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viernes, 26 de abril de 2024

ELIA KAZAN O LA ORTODOXIA DEL CONVERSO

 



Con razón suele decirse que son los conversos los más duros inquisidores. Elia Kazan, antes Elías Kazanjoglu, fue un armenio de origen griego que emigró a Europa y más tarde a los Estados Unidos huyendo de la pobreza y la persecución turca. En Berlín y después en América, fue comunista, pero en la década de los cincuenta, ya afincado en Hollywood y con una sólida reputación en la industria del cine, vio la luz y se convirtió al macartismo delatando a un montón de camaradas ante el célebre Comité de Actividades Antiamericanas. A continuación, como queriendo justificarse, dirigió La ley del silencio, toda una apología de la delación, que no sirvió para lavar ante sus antiguos amigos los estigmas de la traición.

En lo cinematográfico, Kazan aprendió de los mejores, y realizó grandes películas como Al este del Edén, ¡Viva Zapata!, Un tranvía llamado deseo, Esplendor en la hierba o Baby Doll. Como siempre solemos decir en estas breves reseñas, quedémonos con la parte artística del cineasta, y olvidemos en lo posible las debilidades humanas del personaje.

Os dejamos el enlace con la escena final y los créditos de América, América, cinta de 1963 de carácter autobiográfico, que significó una especie de testamento filmado de su autor. Sin duda una grandísima película. 

https://www.youtube.com/watch?v=5Oh1G6ti0G8

Próxima entrega: Frank Sinatra


lunes, 22 de abril de 2024

LA EXPANSIÓN CRISTIANA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

 


Los núcleos cristianos peninsulares que se libraron del completo dominio musulmán al comienzo del siglo VIII, estaban circunscritos a territorios agrestes y muy reducidos en las cordilleras Cantábrica y Pirenaica. Si no fueron totalmente sometidos a la obediencia, primero por los emires y después por los califas de al-Andalus, fue en gran medida, consecuencia de la presión que los carolingios franceses ejercieron sobre la Marca Hispánica. Vimos en artículos anteriores el declive político andalusí al que condujo su fragmentación en diferentes reinos de Taifas, y el declive económico y cultural que supuso la llegada de los almorávides norteafricanos. Estaba servido el escenario para que los en principio incipientes reinos cristianos del norte iniciaran una ofensiva expansionista que, como sabemos, a la postre resultaría imparable.

Pasadas aquellas segundas invasiones, y pasada la barrera un tanto terrorífica que en la cristiandad representó el año 1000, la Europa cristiana, y a su sombra también los territorios cristianos peninsulares, entraron en una fase histórica expansiva que afectó a aspectos tanto materiales como espirituales.


La España cristiana pasó de ser totalmente rural, sin apenas núcleos urbanos, o al menos muy reducidos, a contar con algunas ciudades de cierta importancia como Oviedo, Pamplona o Jaca, y sucesivamente otras como León, Burgos, Zamora… que disfrutaban una vida urbana y una economía cada vez más notables, aunque no comparables ni a las del Islam peninsular, ni a las del resto de la cristiandad europea. El primitivo reino astur-leonés, así como el condado de Castilla, aprovecharon la despoblación del valle del Duero, que se consideraba tácitamente tierra de nadie, para realizar primero invasiones militares y después asentamientos de población que curiosamente en su mayoría provenía del sur. Muchos mozárabes, judíos, e incluso muladíes, descontentos con el trato de los almorávides, cambiaron de señores asentándose en la meseta norte. Los capitanes de guerra leoneses y castellanos, un grupo minoritario, se erigieron en la aristocracia feudal de aquellos nuevos territorios conquistados. Parecidos avances, aunque de menor extensión, se produjeron por parte de navarros en el Pirineo occidental, y de aragoneses, ribagorzanos, catalanes y occitanos más hacia el Este. Se iniciaba así lo que se ha llamado la Reconquista, una expresión con una indudable carga ideológica.



