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domingo, 15 de diciembre de 2024

OLLAS A PRESIÓN Y OTROS ACCIDENTES. PESADILLA EN LA COCINA

 



En estos días tan entrañables llenos de dorados atardeceres, buenos deseos y reencuentros familiares, todo debería discurrir como en un pacífico remanso, por el sereno cauce de la armonía y la concordia. …Y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad. Así reza el evangélico pasaje (Lucas, 2:14). Sin embargo, lamentablemente no siempre suceden las cosas de esta idílica manera. En las cenas familiares a veces ese turbio brebaje alcohólico con el que se brinda por el amor eterno, desata la lengua contenida del más prudente e indispone a las nueras con las suegras, a los hermanos con los hermanos, a los tíos con los sobrinos o a los maridos con las cuñadas feministas. ¡Cuántas rupturas conyugales, cuántos pleitos, y cuántos asesinatos en masa se han forjado, golpe a golpe de mazapán de yema, verso a verso de capón relleno, en los yunques torrenciales de las cenas familiares…!

En fin, en unas fechas tan señaladas como estas, prefiero pasar por alto todas esas miserias, y centrarme en los innumerables riesgos de la cocina. ¿Habéis pensado en cuántas horas pasan cocinando en navidad las amas y los amos de casa? ¿Habéis reparado en la ingente cantidad de armas mortíferas que se amontonan en la cocina como en un arsenal? Cuchillos de grandes dimensiones, peligrosísimos ingenios eléctricos, voraces trituradoras, sangrientos picahielos, humos, fuegos devoradores, sustancias cáusticas, corrosivas, poderosos venenos, ollas a presión de ocho raciones cebadas con metralla suculenta y mortal…


Siniestro polvorín, inestable y monumental santabárbara doméstica que sólo espera la inocente chispa que inicie el cataclismo: bombonas de gas explosionando por doquier a lo largo de manzanas enteras, incendios en cadena, edificios que se derrumban como castillos de naipes, cortes de fluido eléctrico, caos circulatorio, pánico en las calles… Los bomberos hicieron más de ochocientas salidas…, ha desaparecido el barrio de…, el paraje donde se elevaba la antigua capital se ha convertido en un desierto calcinado… El Apocalipsis de fabricación casera ahora a su alcance, señora. Sólo tiene que pulsar el botón y dejarse llevar por la histeria.

En Bigotini, en virtud de la responsabilidad social que nos alcanza, ponemos a disposición de los fieles lectores de nuestro blog (sin duda los más inteligentes frecuentadores de la red), un modesto resumen de los principales riesgos de las cocinas y las medidas preventivas más aconsejables. Lo hacemos porque somos conscientes. Al menos lo seremos hasta haber apurado la última copa. Salud.



 

 

 

Olla a presión

 

 

 

 

 

Riesgos

 

 

Medidas preventivas

 

El siniestro más frecuente que se produce durante la utilización de estos equipos de trabajo es el estallido de la olla en el momento de la apertura, al no haberse realizado la evacuación adecuada del vapor que contiene. Esta presión elevada puede deberse a la obstrucción de las válvulas por los alimentos cocinados impidiendo la liberación del vapor.

Si se incumplen estas instrucciones y se llena la olla en exceso, por encima de las recomendaciones del fabricante, restos de la cocción pueden taponar la liberación del vapor que realizan las ollas a través de la chimenea, y si no se esta atento a la no evacuación realizada, al proceder a la apertura de la olla, esta puede explosionar causando siniestros (quemaduras, golpes...etc) que pueden ser muy graves.

 

 

Para evitar este tipo de accidentes es necesario, además de comprobar el buen estado de la olla a presión, seguir las instrucciones dispuestas en el manual de instrucciones facilitado por el fabricante.

Generalmente los fabricantes establecen como precauciones importantes:

- "Verificar antes de cada utilización que las válvulas no estén obstruidas".

- "Nunca llenar la olla más de 2/3 de su capacidad".

- "Para la cocción de alimentos que se expanden durante la cocción (arroz, las legumbres secas o la compota) o que produzcan espuma (garbanzos, lentejas, puerros, pastas arroz o verduras), hacerlo solo hasta la mitad de su volumen para evitar riesgos de obstrucción de la válvula de seguridad".

- "No deje la olla desatendida, preste atención a la salida de vapor por la válvula giratoria".

 

*tomado de

http://www.carm.es/web/pagina?IDCONTENIDO=24315&IDTIPO=11&RASTRO=c160$m22818,3702,14054

 

 

Otras situaciones y utensilios peligrosos

 

Origen del riesgo

 

 

Posibles consecuencias

 

 

Medidas preventivas

Herramientas y útiles de cocina

Golpes, cortes y lesiones

Los mangos de los cuchillos deben conservarse en perfectas condiciones Las hojas deben estar bien afiladas

Deben respetarse las instrucciones del fabricante, sobre todo en lo que se refiere a limpieza y cambio de accesorios, cuchillas, etc.

