Translate

sábado, 29 de agosto de 2020

PIRRO Y LA ROMANIZACIÓN DE ITALIA



Los romanos de los primeros siglos de la República desconocían la geografía. Sucesivos pactos y guerras con sus vecinos latinos, sabinos, etruscos, volscos, ecuos…, les condujeron a dominar la costa del Tirreno central, para ellos el primitivo y familiar Mare Nostrum. No es que fueran expansionistas, sencillamente aplicaban la máxima deportiva de que la mejor defensa es un buen ataque, y eso les llevó, casi sin querer, a ocupar los territorios limítrofes, pero seguramente todavía ignoraban la extensión y los límites de la península itálica, y si los más instruidos habían oído hablar del mar Adriático, probablemente entonces conocido como el ponto de los griegos, lo considerarían remoto e inalcanzable.
Sus diferencias vecinales llevaron a los romanos al sur, donde entablaron varias guerras contra los samnitas. En la segunda de aquellas guerras sufrió Roma una vergonzosa derrota en las gargantas de Caudio. Tuvieron que capitular y pasar bajo el yugo de las lanzas samnitas, episodio que originó la expresión horcas caudinas para definir cualquier derrota humillante.

Aquellos hechos tuvieron lugar en 328 a.C. Roma encajó la afrenta, pero no pidió paz. Al contrario, después de reorganizarse, las legiones atravesaron los Apeninos en 316, y tras sucesivos avances se hallaron en 305 en la costa adriática de Apulia. A la vez, la expansión meridional llevó a los romanos hasta las mismas puertas de Nápoles, la próspera y magnífica Neápolis griega, que les fascinó y avivó su codicia. Durante algunos años se sucedieron las escaramuzas, hasta que los grecoitálicos, viéndose en apuros, recabaron la protección de la madre patria. La encontraron en la persona de Pirro, rey del Épiro, la región noroccidental de Grecia. Pirro era un tipo singular. De origen macedonio, presumía de ser pariente del mismo Alejandro, y se creía llamado por los dioses a acometer grandes empresas. Los tarentinos solicitaron su socorro, y sin pensarlo dos veces, se plantó en Tarento con sus navíos y su ejército, al que se sumaron por miles los naturales del país.


Pirro presentó batalla a los romanos en Heraclea. En la lucha se impuso la disciplina de las legiones que barrieron a sus enemigos. No obstante el rey epirota contaba con un arma todavía desconocida en aquel tiempo: los elefantes. Al verlos desde lejos, los romanos los tomaron por bueyes, de ahí el apelativo de bueyes lucanos por el que se conoció a los proboscidios incluso hasta tiempos medievales. Pero al tenerlos más cerca, cundió el pánico entre los legionarios que huyeron en desbandada. Pirro se adjudicó muy ufano la victoria. Sin embargo, al hacer balance de pérdidas, halló que con la excepción de la unidad elefantina, la práctica totalidad de su ejército había sido aniquilada. Este es el origen de la expresión victoria pírrica para referirse a supuestos triunfos que cuestan muy caros. Actualmente usan y abusan de ella hasta los comentaristas deportivos, con un desparpajo insólito en gentes tan iletradas.


Todavía no escarmentado, volvió Pirro a la carga en 279 a.C. El campo de batalla fue esta vez Ascoli Satriano, pero a pesar del cambio de escenario, la derrota de los griegos fue mayor si cabe, aun a pesar de los elefantes. Los romanos estrenaron contra ellos unas lanzas largas y agudas, remoto antecedente de las picas que mil años después manejarían los tercios españoles en las guerras europeas del XVII, y que inmortalizó Velázquez en La rendición de Breda.
Tampoco la nueva derrota desmoralizó a Pirro ni mitigó lo más mínimo sus ganas de camorra. Llamado esta vez por los siracusanos, embarcó hacia Sicilia para defender a Siracusa de los cartagineses. Fue de nuevo vencido, y aun no satisfecho, regresó por última vez a Italia en auxilio de los tarentinos. En 275 las legiones romanas le infligieron una nueva derrota en Malevento, tan severa, que el epirota tuvo por fin que regresar a su tierra con el rabo entre las piernas. Los romanos rebautizaron a Malevento como Benevento en recuerdo de su victoria.