En el siglo XI se produjo un notable incremento demográfico no sólo en la península Ibérica, sino en el resto de Europa. La causa de este fenómeno se debe a la introducción de mejoras en los cultivos, como el arado de vertedera y ruedas, el auge de los molinos de trigo, la adopción de métodos agrícolas como las rotaciones bienal y trienal, el perfeccionamiento de las colleras y otros aparejos de los animales. Ese aumento de los rendimientos, unido a la cada vez más notable división del trabajo que se establecía en los núcleos urbanos, contribuyó al auge de la economía de los reinos cristianos. Surgieron agrupaciones gremiales de artesanos. La fabricación de manufacturas y el intercambio mercantil, experimentaron también avances importantes. Esos progresos económicos posibilitaron la recuperación de la Europa cristiana, que antes de concluir el siglo XI, puso en marcha las cruzadas destinadas a reconquistar los Santos Lugares, objetivo espiritual que se consideró irrenunciable, y que se alentó por parte del papado y las diferentes autoridades religiosas.


También en el terreno militar se produjeron importantes innovaciones, como la definitiva consolidación de la caballería pesada. Elementos tan valiosos como estribos, espuelas o herraduras, surgieron en ese tiempo. Grandes ejércitos con una caballería temible, unas seguras, aunque pesadas, armaduras, y un orden de combate bien organizado, avanzaron hacia Oriente, barriendo a su paso a magiares en Hungría, musulmanes en los Balcanes o en Grecia, y llegando a guerrear ante las murallas de la propia Jerusalén, mítico objetivo de aquella ofensiva acaso más mística que práctica.

Naturalmente, los reinos cristianos peninsulares hicieron su propia cruzada en sus territorios. La comunicación con los demás reinos cristianos europeos se hizo cada vez más fluida y constante. A través de los Pirineos penetraron innovaciones tecnológicas, ideológicas y religiosas. Se construyeron catedrales, monasterios y abadías a imagen y semejanza de las de allende las fronteras. Floreció el comercio marítimo de lana y otros artículos a través primero de los puertos del Cantábrico, y a través del Mediterráneo unas décadas más tarde, con la expansión aragonesa. Se creó la ruta más importante de Europa: el Camino de Santiago, que supuso también un notable recurso de intercambio cultural y comercial. Un cordón umbilical que fue capaz de unir de forma definitiva las naciones hispanas con las europeas. Faltaban aún cuatro siglos para que la cristianización peninsular fuera completa, pero el camino se había iniciado. Ya no había vuelta atrás.

La mejor política consiste en decir siempre la verdad… A menos, claro está, que sea usted un mentiroso excepcionalmente bueno. Groucho Marx.


viernes, 19 de abril de 2024

LUCAS FERNÁNDEZ Y LOS INICIOS DEL TEATRO ESPAÑOL

 


Lucas Fernández nació en 1474 en Salamanca o quizá en la cercana localidad de Cantalapiedra. Muy poco se conoce acerca de su origen, salvo el nombre de sus padres, Alonso y María. Se sabe que muy joven entró en el servicio de la catedral salmantina, donde coincidió con su coetáneo Juan del Encina, a quien dedicamos un reciente artículo. Ambos fueron músicos y cantores de coro, y Encina, en su Égloga de las grandes lluvias, alude a Lucas Fernández como maestro de coro, cargo al que al parecer, él mismo aspiraba. En cualquier caso, si existió entre ellos alguna rivalidad, no se sustanció en querellas, sino muy al contrario, pues ambos se prodigaron mutuos comentarios elogiosos. De hecho, en el plano literario, cabe calificar a Fernández como encinista o seguidor de Juan del Encina.



Estamos en los albores del Renacimiento literario español, que sigue en buena medida las formas poéticas y dramáticas importadas de Italia. Las piezas teatrales, tanto autos sacramentales como farsas y églogas de ambiente profano, aún no han ingresado en ese tiempo en los corrales de comedia. Se representa en las plazas públicas, junto al atrio de las iglesias, en improvisados tablados.

En cuanto a la obra de Lucas Fernández, aunque probablemente debieron existir ediciones anteriores hoy perdidas, hasta nosotros ha llegado la impresa en Salamanca en 1514 por Lorenzo de Liondedei, que bajo el título de Siete Farsas y Églogas al modo pastoril, contiene tres piezas religiosas, una comedia, dos farsas o cuasi comedias, y un dialogo para cantar que probablemente constituye el más remoto antecedente del género musical español que más tarde se denominó zarzuela. Sin abandonar el estilo encinesco, Fernández alarga los versos e introduce mayor número de personajes. En las farsas profanas el amor es el tema fundamental. Aparece en ellas una clara diferencia entre los personajes nobles, damas y caballeros, y los villanos, pastores o mozas aldeanas, que se expresan en dialecto sayagués.