Suelos y superficies

Caídas

Mantener los suelos y superficies limpios en todo momento, limpiando los derrames tan pronto como se produzcan

Utilizar calzado con suela antideslizante

Objetos pesados o de manejo difícil que obliguen a adoptar posturas forzadas

Sobreesfuerzos y lesiones musculares

Evitar cargar con recipientes grandes o hacerlo entre dos personas

Utilizar escalones o taburetes bajos para alcanzar objetos elevados

Fogones, hornos y quemadores

Quemaduras, incendios, explosiones

Manipular los recipientes o bandejas calientes con guantes protectores

No llenar los recipientes por encima de los ¾ de su capacidad

Revisión periódica de los equipos

Ropa adecuada con manga larga. Delantales

Disponer de medios de protección contra incendios (extintor)

Electrodomésticos

Contactos eléctricos

Correcta revisión y mantenimiento de la instalación y los aparatos

Uso siempre en seco. Nunca con humedad

Alimentos y materia orgánica

Riesgos biológicos

Uso de guantes de látex y mascarillas en manipulaciones de riesgo o prolongadas

Cubrir bien las heridas

Última hora:

El alcalde y el concejal de urbanismo de Belén de Judea imputados en el caso de recalificación de establos. Detenidos tres extranjeros de aspecto estrafalario por importación ilegal de artículos de lujo.

sábado, 30 de diciembre de 2023

ESCUELA DE SEDUCTORES

 

El profe Bigotini también fue joven. Si amigos, podrá parecer mentira, pero es así. Del mismo modo que en un remoto pasado estuvieron unidos los continentes de Suramérica y África, o el Real Zaragoza jugaba en primera división, Bigotini fue también illo tempore un muchacho tímido e inexperto, que se ruborizaba delante de cualquier chica guapa, comenzaba luego a tartamudear frases incoherentes, y terminaba huyendo despavorido hasta ocultarse bajo una alfombra persa, tras un tapiz flamenco o sobre una montaña rusa. Afortunadamente aquel desdichado tiempo pasó. Apareció primero una incipiente pelusilla bajo su nariz monumental, que se convirtió después en el famoso bigote que luce hasta hoy, tan poblado, que a la vez que te abraza, te cepilla el traje. Con el bigote llegaron la madurez y el aplomo necesarios para convertir a nuestro profe en un atractivo galán. Cuando se encontraba apostado detrás de su nariz, en uno de esos atardeceres gloriosos en que el sol se ha puesto, apuesto a que no habréis visto un joven tan apuesto como él.


Al joven Bigotini le atraían intensamente las muchachas hermosas, y ellas a su vez, estaban locas por él. Ahora que ya es viejo, sus gustos no han variado ni un ápice, si bien lamenta no percibir aquella antigua reciprocidad. Pero en fin, ¡qué le vamos a hacer!, se dice, y recuerda todos esos deliciosos momentos, mientras acaricia su bigote plateado ya por las implacables nieves del tiempo. Como quiera que su altruismo no conoce límites, y como modesta pero decisiva contribución a la felicidad de tantos jóvenes que acaso se sienten desgraciados por sus continuos fracasos en los intentos de aproximación al bello sexo, el profesor ha tenido a bien obsequiar al mundo unos consejos, sencillos pero imprescindibles, para triunfar con las mujeres. Tomen buena nota de ellos todos esos pobres muchachos tímidos y desgarbados, que abarrotan patéticamente los bailes sin atreverse siquiera a acercarse a las chicas, o merodean en la proximidad de los vestuarios femeninos, aspirando fragancias inalcanzables y soñando imposibles caricias.

En primer lugar es necesario vencer la timidez. Si os consideráis incapaces de dirigíos con naturalidad a una muchacha bonita, probad durante unos meses a entablar conversación con damas de edad o mujeres cuya presencia resulte improbable que provoque pulsiones inapropiadas o intempestivas tormentas hormonales. Puede servir alguna anciana tía solterona, una monja hemipléjica o una feroz matrona con aspecto de cabo primero del tercio Alejandro Farnesio.

Una vez vencido este primer obstáculo, recordad siempre que las féminas son criaturas purísimas, a medio camino entre lo terreno y lo celestial. Procurad no empañar esa pureza con palabras soeces o exabruptos fuera de lugar. Debéis evitar cualquier referencia a asuntos delicados como por ejemplo la ropa interior. Mencionar un corsé o una negligee hará enrojecer a cualquier muchacha honesta. Tampoco conviene eructar, escupir, hurgarse la nariz o rascarse la entrepierna. Son detalles que, por alguna misteriosa razón, incomodan bastante a las damas.

Es preciso tener paciencia. Cualquier avance que se practique antes de tiempo, puede dar al traste con una prometedora relación. Los cronistas aseguran que Lady Hamilton, dama de conducta intachable, no permitió que Nelson la tomara de la mano hasta que no fueron formalmente presentados. Parece que en cierta ocasión se incomodó hasta el punto de montar en su caballo y cabalgar sin descanso desde Londres hasta Northumberland, porque el almirante, acostumbrado como estaba al rudo lenguaje marinero, cometió la inconveniencia de pronunciar en su presencia la palabra “pantorrilla”. Se dice también que nuestra compatriota la emperatriz Eugenia de Montijo, impidió el acceso de Napoleón III al tálamo nupcial durante los primeros dieciocho meses después de la boda. Transcurrida tan higiénica cuarentena, cada vez que yacían juntos lo hacían en completa oscuridad y en el silencio más absoluto. Concluido el coito, sólo se permitían unos lacónicos merci madame y merci monsieur, antes de que el emperador regresara a sus fríos aposentos. Las francesas… Bueno, las francesas son otra cosa cuya calificación excusaré por respeto a la decencia. Permitid tan solo que exclame ¡Oh, lalá!, y con eso ya creo que digo bastante.

