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sábado, 1 de diciembre de 2018

CHARLES BUKOWSKI, LA MALDICIÓN DEL ESCRITOR MALDITO




Todo eso de los artistas y poetas malditos y del malditismo, son tópicos que se han usado hasta el abuso, a veces sin demasiado fundamento. Pero si alguien merece que se le aplique el adjetivo, ese alguien es sin duda Charles Bukowski.
Nació en Alemania en 1920 de madre alemana y padre norteamericano que llegó a Europa en la Gran Guerra. Cuando tenía tres años, la familia se trasladó a California, y en Los Ángeles transcurrió el resto de la vida de nuestro hombre. Su nombre original era Heinrich Karl Bukowski, pero en América comenzaron a llamarle Henry o Charles, y este último nombre fue el que siempre eligió para firmar sus obras. Inició estudios de arte, periodismo y literatura, sin llegar a terminar ninguna licenciatura. A los veinticuatro años consiguió a duras penas que se publicaran un par de sus relatos, y desalentado por las enormes dificultades que encontraba, desistió durante mucho tiempo de escribir.


Vagó unos años por el país, realizando trabajos esporádicos, consumiendo grandes cantidades de alcohol y malviviendo en pensiones baratas, hasta que en los cincuenta obtuvo un empleo de cartero en el servicio postal. Siguió bebiendo, se casó, se divorció, tuvo una hija con su siguiente pareja, comenzó a publicar algún que otro relato en la prensa independiente, hasta que con casi cincuenta años, se decidió a abandonar su empleo para dedicarse por entero a la literatura, cuando en 1969 el editor de Black Sparrow Press le aseguró cien dólares mensuales. Entre volverme loco en la oficina de correos o morir de hambre, he decidido morir de hambre, anunció, y se dedicó a escribir a tiempo completo. Aquel Bukowski ya casi viejo y alcohólico se convirtió en un autor sorprendentemente prolífico, dejando una obra en apenas veinte años, sus últimos veinte años, que muchos otros escritores no han producido en sesenta.



Poesía erótico-pornográfica; novelas como La senda del perdedor o Pulp; ensayos como Escritos de un viejo indecente, Hijo de Satanás, Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones o La máquina de follar, le convirtieron en un escritor de culto entre los lectores de aquella América psicodélica y hippie de los setenta. Llenó centenares de páginas en las revistas underground, y un gurú de la cultura alternativa como el dibujante Robert Crumb, lo convirtió en su héroe de la vida real.
Bukowski vivió igual que escribió. Aparecía en las entrevistas y los reportajes con su eterna botella, desnudo o metiendo mano a su novia. Fue el mayor pornógrafo y el autor más censurado y prohibido de su generación. Todo un provocador consciente de su labor provocadora y social.

Hoy os brindamos el enlace para acceder a la versión digital de su relato El principiante. Clic en la ilustración y listo. No sé vosotros, pero aquí en Bigotini no nos escandalizamos por cualquier cosilla. Así que viva Bukowski, vivan sus cuentos inmorales y viva el vino (¿no es esto lo que dijo una vez Rajoy?). Bueno, pues eso.

Todo hombre debe creer en algo. Yo creo que tomaré otro trago.



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