Translate

miércoles, 30 de agosto de 2023

EL TIEMPO Y EL COSMOS: UNA LARGA AMISTAD


 

La dimensión temporal, la cuarta dimensión, el tiempo, a diferencia de las tres dimensiones espaciales conocidas (largo, ancho y alto), sólo tiene un único sentido: hacia delante, siempre hacia delante. Desde el mismo instante del big bang, el gran estallido que dio origen al universo, la flecha del tiempo se disparó hacia delante y sigue desde entonces inexorable su camino. Nada puede detenerla. El universo entero y cada uno de nosotros estamos viajando continuamente hacia el futuro, allí donde nos conduce la flecha del tiempo. De manera que a la pregunta ya tópica de si son posibles los viajes en el tiempo, no corresponde sino una única respuesta: claro que sí, por supuesto los viajes en el tiempo no solo son posibles sino que son inevitables, viajamos siempre hacia el futuro.

Claro está que los diferentes objetos que forman parte del universo físico y nosotros mismos, viajamos a velocidades muy diferentes según cual sea el vehículo en el que nos desplazamos. Por ejemplo los fotones viajan a la velocidad de la luz, la máxima velocidad físicamente posible. Por eso para los fotones el tiempo no transcurre en absoluto. Nosotros viajamos a bordo de un vehículo llamado Tierra, una nave que a juzgar por lo que vamos sabiendo de otras que pueden verse desde la región espacial que ocupamos, no está nada mal. La Tierra es un planeta habitable, tan habitable que ha servido de asiento a la vida. Y tanto la Tierra como los demás objetos celestes que la rodean, nos ofrecen la medida del tiempo vista, claro está, desde la relatividad de nuestra posición (no olvidemos a Einstein).

Por ejemplo, el tiempo que tarda nuestro planeta en girar sobre su propio eje, 24 horas casi exactas, nos da la medida de lo que llamamos día terrestre. Si nos fijamos en la Luna, nuestro familiar satélite, tal como lo hicieron nuestros primitivos antepasados, vemos que tarda en dar una vuelta completa alrededor de la Tierra, 27 días “y pico”, casi 28. El movimiento lunar nos ofrece pues la medida del llamado mes lunar, periodo que tiene una influencia decisiva sobre las mareas y sobre un amplio abanico de fenómenos físicos y biológicos, incluido el ciclo menstrual.


Ampliando un poco más el objetivo, la misma Tierra tarda 365 días y 6 horas en efectuar una vuelta completa alrededor del Sol. Es la medida de nuestro año, el año terrestre, diferente del año marciano, el año joviano, el mercurial, etc., en función del tamaño, la distancia al Sol de los diferentes planetas y otras características de su órbita.

Pero si queremos ir aun un poco más lejos, cabe considerar que el Sol también se está moviendo. Y lo hace arrastrando consigo a todos los planetas y el resto de objetos que lo circundan, es decir, a todo nuestro sistema solar. ¿En torno a qué está girando el Sol y nosotros mismos? En torno al centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, una galaxia de tamaño medio situada en una región del Universo conocido, relativamente poco poblada de galaxias. Concretamente esta galaxia nuestra podría compararse por su estructura a una especie de estrella de mar dotada de cuatro brazos, dos cortos y dos largos, que al girar en torno al centro adquieren el aspecto característico de una espiral.


Si pudiéramos contemplar nuestra galaxia de perfil, veríamos que su forma recuerda también a un huevo frito con la yema más abultada en el centro y los brazos de la espiral, la clara, más plana. Ello se debe a que en el centro hay una gran concentración de estrellas y sistemas solares. El centro de la galaxia atrae hacia sí con fuerza a los objetos que lo circundan, probablemente porque en el centro debe haber un potente agujero negro que absorbe como un desagüe todo lo que pasa cerca de su borde u horizonte de sucesos. Nuestro sistema solar se sitúa en las afueras de la galaxia, casi al final de uno de los dos brazos cortos de la espiral. Se trata de una zona relativamente vacía de objetos, lo que los astrónomos han dado en llamar una “burbuja”. Se maneja la teoría de que en algún momento previo al nacimiento del Sol y su sistema, debió estallar una supernova en esta región galáctica, lo que produjo esta especie de relativa escasez de estrellas.