Con todos estos avatares bélicos, Roma aprendió al fin geografía, y se supo dominadora de gran parte de la península. En 273, a instancias del Senado, se inició oficialmente la completa conquista y romanización de Italia, que en muy pocos años se extendió a parte de Sicilia e incluso a la Grecia continental. Probablemente Pirro nunca llegó a ser consciente de su decisiva aunque involuntaria, contribución a la Historia.

-Manolo, mira a ver, me parece que la cisterna pierde.
-Pues dile que lo importante es participar.




miércoles, 26 de agosto de 2020

ARTHUR C. CLARKE, UNA ODISEA LITERARIA


En la localidad británica de Minehead, Somerset, y en 1917, nació Arthur Charles Clarke, célebre en todo el mundo como autor de novelas de ciencia ficción. Mucho menos conocida es su faceta de científico e investigador. Estudió matemáticas y física en el King’s College de Londres, finalizando sus estudios con honores, y durante la Guerra sirvió en la RAF como especialista en radares, campo en el que desarrolló también algunas mejoras. Sentó las bases para establecer la órbita geoestacionaria de los satélites artificiales, llamada en su honor órbita Clarke, lo que le valió diversos premios, becas y reconocimientos. Apasionado de la astronomía, presidió durante varios años la Sociedad Interplanetaria Británica. Destacó también como divulgador, tanto en libros como en televisión, siendo el comentarista de las misiones Apolo para la cadena CBS. Es autor de las leyes de Clarke (1962). La tercera de ellas, que es la más popular, declara que toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.
En el plano personal, tuvo un matrimonio desgraciado y efímero, y nunca volvió a casarse. Residió desde 1956 en Ceilán. Falleció en su capital, Colombo, en 2008, cuando contaba noventa años.

Aquí, en Bigotini literario, nos interesa sobre todo su faceta de autor de novelas y relatos de ciencia ficción, por la que Arthur C. Clarke es universalmente conocido. En el campo de la literatura fantástica, Clarke completa el podium junto a Asimov y a Bradbury, el A-B-C de la ciencia ficción del siglo XX.
Comenzó en 1946 publicando cuentos en revistas como Astounding. En esa primera época destacó como autor de relatos breves. Una de sus primeras novelas, El Centinela, fue precursora de la serie 2001, que le hizo famoso. Como autor de ciencia ficción, Clarke cultivó la llamada S-F dura, o científica, argumentos basados en la ciencia y la tecnología del futuro, con explicaciones sólidas y bien elaboradas en las que brilla su formación científica. Otra de sus características es el optimismo que rezuman sus relatos. Clarke cree y confía en la ciencia, da por seguro que una sociedad más tecnificada siempre será mejor, e incluso trasciende esa visión a los visitantes de otros mundos, que aparecen siempre en sus relatos como seres benévolos y cooperadores.


Entre sus mejores novelas citaremos la saga de Cita con Rama (1973), Las arenas de Marte y El centinela (1951), El fin de la infancia (1953), La estrella (1955), La ciudad y las estrellas (1956), Regreso a Titán (1975), Las fuentes del paraíso (1979), Cánticos de la lejana Tierra (1986), Venus Prime (1987), Cuna (1988) o El martillo de Dios (1993), algunas de estas y otras muchas en colaboración con otros autores del género, como Paul Preuss, Gentry Lee, Gregory Benford o Stephen Baxter.
Es también autor de una decena de colecciones de relatos y de un puñado de obras de divulgación científica. Pero en el conjunto de su extensa obra literaria, destaca por derecho propio la serie 2001, que comenzó en 1968 con la publicación de 2001: Una odisea espacial. Contrariamente a lo que parecería más lógico, la novela no precedió a la famosa película de Stanley Kubrick, sino que el filme se ideó a partir del relato El centinela, y posteriormente Kubrick requirió al autor para escribir con él el guión de la película. A partir de dicho guión, Clarke terminó de construir la novela tal como la conocemos.
A la primera entrega sucedieron otras tres: 2010: Odisea dos (1982), 2061: Odisea tres, y 3001: Odisea final. Ninguna de ellas alcanza la calidad de la primera novela, convertida igual que la película de Kubrick, en una obra de culto.