En las piezas religiosas, dos églogas de Navidad y un auto de la Pasión, destaca un lirismo expresivo y premonitorio del gran teatro en lengua castellana de las décadas siguientes. Lucas Fernández es junto a Juan del Encina y Gil Vicente, el precursor de los autos sacramentales, las comedias y los entremeses que triunfarían en las tablas durante el Barroco y los siglos de Oro del teatro español. Nuestro Bigotini literario os brinda el enlace con las Farsas y Églogas de este pionero de la dramaturgia en castellano. Disfrutad la sencillez de su métrica, Renacimiento puro al alcance de un clic:

 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Farsas+y+%C3%A9glogas+al+modo+y+estilo+pastoril+y+castellano.pdf

Requebrar y esperezar

todo debe de ser uno,

y de consuno

bostezar y suspirar.


martes, 16 de abril de 2024

LUMBALGIA, UNA PLAGA DE NUESTRO TIEMPO

 


Sufrida por el 80% de los adultos, y por más del 90% de los mayores de 60 años, la lumbalgia es la patología musculoesquelética más común. Representa, junto con gripes y catarros, una de las primeras causas de consulta, y constituye la primera causa de baja laboral. En no pocas ocasiones la lumbalgia está causada o agravada por determinadas tareas, movimientos o posturas que se adoptan en el trabajo.

El dolor del tercio inferior de la espalda puede obedecer a diferentes causas. Sobresalen entre ellas las discopatías, desplazamientos discales y hernias de disco. También son frecuentes las lumbalgias de origen degenerativo, artrosis y adelgazamiento de los discos intervertebrales, en ocasiones con formación de osteofitos. Siempre que existe compromiso radicular o incluso medular, la presencia de dolor está garantizada. En todos los casos es necesario practicar un diagnóstico preciso, que nos proporcionará certeza para prescribir la terapia adecuada a cada lesión. Sin embargo, con bastante frecuencia nos encontramos ante lumbalgias inespecíficas definidas como dolor en la parte inferior de la espalda que emana de músculos, articulaciones, discos o ligamentos, pero no de lesiones graves o irremediables. Tampoco se debe a fracturas, traumatismos ni enfermedades sistémicas (infecciones, trastornos vasculares, tumores…). Son sencillamente lumbalgias inespecíficas. Una entidad sin mayor complicación, pero que constituye una de las más extendidas plagas de nuestro tiempo.


Al emprender estudios epidemiológicos nos encontramos con una paradoja importante: las radiografías, resonancias magnéticas y otras pruebas complementarias de diagnóstico por la imagen, sólo muestran “hallazgos sin importancia”, tales como desgastes discales, pequeños desplazamientos o escoliosis. Ahora bien, sucede que estos mismos hallazgos los encontramos en personas sanas que no muestran dolor o molestia alguna. Sin embargo, en los pacientes de lumbalgia inespecífica el dolor puede llegar a ser tan intenso que incapacite, al menos temporalmente, para realizar aun las tareas más elementales y cotidianas.

Las pruebas diagnósticas citadas están indicadas en pacientes que presentan el cuadro por vez primera. Sin embargo, una vez que se han descartado las lesiones y patologías a que hice referencia más arriba (discopatías con compromiso radicular, tumores, infecciones, etc.), no es necesario realizar más pruebas. Incluso resulta contraproducente someter a radiaciones una y otra vez a los pacientes para obtener resultados idénticos mes tras mes y año tras año. Sin embargo la práctica habitual en nuestro país es la contraria, debido a la presión asistencial. El paciente ha llegado a estar tan acostumbrado a considerar que si no le prescriben una resonancia o al menos una placa radiográfica, no le están atendiendo de forma adecuada, que simplemente no contempla la posibilidad de una negativa en este sentido. Lo peor es que los propios médicos de asistencia primaria, e incluso los especialistas, consienten en ello y las prescriben motu proprio  de forma reiterada, sin oponer resistencia ni intentar siquiera una praxis correcta.

Las señales de alerta ante una lumbalgia serían fundamentalmente el dolor intenso y duradero en una persona menor de 55 años, y no influido por posturas, movimientos o esfuerzos, mal estado general, pérdida de peso, fiebre…, síntomas que deberían orientarnos hacia una enfermedad sistémica; o bien pérdida de fuerza muscular, anestesia “en silla de montar”, dolor radicular o irradiado que persiste más de seis semanas, o que aparece sólo al caminar, etc. En éste último caso la orientación correcta será hacia la cirugía.