Pero no divaguemos y volvamos a la medida del tiempo. ¿Cuánto tarda nuestro sistema solar en completar una vuelta en torno al núcleo galáctico? La respuesta que han calculado los astrofísicos resulta abrumadora: unos 350 millones de años. ¡Nada menos! Eso quiere decir que la última vez que nuestro sistema solar, y por lo tanto la Tierra misma, se encontró en la región galáctica que ocupamos actualmente, estaban naciendo los remotos antepasados de los dinosaurios. Ya hemos quedado en que no es posible cambiar el sentido de la flecha del tiempo, y por lo tanto no es posible viajar al pasado, pero si lo hacemos con la imaginación, encontraríamos una Tierra ya habitable aunque seguramente con gran actividad volcánica, un solo gran continente (Pangea) y un aspecto del cielo nocturno muy diferente, porque el resto de estrellas y sistemas también se desplazan, y hace 350 millones de años ocuparían lugares algo distintos. Si retrocedemos todavía más hasta la vuelta anterior, es decir, a hace 700 millones de años, moriríamos de inmediato a no ser que fuéramos equipados con escafandras y botellas de oxígeno para vivir sumergidos, porque la vida en aquel tiempo se limitaba casi exclusivamente a los mares. En fin, cuanto más retrocediéramos, más inhabitable sería la Tierra. Se calcula que desde su nacimiento, nuestro Sol ha rodeado el centro de la galaxia en sólo 20 ocasiones, aunque estos cálculos entran ya en el terreno de la mera conjetura. ¿Qué, cómo se os queda el cuerpo? Al profe Bigotini se le erizan los pelos del bigote con solo imaginarlo.

Los mediocres que no saben qué hacer en la vida suelen desear tener una vida mucho más larga. Anatole France.


sábado, 26 de agosto de 2023

AL TALIAFERRO. REINVENTANDO A DONALD

 


Charles Alfred Taliaferro, más conocido como Al Taliaferro, nació en Montrose, Colorado, en 1905. Su familia, compuesta por inmigrantes de origen italiano, le animó desde muy niño a desarrollar su afición por el dibujo. Poseedor desde muy joven de una extraordinaria técnica, Taliaferro solía hacer exhibiciones dibujando con dos lápices, uno en cada mano en dos esquinas opuestas del papel hasta completar el dibujo en el centro. Fue también el ganador de un concurso a nivel nacional en el que se pedía a los participantes realizar con los ojos vendados los dibujos que proponía el público.

Su relación con el cómic y las historietas comenzó en la década de los veinte con un personaje infantil llamado Waldo. A partir de 1932 pasó a engrosar las filas de la compañía Disney, donde se encargó en un principio de la serie Sinfonías tontas. En 1934 dibujó su primera historieta del pato Donald, El patito sabio, y a partir de entonces Walt Disney le puso al frente de las aventuras de Donald. Puede decirse que Al Taliaferro reinventó al personaje dándole el aspecto que nos resulta ya familiar y que adoptaron los demás dibujantes de la casa. Él supo plasmar como ningún otro la personalidad pícara y pendenciera del pato con sus monumentales cabreos incluidos. En sus historietas cobró gran importancia Daisy, la sempiterna novia de Donald, así como la Abuela pato. Al decir de sus amigos, Taliaferro se inspiró en su mujer y en su suegra que al parecer resultaban perfectamente reconocibles para quienes estaban en el secreto. Falleció el artista en 1969, y hasta el último momento no dejó de dibujar su página diaria. Traemos aquí algunos de sus trabajos para deleite de grandes y chicos.




















miércoles, 23 de agosto de 2023

MONTGOMERY CLIFT Y LA FELICIDAD IMPOSIBLE

 




Actor de método formado en el célebre Actor’s Studio, Montgomery Clift, al contrario que otras muchas estrellas, llegó a Hollywood desde las compañías universitarias y los teatros cultos. Era un joven dotado de gran sensibilidad cuyas tendencias homosexuales le procuraron algunos disgustos y no pocos rechazos del sector homófobo de la industria. Así, John Wayne y Walter Brennan le hicieron la vida imposible durante el rodaje de Río rojo, y hasta se hizo público que fue vetado por algún productor de campanillas. Liz Taylor, a quien admiraba profundamente, se convirtió en su mejor amiga y confidente. Sufrió un terrible accidente conduciendo bebido después de una fiesta que dio su amiga, y durante el largo periodo de recuperación que siguió, ella fue su paño de lágrimas. Liz es la única mujer a la que permito verme desnudo, confesó en una ocasión.

