hay ninguna que derrote a las otras dos. Es algo así como el juego de piedra, papel y tijera. Los de garganta azul consiguen evitar que se les cuele un macho de garganta amarilla, pero no pueden evitar que un gran garganta naranja viole a su pareja. A su vez, los fanfarrones naranjas a menudo tienen que soportar las intrusiones de los amarillos. De nuevo el equilibrio es perfecto. Unas veces ganan unos y otras otros. Para alcanzar el éxito hay que ser el macho adecuado en el momento adecuado.

El viejo profe Bigotini, que en su lejana juventud fue un seductor consumado, se ha convertido en un venerable anciano de costumbres ordenadas. –Yo, cada noche, mi lechecita y mi rosario –suele decir-, y en efecto, en cuanto el reloj da las diez, le oiréis pedir: -por favor Rosario, sácame la lechecita.

-Mariano, no eres nada cariñoso. ¿Te has fijado en el vecino?, siempre está besando a su mujer.
-¿Y qué quieres, que bese yo también a la mujer del vecino?



lunes, 25 de marzo de 2019

MALARIA O PALUDISMO: PLASMODIUM, UN ENEMIGO DE LA ESPECIE HUMANA


El reino protista engloba a los microorganismos eucariontes que no es posible clasificar dentro de ninguno de los otros tres reinos eucariónticos (hongos, animales y plantas). Es algo así como un cajón de sastre donde caben organismos tan dispares como algas, mohos o protozoos. Precisamente a este último grupo, el de los protozoos, pertenece el género plasmodium, del que hoy quiero deciros un par de cosas:
Plasmodium es efectivamente, un género de protistas, del que se conocen más de 175 especies diferentes. A lo largo de su evolución, se han especializado en una forma de vida muy concreta: el parasitismo. Todas las especies de plasmodium necesitan, para completar su ciclo vital, parasitar a dos huéspedes: un invertebrado (mosquitos del género anopheles), y un vertebrado, que muy a menudo es algún tipo de simio, y en el caso que hoy nos ocupa, somos concretamente nosotros, los humanos.


El parásito causa la enfermedad que indistintamente llamamos malaria (del italiano medieval, mal aire) o paludismo (del latín palus: pantano). Se trata de una enfermedad endémica en amplias zonas del África Central y Meridional, y en algunas regiones de Asia y Suramérica. Recientes estudios demuestran que cuatro o cinco especies de plasmodium acompañan al ser humano desde hace al menos 50.000 años. Probablemente ya parasitaban a los precursores del género homo. Otras especies de plasmodium muy similares conviven con los chimpancés, y otras más con los gorilas de África Occidental, lo que invita a pensar que estos indeseables parásitos han viajado con nosotros en términos evolutivos desde tiempos extraordinariamente remotos.


Pero no olvidemos al otro protagonista de la malaria: el mosquito anopheles, que actúa como vector imprescindible para la transmisión de la enfermedad. Anopheles es un insecto con un asombroso dimorfismo sexual. El mosquito macho es una criatura inofensiva, que se alimenta exclusivamente del néctar de las flores. Sin embargo, la hembra en el periodo reproductivo necesita un aporte energético suplementario para que sus huevos sean capaces de madurar, y ese aporte lo obtiene ni más ni menos que de nuestra sangre.


Mientras se alimenta, la hembra anopheles introduce en nuestra sangre los esporozoitos o formas embrionarias del parásito, que infestan su saliva. Entre treinta y sesenta minutos después, los esporozoitos, transportados a través de la sangre, penetran en nuestras células hepáticas. Allí se multiplican de forma asexual, dando lugar a miles de merozoitos (otra forma intermedia). La mayoría de estos merozoitos destruyen la célula hepática que los albergaba, y salen otra vez al torrente circulatorio, donde invaden los hematíes o glóbulos rojos. Allí siguen multiplicándose, revientan literalmente los hematíes y a través de la sangre, continúan multiplicándose, ocupando indistintamente hematíes y células hepáticas. Todo ello por supuesto, con resultados devastadores para el huésped (hombre, mujer o niño) que tuvo la desgracia de sufrir la inoculación del parásito.


