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viernes, 28 de noviembre de 2025

RAMÓN LLULL, EL DOCTOR ILUMINADO

 


Si hablamos de Cataluña y hablamos de literatura, no podemos dejar de referirnos a Ramón Llull. Personaje poliédrico y polifacético, sabio renacentista mucho antes del Renacimiento, Ramón Llull fue ante todo un filósofo y un misionero, lo que no obsta para que también ocupe un lugar preferente en la literatura, y muy especialmente en la literatura en lengua catalana, a quien podemos considerar el auténtico creador del romance catalán, que en su obra en prosa alcanza su mayor dignidad literaria, del mismo modo que su contemporáneo Alfonso X, lo es del romance literario castellano.

Mallorquín, nacido en 1233, Ramón era hijo de un caballero barcelonés que participó en la conquista de la isla. El joven Llull fue cortesano de Jaime II, rey de Mallorca, lo que justifica la faceta cortés y trovadoresca, sobre todo de su obra en verso. Cumplidos los treinta años, experimentó una fuerte crisis religiosa que le apartó de la vida cortesana, para entregarse al estudio, la meditación y la contemplación. Su ideal fue desde entonces, convertir al cristianismo a todos los paganos que se pusieran por delante. Contagiado de un franciscanismo encendido y místico, anheló siempre sufrir martirio mientras predicaba la palabra de Dios, objetivo que al parecer pudo cumplir en Túnez, donde se pierde su rastro en 1315, fecha a partir de la cual ya no se tienen noticias suyas.


Para llevar a cabo su tarea divulgadora del cristianismo, Llull, además del latín, que emplea en sus escritos filosóficos, aprendió la lengua árabe. Pero éstas dos lenguas, que estudió ya en la edad adulta, no son vehículo apropiado para dar rienda suelta a su mística y a su sentido estético, de manera que la mayor parte de sus casi doscientas cincuenta obras conocidas, las escribió en lengua vulgar. En su producción poética y rimada utilizó el provenzal, que le era familiar por su pasado cortesano, y en su obra en prosa utilizó el catalán, un catalán por completo exento de provenzalismos, que por lo tanto, puede considerarse puro y canónico, de perfecta sintaxis y léxico extraordinariamente rico. En su Libre de contemplació, resume Llull su mística y su ascética. Es notable también su Libre d’Amich e Amat, el Libro del amigo (el creyente) y el amado (Dios), verdadera joya de la mística cristiana con probable influencia del sufismo musulmán, de la lírica trovadoresca y del Cantar de los cantares bíblico. Semejante mezcla da como resultado una prosa amorosa que en castellano no hallará continuador hasta Garcilaso, y una mística que no se superará hasta San Juan de la Cruz.


Dos obras de carácter alegórico y didáctico acreditan a Ramón Llull como el doctor Iluminado, apelativo que se ganó en vida y perduró tras su desaparición: el Blanquerna, escrito hacia 1283-85, y el Fèlix o Libre des meravelles, de 1289. Blanquerna es un personaje simbólico, un ejemplo de cristiano que sucesivamente evoluciona de seglar a religioso, obispo, papa y ermitaño, completando así lo que para Llull es el camino de perfección. Por el contrario, el Félix del Libro de las maravillas, es más que un protagonista, un observador, un viajero que recorre el mundo, admirando las maravillas de la creación y adquiriendo sabiduría. Tanto en el Libre des maravelles, como en otra de sus obras, Arbre de Sciència, Ramón Llull se revela como un sabio hermético convencido del valor didáctico de lo oculto, y muy próximo a los trovadores del trobar clus, que también defendían la poesía hermética. Hay en su obra pasajes tan significativos y por momentos tan desconcertantes como estos que tomo de Martín de Riquer y José María Valverde:


…Cuéntase que don Círculo, don Cuadrilátero y don Triángulo se encontraron en Calidad, que era su madre…

…Cuéntase que la aguja de un sastre engendró una hija que se llamaba Riqueza y las tijeras engendraron una hija que se llamaba Honra…

…Cuéntase que Paraíso se burló de Infierno porque era negro; pero Infierno se burló de Paraíso porque en él hay tan pocos hombres.

 

Bien a las claras se ve por estos breves ejemplos, que si Ramón Llull sufrió como parece, martirio a manos de infieles, de haber vivido unos siglos más tarde, lo hubiera sufrido a manos de inquisidores católicos, apostólicos y romanos.

También es de carácter alegórico y doctrinal el Libre de l’orde de cavallería, donde Llull narra el encuentro de un joven caballero y un sabio ermitaño, que le introduce en el verdadero significado de la orden de caballería, en un ambiente y una estructura narrativa que recuerdan vivamente a las novelas de Chretién de Troyes y otras de la materia de Bretaña sobre la Demanda del Santo Graal. No me resisto a reproducir aquí un breve párrafo de su primera parte que las feministas actuales encontrarán sexista y hasta ofensivo. Realmente, desde nuestra óptica actual lo es, y eso es innegable. Conviene sin embargo, valorar las obras antiguas y a sus autores en el contexto y el escenario histórico en que se desenvolvieron. Nadie olvide que esto se escribió en el siglo XIII:

El varón, en cuanto tiene más buen sentido y es más inteligente que las hembras, también puede ser mejor que las mujeres. Porque si no fuese tan poderoso para ser bueno como la mujer, seguiríase que bondad y fuerza de naturaleza serían contrarias a bondad de ánimo y buenas obras. Por donde, así como el hombre por su naturaleza, se halla en mejor disposición de tener noble valor y ser más bueno que la hembra; del mismo modo se halla también mejor preparado que la hembra para hacerse malo. Y esto es precisamente para que, por su mayor nobleza y valor, tenga mayor mérito, siendo bueno, que la mujer.

De nuestra biblioteca Bigotini extraemos la versión digital de su Libro del Orden de Caballería traducido al castellano. Hágase clic en el enlace: 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Libro+del+orden+de+caballer%C3%ADa.pdf

En aquella misma hora el caballero, que se hallaba haciendo penitencia en aquella selva, salió de su cabaña hacia la fuente, donde todos los días solía contemplar a Dios y menospreciar la vanidad de este mundo. Ramón Llull. Libro del Orden de Caballería.


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