En Vidas rebeldes, que dirigió John Huston en 1961, entabló una íntima amistad con Marilyn Monroe y Clark Gable, los otros dos protagonistas. Un extraño trío en lo que sería prácticamente el canto del cisne para los tres. Montgomery Clift sobrevivió cinco años más a aquel rodaje, pero ya según su amiga Liz Taylor, no era más que una sombra de lo que fue camino de la muerte. Falleció en 1966 con sólo 45 años.

En su recuerdo os proponemos revisar Sitiados, una producción de 1950 hoy casi olvidada, donde compartió cartelera con Paul Douglas. El guión, no exento de propaganda política, narra los días difíciles del bloqueo de Berlín por los soviéticos en plena Guerra Fría, 1948. Clic en el enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=zQlinj5mAZY

Próxima entrega: Liz Taylor


sábado, 19 de agosto de 2023

LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO

 


Con este título de reminiscencias cinematográficas cerramos en Bigotini una serie de entregas dedicadas a la Historia de Roma. Concluimos la anterior con la muerte de Juliano el apóstata, con los restos de un Imperio dividido ya en dos partes, oriental y occidental, fraccionadas a su vez en diversos territorios y provincias que poco a poco se iban desgajando y adquiriendo paulatinamente un aspecto cada vez más medieval tanto en lo político como en lo social y cultural.

La historiografía nos ofrece todavía entre los siglos IV y V, una sucesión de nombres clásicos como los de  Joviano, Valentiniano, Valente, Graciano, Teodosio… junto a muchos otros protagonistas de origen bárbaro. Algunos de estos últimos contribuyeron a apuntalar con las armas los restos del edificio imperial que amenazaba ruina. Generales como el vándalo Estilicón, Teodorico, un aliado visigodo, Gainas, Ataúlfo o Aecio se opusieron en nombre de Roma o de lo que quedaba de ella, a otros tantos invasores como el visigodo Alarico, el vándalo Genserico o el mismo Atila, caudillo de los terribles hunos que sembraron el pánico en Europa llegando desde las estepas rusas hasta las mismas puertas de Roma.


Todos, invasores y defensores, eran en definitiva bárbaros, porque ya desde Galerio, casi un siglo atrás, los romanos no empuñaban las armas, y el oficio de soldados se reservaba a los extranjeros; y ya desde Aureliano, cada una de las ciudades de las diferentes provincias imperiales, contaba con su propio ejército, sus murallas y sus torres de vigilancia, un adelanto del periodo medieval que se avecinaba. De forma muy especial destacan también en este periodo figuras de la jerarquía eclesiástica que además del espiritual, ejercían un poder político notable, como san Ambrosio, el obispo de Milán que curiosamente se hizo bautizar después de haber sido ungido como obispo, como san Jerónimo, san Agustín de Hipona o el mismo papa León I, obispo de Roma, a quien la leyenda hace defensor de la Urbe enfrentándose al temible Atila con las manos desnudas. Tampoco pudo evitarse que grandes poblaciones de bárbaros: francos, germanos, alanos, vándalos, burgundios, alamanes, rugios, ostrogodos o visigodos, empujados en parte por el terror a las hordas de Atila, y espoleados en parte por la promesa de botín y de riquezas de aquel Imperio en descomposición, se precipitaran a occidente y se asentaran en amplios territorios de las Galias, de la península Itálica, de Hispania y hasta del norte de África.