Cierta proporción de merozoitos se transforma en gametocitos masculinos y femeninos. Si una hembra de anopheles todavía no infestada ingiere la sangre del enfermo, absorbe parte de esos gametocitos. Es en el intestino de anopheles donde se completa el ciclo. Allí se produce la fecundación. De la unión de los gametos masculinos y femeninos surgen ovocistos que liberan esporozoitos. Los esporozoitos migran a la saliva de la hembra, y de esta manera tan sencilla y tan terrible, quedan dispuestos para infestar a la siguiente víctima humana. En la ilustración podéis apreciar el ciclo completo.

La que acabo de describir es la forma habitual de transmisión. Existen sin embargo, otras dos opciones: el contagio de la madre al feto a través de la placenta, y la transfusión sanguínea de un donante que haya padecido la enfermedad (posible, aunque poco frecuente). Cada año se producen en el mundo nada menos que 396 millones de nuevos casos de malaria. Actualmente deben existir unos 900 millones de personas afectadas, y se calcula que pueden morir anualmente unos 2,7 millones de personas, la mayoría (75%) niños. Los síntomas son variados, y obedecen por una parte a la acción directa de los merozoitos, ‘destripando’ hematíes y células hepáticas, y debilitando a la víctima; y por otra parte a la actividad del sistema inmune del huésped, que trata de luchar contra los parásitos libres en la sangre (mientras permanecen refugiados en las células, no inducen reacción alguna). Los enfermos presentan fiebre, escalofríos, tos, cefalea intensa y sudor profuso. También náuseas, vómitos, heces sanguinolentas, dolores musculares e ictericia. Se producen defectos en la coagulación, y en casos graves no tratados puede haber shock, insuficiencia renal y hepática, trastornos neurológicos y coma, que a menudo conduce al fallecimiento.


La fiebre y los escalofríos se presentan de forma cíclica, en fases de tres o de cuatro días. Por eso en España se hablaba de fiebres tercianas, que hoy sabemos causadas por plasmodium falciparum o plasmodium vivax; o de fiebres cuartanas, que originaba plasmodium malariae. La malaria o paludismo parece en nuestros días algo tercermundista o de un pasado lejano. Os recuerdo, sin embargo, que en una fecha tan reciente como 1943 se diagnosticaron en España 400.000 casos, y se registraron 1.307 muertes. El último caso autóctono se registró en 1961, y en 1964 España fue oficialmente declarada libre de malaria. No obstante, ahora mismo se registran casos aislados importados por turistas e inmigrantes. En 2004 se documentaron 351.


Ya sabéis que nuestra especialidad es la Prevención. Vamos a ello. La erradicación de la malaria, o al menos su aislamiento y control, pasan fundamentalmente por la higienización de las regiones endémicas. Algo que requiere unos esfuerzos y un aporte monetario que cada vez parece más dudoso que los dirigentes económicos de nuestro podrido mundo, estén en disposición de aportar. El mejoramiento de la gestión de los recursos hídricos reduce la transmisión del paludismo y de otras enfermedades de contagio vectorial. El uso de mosquiteros y otros medios físicos de barrera contra los insectos, también es de utilidad. Parecen prometedoras las técnicas de modificación genética creando machos estériles de anopheles. En el Imperial College de Londres han creado recientemente el primer mosquito transgénico resistente al paludismo. En 2007 se publicó un trabajo (PLoS Patógenos) en el que se asegura que los pepinos de mar pueden bloquear la transmisión del parásito, al producir una lecitina que retarda su crecimiento…


El problema de las vacunas parece no tener fin. La mayor parte de ellas aún se encuentra en desarrollo. La vacuna CSP trata de inducir la inmunidad en la fase de infección de la sangre. Se trabaja también con preparados a base de plasmodios irradiados. La vacuna más prometedora parecía ser la del investigador colombiano Manuel Patarroyo, que en algún ensayo demostró una eficacia de más del 70%. Sin embargo, ha sido puesta en solfa por lo que de forma difusa suele llamarse la comunidad científica. Patarroyo, todo un heterodoxo, acusa a sus detractores de arrogancia, y al final uno no sabe qué partido tomar.