Por último, queridos muchachos, quisiera destacar la importancia del aseo personal y la corrección en el vestir. En los últimos tiempos observo alarmado que los puños de encaje han quedado prácticamente relegados al ámbito judicial. Una lástima. Yo os exhorto a que conservéis al menos tres elementos imprescindibles: cuello duro, corbatín y peinado con raya en medio. Sin eso y la correspondiente levita negra o gris marengo, podríais caer en el desaliño y la impudicia. Creedme, las damas valoran y agradecen la compostura. La gallardía, la mirada altiva y el sereno continente, comprendo que son prendas que otorga la naturaleza caprichosa, y no estarán al alcance de la mayoría de vosotros. No obstante siempre hay pequeños trucos que ayudan, como dejar crecer un hermoso y poblado bigote engominado. Los más feos (pobrecillos) siempre pueden optar por cubrir la mayor parte del rostro con una espesa barba o colocarse unas gafas ahumadas en caso de ser bisojos. Las orejas de soplillo se disimularán muy bien con un casquete de aviador (en este caso es válido cambiar la levita por una cazadora de cuero). En último extremo, una escafandra de buzo tendrá la virtud de ocultar la práctica totalidad del rostro, aunque resulte algo incómoda en climas cálidos.

Bueno, pues ya tenéis las claves del éxito, perillanes. Jugad bien vuestras cartas y el triunfo está asegurado. Armaos de valor, y ¡hala, a buscar novia! No pretendáis sin embargo, conseguir harenes. Eso sólo está al alcance de los jeques árabes, las estrellas del rock, los reyes eméritos y los elefantes marinos de Península Valdés. Para ejercer la poligamia en el mundo civilizado es preciso poseer embarcaciones de recreo, flotas de automóviles de lujo y abultadas cuentas corrientes, que aunque se llamen así, no son muy corrientes que digamos.

Detrás de cada hombre que triunfa hay una mujer que lo conoce bien. Por eso no se explica cómo demonios llegó a triunfar. Woody Allen.

 


domingo, 5 de marzo de 2023

BRAULIO FOZ, EL CERVANTES ARAGONÉS

 


Nacido en la localidad turolense de Fórmoles en 1791, Braulio Foz cursó sus primeros estudios en Calanda, y más tarde, durante su etapa universitaria en Huesca, participó en la guerra contra el francés formando parte de la partida guerrillera que comandaba Felipe Perena. Estuvo en la heroica defensa de Tamarite, y apresado en Lérida por las tropas de Napoleón, fue conducido a Francia. Liberado en 1814, fue primero catedrático de latín en la Universidad Sertoriana oscense, y más tarde, en 1822, ganó la cátedra de griego en la Universidad de Zaragoza, cargo del que se vio privado, porque al final del Trienio Constitucional tuvo que exiliarse en Francia por sus ideas liberales que chocaban abiertamente con el régimen de terror impuesto por el nefasto Fernando VII. A la muerte de aquel indeseable deseado, regresó a Zaragoza donde continuó dictando sus lecciones y ejerciendo como decano de la Facultad de Letras. Falleció en 1864 a los setenta y cuatro años en Borja, donde se había retirado.

Braulio Foz fue autor de más de cincuenta obras de muy variadas materias, desde lenguas clásicas, su especialidad académica, hasta temas históricos o jurídicos. En todas ellas y en su también fecunda labor periodística, destaca su vena anticlerical.

En el plano artístico y literario cultivó el teatro, siendo autor de varias comedias todavía hoy inéditas. Pero sobre todas las demás destaca la que fue su única novela publicada en 1844, su Vida de Pedro Saputo, natural de Almudévar, hijo de mujer, ojos de vista clara y padre de la agudeza. Sabia naturaleza su maestra. Un largo título que en posteriores ediciones y en el ánimo de sus muchos lectores dentro y fuera de Aragón, se resume como Vida de Pedro Saputo.


Se trata con toda probabilidad de la novela aragonesa más emblemática del siglo XIX. Es libro de lectura inexcusable que recoge las aventuras y peripecias vitales de su protagonista, un joven prodigioso entre pícaro y Quijote. Apoyándose en su asombrosa e innata sabiduría, Foz pasa revista a los vicios y las miserias materiales e intelectuales de una sociedad manifiestamente mejorable. Despliega el autor una rara habilidad para situar la acción de la novela y las correrías de su Saputo en un paisaje muy concreto, el del Aragón rural, pero en un tiempo curiosamente atemporal que abarca para el lector desde nuestro siglo de oro hasta la época en que fue escrita la narración, y aun mucho más allá, porque cualquier lector contemporáneo que conozca mínimamente la idiosincrasia de nuestros pueblos y sus moradores, la hallará reflejada fielmente en la novela. Decir que Braulio Foz, al menos el Braulio Foz del Pedro Saputo, es el Cervantes aragonés, no entraña exageración alguna. Tanto el fondo como hasta por momentos la forma de su novela resultan deliberadamente cervantinos. También lo es la intención crítica y pedagógica que subyace en el Pedro Saputo. Foz bebe en las fuentes de la obra de Cervantes, en las inagotables de nuestra novela picaresca más clásica, en la de ilustrados hombres de letras que le precedieron, como el padre Isla y su Fray Gerundio de Campazas, y añade como por casualidad, aderezos costumbristas.



