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viernes, 5 de agosto de 2016

CRISTIÁN IX, EL SUEGRO DE EUROPA


Nacido en 1818 en la ciudad danesa de Schleswig, este príncipe de la casa de Oldemburg, era hijo del duque Federico Guillermo de Holstein, y de la princesa Luisa Carolina de Hesse-Kassel. Su abuela materna, Luisa de Dinamarca, lo destinaba a ser el esposo de la princesa Victoria de Inglaterra, pero por diferentes motivos aquella unión se malogró, y nuestro príncipe Cristián, que había hecho una mediocre carrera militar (comandante de la guardia era un grado demasiado modesto para su alta cuna), tuvo que conformarse con desposar a la landgravina alemana Luisa Guillermina de Hesse-Kassel, sobrina de Cristián VIII de Dinamarca. A este Cristián VIII le sucedió en el trono danés su hijo Federico VII, pero como por más que lo intentó de mil maneras, no pudo engendrar un heredero, la corona pasó a su prima Luisa, cuyo esposo reinó finalmente en Dinamarca con el nombre de Cristián IX.

A los daneses parece que no les hizo demasiada gracia un rey tan accidental como Cristián, y ante la creciente presión ciudadana, nuestro hombre encargó la redacción de una Constitución, que resultó bastante avanzada para una época en que la soberanía popular no pasaba por su mejor momento en el continente. Como guinda del pastel, Cristián IX aportó a la corona danesa los ducados alemanes de Schleswig y Holstein, y el Gran Ducado de Luxemburgo. Bueno, al menos intentó aportarlos, porque tanto alemanes como luxemburgueses, que al parecer no habían sido consultados, protestaron contra esa anexión unilateral. Austria y Prusia armaron un ejército de setenta mil hombres que invadió Dinamarca la mañana del 1 de febrero de 1864. Cristián renunció prudentemente a los ducados alemanes la tarde de ese mismo día, y sólo unos pocos meses después cedió también Luxemburgo.

Así que ya veis que Cristián IX de Dinamarca no fue lo que se dice un genio ni en la milicia ni en la estrategia política. Pero amigos, Cristián IX era una auténtica fiera en la cama. Hasta tal punto arraigó la semilla de nuestro hombre, que hoy en día su ADN está presente en todas las casas reales europeas y en todas y cada una de las dinastías reinantes o depuestas. Supo además casar muy bien a sus retoños, de manera que con justicia ha recibido el sobrenombre de el suegro de Europa. Fueron sus hijos Federico VIII de Dinamarca; la princesa Alejandra, que llegó a ser reina consorte del Reino Unido de la Gran Bretaña; Jorge I de Grecia; Dagmar que se desposó con el zar Alejandro III de Rusia, y tras su bautizo ortodoxo se convirtió en la zarina María Feodorovna; Thyra, que por matrimonio llegó a ser princesa de Hannover; y por último el príncipe Waldemar de Dinamarca. Sus descendientes actuales se cuentan por centenares, y como hemos dicho, no existe una sola casa real que pueda sustraerse a la herencia de este príncipe de la fecundidad. Cristián IX es el Adán genético de la realeza europea.

Murió a los 87 años en Copenhague, y está enterrado en la catedral de Roskilde. Una anécdota muy extendida en Dinamarca cuenta que yendo de paseo por el campo con una numerosa porción de sus hijos y nietos, Cristián ayudó a encontrar el camino a un excursionista perdido. El hombre quiso conocer la identidad de quienes le habían ayudado, y el viejo rey procedió a presentar uno a uno a sus familiares, no omitiendo ninguno de sus títulos y cargos. El caminante, seguro de estar siendo víctima de alguna broma, se presentó a si mismo como Jesús de Galilea, y siguió su camino tranquilamente.


Por si alguno de vosotros tiene una especial afición a estos asuntos de familias reales que tanto gustan a los lectores de la revista Hola, aquí os dejo el enlace para conocer la identidad de toda la progenie de Cristián IX. Haced clic en el retrato de familia, y hala, a disfrutar como enanos.


