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martes, 16 de septiembre de 2025

CONNERY, SEAN CONNERY

 




Bond, James Bond, se presentaba impecable a aquellas femmes fatales y esculturales que, aunque enamoradas de él, planeaban envenenar su martini (mezclado, no agitado, please) o introducirle una aguja hipodérmica en el quinto espacio intercostal mientras hacían el amor. Usaba la misma fórmula educada con los todopoderosos multimillonarios psicópatas dispuestos a convertir el mundo civilizado en un infierno comunista. Era Connery, Sean Connery, un mocetón escocés fibroso y velludo que se había presentado al concurso de míster Gran Bretaña luciendo una única ceja. Algún cazatalentos avezado le hizo depilar el entrecejo, y a partir de aquella tonsura superciliar, se convirtió en el agente 007, al servicio de su graciosa majestad, y con licencia para matar, para ponerse ciego de martinis (mezclados, no agitados), y hasta para meterse en la cama con Ursula Andress, con Sylvia Koscina, o con Kim Basinger, por ejemplo. Connery interpretó a James Bond en siete exitosas películas, las seis primeras de la serie y una séptima secuela unos años más tarde, que titularon Nunca digas nunca jamás. Agotada la producción literaria de Ian Fleming, y aburrido Sean Connery de su personaje, continuaron filmándose películas de James Bond, algunas de mérito y con más sofisticados efectos especiales, pero ya no fue lo mismo. Los fans del género (porque la serie constituye por sí sola un género), identificarían siempre a Sean Connery con el verdadero James Bond, el genuino, el bueno, aun admitiendo que sus sucesores no fueran malos.

Después demostró que también sabía interpretar. Lo hizo en la hitchconiana Marnie la ladrona, en El nombre de la rosa, en El hombre que pudo reinar o en Robin y Marian, entre otras. En España contribuyó además a su prestigio, el magnífico doblaje al castellano del catalán Arseni Corsellas. Al final de su carrera se convirtió en una especie de jubilado de lujo, haciendo apariciones en alguna que otra superproducción. Ganó mucha pasta, y como buen escocés, resultó ser más agarrado que un chotis, defraudando al fisco británico y, lo que es peor, al fisco español (no olvidéis, hijos míos, que Hacienda somos todos). Para recordar a Sean Connery, os dejo el enlace con un corto biográfico. Pasen y miren:

https://www.youtube.com/watch?v=uXITtDL40iE

Próxima entrega: Clint Eastwood


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