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lunes, 5 de agosto de 2019

EL CANTAR DE ROLDÁN. GESTA Y CICLO CAROLINGIO



Ci fait la geste que Turoldus declinet”. Ese es el último verso de La Chanson de Roland, responsable de que la obra haya sido atribuida por algunos a cierto monje normando llamado Turoldo. Sin embargo, el verbo decliner, declinar, cuyo significado se ajusta más a entonar o recitar que a escribir o componer, inclina a pensar que el monje en cuestión no fue sino uno de los transmisores de este poema épico escrito en francés primitivo a finales del siglo XII, y cuyo origen seguramente debe remontarse a siglo y medio atrás. Estamos ante el cantar de gesta más antiguo de los escritos en una lengua romance europea. Parece documentado que los normandos cantaban ya La Chanson de Roland en la batalla de Hastings, hacia 1060.

El cantar narra un episodio bélico durante la batalla de Roncesvalles, escaramuza o más bien emboscada que tendieron algunas tribus de navarros y vascones a la retaguardia del ejército carolingio que comandaba el conde Roldán o Rolando, prefecto o margrave de la Marca de Bretaña. Se tienen noticias de un episodio similar el 15 de agosto de 778, en el desfiladero de Valcarlos, vertiente norpirenaica de la cordillera. La crónica del monje Eginardo narra que el rey Carlos, aun no convertido en emperador Carlomagno, envió en la primavera de ese año una expedición de castigo que saqueó Pamplona y sitió Zaragoza sin llegar a tomarla. Probablemente el saqueo de Pamplona se produjo ya de retirada, y pudo ocasionar la emboscada en que cayeron, como venganza de los vascones.


Tres siglos más tarde Roldán se transforma en el cantar de simple margrave, en sobrino del emperador de la barba florida. Roldán, el protagonista, está acompañado de su fiel amigo Oliveros y de los Doce Pares de Francia, nobles francos amigos del arzobispo Turpín. Los hechos reales se engrandecen, adoptando una dimensión heroica. El puñado de vascones se sustituye por un gran ejército de 400.000 sarracenos liderados por Masilio, el rey moro de Zaragoza. El antagonista es Ganelón, el padrastro de Roldán que, aliado con Masilio, traiciona a los suyos. Una vez que Carlomagno ha cruzado ya los Pirineos, los moros caen sobre la retaguardia donde se encuentra Roldán. La flor de la caballería francesa pelea con gran bravura, abatiendo a muchos enemigos, pero finalmente sucumben. Antes de eso Roldán toca su olifante, un cuerno destinado a avisar al ejército de Carlomagno, e intenta sin éxito romper contra un peñasco su espada Durandarte.


Carlomagno acude en socorro de los suyos ya demasiado tarde. Entierra a Roldán, Oliveros y Turpín, y toma Zaragoza. El traidor Ganelón sucumbirá más tarde descuartizado al ser atado a cuatro caballos. Por cierto que este personaje antagónico ha sido maltratado en numerosas versiones y adaptaciones posteriores, sobre todo las de época romántica, mientras que en el texto original Ganelón es, a pesar de su reprobable acción, un hombre de honor, e incluso en algunos versos se justifica de alguna manera su comportamiento.
La obra dio lugar en los siglos posteriores a muchos poemas y cantares que forman parte de lo que se ha llamado el Ciclo Carolingio. Particular importancia cobran estas secuelas en nuestro romancero castellano. Uno de esos romances que comienza: En París está Doña Alda, esposa de Don Roldán, hace referencia a dicha dama, hermana de Oliveros y prometida de Roldán, en el instante en que recibe la noticia de la muerte de su amado.

Biblioteca Bigotini tiene el placer de brindaros al alcance de un clic (hacedlo sobre la portada) el texto completo de este gran poema épico. Está traducido al castellano no rimado, directamente del original en francés arcaico. Disfrutadlo.

Retorna el emperador, dicen los infieles. Escuchad los clarines de las huestes de Francia.



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