¡Ay la nostalgia... ya no es lo que era!


miércoles, 3 de agosto de 2016

RONALD COLMAN, UNA VOZ Y UN BIGOTE



Este británico de voz aterciopelada tenía una elegancia singular. Ronald Colman se especializó en esos papeles de galán atildado que tanto éxito le proporcionaron en los treinta y los cuarenta. Inglés hasta las entretelas, Colman poseía además una dicción perfecta que le catapultó al triunfo en cuanto el cine cobró voz.
Fue inolvidable su personaje de El prisionero de Zenda, o la interpretación del poeta François Villon en la entretenida Si yo fuera rey. En nuestra entrega de hoy de la Historia del cine os dejamos un enlace para visionar una breve secuencia de una película mítica: Horizontes perdidos, que dirigió para la Columbia, Frank Capra en 1937. Se trata de la secuencia del beso entre Colman y una joven y bellísima Jane Wyatt. Tal como expresa el título del breve video, es un beso realmente asombroso, uno de esos besos que dejan a los espectadores sin aliento, y a los actores prácticamente sin respiración. Haced clic en la carátula y asombraos también vosotros. Ronald Colman estuvo a punto de dejarle a la chica el bigote pegado en los labios. No digo más...



Próxima entrega: el código Hays


lunes, 1 de agosto de 2016

CONJETURAS Y CERTEZAS GEOMÉTRICAS


En matemáticas, en geometría (que viene a ser la matemática del espacio), y en cualquier rama de la ciencia en general, una conjetura es una hipótesis que, aunque tiene muchos visos de verosimilitud, todavía no ha podido ser probada matemáticamente. Por ejemplo la conjetura de Goldbach, enunciada en 1742, dice que todo número par mayor que dos puede escribirse como la suma de dos números primos. Durante casi tres siglos muchos matemáticos han intentado demostrarla sin éxito. Los cálculos con ordenador han comprobado que funciona para todos los números pares menores que un cuatrillón. Eso otorga a la hipótesis bastante credibilidad. Sin embargo, nadie ha conseguido demostrarla matemáticamente. De acuerdo que un cuatrillón es un número muy alto, pero desde él al infinito aun queda mucho camino: exactamente un camino infinito. Así que hasta que no sea probada, la de Goldbach seguirá siendo una conjetura.


¿Cuál es la forma más eficaz de cubrir el plano? O dicho de otra manera, ¿que tipo de forma regular o irregular sirve mejor a este propósito utilizando el borde más pequeño posible? Pappus de Alejandría, que vivió en el siglo IV, aventuró que la forma más eficaz era el hexágono regular. Es lo que se conoce como conjetura del panal. Durante varios siglos se plantearon muchas alternativas, bien con piezas iguales o combinadas, pero ninguna se mostró más eficaz que el hexágono. No fue hasta finales del pasado siglo XX que Thomas Hales halló una demostración formal. Ahora la conjetura de Pappus ha pasado a ser un teorema. Tenemos la certeza de su veracidad. Así pues el alejandrino tenía razón, y a quienes sigáis nuestro blog no os sorprenderá saber que también tienen razón las abejas. Sus panales, construidos a base de hexágonos, resultan la forma más eficaz para contener la mayor cantidad de miel con el menor gasto en cera. Como tantas veces, la naturaleza conoce estas respuestas desde hace millones de años.

Sólido de Kelvin
Otra pregunta: ¿Cuál es la forma capaz de cubrir mayor volumen de espacio tridimensional con un borde más pequeño? La respuesta la dio en forma de conjetura William Thomson, más conocido por su título de lord Kelvin, en 1877: es el octaedro truncado, también llamado sólido de Kelvin, que aparece en la ilustración. Quedó formulada de esta manera la conjetura de Kelvin. Muchos científicos se han esforzado desde entonces en demostrarla, hasta que en fecha tan reciente como 1993, Denis Weaire y Robert Phelan, estudiando la estructura de ciertas espumas mediante métodos cristalográficos, hallaron una estructura tridimensional más eficaz para cubrir el espacio que el famoso octaedro truncado propuesto por Kelvin. Ante el pasmo general, estos dos físicos irlandeses presentaron una estructura compleja formada por dos dodecaedros irregulares y seis tetracaideacaedros (de catorce caras) también irregulares. Es la que podéis ver en la ilustración, que ahora conocemos como estructura de Weaire-Phelan. Como no ha podido ser demostrada, el que esta estructura sea la forma más eficaz de llenar el espacio, sigue siendo una conjetura. Mejor que la de Kelvin, por supuesto, pero todavía conjetura.

