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jueves, 29 de junio de 2023

RADARES, MURCIÉLAGOS Y MULTAS DE TRÁFICO

 


El radar, es un término que corresponde a las siglas en inglés Radio Detection And Ranging, es decir, detección y medición mediante ondas de radio. Se entiende que lo que se detecta y se mide es la posición y la velocidad de un objeto. Nos resulta familiar por haberlo visto a menudo en las películas bélicas, sobre todo en las que se desarrollan durante la Segunda Guerra Mundial, en la que los radares se emplearon con gran eficacia. En la batalla de Inglaterra resultaron decisivos para la defensa antiaérea.

El primer antecedente de la tecnología radar lo encontramos ya a principios del siglo XX (1904), cuando el científico alemán Hülsmeyer desarrolló un sistema anticolisión destinado a detectar en el mar la presencia de otra embarcación durante la noche o en condiciones meteorológicas adversas como niebla espesa. El dispositivo era capaz de cubrir distancias que oscilaban entre tres y cinco kilómetros. Este primer dispositivo que podría denominarse telemobilscopio, funcionaba captando el retorno de las ondas emitidas por una antena. A pesar de que no tuvo el éxito que se esperaba de él, fue sin duda el antepasado del moderno radar.


El radar utiliza ondas electromagnéticas con longitudes de onda que oscilan entre 1 mm y 1 m aproximadamente, al objeto de detectar la presencia y determinar la posición y velocidad de objetos en movimiento: aeronaves, automóviles, etc. Los prototipos más aproximados a la tecnología radar definitiva aparecieron en la década de los 30 para detectar aviones. El principio se basa en la emisión de impulsos de radio que se reflejan en el objetivo, en el caso más frecuente el fuselaje metálico de un avión. Una vez detectado el eco, se mide el tiempo de viaje de la onda de ida y vuelta. La eficacia de un radar requiere frecuencias muy elevadas, es decir, necesita impulsos de la duración más corta posible. El error de posición de la aeronave es del orden de magnitud de la distancia recorrida por las ondas de radio durante el tiempo que dura el impulso. El intervalo de detección depende en gran medida de la frecuencia de la onda emitida. Un radar potente es capaz de llegar muy lejos. En junio de 1935 ya se podía detectar un avión a veintisiete kilómetros de distancia, y a finales de aquel mismo año, la distancia había aumentado a cien kilómetros, lo que nos da idea del rápido desarrollo de la tecnología radar.


Pero existe un antecedente todavía más remoto que el de Hülsmeyer, y además completamente natural. Se trata ni más ni menos que del sistema de detección de presas y obstáculos por el sonido que utilizan los murciélagos desde hace probablemente treinta o cuarenta millones de años. Su perfeccionado radar biológico les permite realizar vuelos de precisión en la profunda oscuridad de las cuevas que habitan, o atrapar insectos al vuelo con prodigiosa eficacia.

También existen animales que en el medio acuático son capaces de utilizar un sistema basado en un principio muy similar. El pico del sorprendente ornitorrinco emite impulsos que le permiten atrapar crustáceos cuando se mueven entre el fango de los riachuelos que frecuenta. Hay peces y hasta mamíferos marinos que se valen también de parecidas armas biológicas. El sonar, una tecnología inspirada en el mismo principio, comenzó a utilizarse con fines bélicos, y se ha extendido a la pesca industrial y a otras actividades subacuáticas. Tenemos por último, los radares de tráfico que jalonan nuestras carreteras y autopistas. Como rezan las familiares señales azules que anuncian esos controles: por su seguridad.

Sé tú mismo, me dicen. ¡Como si no existiera el código penal!


domingo, 25 de junio de 2023

ERNIE BUSHMILLER, NANCY O EL ENCANTO DE LO SIMPLE

 


Nacido en el Bronx neoyorquino en 1905, Ernest o Ernie Bushmiller era hijo de inmigrantes de origen alemán. Abandonó la escuela a los catorce años para entrar como aprendiz en el New York World, mientras de noche estudiaba dibujo en la Academia de Arte. Su primer trabajo como profesional del cómic comenzó en 1925, haciéndose cargo de la serie Fritzi Ritz, una historieta ya consolidada, con chica escultural ligera de ropa de protagonista, en la línea de las que abundaron en aquellos años anteriores a la censura. No se le permitió firmar las tiras hasta 1926, y acaso fue esa primera etapa en la que Bushmiller estuvo más inspirado en sus guiones, hasta el punto de que en 1931 el cómico Harold Lloyd le fichó para escribir los gags de varias de sus películas. En 1933 el dibujante introdujo por vez primera en la serie un nuevo personaje, una niña llamada Nancy, que en los países de habla hispana se llamó Periquita, y que fue cobrando cada vez mayor protagonismo hasta que en 1938 se cambió el título de la serie por el de Nancy, que sería ya el definitivo. Ernie Bushmiller enfermó de Parkinson en 1979 y falleció en 1982. La serie, heredada por diversos sucesores, ha seguido publicándose hasta tiempos recientes.