En Biblioteca Bigotini os ofrecemos hoy el enlace (clic en la ilustración) con la versión digital de uno de los microrelatos más conseguidos de Clarke: Crimen en Marte. Disfrutad con su lectura.

Cuando un científico afirma que algo es posible, casi con toda seguridad está en lo cierto. Cuando afirma que algo es imposible, muy probablemente se equivoca. Arthur C. Clarke (1ª ley de Clarke).





sábado, 22 de agosto de 2020

CERTEZAS, MEDIAS VERDADES Y MENTIRAS SOBRE LOS ALIMENTOS



Los alimentos y la nutrición humana constituyen uno de los campos más extensamente abonados para la ciencia y la investigación. Son numerosos los estudios, análisis y experimentos que se han llevado a cabo y se siguen desarrollando en esta materia. Conviene sin embargo, hacer una distinción importante entre los trabajos encaminados a fines altruistas, como la lucha contra el hambre, el incremento y mejora de la producción agrícola, la profilaxis de cuadros carenciales, etc.; y aquellos otros cuyo único objetivo es el lucro de las industrias alimentarias, basándose en estudios de mercado para diseñar productos alimenticios fruto de estudios de laboratorio y de combinaciones de alimentos que habitualmente no se encuentran en el medio natural.

El peso económico, y en ocasiones la influencia política y social de estas industrias, es muy considerable. A menudo se trata de multinacionales que no solo se dedican a la alimentación, sino que participan en empresas farmacéuticas y hasta en industrias armamentísticas. Entre los especialistas en la materia ha sobrevolado siempre como una tenue nube, la vieja aspiración de “inventar” el alimento ideal, algo así como el pan del futuro. El problema es que el pan ya está inventado desde hace muchos siglos, y los intentos de fabricar y comercializar esas barras energéticas o ese alimento completo que resuelva los problemas alimenticios de la humanidad, devienen siempre en fracasos, porque chocan frontalmente con los hábitos de las gentes y la cultura de los pueblos. En vano se ofrecerán sofisticados batidos alimenticios o compactados proteicos a asiáticos hambrientos. Lo que demandan (y lo que realmente necesitan) es arroz.


En el mercado occidental han proliferado como setas en los últimos años, productos de diseño destinados a satisfacer cierta demanda que en todo caso se ha creado artificialmente a base de publicidad. Resultan atractivos para el consumidor, no solo por su presentación, sino porque se revisten de un aire saludable y se publicitan como recomendados por médicos y otros profesionales de la salud. Existen elementos simples (leches, yogures, cereales…) que sirven de base a diferentes aditivos teóricamente destinados a enriquecerlos y convertirlos en poco menos que alimentos milagro.

No sería justo, sin embargo, medirlos a todos por el mismo rasero. Digamos que se han comercializado productos verdaderamente útiles, como cierta marca de yogur (sólo esa, y no sus imitaciones) a la que se añaden bifidus vivos. Cierto que todos los yogures contienen bifidus, pero en este caso se trata de bacterias vivas que pueden jugar un importante papel en la reposición de la flora saprofita intestinal, sobre todo después de haber sufrido gastroenteritis u otros procesos diarreicos, después de someterse a un tratamiento de antibioterapia, etc.

Al lado de estos productos podemos encontrar otros cuya licitud no se discute, pero que acaso no aportan nada que no pudiera encontrarse ya en el mercado. Es el caso de cereales, galletas y otros alimentos a los que se han adicionado fibras. Mientras se tomen como otra galleta u otro cereal más, sin perjuicio de seguir una dieta equilibrada, no hay nada que decir. Sin embargo, si lo que pretenden es suplir la ingesta de frutas y verduras hacen un flaco favor a sus consumidores. Otra especie de broma es el pan integral con bajo nivel de colesterol. Estamos sencillamente ante un absurdo: los carbohidratos jamás contienen colesterol, a no ser que se añada al pan alguna grasa de origen animal. Es algo así como anunciar jamón sin gluten (prometo que he visto estas etiquetas en el mercado). ¡Ya sólo faltaría que los derivados de carne contuvieran gluten!, podría exclamar algún consumidor indignado. Pero lo cierto es que muchas veces las industrias añaden gluten a los embutidos como espesante.
Un contrasentido en el que puede que no hayáis pensado: a mucha gente le gusta consumir leche desnatada o semidesnatada. Pues bien, al desnatar la leche se eliminan el calcio y la vitamina D. Después resulta, (¡qué paradoja!) que se nos vende la leche desnatada enriquecida con calcio y vitamina D.