Los hijos de Teodosio, Arcadio en oriente y Honorio en occidente, mantuvieron a duras penas y durante un breve periodo, la ilusión de una cierta unidad política, aunque ya de ningún modo territorial. La capital del Imperio de Occidente fue trasladada de Milán a Rávena, un villorrio sin otra cualidad que el estar rodeado de ciénagas apestadas de malaria que disuadían a cualquier enemigo de su conquista. Ya al final de la V centuria, encontramos a los últimos emperadores de occidente, aunque realmente sin un Imperio sobre el que imperar. Glicerio o Julio Nepote son poco más que nombres inscritos en viejos pergaminos sin demasiado sentido.


Flavio Orestes, general de Nepote, proclamó emperador en 475 a un hijo suyo que accedió al trono con el nombre de Rómulo Augusto. Años después los historiadores lo rebautizaron como Rómulo Augústulo, que puede traducirse como Augusto el pequeño o Augustito. Fue depuesto sólo unos meses más tarde, en 476, por el bárbaro Odoacro, que lo confinó de por vida en Nápoles encerrado en los muros del Castel dell’Uovo. Resulta paradójico que el último emperador de Roma llevara el mismo nombre de Rómulo, el mítico fundador de la Urbe. En Constantinopla reinaba Zenón sobre un Imperio oriental que aun resistiría durante varios siglos, pero que muy poco, o más bien nada, tenía ya que ver con Roma. Bizancio fue realmente una satrapía orientalizada que ni siquiera conservó el latín como lengua, y que hasta en materia religiosa terminó alejándose de Roma, o quizá Roma se alejó de Bizancio, según el criterio que adoptemos.

Quedaba así oficialmente inaugurada la Edad Media. Desde su fundación (ad Urbe condita) hasta su dramático final, Roma, la Historia de Roma, abarca un milenio. Pocas civilizaciones pueden hacer gala de semejante longevidad. Varios son los factores que se han invocado para explicar su decadencia y caída. Entre los más tópicos está el de la degradación moral de los romanos, un argumento ya clásico desde los historiadores latinos antiguos que idealizaron el periodo republicano colmándolo de virtudes como honor, dignidad, valentía o patriotismo que atribuyen a sus héroes y grandes hombres, en contraposición a los vicios, excesos y crímenes del periodo imperial. El argumento ha sido comprado hasta tiempos bien recientes por muchos historiadores occidentales, muy en particular por los anglosajones del XIX, grandes estudiosos de la romanidad, acaso influidos por la moral calvinista imperante en la etapa victoriana. En casa Bigotini somos más bien reacios a juzgar la Historia en términos moralistas o a juzgar en general.

No hay duda de que la presión de los pueblos bárbaros resultó decisiva en el periodo final. Quizá no tanto en el terreno puramente militar (probablemente los feroces hunos no lo fueron mucho más que los cimbros, los galos o los teutones a quienes sometieron en sus tiempos Mario o César, por poner sólo un par de ejemplos), como en lo relativo a la imparable presión demográfica que aquellos pueblos ejercieron durante siglos sobre el Imperio empujados por el frío, el hambre y la promesa de una vida mejor, tal como ha venido ocurriendo con todos los movimientos migratorios en cualquier época incluida la actual.


Otra cuestión que se ha invocado numerosas veces es la religiosa. A nuestro juicio, el cristianismo no acabó con Roma. Antes al contrario, el cristianismo contribuyó de manera decisiva en los dos últimos siglos del Bajo Imperio a sostenerla y defenderla en buena medida. La antigua religión, el paganismo, como suele denominarse, sencillamente no se sostenía por más tiempo entre una gentes, las romanas, que crecientemente iban adquiriendo más conocimientos a través de la lectura y de los viajes. La vieja religión politeísta servía bien a la poesía y a las hermosas leyendas, pero sus argumentos no podían sostenerse entre unas gentes, las romanas, que construían calzadas y acueductos y que conocían las matemáticas y la geometría de los maestros alejandrinos. La vieja religión murió de vieja. Ya no era sino cuentos de abuelas que se contaban junto a la chimenea.