Tanto Nancy como su creador han tenido siempre partidarios y detractores. Es cierto que los dibujos de Bushmiller pecan de un estatismo excesivo. Se ha criticado esa carencia de movilidad, así como la falta de expresión de los personajes. En concreto Fritzi Ritz parece un maniquí inmóvil y de mirada inexpresiva en cada viñeta. Tampoco los fondos son gran cosa. Quienes se han molestado en fijarse en los detalles, aseguran que cuando los personajes están en un escenario campestre, aparecen invariablemente tres rocas en la misma posición. Por otra parte, los guiones y los chistes resultan sosos, predecibles y sin chispa. Nancy ha sido objeto de diversas parodias, a veces despiadadas, por parte de muchos dibujantes de cómic alternativo.

Pues bien, admitiendo todo lo anterior, conviene reconocer que algo tendrá el agua cuando la bendicen. La serie de Bushmiller gozó de un gran éxito de lectores con record de tiradas durante años. Recibió diversos galardones, entre ellos el prestigioso premio Reuben en 1976. El diccionario estadounidense del Cómic ilustró su portada con una historieta de Nancy, y hasta el mismo Andy Warhol realizó un montaje con Nancy-Periquita, situándola al nivel de Marilyn Monroe o Elvis Presley. Aquí os dejamos para que juzguéis vosotros mismos, una selección de sus portadas y sus páginas.
















jueves, 22 de junio de 2023

2001, UNA ODISEA CINEMATOGRÁFICA

 



Si existe una película que responde y ejemplifica esa expresión de película de culto con que a veces se las etiqueta, esa es sin duda 2001, una odisea espacial. Estrenada en 1968, año revolucionario en más de un sentido, partió de una vaga idea de Stanley Kubrik, casi una especie de sueño en duermevela, que le asaltó tras leer El Centinela, un relato breve de Arthur C. Clarke. Puestos ambos en contacto, colaboraron en el guión, un trabajo a cuatro manos que Clarke simultaneó con la escritura de su novela del mismo título que el filme, mientras Kubrick, acuciado por repentinas urgencias, trabajaba en la localización de exteriores, el diseño de los decorados, y hasta comenzaba a filmar ya alguna escena. De aquella manera tan inusual terminó de realizarse y vio por fin la luz la que probablemente fue la obra maestra de su autor y una de las películas más redondas de la Historia del Cine. Los efectos visuales, que por cierto obtuvieron el único Oscar con que se premió, resultan hoy quizá demasiado simples para espectadores neomilenarios, pero siguen funcionando y cumpliendo a la perfección su cometido. Está también la impresionante banda sonora con músicas de Richard y Johann Strauss y de Ligeti, un sonido que convierte en obligatorio el visionado en una buena sala de cine, aquí el video o el CD domésticos no funcionan. Está por supuesto, la antológica escena de la muerte (en realidad el asesinato) de HAL 9000, la computadora de a bordo, un singular ejemplo de la lucha entre el hombre y la máquina.

En cuanto al mensaje o la moraleja del filme, se ha especulado mucho sobre ello. Acaso demasiado. No han faltado ni faltan exégetas empeñados en buscarle tres pies filosóficos y hasta metafísicos al gato de los tres monolitos: el de la Luna, el de la Tierra protohumana, y el de la vecindad de la órbita del gigante joviano, con ración de surrealismo y embrión incluidos. Lo cierto es que los mismos Kubrick y Clarke, interrogados hasta la saciedad sobre el particular, no son capaces de alcanzar un acuerdo. Sencillamente se propusieron escribir y filmar la Odisea que promete el título, más preocupados por suscitar el interés del lector/espectador que de cualquier otra consideración mística. En el caso concreto de Stanley Kubrick, se planteó y consiguió realizar una obra de arte que fascina desde el primer fotograma.