Existen por último una serie de alimentos supuestamente saludables que constituyen una pésima elección. Quizá el ejemplo más flagrante lo encontramos en ciertas leches enriquecidas con ácidos grasos omega-3, que se publicitan para mantener a raya (y hasta reducir, esto se ha escuchado en algún spot) el exceso de colesterol LDL. Nada más engañoso. Las leches en cuestión contienen efectivamente omega-3, pero en una proporción tan mínima, que sería necesario consumir varios litros de leche para ingerir el omega-3 que contiene un simple boquerón en conserva. Claro está que si añadieran a la leche una cantidad considerable de grasas omega-3, cambiarían por completo sus propiedades organolépticas, y aquello ya no se podría calificar de leche. De acuerdo. Pero de ahí a inducir al consumidor a pensar que aquello se parece remotamente al pescado azul, media un abismo.

Todas las semanas dejo de fumar y me pongo a dieta. Umberto Eco



miércoles, 19 de agosto de 2020

LUDWIG BOLTZMANN, EL SEÑOR DE LA ENTROPÍA


En Viena, y en febrero de 1844, vino al mundo Ludwig Boltzmann. Estudió en Linz y se doctoró en la Universidad vienesa. Impartió clases de física, primero en Graz y más tarde en Heidelberg y en Berlín. Desde su juventud alternó y colaboró con los grandes hombres de la física en su tiempo: Stefan, Bunsen, Kirchhoff, Helmholtz… Regresó a Viena como profesor de matemáticas, ocupó la cátedra de física en Graz en 1876, la de Leipzig en 1900, y finalmente, la de su Viena natal en 1901, donde además de la cátedra de física, se hizo cargo de la de historia y filosofía de las ciencias.

Su teoría atómica, que defendía la existencia real de los átomos, fue compartida por Maxwell, Gibbs y por la mayoría de los químicos y los matemáticos de su generación. Encontró sin embargo, una fuerte oposición entre muchos físicos teóricos, como Wilhelm Ostwald y sobre todo, como Ernst Mach, compañero suyo en Viena, a quien trataba prácticamente a diario. Se especula si esas diferencias académicas pudieron ser el desencadenante del suicidio de Boltzmann, que se ahorcó en 1906 durante unas vacaciones en Duino, Alpes italianos.


Ludwig Boltzmann, junto a Maxwell, fue el primero en aplicar métodos probabilísticos a la mecánica, lo que le permitió enunciar y argumentar las leyes de la termodinámica, materia de la que podemos considerarle como el verdadero fundador.
La llamada en su honor constante de Boltzmann, relaciona temperatura absoluta y energía. En mecánica estadística desempeña un papel crucial. Su valor es:

K = 1,38064852 (79) x 10-23;
J/K = 1, 3806504 x 10-16 ergios/K

Aunque acaso la principal aportación de Boltzmann a la ciencia, fue la definición de la entropía (S), el concepto decisivo de la termodinámica. En mecánica estadística la entropía de un sistema aislado en equilibrio termodinámico, se define como el logaritmo natural de W, el número de estados microscópicos definidos en los que puede llegar a estar un sistema. La ecuación, una de las piezas clave de la ciencia del siglo XX, está grabada en la tumba de Ludwig Boltzmann del cementerio central de Viena:

S = k. log W

En Bigotini consideramos a Boltzmann un gigante de la ciencia que merece figurar con letras de molde en el cuarteto que forman con él, sir Isaac Newton, su coetáneo y amigo James Clerk Maxwell, y Albert Einstein, a quien no llegó a conocer. Los cuatro contribuyeron de manera decisiva a permitirnos intuir las leyes que rigen el universo. Otras grandes mentes que llegaron después, se ocupan de forma incansable en desarrollarlas.

