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domingo, 25 de noviembre de 2018

LOUIS PROUST, EL QUÍMICO VOLADOR



Nacido en Angers en 1754, Joseph Louis Proust fue francés de nacimiento y español de adopción. Adquirió los primeros conocimientos de botánica y farmacología en la farmacia de su padre y en el jardín botánico de su localidad natal. A los veintiún años obtuvo la plaza de farmacéutico jefe en el hospital de la Salpétrière de París. Allí tuvo oportunidad de frecuentar al gran químico Lavoisier, que lo tomó bajo su protección. A los treinta años realizó junto a su colega Rozier una de las primeras ascensiones en globo aerostático, en presencia del rey francés Luis XVI y de Gustavo III de Suecia.
Cuando en España la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, instaló unos laboratorios de química y metalurgia considerados los más modernos y mejor dotados de su tiempo, Proust fue contratado para impartir clases de química en esas instalaciones del Real Seminario de Vergara. Poco más tarde, recomendado por Lavoisier, Carlos III le encargó la enseñanza de química en el Real Colegio de Artillería del Alcázar de Segovia, donde permanecería hasta 1806.


Fue en este escenario segoviano donde Proust maduró y enunció la Ley de las proporciones definidas, destinada a convertirse en uno de los imprescindibles fundamentos de la química moderna. Este principio básico establece que todas las sustancias se combinan en proporciones determinadas y constantes. Sirvió de base nada menos que a la Teoría Atómica de Dalton, e inspiraría los trabajos de Amedeo Avogadro o de Dimitri Mendeleyev, entre otros, así que Proust y su ley constituyen uno de los pilares fundamentales de la ciencia.
También en España y en 1792, puso en juego Proust su experiencia en la construcción y manejo de globos aerostáticos, para realizar los primeros vuelos con fines militares de que se tiene noticia en la Historia. En Segovia, y en presencia de Carlos IV y del muy ilustrado conde de Aranda, tuvo lugar el reconocimiento aéreo de las defensas de unas baterías artilleras situadas en El Escorial. Esto sucedió un siglo antes de la creación del Servicio de Aerostación del Ejercito, y junto a Louis Proust que dirigió las operaciones, es de justicia citar a los oficiales Pedro Fuertes, Manuel Gutiérrez, César González, y los cadetes Gesualdo Sahajosa y Pascual Gayangos, todos ellos pioneros de la aeronáutica española y mundial.


En 1799 colaboró Proust en la fundación de los Anales de Ciencias Naturales, considerada la primera revista científica española. Cabe también destacar sus trabajos sobre el refinado del azúcar, y la demostración de la presencia de glucosa, tanto en la caña azucarera como en las uvas o la miel. En su academia de Segovia creó y enriqueció una importante biblioteca científica que desgraciadamente resultó destruida durante la invasión francesa, lo mismo que el magnífico laboratorio de la institución. Viajó a Francia por motivos familiares en 1806, de donde ya no pudo regresar tras declararse la guerra. Falleció en su ciudad natal de Angers en 1826.
Nos complace recordar desde nuestra atalaya divulgadora la figura y el talento de Louis Proust, uno de los gigantes de la ciencia a quien acaso no se ha hecho suficiente justicia.

Hace años llegué a este país sin cinco centavos. Hoy puedo decir orgulloso que tengo cinco centavos. Groucho Marx.



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