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sábado, 29 de julio de 2023

EL IMPERIO DESPUÉS DE CONSTANTINO. LUCHAS Y APOSTASÍAS

 


Constantino, tras haber hecho un gran esfuerzo por reconstruir el Imperio, incomprensiblemente lo dividió en su testamento en cinco partes. Fueron sus herederos tres de sus hijos, Constantino, Constancio y Constante, y sus sobrinos nietos Delmacio y Anibaliano. Estos dos últimos serían los primeros en sucumbir en las luchas por el poder que se desataron. Apenas nacida, Constantinopla se cubrió de sangre inaugurando en cierto modo una etapa histórica de crueldad y salvajismo. En la pugna por el poder que protagonizaron aquellos tres vástagos de Constantino cuyos nombres similares componen un notable trabalenguas histórico, terminó triunfando Constancio a quien conocemos como Constancio II para diferenciarlo de aquel primer Constancio Cloro de rostro palidísimo. Nadie piense que lo consiguió a base de inteligencia y habilidad política. Al contrario, Constancio se alzó con el poder manu militari, mostrándose más salvaje y más cruel que sus hermanos.



Constancio no era un general brillante. Ni siquiera un estadista notable. Al parecer era un tipo taciturno, solitario, melancólico y receloso, carente de vicios y de debilidades. Ciertos historiadores anglosajones, acaso influidos por la leyenda negra que sus mayores adjudicaron a España, le han comparado con Felipe II. Tuvo tres esposas y ninguna de ellas satisfizo sus deseos de tener un heredero. Así que no le quedaron más opciones que sus dos hermanastros, Galo y Juliano, que Constantino había tenido de Basilina, su última mujer. Como eran todavía unos niños, se libraron de las matanzas del 337. Los dos muchachos vivían en una aldea perdida de Capadocia al cuidado de un obispo arriano de nombre Eusebio que los crió con una disciplina que rayaba el sadismo. Constancio eligió en primer lugar a Galo, el hermano mayor, y hasta le dio por esposa a una de sus hijas, es decir, a una sobrina llamada Constantina. Galo, investido con el título de César, reinó en Antioquía por un breve periodo, pero quizá influido por la violencia que le tocó sufrir durante toda su vida, consideró que el gobierno consistía en una sucesión de conjuras, torturas y ejecuciones, así que Constancio tuvo que darle pasaporte para el otro barrio. Posiblemente haciéndolo obró con cordura, pero se quedó otra vez sin heredero.


A Juliano, el hermano pequeño, lo encerró bajo siete llaves sospechándole cómplice de su difunto hermano. Era sin embargo, la última esperanza de sucesión, el último descendiente de Constantino que quedaba con vida, de manera que haciendo de la necesidad virtud, le nombró César y heredero. Juliano era un joven versado en filosofía y literatura, pero muy pronto demostró que también sabía gobernar y sobre todo guerrear, cualidad fundamental e imprescindible en aquel tiempo de inciertas fronteras. Marchó con sus tropas al Rin donde aniquiló a las hordas francas y germanas que se habían atrevido a cruzarlo. Lo hizo tan bien y tan a gusto de los legionarios, que los soldados exaltados por la victoria, le aclamaron como Augusto por las bravas, algo que en las últimas décadas se había convertido en una costumbre. Juliano se apresuró a escribir a Constancio asegurándole que todo aquello era una locura a la que él era ajeno por completo. No queda claro si Constancio le comprendió o ni siquiera si le contestó. En cualquier caso, uno y otro estaban ya embarcados en una guerra en la que ambos avanzaban con sus ejércitos para encontrase a medio camino. La batalla nunca llegó a librarse porque Constancio murió en el viaje. Sus generales abrieron el testamento y vieron con sorpresa que a pesar de todo, el viejo emperador había designado único heredero a aquel al que se dirigían a combatir. Juliano ascendió al trono del Imperio con grandes fastos, y tributó solemnes exequias a su antecesor.