Está por último, el controvertido tema del DDT. Gracias a este eficacísimo insecticida la malaria fue erradicada en Europa durante el siglo XX. Antes de su prohibición, la enfermedad también se había erradicado en algunas zonas tropicales mediante la eliminación de los mosquitos. El DDT se prohibió por sus efectos nocivos sobre la salud y la fauna, algo que nadie discute. Cabe preguntarse, no obstante, si no sería posible un uso limitado del DDT con fines sanitarios, muy distinto del uso industrial y agrícola masivo e indiscriminado que se practicó en el pasado, limitándolo por ejemplo, a las viviendas, los tejados y los puntos de mayor riesgo de las regiones más azotadas por el paludismo. Por parte de bastantes ecologistas y de algunos grupos ambientalistas, la idea parece estar cobrando alguna fuerza. Una ventaja adicional del DDT es su bajísimo coste, ya que actualmente carece de patente. Acaso el motivo de la beligerante oposición de la industria química al DDT, radica precisamente en esa falta de patente. La rentabilidad de imponer nuevos pesticidas con patente es infinitamente superior. Por cierto, muchos de esos nuevos pesticidas, siendo bastante menos eficaces que el DDT, no le van a la zaga en efectos nocivos.



En fin, disculpad esta digresión. No soy especialista en la materia, ni tengo intención de hacer apostolado a favor de una sustancia de probados efectos nocivos. Me limito a exponer los hechos y a sumar dos y dos. Cuente quien quiera con los dedos, y saque cada cual sus propias conclusiones.


Doctor, me sorprende que mi tos le parezca muy mala. He estado practicando toda la noche.




viernes, 22 de marzo de 2019

FRANK KING Y GASOLINE ALLEY. VIDA CORRIENTE DE GENTE CORRIENTE


Frank Oscar King, que firmó sus trabajos como Frank King o simplemente King,  nació en Cashton, Wisconsin, en 1883. Pasó su niñez y su primera juventud en su localidad natal, donde primero su padre y más tarde su hermano, regentaron uno de los entonces incipientes talleres mecánicos que años después se iban a generalizar en América y en el resto del mundo. Comenzó a dibujar para los dominicales del modesto Minneapolis Times, que desde 1905 publicó sus trabajos. En los años siguientes perfeccionó su técnica en la Escuela de artes de Chicago, y a la vez consiguió publicar en los principales diarios de aquella ciudad, el Chicago American, el Chicago Examiner y el Chicago Tribune. Coincidió en ellos con el gran T.S. Sullivant, y tuvo el honor de ser uno de los pioneros del cómic en dura competencia con los principales maestros del género.

En 1916 inició la que sería la serie que iba a hacerle inmortal en el universo de la historieta: Gasoline Alley. La serie narra la vida y las anécdotas cotidianas de un buen muchacho, propietario de un modesto taller de reparación de automóviles en una pequeña localidad americana. Gasoline Alley fue la primera serie cómica en que sus personajes fueron evolucionando y cumpliendo años igual que lo hacían los lectores. El protagonista adopta a un bebé que se encuentra abandonado en la puerta de su casa, y el niño va creciendo en las sucesivas historietas, a la vez que su padre accidental se va afianzando en su experiencia paternal.

Gasoline Alley muy pronto se hizo popular entre los lectores americanos. Lo fue probablemente porque supo conectar con el público, gentes de pequeñas localidades de lo que podría llamarse la América profunda, como la que aparecía reflejada en las tiras de King. La serie y su autor evolucionaron a la par, incorporando el color y con el color no pocas innovaciones estéticas, sobre todo en lo relativo a la composición y la distribución de las viñetas. En definitiva, Gasoline Alley es todo un clásico de la Historieta más clásica. En este repaso que hacemos sobre el tebeo mundial, la ilustración y los grandes autores, os dejamos una selección de sus páginas para que seáis vosotros mismos quienes las valoréis. Continuaremos…

























lunes, 18 de marzo de 2019

DONNA REED, ALGO MÁS QUE UN ROSTRO HERMOSO




Donna Reed no fue una cara bonita más. Detrás de su físico fotogénico había una gran actriz, como lo demostró con creces en la magnífica interpretación de su personaje secundario en la inolvidable De aquí a la eternidad, ese peliculón de Zinnermann que en 1953 dejó sin aliento a millones de espectadores del mundo entero.
La Reed se prodigó más en sus actuaciones televisivas. Sin embargo, siempre la recordaremos, porque cada año en navidad se encargan de que así sea, como la entrañable esposa del personaje que interpretaba el bueno de Jimmy Stewart en Qué bello es vivir, un monumento cinematográfico que nos regaló Frank Capra.
Aunque sólo fuera por estos detalles, Donna Reed merece formar parte del primer plano en cualquier Historia del cine que se precie, Hoy en Bigotini os ofrecemos el enlace para acceder a un breve recorrido fotográfico y musical que os acercará a la figura y al recuerdo de esta grandísima actriz. Clic en la imagen y listo. Pasadlo bien.