De acuerdo en que vírgenes que paren infantes sin intervención de varón, muertos que resucitan o que ascienden a los cielos abducidos por un rayo de luz proveniente de una nube, tampoco parecen argumentos muy creíbles, pero en el ascenso, difusión y triunfo del primitivo cristianismo influyeron sobre todo factores sociales de pertenencia a la comunidad sin exclusión de género o posición social.

En cualquier caso Roma nos ha legado un milenio de unificación cultural impagable, exportando la cultura de la Grecia clásica a la práctica totalidad de Europa, y desde Europa al resto del mundo. Muchos millones de seres humanos nos comunicamos en lenguas romances derivadas del latín, detalle que por sí mismo resulta ya prodigioso. Así que sólo nos queda lamentarnos con Indro Montanelli, a cuya excelente Historia de Roma debemos la mayor parte de los datos que hemos ido desgranando en esta serie, de que aquella Roma fabulosa se extinguiera y de que cuando los actuales romanos gritan ¡Aupa Roma! se refieran a un equipo de fútbol.

Errar es humano. Echar la culpa a los demás es más humano todavía. Oscar Wilde.


miércoles, 16 de agosto de 2023

NIKOLÁI GÓGOL Y SU INCESANTE LUCHA INTERIOR

 


Nacido en Ucrania en 1809, Nikolái Vasilievich Gógol era hijo de una ilustre familia de la nobleza rutena proveniente de Polonia, los Gógol-Yanovski, aunque Nikolái que siempre se consideró profundamente ruso, evitó utilizar la segunda parte de su apellido. Con diecinueve años, en 1828, se trasladó a San Petersburgo, para trabajar como funcionario de la administración zarista. Conoció allí a Aleksandr Pushkin, ya por entonces considerado una gloria nacional de las letras rusas, que le animó a escribir y le introdujo en el mundo intelectual y literario petersburgués. En los años treinta Gógol ejerció como profesor de historia medieval en la Universidad. Publicó durante aquellos años con gran éxito sus primeros relatos: La avenida Nevski, El diario de un loco, El capote y La nariz, este último convertido en ópera décadas más tarde por el gran Dimitri Shostakóvich, también con gran éxito y elogiosas críticas.


Hasta aquel momento, Nikolái Gógol formó parte y se relacionó con la sociedad aristocrática. Probablemente su frecuentación de artistas, bohemios y críticos con el régimen zarista le condujo a un cambio radical de sus ideas políticas y sus planteamientos vitales. Publicó y estrenó en 1836 su comedia El inspector, una obra satírica que le granjeó muchos enemigos entre los poderosos y hasta en el seno de su propia familia, lo que finalmente le decidió a abandonar Rusia. Su exilio le llevó a Italia, Alemania, Suiza y Francia. Publicó en 1842 Almas muertas, sin duda su novela más redonda, donde arremetió con dureza contra la minoría oligárquica que mantenía sojuzgado al pueblo ruso. También se debe a su pluma la autoría de Tarás Bulba, una novela histórica ambientada en la Ucrania del siglo XVI que marca un hito en el Romanticismo literario en lengua rusa.


Los últimos años del escritor estuvieron marcados por una incesante lucha interior entre sus convicciones antizaristas y sus orígenes aristocráticos. Visitó Jerusalén acompañado de un pope ortodoxo, el padre Konstantinovski, que actuó como una especie de director espiritual de Gógol, oveja descarriada a quien pretendió regenerar y ganar para la causa de Cristo. Como medio de reconciliarse con la clase a la que pertenecía, Nikolái se embarcó en una especie de viaje imposible hacia atrás, mediante la escritura de una segunda parte de Almas muertas, a la que llamó Almas blancas. Según íntima confesión del autor, aquello le resultó imposible. Mientras intentaba describir a los personajes de su primera novela con trazos benévolos, la pluma no le obedecía, derivando constantemente hacia lo grotesco y lo ridículo. Terminó quemando lo que había escrito de Almas blancas en la chimenea del confortable estudio moscovita del bulevar Nikitski en el que falleció en 1848.