La historia conoce a Juliano con el epíteto de apóstata. No queda sin embargo del todo claro que en realidad lo fuera. En lo personal era un agnóstico como probablemente lo fueron la gran mayoría de emperadores que le precedieron y sucedieron. En cuanto a su política, la enfocó en gran medida a combatir los privilegios y la enorme influencia que los obispos cristianos habían adquirido en las décadas anteriores. El Imperio, degradado y medievalizado, se hallaba fraccionado en una multitud de ciudades y territorios en los que la jerarquía eclesiástica había sustituido y continuaba haciéndolo a las escasas y en ocasiones inexistentes autoridades imperiales. Naturalmente, los obispos y los cristianos en general se opusieron frontalmente a la política de Juliano. Pero a la vez, muchos de quienes practicaban todavía la antigua religión, y muchas gentes de otros credos le apoyaron, provocando un sinfín de luchas ya no simplemente políticas, sino violentas, que se tradujeron en abundante derramamiento de sangre desde Finisterre al mar Rojo.

Fue precisamente muy cerca de aquel mar y de aquellas tierras orientales donde Juliano el apóstata encontró la muerte que le alcanzó mediante un dardo disparado por la caballería persa. Corría el año 363. En caso de que el arquero hubiera fallado el tiro, probablemente le habrían asesinado sus propios legionarios desmoralizados y calcinados por el ardiente sol del desierto. Parece anécdota apócrifa y poco creíble que Juliano, instantes antes de exhalar su último aliento, se llevara la mano a la herida y al hallarla empapada de sangre, exclamara entre dientes: ¡Venciste, Galileo!

-Buenas noticias, señora. La operación de su marido ha salido tal como estaba previsto.

-¿Volverá a tocar la armónica?

-Señora, en la puta vida.

-¡Gracias a Dios!


jueves, 27 de julio de 2023

GONZALO FERNÁNDEZ DE OVIEDO, SERVIDOR DE PRÍNCIPES


 

Nacido en Madrid en 1478, Gonzalo Fernández de Oviedo pertenecía a una familia asturiana de noble linaje en la que abundaron hidalgos y hasta bastardos de reyes, que no se puede pedir más. Siendo todavía un niño, Gonzalo entró en el servicio y casa del duque de Villahermosa, precisamente hermano bastardo de Fernando el Católico, y al cumplir los trece años pasó a ser mozo de cámara del príncipe don Juan. Fue en su infancia testigo de importantes acontecimientos como la rendición de Granada o el regreso de Colón de su primer viaje. Compartió juegos con los hijos del genovés que también servían como pajes del príncipe, una vida regalada y henchida de promesas cortesanas. Pero todo aquello se truncó bruscamente con la muerte del infante en 1497. Abandonó entonces Gonzalo la corte para marchar a Italia, a Milán, al servicio de Ludovico Sforza, el Moro, como era conocido, uno de los príncipes más poderosos de la Europa de su tiempo. El joven conoció y trató por entonces a gigantes del arte como Leonardo de Vinci o Andrea Mantegna. Juan de Borja, o Borgia, lo tomó luego a su servicio, recorrió con él Italia, y en 1500 pasó a Nápoles sirviendo a su legendario rey don Fadrique.


Cruzando el estrecho de Mesina, entabló amistad en Sicilia con su tocayo Gonzalo Fernández de Córdoba, el mítico Gran Capitán. Tras la conquista de Tarento, el de Córdoba hizo prisionero al duque de Calabria, y encargó a Gonzalo su custodia y servicio. De vuelta en Madrid, y siempre bajo la protección del Gran Capitán y del mismo emperador, fue nombrado notario del reino y del consejo de la Santa Inquisición. Se casó dos veces, en 1506 con Margarita de Vergara, que falleció al poco tiempo, y en 1508 con Catalina Rivafecha. En 1513 viajó a las Indias en la expedición de Pedrarias Dávila, que fue gobernador de la panameña Castilla del Oro. Allí Gonzalo ejerció como jurista, como notario de minas e del crimen, una especie de juez supremo, y como cronista.