En cuanto al tratamiento, conviene precisar algunos principios básicos:

En primer lugar, el reposo en cama no está recomendado en ningún caso de lumbalgia. Muy al contrario, conviene mantener el mayor nivel de actividad física que el dolor permita en cada caso. En último extremo, podrá considerarse el reposo en cama por un máximo de 48 horas, limitado a las lumbalgias agudas en las que el dolor sea tan intenso e incapacitante que no permita la adopción de otra postura. El ejercicio físico sistemático, más allá de las actividades cotidianas, como tal no está recomendado en plena crisis aguda, pero sí cuando el dolor persiste más de seis semanas. En cuanto al tipo de ejercicios recomendables, lo ideal es seguir las indicaciones del fisioterapeuta, asistiendo si es posible a sesiones de espalda sana o practicando la hidroterapia en piscinas especialmente acondicionadas. A falta de guía, como cualquier ejercicio resulta mejor que la inactividad, el paciente realizará aquel que le resulte más grato y le cause menores molestias.

El tratamiento farmacológico se llevará a cabo en todo caso siempre bajo control médico. Es posible consumir fármacos para el dolor, ya sea paracetamol (solo o en combinación con opiáceos suaves como la codeína), antiinflamatorios o miorrelajantes durante un máximo de tres meses, tanto en la lumbalgia aguda como en las crisis de los casos crónicos. En personas con lumbalgia crónica intensa pueden recomendarse también antidepresivos clásicos (tricíclicos y tetracíclicos), estén deprimidas o no, y parches de capsaicina. Como tratamiento de tercera línea, podrán prescribirse los opiáceos (sobre todo, tramadol) en los agravamientos de lumbalgias crónicas.

Son particularmente recomendables los grupos de espalda sana, sobre todo en las lumbalgias funcionales de origen laboral. Los centros y profesionales que enseñen al paciente a manejar de manera activa su problema (es decir, mediante terapia física, volviendo a la actividad anterior...) resultan eficaces para mejorar el dolor de las personas con lumbalgias que superan las seis semanas.

Algunos pacientes con lumbalgia intensa y crónica tienen un comportamiento que está determinando el mal pronóstico de su enfermedad. El miedo al dolor les lleva a no moverse y se introducen en un círculo vicioso que agrava su estado. En estos casos, puede resultar recomendable derivarlos a un programa cognitivo-conductual, es decir, métodos que modifiquen su actitud ante el dolor y promuevan la confianza en su capacidad física. Por ejemplo, se establecen programas de ejercicio físico con unos objetivos fáciles de cumplir, relajación, etc.

Es controvertida la utilidad de las infiltraciones con diversas sustancias, así como de la ozonoterapia en los discos intervertebrales.

La fisioterapia es la mejor opción en un importante número de casos, combinando las técnicas manuales con la electroestimulación y la analgesia.

En último extremo, la cirugía, la neurocirugía, resolverá aquellos casos en los que se haya evaluado convenientemente y decidido la idoneidad de la indicación quirúrgica.

Si das la espalda serás un maleducado, si no la das nunca, serás desconfiado; palméala y te llamarán adulador; golpea por la espalda y te tacharán de traidor; dispara por la espalda y te ahorcarán. Liberty Balance, forajido.


sábado, 13 de abril de 2024

JOHANNES KEPLER. CUANDO LA CIENCIA SE HACÍA A MANO

 


A menudo nos preguntamos cómo pudieron ser posibles los grandes hallazgos científicos que tuvieron lugar en la era pretecnológica. Cómo, sin apenas medios, grandes intelectos como los de Aristóteles, Galileo o Newton, fueron capaces de alumbrar los importantes descubrimientos que abrieron el camino a la ciencia, es cosa que nos sigue pareciendo asombrosa.

Encontramos un ejemplo muy ilustrativo en Johannes Kepler, que vivió a caballo entre los siglos XVI y XVII. Concretamente en 1611, Kepler se propuso en su obra The Six-Cornered Snowflake, averiguar con qué disposición de objetos esféricos podía obtenerse una densidad media mayor en el espacio. Para ello se valió únicamente de su ingenio, ya que no existían computadoras ni otras herramientas tecnológicas que pudieran auxiliarle en su tarea. Kepler conjeturó que es imposible agrupar esferas idénticas en tres dimensiones de un modo más eficiente que el que se consigue en una red cúbica centrada.


