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martes, 30 de junio de 2020

TRIBUNOS DE LA PLEBE. LA PRIMERA HUELGA DE LA HISTORIA


Ya dijimos en alguna entrega anterior que la ciudadanía romana durante los primeros tiempos de la República, sólo alcanzaba a las dos órdenes senatoriales: patricios y caballeros, o lo que es lo mismo, los nobles y los ricos. El resto de la gente, los plebeyos, carecían por completo de derechos políticos. La plebe era la mano de obra en tiempos de paz y la tropa en tiempos de guerra.
En 494 a.C., catorce años después de la proclamación de la República, Roma fue atacada por varias de las ciudades vecinas. Se perdieron las conquistas conseguidas durante la monarquía de los Tarquinos, y a punto estuvo la misma urbe de caer en manos de sus enemigos. Si siguió permaneciendo libre fue gracias al esfuerzo precisamente de la plebe, que perdió en la lucha a millares de sus hijos.


Al concluir la contienda, los plebeyos se encontraron en condiciones desesperadas. Muchos habían perdido los campos que quedaron en territorio enemigo, y todos para mantener a sus familias, se cargaron de deudas. Quienes no pudieron pagarlas se convirtieron en esclavos de sus acreedores, que podían encerrarlos, venderlos o matarlos. Quisieron reclamar justicia, pero no tenían voz en los comicios centuriados, manejados por las órdenes dominantes. Así que en las calles de Roma comenzó la agitación. Pedían la anulación de las deudas, un nuevo reparto de tierras y el derecho a elegir magistrados propios. Los patricios y los équites hicieron oídos sordos a esas demandas, y entonces al parecer de forma espontánea, se produjo la que probablemente sea la primera huelga de la Historia.

Los plebeyos se concentraron en masa en el Monte Sacro, jurando que no darían un solo bracero a la tierra, ni un obrero a la industria, ni un soldado al ejército. La última negativa era la más grave, porque desde los vecinos montes Apeninos, hordas de enemigos amenazaban la precaria paz recientemente conseguida. El Senado, con el agua al cuello, envió a los sublevados embajada tras embajada, sin que ninguna de ellas surtiera el menor efecto.
Finalmente, el Senado capituló. Canceló las deudas, restituyó la libertad a quienes por ellas habían caído en la esclavitud, y concedió el nombramiento de dos tribunos de la plebe y de tres ediles que serían elegidos anualmente por los plebeyos. Aquella fue la primera gran conquista del proletariado romano, que adquirió el instrumento legal para alcanzar otras a través de la justicia social, de manera que aquel año glorioso de 494 merece figurar con letras de molde en la historia de la lucha por la democracia y las libertades.

Con el retorno de los plebeyos se hizo posible volver a poner en campaña a las legiones, contra la amenaza de los volscos y los ecuos. En los primeros combates de aquella larga guerra, se distinguió de manera especial un patricio llamado Cayo Marcio Coriolano, un conservador intransigente que se oponía de forma beligerante a la plebe, e impidió la distribución de trigo a la gente hambrienta. Los tribunos de la plebe ejercieron sus funciones y consiguieron que Coriolano fuera desautorizado por el Senado y relevado del mando del ejército. La respuesta de aquel soberbio noble fue pasarse al enemigo, al que condujo, victoria tras victoria, hasta las mismas puertas de Roma. Sólo su madre, enviada por el Senado, consiguió suplicándole arrodillada, hacerle desistir. Coriolano fue asesinado por los ecuos, que le consideraron traidor, lo mismo que sus paisanos romanos. La dramática historia de Coriolano inspiró siglos después al inmortal William Shakespeare la magnífica tragedia que lleva ese título.


La institución de los tribunos de la plebe se mantuvo activa durante todo el periodo republicano. Constituyeron una especie de precursores de los defensores del pueblo en las democracias modernas. Tribunos de la plebe famosos fueron mucho más tarde los hermanos Gracos, Cayo y Tiberio Sempronio Graco, que pasaron a la Historia como unos de los más grandes adalides de la justicia social. Pero esa ya es otra historia. El profe Bigotini por el momento se cansa de escribir, y además se siente urgido por la maldita próstata. Seguiremos…

Hace ya tres meses que me apunté a un gimnasio, y desde entonces no he conseguido adelgazar ni un solo gramo…
…voy a tener que ir personalmente a ver qué demonios pasa.




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