Precisamente su faceta de cronista lo trae hoy a nuestro Bigotini literario en su calidad de escritor. Gonzalo Fernández de Oviedo fue autor del Sumario de la natural historia de las Indias, y de su Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, obras ambas en las que muestra gran erudición y ágil prosa. Son las dos imprescindibles para conocer y profundizar no solo en los acontecimientos históricos de que fue testigo directo o tuvo noticia fehaciente, sino de muchos aspectos de la flora, la fauna, la naturaleza de sus habitantes y sus costumbres, un tesoro para historiadores y estudiosos. Compuso también una obra genealógica: Quinquagenas de los Reyes, Duques, Caballeros y personas notables de España, también llamada Quinquagena de la nobleza de España. En su Libro de la cámara real del príncipe don Juan e officios de su casa e servicio ordinario, hace Fernández una descripción impagable de la vida y costumbres palaciegas de su tiempo. A su pluma se debe también un Libro de los infortunios y naufragios, un Libro de blasón, un Catálogo real de Castilla, su Relación de lo sucedido en la prisión del rey Francisco de Francia, su Libro de linajes y de armas, y hasta una espléndida traducción al castellano del Laberinto de amor de Giovanni Boccaccio. Como pionero de la arqueología, estudió algunas inscripciones y ruinas romanas aparecidas en Madrid.



Aunque en su edad madura, acaso influido por el erasmismo, como lo estaría más tarde Miguel de Cervantes, renegó Fernández de Oviedo de los libros de caballerías, que llegó a tachar de perniciosos, en su juventud fue autor del Libro del muy esforçado e invencible caballero de la fortuna propiamente llamado Don Claribalte, que se editó en Valencia en 1519 con dedicatoria a su señor de entonces, el duque de Calabria, y que hasta el mismo Cervantes tuvo como estimable lectura. Es la obra que nuestra biblioteca Bigotini os brinda hoy al alcance de un clic que puede hacerse sobre el enlace que aparece más abajo. Disfruten chicos y grandes el sabor renacentista de la prosa de Gonzalo Fernández de Oviedo, que sirvió a grandes señores y también a la literatura en castellano.

 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Libro+del+muy+esfor%C3%A7ado+cavallero+de+la+Fortuna++llamado+don.pdf

Se llama matrimonio de conveniencia al que contraen dos personas que no se convienen en absoluto. Oscar Wilde.


domingo, 23 de julio de 2023

SALUD, VEJEZ Y NUTRICIÓN. LA DIETA DEL VETERANO

 


Alguien dijo: somos lo que comemos. Una alimentación saludable es la base de una vida sana. Parece innegable la relación existente entre los hábitos alimenticios y determinadas patologías como enfermedades cardiovasculares, angina de pecho, infarto, accidentes cerebrovasculares, hipertensión: o procesos metabólicos tales como la diabetes y la obesidad. También existen problemas como el estreñimiento crónico, íntimamente relacionados con la alimentación.

Por otra parte, las necesidades nutricionales no son las mismas a lo largo de la vida, variando significativamente con la edad. Una vez completado el desarrollo, las necesidades de aporte de proteínas disminuyen de manera notable. En sociedades como la nuestra, en que la esperanza de vida se encuentra afortunadamente muy elevada, conviene replantearse seriamente determinados modelos de alimentación. Desde este foro queremos proponer unos consejos dietéticos saludables para aquellos que hace unos años llamábamos viejos con la mayor naturalidad, aunque ahora parezca una palabra proscrita, y se haya sustituido por eufemismos a veces un poco ridículos.


Nuestra cocina tradicional posee una excelente calidad nutritiva. Reúne las cualidades de la llamada dieta mediterránea, basada en el consumo de legumbres, ensaladas y verduras, aceite de oliva, pescado, pastas, arroz y frutas. Si has dejado atrás la década de los cincuenta, gozas de una salud razonablemente buena, y pretendes seguir una alimentación sana y equilibrada, no es necesario que te compliques con dietas extrañas. Piensa que cualquier dieta que emprendas debe ser compatible con tus hábitos y los de tu familia. A continuación te ofrezco una serie de consejos prácticos que espero sean de utilidad. Toma nota:

 