Imaginemos que queremos llenar una caja con tantas pelotas de golf o con tantas canicas idénticas como sea posible. La densidad de pelotas se determina calculando el porcentaje del volumen de la caja ocupado por ellas. Si nos limitamos a echar las pelotas en la caja al azar, sólo lograremos una densidad del 65% aproximadamente. Ahora bien, Kepler dispuso una primera capa de pelotas en el fondo de la caja dispuestas hexagonalmente, y colocó otra capa encima sobre los espacios creados por la capa inferior. Obrando así de forma sucesiva, puede lograse una densidad de almacenamiento de p/18, que equivale aproximadamente a 74%. Fascinados por la conjetura de Kepler, Paul Chaikin, Salvatore Torquato y algunos otros colaboradores de la Universidad de Princeton, estudiaron el almacenamiento de grajeas de chocolate de la marca M&M, nuestros familiares lacasitos, descubriendo que tenían una densidad de almacenamiento del 68%, apenas un poco superior al 65% que se logra de forma aleatoria.


En el siglo XIX, Karl Friedrich Gauss ya había demostrado matemáticamente que la disposición hexagonal de Kepler resultaba la más eficiente para una cuadrícula regular en tres dimensiones. Finalmente, en 1998, el matemático estadounidense Thomas Hales demostró que Johannes Kepler estaba en lo cierto. La ecuación de Hales con sus ciento cincuenta variables, expresaba cada disposición concebible de cincuenta esferas en un espacio limitado. La computación de los ordenadores confirmó que ninguna posible combinación de variables podía lograr una eficacia de almacenamiento superior al 74%, lo que por fin vino a corroborar la conjetura de Kepler que de esa forma resultó elevada a la categoría de teorema. En 2003, un comité de doce expertos convocados por la revista Annals of Mathematics informó la completa seguridad de que la demostración era correcta, y por lo tanto, lo era también el trabajo de Johannes Kepler, que sin otro medio auxiliar que su propia inteligencia, había llegado cuatro siglos atrás a la misma conclusión.

Nuestro ínclito profesor Bigotini parece últimamente empeñado en averiguar el número exacto de aceitunas rellenas necesario para aderezar sus míticos martinis. El profe se esfuerza probándolo en un martini tras otro. Quién sabe cómo terminará todo esto.

Cualquiera es capaz de simpatizar con las penas de un amigo. Simpatizar con sus éxitos requiere ya una sensibilidad muy delicada. Oscar Wilde.


martes, 9 de abril de 2024

ESCOBAR, CARPANTA Y LA ESPAÑA DE LA POSGUERRA

 


José Escobar Saliente fue un barcelonés nacido en 1908. Su padre, funcionario de correos, fue destinado a Granollers, y allí creció el joven José con sus padres y sus dos hermanos. Desde muy pequeño se le dio bien el dibujo, por lo que una tía suya que vivía en La Habana, hizo llegar algún dinero a la familia con el propósito de que su sobrino estudiara arquitectura. No pudo ser. A José se le atragantaron los estudios de bachillerato, que abandonó para entrar a trabajar en la fábrica de Tabacalera en Granollers cobrando un duro al mes. Fue después mancebo de farmacia, repartidor de telégrafos, y a partir de 1926, interventor en la estafeta de correos tras aprobar la oposición correspondiente.

Simultaneó su trabajo de funcionario con su afición por el dibujo, y en los años veinte y treinta consiguió ver publicadas sus historietas en diferentes revistas catalanas.

Terminada la guerra, en 1939, fue depurado de correos y condenado a seis años de prisión de los que cumplió uno y medio, saliendo de la cárcel en libertad condicional, y teniendo que presentarse periódicamente ante la policía. Antes, durante y después de la guerra, continuó dibujando historietas. Realizó también un par de cortometrajes de animación, y hasta escribió y representó varias comedias en colaboración con el grupo de teatro de aficionados al que pertenecía. Pero la mayor parte de la carrera de Escobar como dibujante transcurrió en la editorial Bruguera y más concretamente en la revista Pulgarcito que fue la más popular de la empresa. Allí creó a la mayoría de sus personajes: Petra, criada para todo, Blasa, portera de su casa, Doña Tomasa con fruición, va y alquila su mansión, Don Óptimo, Don Pésimo, Toby y un largo etcétera. Coincidió con otros nombres imprescindibles de la historieta española como Moreno, Muntañola, Peñarroya, Cifré, Conti o Ibáñez. Una de sus series más divertidas, Doña Tula, suegra, fue censurada y prohibida después de unas pocas apariciones, con el argumento de que mostraba las relaciones matrimoniales como problemáticas. Eran tiempos difíciles sin duda.