Naturalmente, esta es la lectura que traemos hoy a nuestro Bigotini literario. Haced clic en el enlace y disfrutad con el sabor del Pedro Saputo. Destila un humor socarrón y una finísima ironía, gotas que concentradas, esencian lo más puro del espíritu aragonés.

 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Vida+de+Pedro+Saputo.pdf

 

Decían todos que el niño tenía mucho talento, y su madre respondía: bien lo habrá menester, porque ni él tiene otro patrimonio ni su madre otra esperanza. Braulio Foz. Vida de Pedro Saputo.

 


jueves, 22 de diciembre de 2022

MANUALES BIGOTINI: CÓMO HACERSE RICO

 


Se ha sorteado la lotería de navidad, y otra vez, ¡Ay!, la suerte ha pasado de largo. Pero no os aflijáis, queridos y queridas, el profe Bigotini, que ya hace mucho tiempo, no necesita dinero para ser feliz, desempolva para todos vosotros este viejo manual que muestra cómo hacerse rico de forma infalible. Sirva a la vez como felicitación navideña a todos los amigos y amigas del blog y de nuestro viejo profesor.

 

Amigos, la vocación de servicio público de nuestro blog no conoce límites. Por eso, a despecho del riesgo y sin reparar en gastos, el profesor Bigotini, siempre sensible al sufrimiento de los pobres y los afligidos, os ofrece hoy un sencillo manual para hacerse rico en poco tiempo. Ya se sabe que el dinero no da la felicidad, pero proporciona una sensación tan aproximada a la felicidad, que hay que ser un auténtico experto para distinguirlas. Con este tetrálogo elemental que a continuación os presentamos, podréis reíros en la cara de los amancios ortegas, de los florentinos, de los botines, y hasta de los mismísimos pujoles. Así que prestad atención y tomad nota de estas cuatro fórmulas infalibles:


1.- Nacer rico. Quiero decir, rico de verdad. No basta con que tu abuela o tu tía Pepita te digan ¡ay qué nene tan rico! Eso lo dicen todas las tías y todas las abuelitas, pero no vale. Hay que nacer en el seno de una familia adinerada y/o coronada si es posible. Conviene además, ser hijo único u ostentar ese título que suena como música celestial: heredero universal. Una vez instalado en esa prometedora posición, no cedas ni un solo palmo de terreno. Al contrario, si puedes adelantar los acontecimientos, ¿para qué esperar? ¿Has visto a las crías de cuco empujar fuera del nido a los parientes molestos? Pues manos a la obra. No hace falta que te líes a tiros, pero ya sabes que hay sustancias cuyo sabor ni se nota si están disueltas en el café o en un licor. También los frenos de los automóviles de lujo fallan a veces inexplicablemente… En fin, que a poco creativo o creativa que seas, hallarás soluciones rápidas e indoloras.


2.- Casarse con un millonario o millonaria. La vergonzosa permisividad de nuestras recientes leyes ha derribado las barreras de género, y abre un interesante abanico de posibilidades en el terreno conyugal. Eso si, hay que casarse legalmente, no vale el amancebamiento, porque después del café cargado o el fallo de los frenos, puede aparecer como por arte de magia, una legión de sobrinos, hijos ilegítimos y parientes de toda condición, reclamando sus derechos con feroz vehemencia. Si no se ha legalizado la unión, corres el riesgo de ser el (o la) amante del difunto (o difunta) y quedarte en la calle con cuatro trapitos y unas joyas ridículas.

Puede pensarse que este segundo método requiere una gran capacidad de seducción. No lo creas. La clave se resume en tres palabras: sexo, sexo y sexo. Basta con un minucioso cuidado del físico y un estudiado descuido de otros aspectos. Si no pones demasiado celo en cerrar las piernas o abotonar la bragueta, puedes dar por seguro el triunfo.


3.- Delinquir. El apasionante mundo del delito es tan vasto e inabarcable, que daría para escribir un voluminoso tratado. Descartemos si os parece, los hurtos y demás delitos de poca monta, que a la larga sólo conducen a prisión y a la indigencia. Mucho más rentable es el crimen organizado. Los carteles del narcotráfico y las mafias que controlan las apuestas o la prostitución, son fábricas de grandes fortunas. Claro que para llegar a medrar en una banda importante se requiere sangre fría, empuje y dotes de mando. A menudo hay que recurrir a la violencia física, y eso, creedme, resulta agotador. Afortunadamente en nuestro país están históricamente abiertos tres interesantes itinerarios delictivos enormemente provechosos: el negocio de la banca, el de la construcción y el de la política. Los tres están interconectados mediante intrincadas redes, siendo sencillo pasar de uno a otro, e incluso picotear un poco en todos ellos. Además son aptos para cualquier aspirante, pues si el mundo de la gran empresa y los negocios a gran escala, requiere alguna preparación y cierta inteligencia, siempre queda el camino de la política, tan carente de complejidad que resulta asequible hasta para individuos de inteligencia límite o escasamente escolarizados.