  • Sustituye las grasas de origen animal por nuestro rico y tradicional aceite de oliva. Además de tener un sabor exquisito, contiene grasas omega-3, cardiosaludables y fácilmente asimilables.
  • Consume fibra. El pan integral a diario, y las legumbres varias veces por semana, pueden bastar para aportar la fibra necesaria para un correcto tránsito intestinal y la prevención del carcinoma colorrectal.
  • Prefiere los pescados a las carnes. El contenido graso de los primeros es mucho más recomendable que el de las carnes. Sobre todo las carnes rojas han de consumirse con mucha moderación.
  • A la hora de cocinar los alimentos, procura dar prioridad a las preparaciones hervidas, al horno o a la plancha, sobre las frituras. Los alimentos fritos absorben una mayor cantidad de grasa, sobre todo si permanecen mucho tiempo en la sartén. Es más recomendable una fritura rápida con aceite muy caliente (tipo tempura), que una especie de cocción en aceite, tipo pochado o estofado.
  • En lo que respecta a las frituras con aceites vegetales, conviene saber que el virgen de oliva es el único que admite un segundo uso siempre que no haya llegado a humear. Los demás (girasol, maíz, soja, colza…) deben desecharse tras su utilización.
  • No te excedas con el azúcar. Aunque no seas diabético, una sobrecarga de glucosa podría producir trastornos metabólicos. Tampoco tomes demasiada sal. El exceso de sodio eleva innecesariamente la presión arterial. Para aquellos alimentos que necesiten incorporar un poco de sal, limítate a la cantidad justa que se utilice en la cocina. Destierra el clásico salero de mesa con sus agujeritos. Esos instrumentos los carga el diablo. El sabor de los platos también puede potenciarse con diferentes especias y aderezos: pimienta, ajo, hierbas aromáticas…
  • Con el alcohol conviene tener medida y sensatez. El consumo moderado de hasta un par de copas diarias de vino o de cerveza, puede tener un efecto cardiosaludable (sobre todo en el caso del vino tinto de calidad, por su alto contenido en taninos). Más allá de eso nos movemos en la cuerda floja del riesgo metabólico, y mucho más allá nos acercamos al negro abismo del daño hepático.
  • Consume diariamente productos lácteos. Con el paso de los años, aun para quienes no padecen intolerancia a la lactosa, es bastante común cierta dificultad para digerir la leche, produciéndose sensación de plenitud y a veces cierta flatulencia. Sin embargo, no hay impedimento alguno para consumir yogures, quesos frescos, requesón, cuajadas. Piensa además que un correcto aporte de calcio no depende exclusivamente de los lácteos. Algo tan simple como una lata de sardinas en aceite, y en general, cualquier conserva de pescado, garantiza mayor aporte de calcio que varios litros de leche.
  • Consume a menudo plátanos y tomates. Ambos tienen un alto contenido en potasio, que resulta fundamental para los mayores.

A título orientativo, os propongo esta sencilla regla de buena praxis nutricional. Te sugiero que anotes los alimentos que consumes (incluidos los llamados de entre horas), y compares, para saber cuánto te acercas o te alejas de lo aconsejable:


¿Qué me dices? ¿Te alimentas bien? Espero que si. Vayamos un poco más lejos: ¿eres feliz alimentándote bien? Espero que la respuesta sea también afirmativa. En caso contrario, es decir, si no eres feliz, conviene que hagas un ejercicio de autoexamen. Es muy probable (casi seguro) que la causa de tu infelicidad no tenga nada que ver con la alimentación. Por lo tanto, haz al respecto lo que tu recta conciencia te aconseje (o no hagas nada, tú verás), pero aliméntate bien. Ya ves que es muy sencillo. Casi siempre la vida es muy sencilla, pero tendemos a complicarla innecesariamente.

Parte meteorológico válido del 18 de julio de 1936 al 20 de noviembre de 1975:

Reina un fresco general procedente de Galicia.


jueves, 20 de julio de 2023

ENDOSIMBIOSIS, EVOLUCIÓN Y FORMACIÓN DE ESPECIES

 


La gran bióloga evolucionista Lynn Margulis, fallecida en 2011, patrocinó la teoría de la endosimbiosis, según la cual determinados organismos son capaces de prosperar en perfecta simbiosis, evolucionando de forma conjunta. El primer ejemplo y el más conocido de este fenómeno es el de las mitocondrias que forman parte indispensable de todas y cada una de nuestras células, y que fueron en origen bacterias fagocitadas por un organismo unicelular del que descendemos el resto de habitantes del planeta. La bacteria encuentra cobijo en el interior de su hospedador, y a cambio produce la energía necesaria para ambos.