Pero hay dos series que hacen de José Escobar todo un clásico del tebeo español, Zipi y Zape y Carpanta. Los traviesos gemelos constituyeron el mayor éxito de su autor. Llegaron a contar en los setenta con una revista propia, y aun en la actualidad siguen editándose recopilaciones de sus historietas en álbumes y diversos formatos.

En cuanto a Carpanta, constituye un caso excepcional en el panorama del tebeo español. Su protagonista es un marginado social, un vagabundo sin techo que malvive medio muerto de hambre. Hambre, sí, porque el hambre insaciable del pobre Carpanta es el símbolo del hambre que reinaba en la España posguerrista de las colas, las cartillas de racionamiento y la indigencia nacional. El bueno de Carpanta sueña con pollos asados y filetes que jamás llega a llevarse a la boca, porque siempre acaba ocurriendo algo que lo impide. Carpanta viene a ser en el universo del tebeo, una tesis doctoral sobre la miseria. Basta por sí sola la serie para elevar a su autor, José Escobar Saliente, al lugar de privilegio que ocupa en el imaginario de quienes fuimos niños entonces.

Falleció Escobar en 1994 a los 85 años sin dejar de dibujar hasta el día de su muerte, pobre, solo y residiendo en un asilo de Barcelona. Vaya desde aquí nuestro modesto tributo y homenaje a su talento y su recuerdo. Os dejamos aquí abajo unas cuantas páginas del maestro.




















sábado, 6 de abril de 2024

MARLON BRANDO, UN GRAN ACTOR Y UN HOMBRE DESGRACIADO

 





Marlon Brando fue el hijo de una actriz teatral, y se consideró actor desde que tuvo uso de razón. En el Hollywood de los cincuenta fue el prototipo perfecto de actor del método, oficio que adquirió muy joven en el célebre Actor’s Studio neoyorquino. Como profesional del teatro debutó en Broadway con Un tranvía llamado deseo, drama de Tennesse Williams que contrató a Brando en cuanto se presentó al casting. El mismo título sirvió también para su debut ante las cámaras, esa vez bajo la dirección de Elia Kazan y en compañía de Vivien Leigh. La película, a pesar de ser tildada por muchos críticos como teatro filmado, constituyó un gran éxito para ambos protagonistas, y significó la primera nominación del actor a los premios Oscar. Fue también nominado por sus siguientes trabajos, ¡Viva Zapata!, Julio César y La ley del silencio, por la que finalmente obtuvo la estatuilla. Brando, así, con el apellido nada más, como Garbo, como Bogart, como los grandes, se convirtió en el rey de las marquesinas y en el mayor sex symbol masculino de aquella década. Actores como James Dean, Paul Newman o Robert de Niro, siguieron sus pasos.

En el plano personal fue, al decir de quienes le trataron, un tío raro y de carácter complicado. Probablemente el éxito se le subió a la cabeza, o quizá su comportamiento obedecía a un trastorno ciclotímico. El caso es que a partir de los sesenta, su estrella se oscureció un tanto. Reapareció con éxito ya en los setenta, con su interpretación en El padrino de Coppola, y en la muy controvertida El último tango en París, de Bernardo Bertollucci. Hizo una aparición casi sobrenatural en Apocalypse Now, y otra perfectamente prescindible en Supermán a cambio de una suculenta suma de dinero. En sus últimos años vivió alejado del mundo, sufrió un importante deterioro físico y se acentuó su declive psíquico.