4. Participar en juegos de azar. De los cuatro métodos propuestos, este es el menos seguro, por eso lo citamos en último lugar. Los premios verdaderamente sustanciosos, como el gordo de la lotería, la primitiva, el de los euromillones o como se llamen, tienen una probabilidad de ocurrencia muy remota. Con la estadística en la mano, es más probable morir aplastado por un meteorito que recibir uno de estos premios. Luego están las apuestas en casinos (reales o virtuales) con dados, naipes, máquinas tragaperras, resultados deportivos y demás inventos lúdicos. Aquí las probabilidades de ganar en un único intento, son las que sean en cada caso (por ejemplo, de una entre seis, en caso de lanzar un solo dado). En caso de realizar gran número de intentos, las expectativas de ganar a la larga son sencillamente nulas (si lanzas el dado sólo dos o tres veces, puedes tener suerte; pero si lo lanzas mil veces, sólo recuperarás una sexta parte de lo apostado). Así que los adictos a estos juegos, al infortunio de ser ludópatas añaden el agravante de ser tontos de capirote. Si hablamos de ayudas como cartas marcadas o dados cargados, volvemos al territorio de la propuesta nº 3, la delictiva.


Bueno pues ya está. Acaso el lector pueda echar en falta el método que aparecía en los manuales tradicionales. A saber, el del estudio, el trabajo, el esfuerzo y el sacrificio. Si es así, el lector es un cándido palomo o una inocente y blanca tórtola. Permitid que os desengañe. Este camino recto, honrado y honesto, proporciona como mucho la satisfacción de dormir cada noche a pierna suelta y con la conciencia tranquila. Pero creedme, no os conducirá a poseer ninguno de los principales signos de riqueza: embarcaciones de recreo, automóviles de lujo ni novias o novios de la edad de vuestras nietas. Siento mucho terminar con una mala noticia, pero así es la vida. Consolémonos escupiendo nuestro desprecio en la cara de los corruptos, y con la esperanza puesta en la evangélica promesa de que un día heredaremos la Tierra.


Tener la conciencia tranquila es señal de mala memoria. Woody Allen.


martes, 29 de diciembre de 2020

FELIZ AÑO NUEVO CON BIGOTINI Y CON VACUNA

 

Bueno, queridos chicos y chicas, ya tenemos aquí el 2021. Parecía que no iba a llegar nunca, pero todo llega, ya se sabe.

Los que nacimos, crecimos ¡y hasta nos reprodujimos! el milenio pasado, veíamos el siglo XXI como en una lejana nebulosa. Quien escribe estas líneas apenas se afeitaba cuando leyó 1984, la mítica novela de Orwell ambientada en el futuro, porque 1984, aunque parezca mentira, era entonces el futuro, así subrayado y todo. También vimos en el cine 2001, una odisea espacial, la obra maestra de Kubrick, y un poco más tarde leímos ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?, magnífica novela de Philip K. Dirck que Ridley Scott llevó a las pantallas en el 82 con el título de Blade Runner, una película de culto, cuya acción se desarrollaba en 2019, o sea, que ya es pasado. Y antes, en 2015, habíamos dejado ya atrás ese futuro al que regresaba el bueno de Marty McFly en su Delorean trucado. Ya veis, androides completamente humanos, viajes espaciales increíbles, patinetes a reacción, vehículos silenciosos que flotaban a medio metro del suelo... O sea, el futuro, ya digo.


Pues hala, ya estamos en el futuro, ¿y qué tenemos? Mirad a vuestro alrededor: pandemias, guerras, refugiados, deshaucios, terrorismo, deficiencias en sanidad, en educación, desempleo...

En fin, no hay que afligirse demasiado. O quizá sí, quién sabe... Dicen los ingleses que cualquier situación, por desesperada que parezca, aun puede empeorar, y un buen amigo me dijo un día que ese tal Peter, el del Principio de Peter, “todo lo que puede salir mal, saldrá mal”, era una especie de optimista incorregible. Bueno, la verdad es que he tenido días mejores que el de hoy. No debería haberme puesto a escribir esto. Sonreid. El profe y yo os deseamos de todo corazón un feliz, próspero y venturoso año 2021. El año viene con las vacunas debajo del brazo. Así que quedaos con el mensaje de la tira de Mafalda, tan cargada de ternura y de esperanza, y no prestéis demasiado crédito al cartel de aquí abajo. De todas formas, tengo que ponerlo porque ha quedado muy gracioso y porque me ha costado un rato tunearlo. Au revoire mes amis.




miércoles, 28 de noviembre de 2018

COPLILLAS ATEAS


Bajo este título incluimos una serie de ripios pretendidamente humorísticos, cuyo denominador común son los agravios que sufre la mujer por parte de la religión. Se recuerda el caso de aquel imán (por cierto, tan poco atrayente) de Fuengirola que en 2005 editó un manual o folleto en el que instruía a los maridos para corregir a palos a sus esposas sin dejar huellas que les incriminaran. Se alude luego a la homilía del arzobispo de Granada en la que decía que no debería recriminarse al violador de una mujer que hubiera abortado voluntariamente. También se recuerda el caso de una pequeña africana de apenas un año, a la que su familia mutiló los genitales en Alcañiz. Por último, se glosa la machacona insistencia de la Biblia en subrayar la inferioridad y subordinación de la mujer respecto del varón, tachándola siempre de sucia, impura y abominable. El benévolo lector sabrá disculpar nuestra torpeza poética.