Las mujeres se visten para gustarse entre ellas. Si se vistieran para agradar a los hombres, se arruinarían los fabricantes de telas. Groucho Marx.




sábado, 15 de agosto de 2020

NORMAN PETT. MATERIAL BÉLICO



Nacido en Kings Norton, Worcestershire, en 1891, Norman Pett fue uno de los más notables historietistas británicos, pionero de las series para adultos. En su juventud estudió dibujo en la Press Art School, una de las primeras academias por correspondencia de las que más tarde abundarían en el ámbito anglosajón. Continuó después su formación como dibujante en Birmingham. Pett fue también uno de los primeros ilustradores que para dibujar sus atractivas pin-up, se sirvieron de modelos reales. Su principal musa artística fue Chrystabel Leighton-Porter, que posó para él durante años.

En 1932 creó a su más célebre personaje: Jane, una chica rubia y hermosa que por uno u otro motivo, siempre justificado en el guión, se quitaba la ropa con gran desparpajo ya desde las primeras viñetas. Gran parte de las aventuras de la atractiva Jane transcurrieron en la milicia, produciéndose multitud de situaciones entre cómicas y picantes en las que abundaron la lencería y los desnudos de la heroína. Le acompañaba un simpático perrito. Al estallar la guerra, Jane se convirtió en todo un fenómeno de popularidad entre los soldados británicos y americanos, ya que la serie, en forma de álbumes, cruzó también el Atlántico. Su creador siguió dibujando a Jane durante dieciséis años, hasta 1948, fecha en que el Daily Mirror, que poseía los derechos, encargó su continuación al dibujante Michael Hubbard.
Norman Pett no abandonó el dibujo. Susie fue su siguiente creación, otra joven y atractiva heroína cuyas aventuras, más variadas que las de Jane, se alejaron de los cuarteles para abrirse a un mundo diferente, con ciertos toques de romanticismo, aunque algo menos de sex-appeal que la vieja Jane. Pett falleció en Sussex en 1960. Nuestra modesta historia del cómic os trae hoy una selección de páginas y viñetas de este prolífico dibujante. Esperamos que al menos la elegancia del trazo guste también a las chicas, y que los chicos neomilenarios os hagáis una idea de por qué los soldados de los cuarenta tenían posters de Jane en sus taquillas.























miércoles, 12 de agosto de 2020

JAMES MASON, EL MALO DE LA PELÍCULA




Eterno villano y eterno candidato a un oscar que nunca obtuvo, James Mason, actor shakesperiano en su etapa británica, interpretó a un abanico de malvados en su periodo hollywoodiense. Fue el cínico espía de Con la muerte en los talones, un elegante gentleman que desplegaba toda su simpática ironía con Cary Grant delante y Hitchcock, don Alfredo, detrás de la cámara. En El príncipe Valiente fue el misterioso y malvado Caballero Negro, que raptaba doncellas y hacía trampa en las justas y los torneos. En Julio César, frente a Brando, hizo el papel de Bruto, su desagradecido asesino…
Sus formidables dotes interpretativas le permitieron encarnar a un atormentado Humbert Humbert en la inolvidable Lolita de Kubrick, lujurioso padrastro arrastrado al pecado y al delito por aquella casi niña, casi mujer, casi sirena, seductora y seducida. Como Timónides, intrigó en La caída del Imperio romano, como capitán Nemo recorrió Veinte mil leguas de viaje submarino… En fin, James Mason, actor todoterreno y exquisito, sentó en los platós cinematográficos y después en los televisivos, cátedra de formidable intérprete.
En nuestro recorrido por la Historia del Cine no podía faltar James Mason, como no podía faltar su memorable escena final de Lolita. Haced clic en la carátula y recordad unos minutos a aquel grandísimo actor.

Próxima entrega: Shelley Winters




sábado, 8 de agosto de 2020

CINCINATO Y CAMILO, DOS ROMANOS DE BIEN



La República romana de los primeros tiempos tuvo sus héroes, quién sabe si reales o mitificados por la leyenda áurea y el patriotismo de los historiadores. Uno de ellos fue Lucio Quincio Cincinato, un patricio de intachable reputación que se ganaba el sustento labrando las tierras de que era propietario. En 431 a.C., los ecuos, belicosos habitantes de la Italia central, saquearon Frascati, pusieron de su parte a antiguos aliados de Roma, sitiaron a las legiones y marcharon sobre la urbe con aviesas intenciones. En tanto apuro se vieron los romanos, que el Senado, con carácter excepcional, concedió plenos poderes de dictador a Cincinato. Con un nuevo ejército improvisado y compuesto en su mayoría por miembros de la plebe, primero rompió el cerco enemigo, liberando a las legiones, y luego condujo a estas a una definitiva victoria sobre los ecuos. Todos estos acontecimientos se produjeron en el breve plazo de dieciséis días. Transcurridas esas poco más de dos semanas, Lucio Quincio Cincinato renunció a su cargo, se retiró a su quinta y siguió manejando el arado como si nada. La ciudad norteamericana de Cincinati debe su nombre a tan admirable ciudadano romano.


