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martes, 9 de abril de 2024

ESCOBAR, CARPANTA Y LA ESPAÑA DE LA POSGUERRA

 


José Escobar Saliente fue un barcelonés nacido en 1908. Su padre, funcionario de correos, fue destinado a Granollers, y allí creció el joven José con sus padres y sus dos hermanos. Desde muy pequeño se le dio bien el dibujo, por lo que una tía suya que vivía en La Habana, hizo llegar algún dinero a la familia con el propósito de que su sobrino estudiara arquitectura. No pudo ser. A José se le atragantaron los estudios de bachillerato, que abandonó para entrar a trabajar en la fábrica de Tabacalera en Granollers cobrando un duro al mes. Fue después mancebo de farmacia, repartidor de telégrafos, y a partir de 1926, interventor en la estafeta de correos tras aprobar la oposición correspondiente.

Simultaneó su trabajo de funcionario con su afición por el dibujo, y en los años veinte y treinta consiguió ver publicadas sus historietas en diferentes revistas catalanas.

Terminada la guerra, en 1939, fue depurado de correos y condenado a seis años de prisión de los que cumplió uno y medio, saliendo de la cárcel en libertad condicional, y teniendo que presentarse periódicamente ante la policía. Antes, durante y después de la guerra, continuó dibujando historietas. Realizó también un par de cortometrajes de animación, y hasta escribió y representó varias comedias en colaboración con el grupo de teatro de aficionados al que pertenecía. Pero la mayor parte de la carrera de Escobar como dibujante transcurrió en la editorial Bruguera y más concretamente en la revista Pulgarcito que fue la más popular de la empresa. Allí creó a la mayoría de sus personajes: Petra, criada para todo, Blasa, portera de su casa, Doña Tomasa con fruición, va y alquila su mansión, Don Óptimo, Don Pésimo, Toby y un largo etcétera. Coincidió con otros nombres imprescindibles de la historieta española como Moreno, Muntañola, Peñarroya, Cifré, Conti o Ibáñez. Una de sus series más divertidas, Doña Tula, suegra, fue censurada y prohibida después de unas pocas apariciones, con el argumento de que mostraba las relaciones matrimoniales como problemáticas. Eran tiempos difíciles sin duda.


Pero hay dos series que hacen de José Escobar todo un clásico del tebeo español, Zipi y Zape y Carpanta. Los traviesos gemelos constituyeron el mayor éxito de su autor. Llegaron a contar en los setenta con una revista propia, y aun en la actualidad siguen editándose recopilaciones de sus historietas en álbumes y diversos formatos.

En cuanto a Carpanta, constituye un caso excepcional en el panorama del tebeo español. Su protagonista es un marginado social, un vagabundo sin techo que malvive medio muerto de hambre. Hambre, sí, porque el hambre insaciable del pobre Carpanta es el símbolo del hambre que reinaba en la España posguerrista de las colas, las cartillas de racionamiento y la indigencia nacional. El bueno de Carpanta sueña con pollos asados y filetes que jamás llega a llevarse a la boca, porque siempre acaba ocurriendo algo que lo impide. Carpanta viene a ser en el universo del tebeo, una tesis doctoral sobre la miseria. Basta por sí sola la serie para elevar a su autor, José Escobar Saliente, al lugar de privilegio que ocupa en el imaginario de quienes fuimos niños entonces.

Falleció Escobar en 1994 a los 85 años sin dejar de dibujar hasta el día de su muerte, pobre, solo y residiendo en un asilo de Barcelona. Vaya desde aquí nuestro modesto tributo y homenaje a su talento y su recuerdo. Os dejamos aquí abajo unas cuantas páginas del maestro.




















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