En Fuengirola cierto imán ha dado
con la musul-receta más sencilla
para disciplinar a la costilla,
sin tener que pasar por el juzgado.
Si tu mujer se ducha y se maquilla,
sale de casa sola y sin el velo,
se va de compras o se tiñe el pelo,
una tunda le irá de maravilla.
Pero lo malo es que con el camelo
de tanta democracia y tanta tontería,
podrías verte en la comisaría
de la Diagonal o el Paralelo.
Siguiendo la instrucción de la sharía,
con una fina vara de avellano
le azotas en la palma de la mano,
de forma que ni marca quedaría.
Si persiste en vivir a lo cristiano,
le azotas en las plantas de los pies
con una regla plana de ciprés,
y volverá a su credo musulmano.
Con las hembras, hermano, ya lo ves,
funciona el tanto pegas, tanto vales.
Está el secreto en no dejar señales,
recuerda que no estás en Marrakech.
*************************************
El señor arzobispo de Granada,
en un sermón contra las abortistas
las tachó de asesinas, terroristas,
de turba demoníaca y alienada.
Cargó también contra esas feministas
que animan a abortar a las mocitas,
a las casadas, las separaditas,
las divorciadas y las pensionistas.
Clamó por todas las criaturitas
privadas del derecho de nacer,
por quienes anteponen el placer,
a la sacratissíma maternitas.
Dijo: quien tenga gana de joder,
absténgase de hacerlo con condón,
que no es más que un recurso facilón,
para eludir el rol de la mujer.
El fin de la mujer y del varón
es copular a pelo y procrear.
No vale fornicar por fornicar,
ni hacerse tortillera o maricón.
Así que si os da por abortar,
no vengáis luego con reclamaciones.
Habéis obrado como unos zorrones,
y si os violan, no os podéis quejar.
***********************************
En Alcañiz, provincia de Teruel,
a una niña pequeñita y africana
le practicaron la ablación clitoridiana,
de la manera más salvaje y más cruel.
Aunque parezca una práctica inhumana,
dicen los padres de la criatura,
no es más que manifestación de la cultura,
y la costumbre religiosa musulmana.
No es una moda ni es una locura,
que es costumbre de mucha tradición
en Nigeria, en Tanzania y en Gabón,
y pronto lo será en Extremadura.
Con una hoja afilada de latón
se corta ese muñón de carnecica,
y de esta forma fácil e “higienica”,
tenemos rematada la ablación.
Y nada de antisépticos ni arnica.
Un trapo seco detiene la sangría,
y si hay dolor o fiebre al tercer día,
se empapa con orín o salivica.
Servirá la ablación de garantía
cuando la chica sea casadera,
pues no encontrará un hombre que la quiera,
si conserva el botón de la alegría.
**********************************
A Adán prometió el Señor:
tú dominarás la Tierra,
y a Eva anunció: mira perra,
tú parirás con dolor.
La enseñanza que esto encierra
es que el macho a dirigir,
y la mujer a parir
hijos, para ir a la guerra.
El hombre podrá elegir
esposas cuantas él quiera,
mas a la mujer ligera,
lapidadla hasta morir.
Yahveh habló de esta manera:
sangre y flujo impuros son,
impura es la menstruación,
sucia es la mujer entera.
Con tanta prohibición,
suciedades e impureza,
te llevará de cabeza
hacer purificación.
Por eso, ten la certeza
mujer, tus lamentaciones
les importan tres cojones
al moro en su fortaleza,
a budistas, a cristianos,
a judíos y a paganos,
a los santos y santones,
a ministros y a ladrones,
a ángeles y a querubines,
a beatos y a serafines,
a los obispos, al papa,
y al cura de Villarrapa.


La ignorancia es el pozo que te sumerge en la servidumbre. La educación es la escala que te eleva a la libertad. Diego Luis Córdoba.





viernes, 9 de noviembre de 2018

LA HISTORIA DEL VENDEDOR DE CAMELLOS


Ismail había sido un honrado vendedor de camellos de esos que solo regateaban hasta donde le está permitido a un honrado comerciante de cualquier tipo de género. Procuraba obtener una ganancia razonable de aquellos clientes a los que sabía ricos, pero a cambio hacía un buen precio a los menos pudientes, dejando de ganar dinero, o incluso perdiéndolo en más de una ocasión cuando se las veía con personas verdaderamente necesitadas.
La revolución islámica le dejó sin trabajo, pero Ismail sufrió su pérdida con resignación. Era ante todo un creyente, así que daba por bueno cualquier sacrificio que se hiciera a mayor gloria del Islam. Además Ismail estaba acostumbrado a sufrir. Unas semanas antes de perder su trabajo, había perdido a su querida esposa. Contempló impotente como la pobrecilla agonizaba en el pasillo de un hospital desabastecido, cuyos médicos y enfermeras habían huido del país.