Nikolái Gógol protagoniza una de las cumbres de la literatura europea del ochocientos y de la literatura rusa de todos los tiempos. A medio camino entre el Romanticismo de su tiempo y el Realismo que adoptarían muchos de sus compatriotas escritores, su obra inaugura la novela rusa moderna y sus ideas preludian el estallido social que constituyó décadas después la Revolución soviética. Por eso las generaciones posteriores le tienen también por una gloria nacional. Para recordar su prosa, nuestra biblioteca Bigotini desempolva hoy su relato Diario de un loco, al que puede accederse haciendo clic sobre el enlace: 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Diario+de+un+loco.pdf

El lacayo abrió la portezuela, y la joven saltó del coche como un pajarito. Echó unas miradas en torno suyo, y al alzar los ojos sentí que mi corazón quedaba herido…

Nikolái Gógol. Diario de un loco.


sábado, 12 de agosto de 2023

CONDUCCIÓN DE VEHÍCULOS Y SALUD LABORAL

 


En España los accidentes llamados in itinere, acaecidos durante los desplazamientos al ir o al volver del trabajo, tienen a todos los efectos legales la consideración de accidentes laborales. Muchos de ellos son accidentes de tráfico. De manera que si a estos accidentes de tráfico in itinere sumamos los que se producen dentro del horario laboral en trabajadores cuya tarea principal o accesoria es la conducción de vehículos automóviles, nos encontramos con que los accidentes de tráfico representan un importantísimo porcentaje del total de accidentes laborales. Si a esto añadimos que en muchos de ellos se originan lesiones graves o incluso pueden tener consecuencias mortales, nos haremos una idea aproximada de la enorme importancia de estos sucesos en el ámbito de la seguridad y la salud laborales.

En salud laboral la conducción de vehículos forma parte de los protocolos de vigilancia de la salud que se aplican regularmente a conductores, carretilleros y resto de trabajadores que operan vehículos o equipos móviles de cualquier clase. A nuestro entender, y al de muchos especialistas incluyendo a la propia Autoridad Laboral, las tareas de conducción forman parte de las excepciones al carácter voluntario de los reconocimientos médicos señaladas en el artículo 22 de la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales por tratarse de puestos de trabajo en los que el estado de salud del trabajador puede constituir un peligro para el mismo, para los demás trabajadores o para otras personas, tal como reza el citado artículo.


Existen en la red otros foros, como el de la Dirección General de Tráfico por ejemplo, donde estos temas de seguridad vial se tratan de manera mucho más extensa y exhaustiva que aquí. Permitidme sin embargo, que propongamos unos breves consejos de seguridad y salud, que acaso contribuyan a mejorar los hábitos de los conductores y aporten nuestro granito de arena al respeto por las medidas de seguridad y la mejora de las condiciones de los puestos de trabajo:

Medidas de seguridad imprescindibles:

Uso obligatorio e inexcusable del cinturón de seguridad. No sólo para el conductor del vehículo, sino también para los eventuales ocupantes del mismo.

Evitar durante la conducción cualquier elemento de distracción: uso de teléfonos y otros comunicadores, programación de GPS, sintonización de aparatos de radio o reproductores musicales, consumo de cigarrillos, etc.

Evitar la música a un volumen demasiado elevado que dificulte escuchar los sonidos del entorno o las señales acústicas de otros vehículos.

Por supuesto, deben cumplirse escrupulosamente todas las normas vigentes relativas a la conducción de vehículos.


Hábitos higiénico-dietéticos:

Deben evitarse las comidas copiosas. Durante el periodo de la digestión aumenta la somnolencia. Es preferible hacer cuatro o cinco comidas ligeras al día, que una o dos demasiado abundantes.

Está terminantemente prohibido el consumo de alcohol en cualquier cantidad durante la jornada laboral, así como de cualquier otra sustancia psicotrópica. Es necesaria una adecuada hidratación, mediante la ingesta frecuente de agua o bebidas refrescantes no alcohólicas.

La conducción de vehículos y el manejo de maquinaria peligrosa es incompatible con el consumo de ciertos medicamentos capaces de alterar el nivel de conciencia o producir somnolencia. Informa siempre al médico de cuál es tu puesto de trabajo antes de que extienda cualquier receta, y sigue en todo caso sus indicaciones.