Próxima entrega: James Stewart


viernes, 15 de marzo de 2019

LOS ASESINOS DE VENUS Y EL OCASO DEL MATRIARCADO



En los pueblos predominantemente agrícolas del primer Neolítico, la existencia dependía directamente de la fecundidad de la tierra, idea que se asoció a la mujer que amamanta a sus hijos lo mismo que la tierra procura el sustento. En las primitivas sociedades que rendían culto a la Gran Madre, la comunidad entera colaboraba para hacer fructificar la tierra. La propiedad privada se desconocía en esas primitivas sociedades agrarias de régimen matriarcal. Todo es de todos, y la pertenencia a la comunidad la fija el haber nacido en su seno, como el haber nacido del seno de la propia madre. Los símbolos de la diosa son la montaña, los bosques, las aguas, el hacha, porque el pedernal o piedra del rayo, también sale de las entrañas de la tierra. La imagen de la diosa desnuda y la de los órganos de la fecundidad se plasmaban en losetas de pizarra, se grababan en hueso o se amasaban en arcilla. La tierra, finalmente, acogía en su seno a los muertos, que regresaban así al lugar de donde habían salido. El culto a la Madre y el culto a los muertos se unieron hasta el punto de identificarse.

Junto a los símbolos de la Madre, los del dios joven, su hijo, que la acompaña hasta el punto de confundirse sus símbolos. La luna, que regula al mismo tiempo el ciclo menstrual y los ciclos de actividad agrícola, se utilizó como símbolo de este dios masculino, enamorado de su madre. El toro, cuyas defensas recuerdan los cuernos de la luna. La serpiente, cuya forma fálica y su forma de penetrar en la madriguera se relacionan con la forma y la función del órgano viril. Los pájaros, muy especialmente la paloma, que más tarde será compañera de Venus. El árbol y las columnas arboriformes… Todas fueron representaciones plásticas de la configuración matriarcal de la vida y de la religión de aquellos pueblos neolíticos de signo predominantemente agrario.


Y junto a este pensamiento simbólico, propio de las sociedades agrarias, no tarda en surgir otra, traída por los pueblos nómadas dedicados fundamentalmente al pastoreo. Su vida se desarrolla en campo abierto, bajo los cielos que presiden de día el sol y de noche las estrellas, también en constante movimiento. De este dinamismo derivan tendencias que imaginaron una deidad celeste, distinta y en alguna medida opuesta a la tierra. Escudriñando el movimiento de los astros, los hombres pretenden anticipar su propio destino. El término horóscopo significa precisamente mirar a las alturas. Estas gentes recién llegadas, cuyo prototipo podrían ser los pueblos semitas, optan por imaginar a sus dioses sin forma determinada, tendiendo en ocasiones incluso a destruir las imágenes de la diosa de los agricultores. Así cabe interpretar la destrucción de los falsos ídolos, la Madre, su hijo o el becerro, que se narra en diversos episodios bíblicos. El Dios con mayúsculas es el ojo que todo lo ve. Contra la vieja creencia agrícola, los pastores insisten en la preponderancia del hombre sobre la mujer, organizándose en regímenes patriarcales en los que el patriarca, el líder, centra en su persona toda la autoridad y el dominio sobre vidas y haciendas.