-Igual que las ratas, -pensó entonces-. Huyen porque no tienen la conciencia limpia, pero Alá es grande. Recibirán su justo castigo como todos los infieles. Alá es grande, -repetía como un mantra-, y eso le procuraba algún consuelo.
Eso y su pequeña. Ismail tenía una única hija, un ángel llamado Naima, a la que profesaba el más tierno amor paterno. Si sus piernas y su torturado corazón le seguían sosteniendo era para Naima. Y para Naima eran sus más amorosos pensamientos. El día que cumplió trece años no pudo ofrecerle otra cena que un trozo de pan y unos arenques. Después, sollozando en silencio, la miró dormir durante horas, mientras le acariciaba la mano y le retiraba de la frente un mechón de sedosos cabellos, poniendo un cuidado exquisito para no despertarla. Naima era hermosa como la luna, una belleza morena de ojos de gacela y corazón purísimo.

Ismail estaba decidido a cualquier cosa, incluso a robar, para su pequeña. Pero no fue necesario. La mañana siguiente oyó como llamaban a su puerta, y encontró afuera a la gente de Mansul Billah, el jefe tribal más influyente de la región; un señor de la guerra, como le llamaba la prensa occidental. Mansul era todo un personaje. Su familia descendía del mismo Profeta a través de su hija Fátima. Era por lo tanto uno de aquellos orgullosos y admirables príncipes fatimíes. Cuando le llevaron a su presencia, Ismail inclinó respetuosamente la cabeza. –Te conozco bien Ismail, -le dijo Mansul Billah-, y sé que eres un devoto creyente y un buen patriota.

-Me conoce y sabe quien soy, -repitió para sí Ismail abrumado. Allí mismo juró obediencia a Mansul Billah, el victorioso por la Gracia de Alá. A partir de ese día a él y a su hija no les faltó de nada. A cambio Ismail tuvo que aprender a manejar las armas y tuvo que utilizarlas con decisión. Mató a muchos, pero así es la guerra, se decía. La yihad, mejor dicho. La guerra santa contra los enemigos del Islam, contra los sicarios del mal, y contra quienes niegan la Verdad Revelada.

Cuando Ismail participaba en feroces razzias contra la población civil, cuando veía correr regueros de sangre como riachuelos en el suelo reseco, cuando, como una vez en Kandahar, tuvo que guardar la puerta de un cobertizo mientras Mansul y sus dos cuñados violaban adentro a un puñado de mujeres y de chiquillas supervivientes de su última matanza; Ismail se repetía machaconamente: -¿No es Alá el único Dios, y Mahoma su Profeta?, ¡pues muerdan el polvo sus enemigos y sufran sus mujeres como perras apaleadas a mayor Gloria del Todopoderoso!


Pasaron como una pesadilla aquellos meses de sangrientas orgías, sobre todo porque no quedó en la región prácticamente un solo enemigo de Dios con vida. Más tarde llegó el tiempo de la política. Los políticos, los militares y los señores de la guerra se reunieron una vez, dos, diez, veinte veces. Hicieron pactos primero y después los deshicieron. De vez en cuando un grupo traicionaba a otro. Algún tiroteo, algún muerto… -Para negociar en mejor posición, -era la explicación que daba a Ismail algún hombre de confianza de Mansul, cuando se sorprendía al saber de una u otra escaramuza-.

Con todo ese guirigay de paces a medias, Ismail había vuelto a quedarse sin trabajo. Llegó a pensar seriamente en hacerse policía, y hasta se acercó un día a la cola de la oficina de reclutamiento, sin decidirse a ponerse en ella. De vuelta en su barrio, vio una limusina parada en la puerta de su casa. Le invitaron a subir. Era Mansul Billah. –Has sido elegido Ismail, -le dijo-, y al escuchar aquellas cuatro palabras recorrió al antiguo vendedor de camellos un escalofrío mortal. –Dios te ha elegido entre los mejores hombres de sus ejércitos, para llevar la muerte a sus enemigos. Serás un héroe y un mártir, Ismail, -confirmó el imán sentado junto a Mansul-. Se abrirán para ti las puertas del Paraíso. Serás premiado con la vida eterna en el Dichoso Jardín donde los ríos manan leche y miel. Donde setenta jóvenes e inmaculadas vírgenes te servirán, y atenderán solícitas hasta el último de tus caprichos…


Cuando se acercó a la oficina de reclutamiento Ismail temblaba como una hoja. Sudaba tan copiosamente que se nublaron sus ojos y le escocían horriblemente, hasta el punto de impedirle mantenerlos abiertos más allá de un parpadeo. Iba cargado de muerte. Treinta kilos de explosivo plástico y un detonador que debía activar al alcanzar el interior del edificio. Al final de la calle interminable, fuera del alcance de la detonación, le pareció adivinar entre dos polvorientos montones de cascotes ruinosos, el morro de la limusina de Mansul. Voy a morir, -pensó un instante-. Pero la muerte nos igualará a todos. Mi Jardín del Paraíso no será inferior al tuyo ni en el menor detalle.
Esa idea le reconfortó. Caminó unos pasos más… Uno de los guardias armados reparó entonces en él. Ese es un antiguo vendedor de camellos llamado Ismail. Yo lo conocía y lo trataba hace años. Pero… ¿qué lleva bajo la ropa? Camina como si fuera arrastrando un peso. La idea del atentado se encendió en la mente del guardia como una luz repentina y providencial.
Le dio el alto una vez, dos… La gente de la cola comenzó a huir en desbandada. Ismail no oía ni veía. Siguió caminando. El guardia se parapetó tras una vieja camioneta. Apuntó su fusil con cuidado. Apretó el gatillo. Ismail solo notó un extraño zumbido, e inmediatamente… nada. Nada en absoluto.