Desde Bigotini os invitamos a visionar (clic en el enlace) la secuencia del acoplamiento de la nave con el fabuloso fondo musical de El bello Danubio azul. Deleitaos con ello durante unos minutos. 

https://www.youtube.com/watch?v=0ZoSYsNADtY

Próxima entrega: James Dean


domingo, 18 de junio de 2023

DIOCLECIANO, EL BAJO IMPERIO Y EL PRINCIPIO DEL FIN

 


Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto, más conocido como Diocleciano, puso fin con su ascensión al trono de Roma en 284, al reinado del terror que le precedió en el que casi todos los emperadores eran asesinados sistemáticamente por los guardias pretorianos. Era el hijo de un liberto dálmata, así que no precisamente noble, pero sí muy ambicioso. Y también inteligente, como lo prueba el hecho de que se las arregló para obtener el mando de los pretorianos, una posición magnífica para acceder al poder. Una vez conseguido su propósito, su primer objetivo fue salvar el pellejo. Tomó para ello dos decisiones importantes: abandonar Roma, cuyas intrigas palaciegas la habían convertido en el lugar más peligroso para un emperador; y rodearse siempre de una reforzada guardia de corps de fidelidad a toda prueba.


Ante la estupefacción de los habitantes de la Urbe, trasladó la capital del Imperio a Nicomedia, en el Asia Menor. Y como las fronteras eran tan extensas e imposibles de controlar, ideó dividirlo. Designó para ello a Maximiano, con el título de Augusto idéntico al suyo y capital en Milán, para que se hiciera cargo del territorio occidental. Además, de acuerdo con Maximiano, cada uno de ellos designó a un César más joven para compartir el gobierno: Diocleciano en la persona de Galerio, que estableció su capital en Mitrovitza, en la actual Kosovo; y Maximiano en la persona de Constancio Cloro, así apodado por la palidez de su rostro, que eligió como sede Tréveris, en Germania. Quedó de esta manera establecida la Tetrarquía o gobierno de cuatro, con el acuerdo de retirarse los Augustos al cabo de veinte años, para dejar el poder a los Césares. Roma seguía siendo la ciudad más poblada del Imperio y la más impresionante, con sus circos, sus teatros, sus templos y sus suntuosos palacios, pero no tomaba parte en ninguna de las decisiones políticas o estratégicas. Comenzó con la tetrarquía lo que muchos historiadores han llamado el Bajo Imperio, y constituyó de alguna manera el principio del fin de Roma y de una época histórica.


Cada Augusto dio a su César correspondiente una de sus hijas como esposa, sellando así una alianza destinada a durar dos décadas. Este fue el plan de Diocleciano, que también tenía otros no menos ambiciosos. Prosiguió con la reforma iniciada por Aureliano. Fue una visión absolutista del Estado, un experimento que, salvadas las distancias, recuerda un poco a lo que en el siglo XX hemos llamado socialismo real, con sus aciertos y sus errores. Basó el gobierno en la planificación de la economía, nacionalización de las industrias y multiplicación de la burocracia. La moneda quedó vinculada al patrón oro, algo que iba a permanecer invariable durante aproximadamente los mil años siguientes. Los campesinos libres quedaron fijados a las tierras que ocupaban y se constituyeron en el antecedente de los siervos de la gleba medievales. Los obreros y los artesanos quedaron encuadrados en gremios hereditarios que nadie tenía derecho a abandonar. Todo ello sin olvidar el peso abrumador de la mano de obra esclava, pues la esclavitud seguía siendo en el Imperio una institución inamovible. El sistema no podía funcionar sin un severo control de los precios, una economía dirigida en la que todo estaba reglado. Diocleciano multiplicó el ejército de agentes fiscales y tributarios, hasta el punto de que como escribe Lactancio, en nuestro Imperio, uno de cada dos ciudadanos es funcionario. A pesar de ello, abundaron los fraudes y el estraperlo, lo que intensificó a su vez los controles…


Se dio entonces en el Imperio una curiosa paradoja: en vez de recibir como antes a inmigrantes bárbaros que buscaban la pax romana, el imperio de la ley y la prosperidad, eran los ciudadanos romanos quienes a escondidas cruzaban los límites del Imperio para buscar refugio entre los bárbaros. Todo un síntoma del principio del fin. Mientras en el interior reinaba el orden, un orden ciertamente despótico, y una paz de cementerio, los jóvenes Constancio Cloro y Galerio establecieron fronteras más o menos seguras en Britania y en Persia. La sociedad de aquel Bajo Imperio preludiaba en todo a la que se instalaría durante la larga Edad Media que siguió. La corte oriental de Diocleciano tenía ya todo el aspecto de la que durante siglos iba a florecer en Bizancio, un lugar entonces todavía desconocido.