Estructura de Weaire-Phelan

Clatratos
Pero lo más curioso es que cuando la pareja presentó formalmente su estructura ante la comunidad científica, hubo varios químicos y muchos geólogos que la reconocieron inmediatamente. Aquello era ni más ni menos que la estructura molecular de los clatratos, unos compuestos tan eficaces para llenar el espacio sin dejar fisuras, que son capaces de contener grandes cantidades de líquidos (agua) o gases (metano) en el interior de rocas y en la profundidad de los mares y los continentes. Como siempre (ya se que lo estabais imaginando) la sabia y asombrosa naturaleza ya se había encargado de inventarla y utilizarla desde el principio de los tiempos.

Si es un milagro cualquier testimonio es suficiente, pero si se trata de un hecho es necesario probarlo. Mark Twain.



viernes, 29 de julio de 2016

FRANCISCO AYALA, UN LÚCIDO CENTENARIO


Este granadino ha sido el más longevo de nuestros escritores contemporáneos. Francisco Ayala nació en marzo de 1906, y tras 103 largos y productivos años, murió en Madrid en 2009. Una larga vida en la que tuvo tiempo de ser sociólogo, ensayista, profesor de literatura, jurista, editor, novelista y académico de la Lengua. Además Ayala tuvo la fortuna de conservar un entendimiento lúcido y una capacidad creativa activa hasta sus últimos días. Fue un anciano tolerante y sonriente, que a pesar de sus lógicas limitaciones físicas, supo adaptarse a la sociedad de su tiempo en todo momento. Su avanzada edad le permitió recibir aun en vida los homenajes que en nuestro país suelen hacerse a los difuntos. Así, ya en su edad más que provecta, recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas, el Premio Cevantes y el Príncipe de Asturias de las Letras. Todo eso además de ser nombrado hijo predilecto de Andalucía.

En su etapa juvenil, anterior a la Guerra Civil, Francisco Ayala puede calificarse como un narrador de vanguardia. Destacan en este periodo novelas como El boxeador y un ángel, de 1929, o Cazador en el alba, publicada en 1930. Después de la Guerra se exilió en Buenos Aires, donde se dedicó a la labor editorial en la prestigiosa Losada, y trabajó en diferentes publicaciones argentinas como el diario La Nación o las revistas Sur y Realidad. Se trasladó después a Puerto Rico y a los Estados Unidos, donde impartió la docencia durante varios años. Regresó a España primero de forma esporádica en la década de los sesenta, y se instaló definitivamente en Madrid tras la muerte de Franco. En su exilio americano Ayala se interesó literariamente por la capacidad del poder para cambiar a los hombres. Tal reflexión, y otras sobre la condición humana, pueden hallarse en trabajos de esa época tales como El hechizado (1944), Muertes de perro (1958) o El fondo del vaso (1962).

Pero quizá donde más destaca Francisco Ayala es en el relato breve, el cuento, que manejó siempre con una soltura magistral. Entre las colecciones de estas narraciones, sobresalen las tituladas El As de Bastos (1963), El rapto (1965) y El jardín de las delicias (1971). Biblioteca Bigotini se complace hoy en presentaros la versión digital de su narración El inquisidor, una pieza brevísima donde encontraréis las esencias fundamentales de la narrativa de su autor. Haced clic en la ilustración, y disfrutad con la prosa de Francisco Ayala, un español de Granada que supo ganarse a pulso el título de ciudadano del mundo, un hombre al que muchos conocimos siempre siendo ya aquel anciano que conservó hasta su último aliento la frescura, la lucidez y el talento de su joven espíritu.


¿Qué si le conozco? Le conozco tanto que hace diez años que no me hablo con él. Oscar Wilde.



martes, 26 de julio de 2016

CRISTALES EN EL ORIGEN DE LA VIDA


A menudo escuchamos y leemos (aquí mismo lo hemos comentado en alguna ocasión) que los seres vivos, por muy sencillos y primitivos que sean, son organismos con estructuras muy complejas. Esto es completamente exacto, y sin embargo, acaso no por ello hay que pensar que la vida es una especie de milagro de ocurrencia imposible. Ya sabéis que en Bigotini somos darwinistas convencidos, y siempre hemos mantenido que, a pesar de que todavía no conocemos todas ellas detalladamente, la evolución se rige por una serie de leyes y normas. Naturalmente el origen de los primeros compuestos orgánicos, no puede ser una excepción. Si lo pensamos bien, el proceso de formación de materia viva elemental no debe ser sustancialmente distinto de otros procesos de agregación que se dan en la naturaleza. Átomos y moléculas tienden de forma espontánea a formar estructuras organizadas. La base está en la disposición de los electrones en torno a los núcleos atómicos, y en los enlaces que unen unos átomos con otros.