Para afrontar una jornada laboral en condiciones físicas y psicológicas adecuadas, es imprescindible haber descansado bien y dormido durante suficientes horas. En caso de sensación de sueño, aparca el vehículo en un lugar autorizado y duerme el tiempo necesario. Es aconsejable realizar breves paradas de cinco o diez minutos, cada dos horas o dos horas y media de conducción.

Revisa tu tensión arterial con frecuencia y no olvides los exámenes periódicos de salud, que deben incluir entre otras pruebas, la evaluación de la capacidad auditiva y de la agudeza visual. En caso de detectar algún problema de visión, consulta con tu oftalmólogo a la mayor brevedad.

Condiciones ergonómicas del puesto de trabajo:

Las cabinas, asientos de conductor o puestos de operador, deben reunir unas condiciones mínimas que garanticen la comodidad del trabajador en permanencias prolongadas. No olvides ajustar la distancia del asiento, la altura del respaldo, etc., antes de iniciar la actividad.

Las condiciones de climatización del habitáculo deben ser adecuadas, garantizando una correcta ventilación a la vez que se eviten las corrientes de aire molestas o excesivas.

Realiza de forma frecuente estiramientos y ejercicios de relajación.

El consumo de alcohol puede producir amnesia y otros trastornos que en este momento no consigo recordar.

miércoles, 9 de agosto de 2023

JOHANNES TRITHEMIUS. POLYGRAPHIAE LIBRI SEX


 

El religioso alemán Johannes Trithemius, nacido en 1462, fue autor del primer libro impreso sobre criptografía, que se publicó en 1518, dos años después de su muerte, y llevaba el título de Polygraphiae Libri Sex, los seis libros de poligrafía. Se trata además de la primera obra en que la teoría matemática resulta de aplicación fundamental en la criptografía. Antes de Trithemius a menudo se recurría a la simple sustitución de los símbolos contenidos en los criptomensajes, sustituyendo o reemplazando simplemente unas letras por otras. Así por ejemplo, la palabra MAR quedaba convertida en NBS, mediante el sencillo procedimiento de sustituir cada letra por la que le sigue en el alfabeto. Naturalmente, de esta forma los mensajes resultaban fácilmente descifrables. A ello ayudaba el llamado análisis de frecuencias, un método vigente ya desde el siglo IX cuando el erudito árabe Al-Kindi lo dio a conocer. El método analiza las letras más frecuentes en los diferentes idiomas, por ejemplo, ETAOIN SHRDLU en el caso del inglés. Una información muy valiosa para analizar los códigos de sustitución.


El término cifrado alude a la sustitución de letras o palabras por números, una forma de encriptación también muy usual. Es posible asimismo utilizar una estadística más compleja empleando por ejemplo, combinaciones de pares de letras. En español, como en el resto de los idiomas derivados del latín, y como en la mayoría de los indoeuropeos, la Q aparece casi siempre seguida de la U. La Polygraphiae de Trithemius contiene cientos de columnas de palabras latinas dispuestas de dos en dos en cada página, y cada palabra equivale a una letra del alfabeto. La primera página comienza:

 

               

a: Deus      a: Clemens

               b: Creator         b: clementisimus

   c: conditor            c: pius

 

Para codificar mensajes se utiliza la palabra que sustituye a cada una de las letras. El hallazgo de Trithemius, más próximo a la gramática latina que propiamente al terreno de las matemáticas, fue construir tablas de equivalencia de tal manera que cualquiera de los pasajes codificados pudiera ser leído como una oración o unas frases con sentido por alguien que no estuviera en el secreto del código. Así, si las primeras letras del mensaje que se quisiera transmitir fueran CA, la oración comenzaría con las palabras Conditor clemens (Creador clemente o misericordioso), que pasaría por ser el comienzo de cualquier expresión piadosa. El resto de los libros que componen la obra contienen métodos y fórmulas más sofisticadas, junto a las respectivas tablas de equivalencia, para ocultar información de forma creativa.


También fue autor Johannes Trithemius de otra obra célebre, Steganographia, que aunque se escribió en 1499, no vio la luz hasta 1606, y formó parte de la larga lista de libros prohibidos por el santo tribunal eclesiástico. Era otro libro de códigos, pero se interpretó erróneamente como de magia negra porque incluía números que a los inquisidores se antojaron de la Cábala.