Investigaciones posteriores han venido a confirmar la hipótesis, existiendo en la actualidad numerosos ejemplos que la avalan. Uno de los más recientes e ilustrativos tiene como protagonista a Sitophilus oryzae, más conocido como gorgojo de Heddi, una auténtica pesadilla para el agricultor neolítico a medida que los cultivos de cereales fueron extendiéndose, y que sigue con nosotros hoy en día. Su ciclo vital transcurre en el interior de un grano de arroz, trigo u otro cereal. El gorgojo ha evolucionado con nosotros, descartando los genes que ya no necesita, a medida que le vamos proporcionando productos genéticos que ya no tiene que producir por sí mismo. Un órgano larval, situado en el ovario de la hembra y denominado bacterioma, está repleto de los bacteriocitos de una enterobacteria que presenta una similitud genética del 95% con nuestra bacteria más común del colon, la Escherichia coli.

Lo mismo que nuestras familiares mitocondrias, esta bacteria la hereda el gorgojo por parte de madre. La bacteria proporciona tanto a machos como a hembras de la especie, la capacidad de sintetizar vitamina B. Sustancias como riboflavina, biotina o ácido pantoténico, cruciales todas para la supervivencia, son aportadas al insecto por su singular compañera bacteriana. Cuando por medio de antibióticos, es eliminada de los tejidos del gorgojo, su tasa de crecimiento se ve reducida hasta conducirle a la muerte. Se trata de una forma extendida de eliminación de la plaga.


A finales de los 90, Heddi y sus colaboradores encontraron otra clase de bacterias asociadas a una de las otras especies emparentadas con el gorgojo. Se trata de una bacteria similar a las del linaje Wolbachia, que se encuentra en una zona muy concreta del insecto: sus tejidos germinales. La aplicación de antibióticos en este caso no afecta lo más mínimo al crecimiento y desarrollo del gorgojo, sino que incide directamente sobre su fertilidad, convirtiendo a la especie en estéril. El cruce de machos y hembras cuando sólo uno de ambos posee la bacteria, es inefectivo. Para que se produzca descendencia es necesario que hembra y macho la posean. Por lo tanto, el efecto de la simbiosis consiste en este caso en promover el aislamiento reproductivo, uno de los elementos clave de la especiación. Se trata pues de un rasgo clave y definitorio de la especie. Salvando las distancias, vendría a ser como si varones y mujeres de nuestra especie sólo pudieran tener descendencia cuando ambos tuvieran el cabello rubio. El resultado sería el aislamiento genético y la consiguiente aparición de una nueva especie de personas rubias.

La decisiva influencia de la endosimbiosis en la especiación respalda el trabajo de Lynn Margulis, y sin contradecir el gradualismo de la teoría darwiniana clásica, explora otros caminos de la evolución tan variados como apasionantes.

La honradez de los políticos es como la nata de la leche… de la leche desnatada.


domingo, 16 de julio de 2023

FLOYD GOTTFREDSON, EL PADRE ADOPTIVO DE MICKEY MOUSE

 


Floyd Gottfredson era un americano de origen danés nacido en una pequeña ciudad de Utah en 1905. Se crió allí en el seno de su numerosa familia de religión mormona. Siendo todavía un muchacho perdió la movilidad de un brazo como consecuencia de la herida que sufrió en una cacería. Su discapacidad le convirtió en un joven de costumbres retraídas que encontró en el dibujo el medio para dar rienda suelta a su creatividad. En 1920 comenzó a dibujar tiras cómicas para varios diarios, y el 1928, ya casado y con hijos, se mudó a California en busca de mejores oportunidades. Su vocación era desarrollar su arte en el cine de animación, pero al principio tuvo que conformarse con trabajar en una sala de cine como proyectista. Un año más tarde, en 1929, le contrató Walt Disney en persona, que entonces comenzaba ya a ser una celebridad, para dibujar la tira diaria de Mickey Mouse que se publicaba de costa a costa desde hacía cuatro meses. El trabajo del nuevo empleado, mucho mejor que el de los anteriores dibujantes, impresionó al jefe. Gottfredson aceptó el empleo con la promesa de que sería temporal, y de que al cabo de unos meses, pasaría a formar parte del equipo de los estudios de animación. Al parecer Disney olvidó su promesa y Floyd Gottfredson estuvo dibujando la tira de Mickey durante cuarenta y cinco años, hasta 1975, fecha en la que se retiró. Su contrato le impedía firmar sus trabajos, que se publicaban siempre con la firma Walt Disney, y sólo al final de su carrera obtuvo suficiente prestigio entre los lectores y los profesionales, para ver su arte al fin reconocido.