En 305, cumplidos los veinte años pactados, en Nicomedia y en Milán los dos Augustos abdicaron con solemnes ceremonias en favor de sus propios Césares y yernos. Diocleciano a los cincuenta y cinco años se retiró a su magnífico palacio de Spaleto, Split, en la actual Croacia, su Dalmacia natal, donde falleció a los sesenta y tres. Cuando Maximiano solicitó su mediación en el conflicto sucesorio que siguió, Diocleciano respondió que semejante invitación sólo podía llegarle de quien jamás había visto con qué lozanía crecían las coles en su huerto. No se movió de allí. Después de él volvió a reinar la anarquía, pero había hecho todo lo que razonablemente podía hacerse: demorarla veinte años.

Aconsejar economía a los pobres es como aconsejar bañarse al que se está ahogando. Oscar Wilde.


jueves, 15 de junio de 2023

FLAVIO JOSEFO: LA CONVERSIÓN DE UN JUDÍO

 


Su nombre de origen fue Yosef ben Matiyahu, es decir, José, hijo de Matías. Nació en Jerusalén el año 37. Su padre, Matías, fue un importante sacerdote judío del Segundo Templo. Su madre, una princesa de la dinastía real asmodea. Durante la Primera Guerra de los Judíos contra las legiones que mandaba Vespasiano, el joven Yosef o Iosefos en griego (Josefo), fue nombrado por los judíos sublevados gobernador militar de Galilea. Josefo conocía bien a los romanos, a sus legiones y su forma de batallar, porque poco antes, al iniciarse el reinado de Nerón, había viajado a Roma como encargado de negociar el rescate de doce sacerdotes judíos apresados. Como general galileo resultó un verdadero dolor de cabeza para el ejército romano, pues contando con el apoyo del Sanedrín de Jerusalén, fortificó las ciudades de Beerseba, Selamin, Yafa y Tiberiades. Consiguió en la contienda diversas victorias parciales hasta ser definitivamente derrotado por Vespasiano en el año decimotercero del reinado de Nerón en la aldea de Garis. Fue uno de los escasos supervivientes del suicidio colectivo en que se inmolaron sus compatriotas previamente juramentados.

Fue en ese trance donde confesó haber tenido una revelación divina en la que se le anunciaba que Vespasiano llegaría a ser emperador. Su profecía se cumplió, y Vespasiano, en atención a sus dotes de profeta, le liberó de su cautiverio adoptándole a continuación como consejero y tratándole en lo sucesivo casi como a un hijo. Comenzó así la completa conversión de Yosef, que desde entonces tomó el nombre de Tito Flavio Josefo o más abreviadamente, Flavio Josefo, como se le conoce. Josefo dominaba el hebreo, su lengua materna, además del griego, auténtica lengua franca de Oriente y muy especialmente de Judea que en su tiempo se hallaba notablemente helenizada. Con su conversión y romanización adquirió también el latín, de manera que aquel estudio trilingüe, como se llamaría siglos más tarde, le abrió las puertas de la mejor sociedad romana, le colocó entre los más reputados intelectuales de su época, y le granjeó el aprecio y la confianza de Tito, el hijo y sucesor de Vespasiano, que tuvo siempre a Josefo por un hermano.



Con aquel hermano judío marchó Tito a Palestina para librar en nombre de Roma la Segunda Guerra de los Judíos, en la que se halló Flavio Josefo reconvertido ya en un perfecto romano. Desde su posición privilegiada asistió personalmente a todos los acontecimientos bélicos de la campaña, incluido el célebre asedio de Masada. Lo reflejó todo en su obra La Guerra de los Judíos, que a pesar de ser abiertamente parcial y favorable a los romanos, está llena de interesantes detalles históricos, y que junto a sus otras obras: Antigüedades de los judíos, Contra los griegos y una breve Autobiografía, convierten a Flavio Josefo en la principal fuente histórica sobre su nación de origen, a la par de la misma Biblia, los Evangelios (canónicos y apócrifos) y más modernamente, los Manuscritos del Mar Muerto. También su crónica resulta útil para conocer detalles acerca de los primeros emperadores romanos, especialmente los miembros de la dinastía Claudia.