Otro importante héroe republicano fue Marco Furio Camilo. Mientras Roma se defendía de volscos y ecuos, los etruscos de Veyes preparaban un nuevo ataque desde el norte. La guerra se prolongó durante años, endureciéndose tanto que otra vez los senadores se vieron en la necesidad de nombrar otro dictador. El nombramiento recayó en Camilo que había ganado justa fama de gran soldado y hombre de bien. Camilo aportó a las legiones romanas la novedad del estipendio, sueldo, soldada o peculio, así llamado por el cordero (pecus) cuya figura ostentaban en aquel tiempo los ases, la moneda más corriente. La tropa, que hasta entonces había combatido gratis, acogió la innovación con gran entusiasmo, redobló su celo en la lucha, y conquistó Veyes, haciendo prisioneros y reduciendo a la esclavitud a los últimos etruscos levantiscos.

La victoria supuso cuadruplicar el territorio romano, que se extendió más de dos mil kilómetros cuadrados. Pero ya se sabe que el éxito también provoca envidias y recelos. Muchos tildaron a Camilo de ambicioso, también corrieron rumores de que se había quedado con parte del botín de guerra, así que el general, muy digno, renunció al mando y se exilió voluntariamente en Árdea.
Así hubiera terminado la historia de Camilo, de no ser porque al poco tiempo una horda de salvajes galos al mando de su caudillo Brenno, llegaron desde el lejano norte y en pocas jornadas se adueñaron de Chiusi, pusieron en fuga a las legiones carentes de mando cerca del río Alia, y marcharon sobre Roma dispuestos al saqueo. Cuenta la leyenda que cuando los galos intentaron escalar el Capitolio, los gansos consagrados a Juno dieron la voz de alarma. Despertaron a Manlio Capitolino que al frente de los defensores rechazó el ataque. Mito o realidad, lo cierto es que los frustrados asaltantes del Capitolio no eran sino una minúscula partida. Los restantes galos penetraron en la ciudad por diferentes lugares, tomándola y saqueándola a su capricho. Muchos ciudadanos habían huido a los montes circundantes. Quienes quedaron en Roma dieron muestras de gran dignidad, sufriendo toda clase de vejaciones. Se dice que Brenno exigió como rescate de la urbe una cantidad exorbitante de oro que se pesó en una balanza trucada. Ante las protestas de los senadores, el galo añadió al contrapeso su propia espada de hierro mientra pronunciaba la famosa sentencia: vae victis (¡ay de los vencidos!).

Quiere la tradición que en aquel momento preciso regresara a Roma Marco Furio Camilo, el héroe difamado, que declamó orgulloso: Non auro sedferro recuperada est patria (la patria se restaura con hierro, no con oro). Acto seguido, siempre según la tradición, Camilo expulsó a los invasores al frente de un ejército que nadie es capaz de explicar de dónde salió.
Leyendas aparte, lo cierto e histórico es que los galos saquearon Roma a su antojo, y cuando se cansaron de violar y escarnecer, regresaron a su tierra con el botín, pues no eran más que bandoleros carentes de la menor aspiración política.
Volvió Camilo a aceptar el título de dictador. Los mismos que le habían tildado de ambicioso y ladrón, le dieron el epíteto de segundo fundador de Roma. Camilo se aplicó en la reparación de los daños y en la reorganización del ejército. Si aquellos salvajes galos hubieran intuido la venganza que más tarde Roma se iba a cobrar de la humillación sufrida, no habrían dejado piedra sobre piedra.