De manera que nuestro hombre puede considerarse autor de una sola serie. Eso sí, se trata de una serie magnífica, de esas que hacen historia. Gottfredson tomó el personaje del Mickey de Disney, un tanto infantil, y lo convirtió en todo un aventurero que en sus historietas recorrió selvas, desiertos y mares helados, combatió a los gangsters en Chicago y a los nazis en Europa. Creó personajes antológicos como Horacio, Clarabella o Pete Patapalo, antagonista del héroe en muchas de sus aventuras. Gottfredson falleció en 1986. Os traemos hoy una selección de sus páginas y viñetas.

























jueves, 13 de julio de 2023

JAMES DEAN, ETERNAMENTE JOVEN

 




James Dean tiraba piedras a una casa blanca, entonces te besé, decía la entrañable canción-poema de Luis Eduardo Aute. Y es que James Dean era muy de tirar piedras, lo que se dice un rebelde. Esa mirada intensa suya con los ojos entrecerrados era producto de su miopía. Se resistía a llevar gafas como se resistió siempre a casi todo. Su prematura y trágica muerte, con sólo veinticuatro años, le convirtió en una leyenda. Nadie hasta entonces se había elevado al rango de estrella e ídolo de multitudes con tan solo tres películas. Las jovencitas (y también muchas mamás) suspiraban por él. Claro, las chicas en edad de efervescencia hormonal tienen debilidad por ese tipo de jóvenes rebeldes. Chicos malos, cuanto más malos más atractivos, que ellas sueñan con reformar, con conducirles por el buen camino a base de amor, para que acaben aceptando un buen empleo, fundando una familia llena de niños rubitos y niñas con lacitos… Vivir en una bonita casa blanca… Pero no, porque lo que hacen los chicos malos como James Dean con las casas blancas es tirarles piedras, claro está.

Estaba el mito, que se agrandó más tras su muerte, pero también estaba el hombre con sus gozos y sus sombras, como todos. James Dean el hombre, amó con idéntica pasión a su novia Pier Angeli y a su amigo Sal Mineo. También le apasionaban los automóviles y la velocidad. Deprisa, deprisa, que aunque sea el título de una película que no tiene nada que ver con él, le cuadra a la perfección. Para recordarle os dejamos un breve video musical con una selección de sus escenas. Bon apetit. 

https://www.youtube.com/watch?v=ZKEc_jTI1fY

Próxima entrega: Natalie Wood


domingo, 9 de julio de 2023

CONSTANTINO: CON ESTE SIGNO VENCERÁS

 


Tras la renuncia de Diocleciano en 305, y finalizada la Tetrarquía que mantuvo durante veinte años un equilibrio de poderes, el Imperio romano se desgajó en varios pedazos, una auténtica ensalada de césares y augustos en cuyo momento más enredado llegaron a coincidir hasta seis proclamados o autoproclamados emperadores, cada uno de ellos con su correspondiente ejército, sus apoyos territoriales y sus declarados enemigos. En definitiva, un caos considerable. Uno de aquellos aspirantes al poder era Flavio Valerio Aurelio Constantino, un hijo bastardo de Constancio Cloro y de Elena, una concubina oriental convertida al cristianismo. Constantino se crió entre soldados, comiendo las lentejas que constituían el rancho militar, durmiendo en el suelo y soportando largas marchas en la nieve o el barro. Antes de cumplir los treinta se había convertido en un brillante general, y sus éxitos en las batallas le llevaron hasta lo que en términos deportivos podríamos llamar la gran final de la lucha por el poder.


El otro finalista era Majencio, cuyo ejército se enfrentó al de Constantino en Puente Milvio, a orillas del Tíber, a unos veinte kilómetros al norte de Roma, el 27 de octubre del año 312. Aquella decisiva batalla cambió el curso de la Historia. Constantino se proclamó emperador de Occidente, y diez años más tarde, tras derrotar a Licinio, lo fue de un Imperio nuevamente reunificado, aunque lo estaría por poco tiempo. Eusebio de Cesarea, el historiador cristiano a quien se debe la hagiografía de Constantino, asegura que antes de entrar en combate en Puente Milvio miró al cielo y vio una cruz envuelta en llamas con la siguiente inscripción latina: in hoc signo vinces, es decir, con este signo vencerás. Aquella noche una voz en sueños le exhortó a marcar la cruz de Cristo en los escudos de sus legionarios y a enarbolar un estandarte con las iniciales INRI, Iesus nazarenus rex iudiorum. La leyenda no parece muy digna de crédito, entre otras cosas, porque el signo de la cruz todavía no se hallaba muy extendido entre los cristianos primitivos que preferían tallar peces en sus sarcófagos y sus catacumbas. Tampoco parece verosímil que un aspirante a emperador de Roma hiciera referencia en su estandarte a un rey de los judíos. Pero en fin, la leyenda hizo fortuna y ha pasado a formar parte de la tradición cristiana. Naturalmente, Constantino ganó la batalla y se hizo con el poder para contento de muchos de sus legionarios que al parecer, eran cristianos.


