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miércoles, 21 de agosto de 2019

AGATHA CHRISTIE, LA REINA DEL CRIMEN



Agatha Mary Clarissa Miller, hija de Frederick Miller y Clara Boehmer, que sería mundialmente conocida como Agatha Christie, por el apellido de su primer marido, nació en Torquay, Devon, en 1890. Fue la mayor de tres hermanos, y su primera infancia transcurrió en la apacible felicidad de una familia acomodada de la Inglaterra rural. Aprendió a leer a los cuatro años, y a tocar el piano razonablemente. Leía los poemas surrealistas de Lewis Carroll y actuó en una opereta de vodevil de los populares Gilbert y Sullivan. Su padre falleció cuando Agatha contaba once años, lo que en cierta forma marcó el final de aquella infancia feliz.
En 1902 comenzó a estudiar en una escuela para niñas, y en 1905 se trasladó a París para completar su educación.

En 1910 viajó con su madre enferma a El Cairo en busca del clima cálido y seco que convenía a su salud. Visitó allí numerosos monumentos y antigüedades como una turista más, y lamentó muchos años después no haberse interesado entonces por los aspectos históricos y arqueológicos que en su edad madura llegaron a convertirse en una de sus pasiones. En esa época estaba mucho más interesada por el espiritismo y otras materias esotéricas. En Egipto se inició tímidamente en la escritura de algunos cuentos que en principio permanecieron inéditos, pero que años más tarde serían en parte aprovechados por la escritora para algunas de sus novelas. Ya de vuelta en Inglaterra conoció a Archibald Christie, Archie, con quien se casó al poco tiempo, ante la inminencia de que como aviador fuera destinado al frente en 1914. Durante la Gran Guerra Agatha trabajó en la Cruz Roja como enfermera voluntaria, adquiriendo en la farmacia militar valiosos conocimientos sobre diversas drogas y venenos, que utilizaría más tarde en las tramas de sus historias de crímenes.

Tuvieron una hija, Rosalind. Alentada por Archie, Agatha comenzó a tomarse en serio la escritura. Sus primeros relatos estuvieron influenciados por sus lecturas de autores como Wilkie Collins, Conan Doyle, Gastón Leroux o Chesterton. Su primer gran éxito editorial fue El misterioso caso de Styles (1920), donde apareció por vez primera el personaje de Hércules Poirot. Le siguieron El misterioso señor Brown (1922) y Asesinato en el campo de golf (1923). La pareja se dio la gran vida, viajando por Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda o Hawái, mientras Agatha seguía escribiendo en las habitaciones de los hoteles. Pero en 1926 su querido Archie le abandonó por otra mujer, lo que sumió a la escritora en un periodo depresivo que concluyó con la misteriosa desaparición de Agatha. Su automóvil se encontró abandonado en una carretera secundaria. Por entonces era ya toda una celebridad, así que la buscaron policías y periodistas por todo el país. La hallaron en un modesto hotel once días después, en un estado de aparente amnesia. Los médicos diagnosticaron un trastorno pasajero, pero resultaron inevitables las sospechas de que había intentado que culparan al marido de su desaparición.

Ya divorciada, residió con su pequeña durante un tiempo en las islas Canarias, y en 1930 se trasladó a Bagdad donde conoció al que sería su segundo esposo, Max Mallowan, un arqueólogo más joven que ella. Con él se aficionó a la arqueología, llegando a ser según testimonios de crédito, una de las mayores autoridades de Inglaterra en materia de cerámica antigua. Sus viajes por Grecia, Turquía, Oriente Medio y la India le proporcionaron escenarios exóticos para un puñado de sus novelas más exitosas. Durante la Segunda Guerra Mundial, retomó su actividad de enfermera, y en la farmacia londinense del University College, amplió aun más sus conocimientos sobre toxicología. Por entonces ya había publicado sus mayores éxitos de ventas: El asesinato de Roger Ackroyd, El misterio de Sittaford, Muerte en la vicaría, Asesinato en el Orient Express, o Cinco cerditos, entre otros muchos títulos, y sobre todo, Diez negritos, que se convirtió en una de las novelas más vendidas de todos los tiempos. Escribió también para el teatro Testigo de cargo y la exitosa La Ratonera, obra que batió todos los registros conocidos de permanencia en cartel, desde 1952 hasta bien entrados los años 80. Fue también autora de algunas novelas rosa que prefirió firmar con el seudónimo de Mary Westmacott y de algún poema que al parecer no convenció a ningún crítico. Agatha Christie falleció en 1976, a los 85 años, a causa de una demencia senil tipo Alzheimer.

En cuanto a su producción literaria, es tan extensa que sólo enumerar sus novelas resultaría extenuante. Está considerada mundialmente como la maestra del misterio y las tramas de crímenes. La autora construye los argumentos de manera que el lector termina conociendo todos los detalles. Lo difícil es encajar correctamente las piezas para obtener el siempre inesperado resultado final. Los encargados de desvelar la verdad serán sus personajes protagonistas: Hércules Poirot, el atildado y maniático detective belga que se mueve como pez en el agua en los ambientes de la alta sociedad londinense y en los más exóticos escenarios del mundo entero, lujosos hoteles orientales o campamentos arqueológicos que su creadora conocía por experiencia propia.


La señorita Marple, otra de sus heroínas, es una apacible viejecita instalada en esa Inglaterra rural y aldeana en que se crió la escritora, un escenario de ventanas con visillos, mesas camilla y coquetos saloncitos de té.
Otros protagonistas habituales de las novelas de Agatha Christie son Tommy y Tuppence, una simpática pareja de enamorados, el matrimonio de sabuesos como se les llamó en la traducción al castellano. Acaso el trasunto de esa otra pareja feliz que un día formaron la autora y su primer esposo.

De nuestra particular biblioteca Bigotini hemos seleccionado el enlace con la versión digital de Una broma extraña. Se trata de un relato breve, un cuento cuya lectura os proponemos. Haced clic en la portada. Esperamos que esta extraña broma os resulte simpática.

Cásate con un arqueólogo. Cuánto más vieja te hagas, más atractiva te encontrará. Agatha Christie.



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