-Paco, nunca me escuchas cuando te hablo.
-Cualquier cosa, Montse, una tortilla o algo ligerito.




miércoles, 5 de agosto de 2020

RAMÓN DE LA CRUZ, EL INVENTOR DEL SAINETE


Ramón de la Cruz o más bien, Don Ramón de la Cruz Cano y Olmedilla, así con un Don mayúsculo, como aparece en todas las reseñas literarias, fue un madrileño nacido en 1731. Pasó su infancia en la ciudad africana de Ceuta, donde su padre ejerció un cargo administrativo. A los trece años ya componía décimas y a los quince publicó un Diálogo Cómico. Se dedicó profesionalmente a la administración de prisiones, y se casó con una dama ilustre, Doña Margarita Beatriz Magán Melo de Bargas, con la que tuvo cinco hijos. Uno de ellos, Antonio Ramón, llegó a ser comandante general de artillería, y se distinguió en la batalla de Bailén. Don Ramón fue protegido del duque de Alba, a quien acompañó en varios de sus viajes, y tuvo amistad con la condesa de Benavente y con su hija, la duquesa de Osuna, para quienes compuso algunas piezas teatrales que se representaron en los salones privados de aquellas nobles damas.

Se inició en la dramaturgia con varias tragedias a imitación de los franceses Racine y Voltaire. También produjo una versión del Hamlet shakesperiano, y otras piezas inspiradas en los clásicos grecolatinos, Andrómeda y Perseo, versionando a Calderón, e Ifigenia, haciendo lo propio con Cañizares. Pero el gran éxito de Ramón de la Cruz llegó con sus comedias costumbristas, verdadero hallazgo estilístico, basado en parte en los entremeses y comedias de nuestro siglo de oro, y enriquecidas con rasgos humorísticos tomados del casticismo popular madrileño. De la Cruz fue el verdadero inventor del sainete, tal como lo conocemos, género que alcanzó con él un gran apogeo, cuya vigencia cubrió todo el siglo XIX y buena parte del XX.


El autor se ganó el aplauso del público, la admiración del conde de Aranda, principal gobernante de su tiempo, que le aupó al cargo de director de los teatros de la Corte, el de la Cruz y el del Príncipe. Fue aclamado por la nobleza y el pueblo llano, y denostado por los críticos más puristas del neoclasicismo, que consideraron sus sainetes y zarzuelas piezas zafias y por completo carentes de valor literario. Esta hostilidad no sólo alcanzó a Ramón de la Cruz en vida, sino que se extendió muchas décadas más tarde al resto de cultivadores del género. Bretón de los Herreros, Mesonero Romanos o hasta el mismo Arniches, no se libraron de ese baldón intelectual que los estigmatizó como populacheros y chabacanos.

En cualquier caso, no puede negarse a Ramón de la Cruz la paternidad de un género, popular, sí, pero no exento de calidad literaria, ingenio y gracia. Le avalan más de trescientos títulos, parodias, sainetes y juguetes escénicos, salpicados de música y versos, en los que se refleja el Madrid de su tiempo con deliciosos apuntes costumbristas. Destacan en su obra títulos como Manolo, El licenciado Farfulla, Inesilla la de Pinto, El sainete interrumpido, El teatro por dentro, Las tertulias de Madrid, El Prado por la noche, Las castañeras picadas o La maja majada. De nuestra Biblioteca Virtual, hemos escogido su sainete La merienda a escote. Haced clic en la portada y disfrutad la chispa y la comicidad de Ramón de la Cruz.

 -Matute, ¿qué apostáis que agarro un canto, y os parto por medio la mollera? Ramón de la Cruz. Manolo.

sábado, 1 de agosto de 2020

LINFOCITOS-T REPROGRAMADOS: UNA NUEVA ESPERANZA



Iniciamos en el blog del profe una sección dedicada a biología y ciencias de la salud. Esperamos que sea para vosotros del mismo interés que el resto de nuestras modestas aportaciones divulgadoras.

En 2012 saltó a los medios la noticia de la asombrosa curación de la niña americana Emma Whitehead. Como han transcurrido ya ocho años desde entonces, la terapia a que se sometió parece consolidada, y las reseñas que leímos entonces resultaban algo confusas, permitidme que desde nuestro blog, siempre interesado en los temas de biología y ciencias de la salud, aportemos alguna claridad para comprender el extraordinario alcance de esta prometedora nueva terapia.