La narración se ha vendido durante siglos por la jerarquía eclesiástica, como un hecho milagroso en que, por obra y gracia de un emperador iluminado por Dios, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio, y los cristianos durante décadas escondidos en sus catacumbas y ferozmente perseguidos por su fe, pudieron al fin contemplar la luz del sol. Se trata por supuesto, de una visión simplista y errónea. Es cierto que algunos cristianos fueron blanco de las iras de varios emperadores. El primero fue Nerón, pero no el más importante. Después de él hubo ejecuciones de cristianos bajo los Flavios, bajo los Antoninos y bajo los Severos. Acaso quien más cristianos condenó fue Diocleciano, que pasa por ser un emperador moderado y ecuánime. Varios son los factores que determinaron aquellas persecuciones. Uno muy importante, la propia política de la Iglesia primitiva, cuyo principal instrumento de propaganda fue el martirio de muchos de sus seguidores. Los cristianos más exaltados aspiraban al martirio, medio infalible de alcanzar la bienaventuranza, y a menudo provocaron a las autoridades imperiales para conseguir su objetivo. Ante la declaración pública de rebeldía, de no reconocimiento de autoridad terrenal alguna, y por supuesto, de ningún emperador, los prefectos y gobernadores de las distintas provincias no tenían más opción que condenar. Condenaban, y en aquellos tiempos no existían condenas humanitarias o reeducadoras. Las penas consistían en azotes y torturas diversas, en ser devorados por las fieras del Circo o ser crucificados. ¿Crucifixión?, preguntaba el funcionario en La vida de Brian. Bien. Fila de la derecha, por favor, recoja su cruz.


En cualquier caso, el cristianismo se había convertido al principio del siglo IV en una religión ampliamente seguida por muchos habitantes del Imperio. Algunos de origen hebreo, pero otros muchos de diferentes naciones, gracias a la brillante idea que tuvo Pablo de Tarso de extender la fe de Cristo entre los gentiles. En muchas ciudades que desde Aureliano gozaban de gran autonomía o más bien de un cierto aislamiento, las autoridades oficiales eran corruptas y a veces inexistentes. A menudo la autoridad más fiable era el obispo cristiano, y hasta los mismos emperadores, no sólo Constantino sino ya muchos de sus antecesores, tuvieron que apoyarse en el poder terrenal que ejercían los obispos en sus respectivas comunidades para llevar a cabo sus políticas en materia comercial, fiscal y hasta militar. Aquella Iglesia a la que se ha adjudicado siempre el adjetivo de primitiva, no lo era tanto. Ya entonces sus dirigentes tenían la firme vocación de ejercer el gobierno, de ostentar el poder allí donde fuera posible. Un objetivo que por cierto han visto cumplido muchas veces a lo largo de los siglos posteriores.

Así que, como suele ocurrir tantas veces, las cosas no son exactamente como nos las han contado. Por cierto, el famoso Edicto de Milán de 313 no estableció el cristianismo como religión oficial del Imperio. Se limitó, y ya es bastante, a promulgar la libertad religiosa, de manera que pudieron practicar libremente su religión los cristianos, por supuesto, pero también los judíos, los mitraistas, los mazdeistas, los adoradores de Isis y muchos otros. Constantino no fue su único firmante. Lo hizo a medias con Licinio, que entonces reinaba en el Imperio de Oriente.

Falleció Constantino en 337. Poco antes se hizo bautizar, lo que significó un gesto importante en favor del cristianismo. En su honor Bizancio recibió el nombre de Constantinopla. La Iglesia ortodoxa oriental lo venera como santo.

Siempre repito a los demás los buenos consejos que me dan. Es para lo único que sirven. Oscar Wilde.