Os ofrecemos el enlace (haced clic aquí abajo) con la escena de Un tranvía llamado deseo en la que se encuentran Brando y Leigh. Inolvidable. 

https://www.youtube.com/watch?v=o0PfRHv_r08

Próxima entrega: Elia Kazan


martes, 2 de abril de 2024

LOS REINOS DE TAIFAS, LOS ALMORÁVIDES Y EL DECLIVE DE AL-ANDALUS

 


Desaparecido el dominio político que ejerció el Califato Omeya de Córdoba, al-Andalus se fragmentó en un mosaico de pequeños reinos o taifas, un término que puede traducirse por banderías. Al frente de cada taifa había en unos casos familias de ilustre estirpe árabe, pero en otros sus dirigentes fueron beréberes, eslavones e incluso muladíes. Las más importantes taifas fueron las de Sevilla y Granada dominadas respectivamente por los Abasíes, de origen sirio, y los Ziríes. También florecieron los reinos de Zaragoza, con la poderosa familia de los Banu Hud; de Toledo, gobernado por los Banu Zennum; y de Badajoz, en manos de los Aftasíes. La existencia de los taifas fue, en términos históricos, relativamente breve, pues la mayoría de ellos duraron poco más de medio siglo, durante la undécima centuria.



En el plano artístico y cultural, el notable mecenazgo de sus gobernantes hizo posible el florecimiento de la literatura y el arte andalusí. Por ejemplo, sólo en Zaragoza, la Medina Albaida o ciudad blanca reflejada en el cristal del Ebro, se construyó la maravilla del palacio de la Aljafería, o el poeta Ibn Hazm escribió El collar de la paloma, un verdadero monumento al amor que tuvo enorme influencia tanto en el mundo musulmán como en la Europa cristiana. El brillo que en la etapa anterior exhibió Córdoba, en el tiempo de los taifas se repartió entre los diferentes reinos. Sin embargo, desde el punto de vista político y militar, la división debilitó considerablemente a los taifas, que en su mayoría se convirtieron en tributarios de los reinos cristianos del norte peninsular. Los ejércitos de los taifas estaban integrados por esclavos y mercenarios en su mayoría. Es conocido el caso de Zaragoza, que contrató los servicios de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, un señor de la guerra de la época, que unas veces se ofrecía al mejor postor, y otras atendía a sus propios intereses llegando a apoderarse de Valencia y defendiéndola más tarde de los almorávides.


Precisamente los almorávides protagonizaron desde finales del siglo XI, la historia de al-Andalus. Los almorávides construyeron un imperio en el África noroccidental. Irrumpieron en la Península a través de Algeciras, al principio convocados por los reyes taifas de Granada, Sevilla y Badajoz, para sacudirse la presión cada vez más agobiante de los cristianos norteños. El término almorávides puede traducirse por los hombres del ribat. Eran beréberes adheridos a los principios más puros del Islam, unos integristas religiosos que difundieron el ideal de la guerra santa. El centro de su Imperio se ubicaba en Marraquech. Eran gentes frugales dedicadas a la ganadería que al cruzar el Estrecho, debieron encontrarse con un vergel deslumbrante. Tras varias incursiones, en 1090 se asentaron definitivamente en suelo andalusí, conquistando sucesivamente los reinos de Sevilla y Badajoz, y extendiendo luego su dominio al resto de los taifas, con lo que al-Andalus volvió a estar unificado. No pudieron hacerse con Toledo que había sido ya conquistado por el castellano Alfonso VI, aunque consiguieron importantes victorias en Consuegra o en Uclés. Valencia se les resistió en diversas ocasiones, primero con el Cid, y poco después con Jimena, su viuda. No obstante, Valencia terminó cayendo en poder de los almorávides en 1102.


El de los nuevos señores magrebíes sería un dominio ciertamente efímero. Su feroz integrismo religioso no encontró seguidores entre los musulmanes andalusíes, hechos desde hacía muchas décadas a costumbres y prácticas muy diferentes. Por otra parte, la presión cada vez más intensa ejercida por los reinos cristianos alcanzó en la duodécima centuria y las siguientes su fuerza más notable, inspirada en parte por las Cruzadas que se proclamaban contra el moro a lo largo y ancho de la cristiandad, y alentada por muchos de los pobladores de al-Andalus, no sólo mozárabes y judíos, que sufrían con mayor rigor la intolerancia de sus nuevos amos almorávides, sino incluso de muchos muladíes y hasta árabes, descontentos con aquellos gobernantes. Durante los siglos XII y XIII se sucedieron los avances cristianos sobre un al-Andalus musulmán cada vez más debilitado y empobrecido. La imparable decadencia andalusí estaba ya servida. Sólo la Granada Nazarí resistió hasta el final del siglo XV y de lo que conocemos como Edad Media. Testimonio orgulloso de lo que durante siglos fue aquel floreciente al-Andalus de la media luna.

Por un pequeño agujero se hunden los navíos más grandes.