La pequeña Emma padecía desde los cinco años una leucemia linfoblástica aguda, entidad que suele presentar elevados índices de mortalidad. En el Hospital Infantil de Filadelfia, donde era atendida, se la había sometido sin éxito a agresivos tratamientos quimioterápicos. No se mencionó en ninguna de las versiones si se le había realizado también un transplante de médula ósea, que siguiendo los protocolos, podría haber sido el siguiente paso. El caso es que trasplantada o no, la situación debía ser desesperada cuando se recurrió a un tratamiento experimental desarrollado en la Universidad de Pensilvania, con el que al parecer ya se había conseguido anteriormente la remisión completa de tres casos similares en adultos, uno de ellos de 65 años.


 El tratamiento consiste en la extracción de millones de células-T que se obtienen de la propia paciente. Estas células-T, o más concretamente linfocitos-T, pertenecen a una estirpe de leucocitos o glóbulos blancos, que constituye la que podríamos llamar primera línea de ataque contra las células alteradas de la leucemia y contra las células cancerosas en general. Muchos oncólogos están convencidos de que de una forma más frecuente de lo que pensamos, se producen en nuestro organismo tumores incipientes y crecimientos celulares desordenados. Si no llegan a detectarse es precisamente porque nuestros linfocitos-T los atacan en su inicio y no permiten que estas células malignas lleguen a desarrollarse y producir síntomas.

Siguiendo la secuencia del relato, estos linfocitos-T se reprograman genéticamente antes de ser reintroducidos en el torrente sanguíneo. ¿Cómo se consigue esta reprogramación? Mediante el virus del SIDA. Ni más ni menos. El VIH o virus del SIDA, además de ser extraordinariamente versátil, es a estas alturas un viejo conocido muy familiar en los laboratorios. Los virólogos y genetistas se han acostumbrado a manipularlo. Así que el VIH primero se desactiva (se decapita su cadena de nucleótidos para hacerlo incapaz de replicarse o reproducirse) y después se carga con un gen, el gen que precisamente interesa añadir a los linfocitos-T para hacerlos más eficaces y agresivos frente a las células cancerosas. El VIH actúa como un vehículo que transporta el gen milagroso hasta los linfocitos-T, los “infecta” penetrando en ellos, y de esta manera la carga genética de este VIH modificado o “bueno” pasa a ser parte integrante del contenido genético de estos nuevos linfocitos-T que podríamos calificar de reforzados.


El paso siguiente es reintroducir estos nuevos linfocitos-T en la sangre del paciente. El tratamiento en sí consiste en una inyección masiva de ellos, que inmediatamente comienzan a luchar contra las células cancerosas, llamadas células-B.
El resultado fue dramáticamente descrito en el caso de la pequeña Emma Withehead. Sobrevino un acceso febril brutal a modo de shock séptico generalizado. Ello se debe a la liberación masiva de citoquinas en el torrente sanguíneo, más concretamente de la citoquina conocida como interleuquina-6, seguida del resto de la “cascada” que acompaña a estos fenómenos inmunológicos agudos. La vida de la niña corrió serio peligro durante unas horas. Tuvo que ser tratada con un fármaco que se utiliza en la artritis reumatoide. La respuesta afortunadamente fue satisfactoria, hasta el punto que Emma, que tiene ahora quince años y entonces tenía siete, comenzó inmediatamente a hacer una vida completamente normal lejos ya del hospital.

Al parecer el tratamiento con linfocitos-T reprogramados genéticamente confiere al sistema inmune una capacidad duradera para combatir el tumor, lo que constituye una noticia sensacional por su alcance. En un futuro cercano esta terapia va a utilizarse no sólo en las leucemias, sino en procesos como el cáncer de mama o el de próstata. Habrá que prevenir o minimizar los efectos secundarios. Los investigadores están pensando en realizar la reintroducción de linfocitos-T reprogramados en varias tandas, y no de una sola vez como se hizo en el caso de Emma y en los tres adultos de Pensilvania. Las incertidumbres aun son muchas, pero es indudable que se abrió entonces un espléndido horizonte de esperanza.

La venganza proporciona un instante de satisfacción. El perdón satisface durante toda la vida. Confucio.