Los historiadores grecolatinos le tienen por autoridad incontestable, mientras que los judíos le tachan de hipócrita y mendaz. En lo personal, y a pesar de su entusiasta romanización, Flavio Josefo vivió como un judío creyente, guardando siempre las fiestas del calendario hebreo y los preceptos de su religión. Tuvo cuatro esposas, todas judías, y se preciaba de no haber tenido nunca trato carnal con una mujer gentil. Todo apunta a que falleció en Roma en el año 100. De nuestra biblioteca Bigotini extraemos hoy una versión digital de su Guerra de los Judíos, su obra principal y más consultada. Hacedlo también vosotros si así os parece, con un simple clic en este enlace:

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=flavio-josefo-las-guerras-de-lo.pdf

Los judíos se alegraban, dando grita con muy grande crueldad, y no quedara un romano vivo si no llegara en su auxilio la oscuridad de la noche. Flavio Josefo. Las Guerras de los Judíos.


domingo, 11 de junio de 2023

LIPOATROFIA SEMICIRCULAR. ¿OTRO RIESGO EN LA OFICINA?

 


La lipoatrofia semicircular es un trastorno de la grasa subcutánea que se manifiesta visualmente como una retracción de la piel y un hundimiento del panículo adiposo localizado en los muslos y más raramente en los antebrazos. Afecta más a las mujeres (90-95% de los casos). Generalmente es bilateral, aunque pueden darse casos en una sola extremidad. Aparte de la alteración estética puede presentarse con otros síntomas como picores a veces intensos en el área afectada o con menor frecuencia hormigueos y otras disestesias. El curso del trastorno es benigno y suele corregirse fácilmente con el cambio de los hábitos posturales o el cese de la actividad.

Se relaciona con el mantenimiento prolongado de la presión sobre las zonas afectadas en contacto con bordes duros del mobiliario en ciertas oficinas, sobre todo cuando dichos bordes son metálicos. También se ha observado la relación de la lesión con descargas de electricidad estática en mesas y otros equipos de trabajo que no disponen de toma de tierra. La medición de la altura de las lesiones por parte de médicos y ergónomos, coincide con las aristas del mobiliario, por lo que parece existir una relación causa-efecto. 

Oficialmente la entidad no está incluida en la tabla de enfermedades profesionales. No obstante, en Alemania, donde se observó por vez primera la alteración, y en Cataluña, se han producido casos (a veces en forma de brotes) que han recibido la consideración de patología de origen laboral, por lo que los Departamentos de Trabajo y de Salud de la Generalitat de Catalunya han editado de forma conjunta un protocolo de actuación para la lipoatrofia semicircular.

 

Factores que parecen coincidir en todos los casos registrados son:

 

  • Baja humedad relativa (ambiente seco).
  • Mesas y mobiliario provisto de estructuras metálicas.
  • Cantos situados a la altura de las lesiones.
  • Estructuras desprovistas de toma de tierra.
  • Descargas electrostáticas.
  • Malos hábitos posturales.

El diagnostico diferencial debe plantearse con otras lipoatrofias o lipodistrofias inducidas por inyecciones de determinadas sustancias. En estos casos las lesiones se sitúan en otras zonas del cuerpo y no presentan necesariamente el aspecto semicircular característico. En cuanto al tratamiento, una vez corregidas las causas o cuando ha cesado la actividad (jubilaciones), las lesiones tienden a mejorar o desaparecer sin mayores consecuencias.

En política pasa como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal.  Noel Clarasó.


jueves, 8 de junio de 2023

LORD KELVIN. REQUIEM POR LA MUERTE DEL UNIVERSO

 


William Thomson, también conocido como Lord Kelvin, fue probablemente el científico británico más sobresaliente de la etapa victoriana. Nacido en 1824 en Belfast, la capital norirlandesa, estudió en Glasgow y Cambridge. Uno de sus logros científicos más precoces fue el cálculo del llamado cero absoluto, mínima temperatura que es capaz de alcanzar la materia, en la cual sus partículas quedan inertes y sin movimiento. Se ubica en los -273,15º centígrados, y su hallazgo resultó un logro trascendental de la termodinámica, disciplina en la que Thomson puede considerarse uno de sus grandes precursores. Fue también el creador de la escala de temperaturas Kelvin, nombrada así en su honor, que se utiliza habitualmente por la mayoría de los especialistas. Participó de forma activa en el cálculo y el tendido del primer cable eléctrico transatlántico que conectó Nueva York con Londres. Patentó setenta inventos y publicó más de 650 artículos científicos. Falleció en 1907, siendo enterrado en la abadía de Westminster, donde reposan sus restos junto a la tumba de Isaac Newton.


