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sábado, 28 de septiembre de 2019

PATOS VIOLADORES Y OTROS CRÍMENES AVIARES




Pues sí, habéis leído bien, no se trata de patos voladores, sino violadores, tal como suena. Los machos de varias especies de patos, y muy particularmente los del ánade real, conocidos también con el nombre vulgar de patos azulones y el científico Anas platyrhynchos, tienen la reprobable costumbre (inadmisible en términos humanos) de violar a las hembras en grupo.
La especie es muy común. Los azulones son los patos no domésticos más habituales en los estanques, lagunas y ríos europeos. Los machos, esos delincuentes de los que tratamos hoy, tienen las plumas de la cabeza de un verde intenso, de brillos metálicos, el pico amarillo y los flancos bajo las alas de un azul subido, de donde deriva el nombre común que les aplicamos. Las hembras tienen una apariencia mucho más discreta, plumaje que alterna colores pardos, grises y pajizos. Su aspecto es muy similar al de los pollos, salvo por el detalle de su mayor tamaño.

En nuestro río vertebral, el Ebro a su paso por Zaragoza, anidan en los últimos años varias bandadas de azulones. Armados de paciencia y unos buenos prismáticos, pueden ser observados en el tramo que va del puente de Santiago al azud. El modus operandi de estos criminales es casi siempre el mismo: un grupo de tres, cuatro o a veces hasta siete u ocho machos, comúnmente hermanos de la misma puesta, acosan, rodean y finalmente se abalanzan sobre una hembra adulta, bien solitaria o bien incluso en ocasiones acompañada por su pareja. Ningún freno es capaz de contener el ímpetu de estos depredadores sexuales cargados de testosterona. Uno por uno van sometiendo a la pobre hembra a lo que algunos zoólogos han llamado de forma eufemística copulación forzada, que no es otra cosa que una violación en toda regla.


Los coitos son muy rápidos. Los agresores pierden más tiempo en el forcejeo que en el acto en sí. A veces, mientras sus hermanos van montando a la hembra, uno o dos de ellos la sujetan sumergiéndole la cabeza bajo el agua en una especie de aguadilla prolongada, que añade aun más tortura al hecho de la violación. Se han descrito casos de muertes de la hembra y hasta del macho acompañante, verdaderos asesinatos, crímenes sexuales que convierten en inútil la coartada reproductiva. Cabe preguntarse si estos machos se comportan así con el objetivo de intentar perpetuar su acervo genético o simplemente para satisfacer sus pulsiones. La respuesta no puede ser fácil. Hablemos sencillamente de instinto, un instinto irrefrenable grabado a fuego en lo más profundo de su ADN.
Pero la cosa no queda ahí. Los azulones no sólo practican estas copulaciones forzadas, sino que en ocasiones se trata de copulaciones homosexuales e incluso necrófilas. En un artículo que reproduce Jules Howard en su libro Sexo en la Tierra, leemos:

El 5 de junio de 1995, un azulón (Anas platyrhyncos) adulto chocó con la fachada de vidrio del Natuurmuseum de Rotterdam y falleció. Otro macho violó el cadáver de manera casi ininterrumpida durante 75 minutos. La disección reveló que la víctima de la violación era también un macho. De ello se deduce que ambos azulones participaban en un vuelo con tentativa de violación que derivó en el primer caso descrito de necrofilia homosexual entre azulones.

En fin, debemos abandonar este tono de crónica de sucesos para ceñirnos exclusivamente al rigor científico que quienes nos seguís habitualmente sabéis que nos caracteriza en Bigotini. Estamos ante un nuevo episodio de competencia espermática de los que tanto abundan en el medio natural. Los azulones macho compensan la falta de oportunidades de aparearse con una violencia exacerbada. Pero las hembras, como sucede en prácticamente la totalidad de especies de vertebrados, deben elegir. Tienen la obligación reproductiva de no aceptar cualquier esperma, sino sólo el de aquellos machos que resulten más prometedores para su descendencia. Pues bien, en el caso que nos ocupa, las hembras también se defienden como pueden.
Aunque en el mundo de las aves no es apropiado hablar de penes y vaginas, sino simplemente de cloacas, lo cierto es que los machos de azulón poseen una especie de pene, en realidad un lanzador de esperma, muy especial. Con una longitud superior a la del propio cuerpo del macho, sus penes están enrollados en espiral y al penetrar en la cloaca de la hembra se expanden como un látigo y expulsan el semen con una fuerza considerable. Como muy bien señala Howard, hay cosas en esta vida que, una vez las has visto, no puedes olvidar. La explosión de un pene de pato es una de ellas. Aquí os dejo el enlace con un video de YouTube que lo muestra en cámara super lenta. Os recomiendo que lo veáis varias veces para apreciar el fenómeno en toda su magnitud:



En cuanto a la hembra, ha desarrollado evolutivamente una pseudo vagina también espiral, pero enrollada en sentido contrario a la del macho. Con este intrincado canal y con una especie de bolsas en la zona más próxima a la abertura de la cloaca, lo que se pretende es dificultar al máximo la fecundación. Sólo cuando el macho resulta ser la pareja de su agrado, la hembra relajará el canal vaginal, permitiendo el paso del esperma a través de la angosta espiral. Volvemos aquí a citar a Jules Howard cuando afirma que la pseudo vagina de la hembra de azulón tiene más trampas que los templos incas que se nos muestran en las películas de aventuras.
Así que podemos consolarnos pensando que en definitiva aquí también las hembras eligen, al menos desde el punto de vista estrictamente reproductivo. Desgraciadamente las pobrecillas no se libran de las atenciones no deseadas de sus salvajes congéneres de cabeza verde.

Es preferible que un amigo te llame hijo de puta a que un hijo de puta te llame amigo.



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