Hay estructuras inorgánicas que son sorprendentemente parecidas a la materia orgánica. Se trata de los cristales. Ya sean sólidos como un diamante, o líquidos como la pantalla de tu ordenador, los cristales se autoorganizan disponiendo sus partículas mediante afinidades electrónicas. Siguen siempre el mismo esquema regular y determinado, tanto en forma como en orientación, creando una red tridimensional provista de una perfecta simetría espacial. Los cristales son capaces de crecer, creando largas moléculas homogéneas que siguen una disposición periódica en su interior. Los cristales son también capaces de unirse a otros cristales, integrándolos en su estructura. Si diluyes en agua un poco de sulfato de cobre, obtendrás una masa desordenada y amorfa. Pero basta con que deposites un hilo sobre la superficie del agua y añadas una gotita de acetona, para que las moléculas comiencen a disponerse ordenadamente a lo largo del hilo. Es más, si mueves este recién creado cristal y lo acercas al sulfato de cobre que aún no se ha organizado, comprobarás como tu cristal induce a la materia desorganizada a convertirse en cristalina. Es lo más parecido a la reproducción que puede verse en el mundo inorgánico.


Pero aun hay más. La arcilla del suelo se extiende haciendo crecer una lámina nueva de arcilla entre dos capas ya existentes. Las características de las láminas (como densidad o carga iónica) son copiadas, pero no siempre resultan del todo idénticas al original, pues en el proceso pueden producirse errores (en biología diríamos mutaciones) con el resultado de que las láminas hijas serán ligeramente distintas a la lámina madre. Los términos copia, mutación, madre o hija, probablemente harían que los especialistas en mineralogía fruncieran el ceño, pero sirven para hacernos una idea bastante aproximada de cómo ocurren estos procesos.

Estructura cristalina de un copo de nieve

Aminoácido: glicina
Las moléculas orgánicas, lo mismo que los cristales, están formadas por largas cadenas ordenadas y regulares, que tienden a repetirse, a reproducirse. Tan grande es el parecido que hay cristalógrafos que llaman compuestos biomorfos a ciertos cristales. Los cristales pueden imitar incluso estructuras sinuosas y curvadas, muchas veces indistinguibles al microscopio de las estructuras vivas. Claro está, que a diferencia de los seres vivos, el cristal no posee unas instrucciones internas de cómo debe configurarse. En la materia inorgánica no hay aun ADN ni nada que se le parezca remotamente. Estamos simplemente ante un fenómeno natural debido a las afinidades electrónicas de los átomos. Nada más que eso, pero también nada menos, porque lo importante de esto es que las moléculas que dan lugar a la vida (aminoácidos), se disponen exactamente igual que los cristales, y obedecen a los mismos mecanismos.


Los aminoácidos son asociaciones ordenadas de átomos de carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno; cuatro elementos que podemos considerar los pilares de la vida. Tienen una estructura repetitiva: un grupo amino (un nitrógeno y dos oxígenos: NH2), una estructura central de un carbono más un hidrógeno (CH), y un grupo carboxilo (COOH). Del carbono central sale un enlace llamado radical R, que adhiere al conjunto otras sustancias que son las que varían de unos a otros aminoácidos. Como cada radical R es diferente, cada uno atrae sustancias distintas, por eso existen varios centenares de aminoácidos. Sin embargo, curiosamente de ellos sólo 22 dan lugar a todos los seres vivos conocidos, por eso estos 22 aminoácidos son conocidos como los ladrillos de la vida. Son los 22 elegidos capaces de construir todas las estructuras orgánicas que constituyen la biomasa de nuestro planeta. Parecen muy pocos, pero sus combinaciones pueden ser infinitas. Es algo así como un alfabeto de 22 letras. Imaginad la cantidad de libros diferentes que pueden escribirse con ellas. El número de seres vivos, todos ellos únicos, que pueden construirse con esos 22 aminoácidos no hace falta imaginarlo. Basta con que miréis a vuestro alrededor.