Luego, como si despertara de un profundo sueño, se halló en el Paraíso.


Miró a su alrededor. Era todo exactamente como el imán le había dicho. En el Jardín celestial no faltaba ninguna flor que habitara la Tierra en el pasado, el presente o el futuro. Su hermosura superaba todo cuanto pueda expresarse con palabras. Deliciosos y fragantes arroyos corrían como hilos de vida. Ismail probó sus dulcísimos néctares. En efecto, cremosa leche y miel purísima. Y por supuesto, allí estaban sus setenta vírgenes. Rubias, morenas, castañas, pelirrojas… Todas hermosísimas y todas apasionadas. ¡Gran Dios! ¡Todo era verdad! ¡Alá premia a sus mártires como merecen!


Subido en un pequeño cerro de su Jardín, contempló Ismail las parcelas colindantes. ¡Que bien planeado!, -pensó-. ¡Todas son del mismo tamaño! Miró la parcela de su derecha… y allí vio a Mansul Billah. ¡Caramba, qué sorpresa! Resulta, -e Ismail lo supo inmediatamente, porque los elegidos conocen por ciencia infusa todo lo que debe conocerse-, que Mansul murió a las pocas horas de la explosión abatido por un comando especial de una agencia americana en una de esas operaciones a las que ponen nombre de película (zorro rojo, o algo por el estilo).

-¡Cuánta razón tenía cuando pensé que la muerte nos iguala a todos!, -exclamó-, y después, elevando una voz prodigiosamente melodiosa (téngase en cuenta que se había convertido en un bienaventurado), inició un cántico repetitivo y místico: ¡Alá es grande!, ¡Alá es grande!, ¡Alá es… ¡pero, será posible lo que contemplan mis ojos! Ismail se los frotó incrédulo, pero lo cierto es que no le engañaban. Ahora su visión era perfecta, como el resto de sus sentidos. De hecho podía ver nítidamente a través de distancias siderales. En la parcela de Mansul estaba viendo a Naima, su querida hija.

En efecto. A cada justo le corresponden setenta hermosísimas vírgenes, y todo el mundo se hace cargo de lo difícil que resulta encontrar vírgenes hermosas. Naima, que era virgen y era bella como un amanecer, tocó en suerte a Mansul. Ismail corrió hacia la verja que separaba las dos parcelas. ¡Naima!, -gritó-, y su hija, con un gesto de sorpresa indecible, le reconoció al instante. ¡Ven aquí, -le apremió Ismail-. Naima se apresuró a abrazar a su padre, y en un santiamén se halló en sus brazos al otro lado de la verja.
Ambos disfrutaron unos días de la leche, de la miel y del fragante aroma de las flores. A Ismail, teniendo con él a su pequeña, le parecía indecente gozar de sus setenta vírgenes a pesar de lo mucho que todas solicitaban sus atenciones, sobre todo cuando no cesaban de escucharse gemidos provenientes de la parcela vecina.


Mansul Billah por su parte, disfrutaba como un camello en la charca de un oasis hasta que cierto día, algunas de sus muchachas repararon en que no dejaba de contarlas una y otra vez. ¡Sesenta y nueve!, fue el sorprendente resultado. Luego se fue derecho a la verja y empezó a contar las vírgenes de Ismail. ¡Setenta y una!, rugió ciego de ira. Pidió audiencia con el Profeta (no se olvide que era descendiente suyo). Tras alguna deliberación y hasta una consulta al patriarca Abraham, la conclusión no pudo ser otra: Ismail había osado robar una virgen a su vecino. Un caso sin precedentes en el Paraíso, que sin duda merecía ejemplar castigo.

Poco tiempo después Mansul había disfrutado ya innumerables veces de la agradable compañía de sus ciento cuarenta vírgenes. En ese momento se encontraba con la pequeña Naima en los brazos. Era su preferida, acaso porque temblaba como una gacela, y le recordaba los goces de cierto cobertizo en Kandahar. Mansul apartó un poco las nubes y miró un instante a aquel desdichado Ismail que se consumía en los infiernos. En ese momento estaba siendo sodomizado por una tropa de babuinos de tamaño colosal. No pudo evitar un breve sentimiento de compasión, pero lo desechó al instante. Después de todo, como escuchó a Abraham decirle al Profeta: no puedes fiarte nunca de los perros callejeros; a veces les ofreces pan y te muerden en la mano.


Ismail vendía camellos, la religión vende camelos.

Ser ateo no te hace más inteligente, simplemente te libra de creer a pies juntillas las estupideces que te cuentan curas, imanes, rabinos y otros charlatanes semejantes.