Fm qspgf Cjhpujñj, uvwp ef kpwfñ bgjdjpñ b ftubt upñufsjbt, es decir, el profe Bigotini tuvo de joven afición a estas tonterías, pero se le pasó con el tiempo, un médico capaz de curarlo todo.

 

Cada vez que me equivoco, descubro una verdad hasta entonces desconocida.


sábado, 5 de agosto de 2023

JERRY SIEGEL, JOE SHUSTER, SUPERMAN Y LA INJUSTICIA

 


Joe Shuster nació en Toronto en 1914. Ese mismo año nació en Cleveland Jerry Siegel. Ambos eran hijos de inmigrantes judíos. La familia de Joe se mudó a Cleveland cuando el chico tenía diez años, y allí en el barrio judío, conoció a Jerry. Desde entonces serían amigos inseparables. Los dos se aficionaron muy pronto a las tiras cómicas, y comenzaron a dibujar, primero como un pasatiempo y más tarde ya con aspiraciones profesionales. También les apasionaba la ciencia ficción, y las primeras historietas que consiguieron vender y ver publicadas fueron de esa temática. Se las compró la National Allied Publications, una modestísima editorial neoyorquina que en lugar de posicionar sus productos en los diarios de información general, apostó por editar sus propios álbumes de cómics, más bien cuadernillos baratos impresos en papel de baja calidad y con incipientes colores que muy a menudo aparecían con las tintas corridas o los bordes mal definidos. El caso es que la idea triunfó entre la chiquillería, y la editorial creció hasta convertirse en Detective Comics, Inc., o DC Comics como se conoce abreviadamente, una cabecera mítica destinada a hacer historia.


Siegel como guionista y Shuster como dibujante llevaban desde 1933 trabajando en una serie que titularon Superman, y que habían intentado vender sin éxito a diversas publicaciones. Fue en 1938 cuando DC Comics se interesó por el personaje, compró los derechos de la serie por unos raquíticos 130 dólares, y contrató a la pareja de autores como empleados que se hicieran cargo de las historietas durante unos años. Cuando los USA entraron en la Segunda Guerra Mundial, Jerry Siegel fue movilizado y destinado a Honolulu. Sin sus guiones la serie decayó un tanto, y a su vuelta encontró que la compañía, sin consultar a ninguno de los dos, había publicado un álbum de Superboy, un personaje que ellos aún no habían vendido.

El episodio inauguró un periodo de desencuentros entre los autores y DC Comics. Siegel y Shuster fueron despedidos y en las sucesivas querellas judiciales salieron perdiendo. Superman, la serie que habían creado, fue adquiriendo en la industria el peso y la importancia que todos conocemos, mientras sus creadores malvivieron pudiendo mantenerse a duras penas. Shuster falleció en 1992 prácticamente en la indigencia, mientras que Siegel consiguió hacer valer sus derechos de propiedad intelectual tras el éxito de las versiones cinematográficas de Superman en los ochenta. Murió en 1996. Abajo os dejamos unas cuantas páginas y viñetas obra de la pareja.

Como curiosidad diremos que Shuster se basó en la personalidad del cómico Harold Lloyd para dibujar a Clark Kent, y en la de Douglas Fairbanks, entonces exitoso héroe de películas de acción, para la del transformado Superman. La ciudad imaginaria de Metrópolis, donde discurre la acción del tebeo, pretendía imitar la fisonomía urbana de su Toronto natal, que de niño le impresionó con sus incipientes rascacielos. Téngase presente que la canadiense Toronto de principios de siglo era un poco el equivalente de la Chicago estadounidense. El diario donde trabajaba Kent como periodista, The Daily Planet, fue en los primeros episodios el Daily Star, nombre de uno de los periódicos locales de Toronto. Por último, para dibujar a Lois Lane, la eterna novia del héroe, Siegel y Shuster contrataron a Joanne Carter, una modelo profesional que acabó convirtiéndose en la segunda esposa de Jerry Siegel.