Hay quienes no creen en los milagros. Otros pensamos que todo lo que nos rodea es un milagro. Albert Einstein.



sábado, 23 de julio de 2016

ADRIEN MARIE LEGENDRE. SALTOS DE ALEGRÍA


Este parisino nacido en 1752 llegó a ser uno de los matemáticos más reputados de la Europa de su tiempo. De familia acomodada, estudió en el Collège Mazarin, uno de los centros académicos más importantes de Francia. Enseñó matemáticas en la Escuela Militar y en la Normal de París, reemplazó a Laplace en la Academia de Ciencias de Francia, y llegó a ser miembro de la Royal Society británica. Su opinión y su influencia fueron decisivas en la adopción del sistema métrico. En 1831 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor.
Adrien Marie Legendre fue todo un coloso de las matemáticas. Entre sus trabajos destacan el minucioso estudio de la trayectoria de los proyectiles que realizó en su etapa de la Escuela Militar, y su método para el estudio de las órbitas de los cometas.

Legendre se adelantó a Gauss en el procedimiento de los mínimos cuadrados, que tiene un sinfín de aplicaciones en estadística, ajuste de curvas o procesamiento de señales. A él corresponde el hallazgo de la transformada de Legendre, usada en mecánica y termodinámica. Consiguió demostrar el último teorema de Fermat para el exponente n = 5 (clic aquí para enlazar con la entrada que le dedicamos). Desarrolló la ley de reciprocidad cuadrática. Se interesó también por la distribución de los números primos. Son notables sus contribuciones a las funciones y las integrales elípticas, y le deben su nombre los célebres polinomios de Legendre, que tienen multitud de aplicaciones en física e ingeniería. Su publicación más conocida es Elementos de geometría, de la que ya en vida de su autor se imprimieron veinte ediciones. Partiendo de la base de los célebres Elementos de Euclides, Legendre construyó un texto moderno en su época, que se ha traducido a todos los idiomas.


Al inicio de la Revolución Francesa, se vio obligado a esconderse durante algún tiempo, en el que fue despojado de su casa y su fortuna personal. Durante este reinado del terror conoció a Margaret Claudine Couhin, que habría de ser su esposa. Tras este periodo, Adrien Marie Legendre recuperó en parte su posición social, y completamente su prestigio como científico, que se acrecentó si cabe en la Francia napoleónica. Apenas nos han llegado retratos suyos que puedan tenerse por auténticos. El que presentamos aquí es más que dudoso, y el que suele encontrase en muchos textos es del todo falso, pues corresponde a Louis Legendre, un político francés contemporáneo suyo. Otro de sus contemporáneos, el escritor Stendhal, parece que no le tenía demasiado aprecio. Cuenta que tras recibir la Legión de Honor, Legendre corrió a contemplar en un espejo la condecoración. Orgulloso, dio un salto de alegría, y como el techo de la estancia era muy bajo, se golpeó la cabeza y el gran científico cayó al suelo medio aturdido. Desde que leyó esta anécdota, el viejo profe Bigotini pone buen cuidado en asegurarse de que el techo está lo bastante alto, cuando quiere dar sus zapatetas y sus dobles saltos mortales.

Sólo los genios somos verdaderamente modestos.



miércoles, 20 de julio de 2016

CHARLES KEENE Y SU PRODIGIOSA PLUMILLA


Charles Samuel Keene (1823-1891) fue uno de los más importantes y prolíficos ilustradores de la Inglaterra victoriana. Desde muy joven se estableció en Londres, labrándose una excelente reputación como dibujante y acuarelista. De su extensa obra destacan sobre todo las ilustraciones literarias, pero Keene también trabajó para revistas ilustradas como el Illustrated London News o la célebre publicación satírica Punch, de la que fue uno de sus principales estandartes. Sus dibujos satíricos, trabajados a plumilla de forma minuciosa y precisa, gozaron de gran popularidad entre los lectores.
Su obra reflejaba una infinidad de tipos populares de la Inglaterra de su tiempo. Tocó muchos temas, y participó activamente en la campaña de crítica a los ferrocarriles de la revista Punch.





En sus ultimos años, Keene se trasladó al londinense distrito de Chelsea. Afectado por la dispepsia y el reumatismo, padeció una vejez amarga hasta su fallecimiento, sin que por ello dejara un solo día de dibujar. Como una sucinta muestra de su ingente trabajo, hemos seleccionado algunas ilustraciones, y la serie de viñetas que narra las aventuras de la señorita Lavinia Brounjones durante unas accidentadas vacaciones en Escocia. Sirva como recuerdo y modesto tributo a este artista genial.