Sobresalió también Kelvin en ingeniería y matemáticas, y a él debemos el primer cálculo fiable sobre la tasa de datos que pueden ser comunicados a través de un cable, lo que llamamos modernamente ancho de banda, un concepto científicamente revolucionario en su tiempo. Pero sin duda sus mayores logros deben situarse en el campo de la termodinámica, siendo junto a Joule, el más importante científico en esta materia. A medio camino entre la ciencia y la filosofía, Kelvin especuló sobre la entropía y la muerte térmica del universo, una idea cuyas connotaciones nos trasladan mucho más allá de la simple experiencia empírica. A Kelvin debemos el revolucionario concepto de identificar calor con movimiento, y movimiento con vida, una idea que aunque actualmente resulte de una evidencia incontestable, fue en su momento de una audacia difícil de calificar.


Sus profundas convicciones religiosas empujaron a William Thomson en sus últimos años, a un pertinaz empeño por calcular la edad de la Tierra basando sus estimaciones en la conducción del calor. Un empeño alimentado por su oposición a los hallazgos de Darwin, y destinado a chocar una y otra vez con las enormes dificultades que presentaba la empresa. Poco después de su muerte, comenzaron a hacerse patentes muchos de sus errores en esta materia, llegando a empañar un tanto el merecido prestigio científico que había ganado en el resto de su trayectoria. En casa Bigotini queremos romper una lanza en homenaje y respetuoso recuerdo del enorme talento de William Thomson, Lord Kelvin, y su impagable contribución al progreso científico.

El adversario se vuelve invencible cuando empieza a tener razón.


domingo, 4 de junio de 2023

MIGUEL MIHURA, QUE TAMBIÉN DIBUJABA

 


En el verano de 1905 nació en Madrid Miguel Mihura. Su padre falleció prematuramente, por lo que Miguel no pudo completar sus estudios de bachillerato. Muy joven comenzó a dibujar y a escribir chistes en las revistas de humor madrileñas que florecieron en las primeras décadas del siglo. Cabeceras como Buen Humor, Macaco, Gutiérrez o Muchas Gracias, publicaron sus historietas e ilustraciones. Hizo también por entonces sus pinitos en el periodismo, y llevó una vida bohemia en el Madrid de los felices veinte, asistiendo a varias tertulias y frecuentando a autores como Jardiel Poncela, Edgar Neville o su gran amigo Antonio Lara, Tono, con quien colaboró en varias obras teatrales y hasta en una película surrealista: Un bigote para dos. Aquellos compañeros y algunos otros serían ya en la posguerra el núcleo fundador de la revista La Codorniz, irrepetible cima del humor gráfico durante varias décadas. Mihura forma parte con ellos de lo que algunos críticos han llamado la otra generación del 27. En Bigotini aceptamos pulpo y damos por buena la ocurrencia, más que nada por lo que la otra representa de oposición a la genuina generación del 27, cuyos miembros (Lorca, Alberti, Hernández…) se sitúan en las antípodas ideológicas de los fundadores de La Codorniz. En lo relativo a la altura literaria e intelectual, desde luego no hay color, y aun no negando a autores como Jardiel o el mismo Mihura ingenio y talento para la comedia, jamás podrán ponerse a la par con los de la genuina en las letras españolas. Disculpad, amigos, esta digresión, porque aquí lo que queremos es glosar la figura de Miguel Mihura como historietista y humorista gráfico. Tiempo habrá, y prometemos hacerlo pronto, de ocuparnos de su faceta de comediógrafo que bien merece también una mirada. Su deliciosa Tres sombreros de copa, que escribió en 1932 y no pudo estrenarse hasta 1952, ya por sí sola lo justificaría.

Mihura militó en la Falange, y durante la guerra se refugió en San Sebastián, zona franquista, donde dirigió el semanario de humor La Ametralladora, de propaganda para los soldados del bando sublevado. Ya en 1941 colaboró en La Codorniz, que también dirigió hasta 1944. Digamos como curiosidad que participó junto a Bardem y Berlanga, en el guión de Bienvenido, Mister Marshall. Os dejamos aquí abajo una muestra de los dibujos e ilustraciones de Miguel Mihura, reiterando la promesa de ocuparnos otro día de su faceta literaria.