El elemento femenino ocupa un puesto de comparsa en estas nuevas sociedades. El dios solar, masculino, derrota al dragón femenino. La montaña, otrora símbolo de la diosa, pasa a ser la escalera capaz de elevar al hombre al cielo y acercarlo a la divinidad. Baste el ejemplo de la tradición judeo-cristiana y los célebres montes Ararat, Moria, Sinaí, Sión, Carmelo, Tabor, Calvario… El fuego, el rayo, el martillo, el león, el caballo, serán otras tantas imágenes de la divinidad masculina tal como se concibe en las nuevas sociedades de pastores y régimen patriarcal. Ambos grupos se convierten en antagonistas, y como la historia la escriben los vencedores, Abel, el pastor, aparecerá como víctima de su hermano Caín el agricultor, cuando realmente fue Abel el asesino, y fue la visión religiosa patriarcal la que acabó imponiéndose.


-Cariño, ¿si me muriera, llorarías?
-Pues claro tonto, ya sabes que yo lloro por cualquier tontería.





lunes, 11 de marzo de 2019

CALILA E DIMNA Y EL CASTELLANO RECIÉN NACIDO



Calila e Dimna es probablemente uno de los textos literarios más antiguos de la narrativa universal. Su fuente más remota conocida hasta la fecha es el Panchatantra hindú aparecido hacia el año 300. En el 540 fue traducido al pahlavi o persa literario, y poco después al sirio. El iraní Ibn Al-Muqaffa lo tradujo al árabe (Kalila wa-Dimna) en el siglo XIII, y fue este el texto que por encargo de Alfonso X se trasladó al romance de la Castilla de su tiempo. La versión que actualmente conocemos nos ha llegado a través de dos manuscritos de principios del siglo XV. En uno de ellos, conservado en la biblioteca del Escorial, se dice que fue romançado por mandato del infante don Alfonso, era de mill e dozientos e noventa y nueve años, fecha que calculando el cambio de calendario, situaría la traducción en 1261. Sin embargo, puesto que Alfonso X ascendió al trono en 1252, y se le llama “el infante”, muchos especialistas lo datan en fecha no posterior a 1251.


También se dice en el manuscrito escurialense que fue sacado del arábigo al latín, e luego romançado, pero esto parece muy improbable, puesto que la traducción castellana es tan fiel al texto árabe, que no sugiere un paso intermedio por el latín. Como quiera que la escuela de traductores de Toledo contaba entonces con la flor y nata de la erudición de su época, lo más verosímil es que se tradujera directamente del árabe tanto al romance como al latín, y se haya perdido el texto latino.
Calila e Dimna, los personajes que dan título a la obra, son dos zorros o dos chacales en cuyas bocas se ponen la mayor parte de los cuentos contenidos en la obra. Se trata efectivamente, de una colección de fábulas o relatos breves al modo de la literatura sapiencial tan popular en oriente, destinada a la educación de los príncipes. Diálogos y monólogos introspectivos muy del estilo del más conocido Conde Lucanor o libro de los exemplos, del infante Don Juan Manuel.


La estructura de la obra, sigue los usos medievales de narraciones dentro de otras narraciones, como las muñecas rusas o las cajas chinas. Muchos de los exempla o cuentos ejemplarizantes, son protagonizados por animales, bueyes, leones, ratones…, lo que entronca con la tradición antiquísima de trasladar al lector a una edad remota en la que hablaban los animales y razonaban como eruditos. En los textos clásicos se invocaba la edad de oro, y en la cultura y el folklore populares, se habla de los tiempos de maricastaña o de la Marica Castañas.
La obra tiene tres partes diferenciadas. La primera o introducción de Al-Muqaffa, es una especie de apología del saber, donde se incluyen algunos exempla. La segunda, historia de Bercebuey, describe el viaje a la India de este personaje en busca de la sabiduría, es una especie de de contemptu mundi. La tercera parte, historia de Calila y Dimna propiamente dicha, consta a su vez de dos partes, una que contiene las narraciones más reconocibles del Panchatantra hindú, y otra final con añadidos posteriores donde son menos claras las influencias orientales.

Estamos ante la que pasa por ser la primera obra de ficción extensa de la literatura peninsular. Biblioteca Bigotini os ofrece un enlace con la versión digital completa del Calila e Dimna correspondiente a la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Hacec clic en la portada y deleitaos con la lectura de esta maravilla trasladada al romance antiguo. Un gozo para el alma y hasta para los sentidos de quienes amamos nuestra lengua desde su mismo nacimiento. Aquí la vais a encontrar aun en pañales.

-Mas quiero roer favas seguro e en paz que comer mil manjares corrido e sin solaz. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita.