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martes, 2 de junio de 2020

MULTISEXUADOS. VIDA SEXUAL DE LOS HONGOS MUCILAGINOSOS



Como es bien sabido, lo más usual entre las especies de reproducción sexual, es la existencia de dos sexos, macho y hembra. Sabemos también que existen organismos (por ejemplo los caracoles y las babosas terrestres) que son hermafroditas y cada individuo posee los dos sexos. Sin embargo, ¿qué podría decirse de unos seres vivos que presentan más de quinientos sexos diferentes? Asombroso, ¿verdad? Pues esos seres existen, son los hongos mucilaginosos. La mayoría los confundiríamos con un hongo alargado y amarillo si los encontramos en un tronco podrido. Constituyen un mundo aparte apenas emparentado con los animales, los vegetales o los hongos. Un hongo mucilaginoso adulto es una sola célula gigantesca visible a simple vista. Pero mientras una célula normal está formada por un solo núcleo rodeado de citoplasma, la célula de un hongo mucilaginoso verdadero maduro es una gran masa de citoplasma que contiene millones de núcleos.

El espécimen en cuestión se arrastra lentamente, devorando todos los microbios que encuentra en su camino. Como no copula, no tiene necesidad de buscar pareja. Cuando le llega el momento del sexo, se convierte en un cuerpo fructífero pedunculado, que parece una diminuta piruleta. Esta estructura libera al aire millones de esporas, lo mismo que una flor libera polen, y las esporas son, naturalmente, gametos, células sexuales. Ya sabemos que una célula sexual es una célula portadora de un solo juego completo de genes, cuya misión consiste en encontrar, reconocer y fusionarse con otra célula sexual adecuada, es decir, que sea de un sexo distinto al suyo. Los animales producimos dos tipos de células sexuales, una grande (el óvulo) y una pequeña (el espermatozoide). Las hembras y los machos producen uno solo de estos dos tipos. Los hermafroditas producen los dos. Es elemental que dos espermatozoides no puedan fusionarse para formar un embrión. Lo mismo les ocurre a dos óvulos. La única combinación posible es óvulo y espermatozoide.

Pero entre los hongos mucilaginosos la situación es diferente. Junto con otros pocos organismos como las algas verdes unicelulares, las algas pardas, las diatomeas y un puñado de otros seres microscópicos, los hongos mucilaginosos producen células sexuales de un único tamaño, una condición que se denomina isogamia.
Cuando el tamaño es irrelevante, las características que determinan el sexo de un gameto son otras. Los sexos de los hongos mucilaginosos vienen determinados por tres genes. Cada uno de estos genes se presenta además con variantes. Combinando las variantes, cada individuo de hongo mucilaginoso puede producir células sexuales de al menos ocho tipos distintos, podríamos definirlo como octosexual. En el mismo bosque, otros hongos mucilaginosos tendrán  otras combinaciones de variantes de esos genes. Si contamos todas las combinaciones posibles, se obtienen más de quinientas variantes. Como deben quedar más variantes de genes por descubrir, el número total de sexos de los hongos mucilaginosos podría ser bastante más elevado.


Son unas células sexuales muy notables, capaces hasta de alimentarse por sí mismas. Su misión es encontrar otra célula sexual de sexo diferente, para poder aparearse con ella. Así que bien mirado, lo de la multisexualidad no parece tan descabellado. En teoría todos los organismos isógamos deberían tener multitud de sexos, y así tendrían mayor facilidad para encontrar otros diferentes a los que unirse. Al mismo tiempo, se reduce el riesgo de endogamia. Visto de esta manera, lo verdaderamente estrafalario es tener únicamente dos sexos. Ahora bien, el hecho de que la mayor parte de los organismos de reproducción sexual dispongamos de sólo nuestros dos sexos, macho y hembra, invita a pensar que interviene algún factor limitante de gran importancia.
Y el candidato a factor limitante más probable es la necesidad de controlar la herencia de ciertos elementos peculiares del citoplasma como las mitocondrias, que se encuentran en las células animales, y los cloroplastos, que habitan las células de algas y vegetales. Ambos son responsables de la generación de energía, y resultan imprescindibles para completar el metabolismo celular, y por consiguiente, la vida.


Todo parece indicar que mitocondrias y cloroplastos fueron adquisiciones externas desde el punto de vista evolutivo, bacterias independientes en origen, que desarrollaron una relación simbiótica con sus hospedadores. En la reproducción sexual convencional, estos orgánulos son aportados al embrión por uno solo de los dos sexos, en nuestro caso las mitocondrias las aporta la madre, y se transmiten a la siguiente generación siempre por línea materna. Si existieran muchos sexos y cada uno aportara sus mitocondrias o sus cloroplastos, probablemente se produciría entre ellos una competencia que adquiriría un carácter agresivo y no haría sino causar problemas al embrión.
Por qué no se presenta este problema en el caso de los hongos mucilaginosos y de otros organismos multisexuados, es algo que requerirá un minucioso estudio por parte de los biólogos. Algo sin embargo, se ha ido adelantando en este terreno.


Una hipótesis que parece muy probable, es que en la unión de dos gametos de estas especies multisexuadas sólo uno de los dos progenitores aporta el citoplasma. Como cloroplastos y mitocondrias habitan el citoplasma, se evitaría así la competencia agresiva en el nuevo embrión. Esto se ha comprobado por ejemplo, en el alga verde Chlamydomonas reinhardtii.
Para quienes hayan conseguido mantener a raya sus mitocondrias, se abre un universo multisexual de dimensión asombrosa. Schizophyllum commune, un hongo rosado y piloso que crece en los troncos de los árboles, disfruta de hasta veinte mil sexos distintos.

-¡Madre mía, mira qué piernas más sexys!
-¿Es que tienes que hacer la misma broma cada vez que venimos al museo del jamón?




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