Translate

martes, 16 de septiembre de 2025

CONNERY, SEAN CONNERY

 




Bond, James Bond, se presentaba impecable a aquellas femmes fatales y esculturales que, aunque enamoradas de él, planeaban envenenar su martini (mezclado, no agitado, please) o introducirle una aguja hipodérmica en el quinto espacio intercostal mientras hacían el amor. Usaba la misma fórmula educada con los todopoderosos multimillonarios psicópatas dispuestos a convertir el mundo civilizado en un infierno comunista. Era Connery, Sean Connery, un mocetón escocés fibroso y velludo que se había presentado al concurso de míster Gran Bretaña luciendo una única ceja. Algún cazatalentos avezado le hizo depilar el entrecejo, y a partir de aquella tonsura superciliar, se convirtió en el agente 007, al servicio de su graciosa majestad, y con licencia para matar, para ponerse ciego de martinis (mezclados, no agitados), y hasta para meterse en la cama con Ursula Andress, con Sylvia Koscina, o con Kim Basinger, por ejemplo. Connery interpretó a James Bond en siete exitosas películas, las seis primeras de la serie y una séptima secuela unos años más tarde, que titularon Nunca digas nunca jamás. Agotada la producción literaria de Ian Fleming, y aburrido Sean Connery de su personaje, continuaron filmándose películas de James Bond, algunas de mérito y con más sofisticados efectos especiales, pero ya no fue lo mismo. Los fans del género (porque la serie constituye por sí sola un género), identificarían siempre a Sean Connery con el verdadero James Bond, el genuino, el bueno, aun admitiendo que sus sucesores no fueran malos.

Después demostró que también sabía interpretar. Lo hizo en la hitchconiana Marnie la ladrona, en El nombre de la rosa, en El hombre que pudo reinar o en Robin y Marian, entre otras. En España contribuyó además a su prestigio, el magnífico doblaje al castellano del catalán Arseni Corsellas. Al final de su carrera se convirtió en una especie de jubilado de lujo, haciendo apariciones en alguna que otra superproducción. Ganó mucha pasta, y como buen escocés, resultó ser más agarrado que un chotis, defraudando al fisco británico y, lo que es peor, al fisco español (no olvidéis, hijos míos, que Hacienda somos todos). Para recordar a Sean Connery, os dejo el enlace con un corto biográfico. Pasen y miren:

https://www.youtube.com/watch?v=uXITtDL40iE

Próxima entrega: Clint Eastwood


sábado, 13 de septiembre de 2025

LOS PRIMEROS PADRES DE LA IGLESIA

 


Si el cristianismo, como vimos en entregas anteriores, dio sus primeros pasos de forma algo titubeante, y se enredó en herejías y desviaciones que dificultaron su andadura durante el periodo bajoimperial, cobró vigor y aseguró su unidad gracias a la intervención de los que históricamente se han llamado sus primeros padres. Tres hombres cuya altura intelectual y peripecia personal resultaron decisivas: san Ambrosio, san Jerónimo y san Agustín.

Ambrosio, el que fue primero gobernador y después obispo de Milán, se hizo bautizar cuando conoció su inminente elección para el cargo. Era un noble patricio cuya estatura e importancia no palidecían ni ante el mismo emperador Teodosio. A Ambrosio se debe la idea de la superioridad del poder espiritual encarnado en la Iglesia, sobre el poder temporal que representaba el emperador. Afirmó que el primer deber del cristiano no era la obediencia al Estado, sino a Dios, cuyos vicarios en la Tierra eran los obispos. Fue un predicador excepcional cuyos sermones eran seguidos por multitudes de miles de personas que se congregaban bajo su púlpito para oírle predicar. Se dice que su verbo incendiario era capaz de enardecer al público más frío. Compuso el Hexaemeron, una obra de exégesis bíblica. Destacó también en la lírica latina, siendo autor de himnos bellísimos como el célebre Veni Redemptor Gentium, y en definitiva, a pesar de su vasta formación clásica, o acaso gracias a ella, fue san Ambrosio de Milán el verdadero iniciador de la que podríamos llamar cultura cristiana, lo mismo en lo estético que en lo literario y lo litúrgico.


Jerónimo, nacido en 340 en Stridone, en la frontera entre Dalmacia y Panonia, pasó su juventud en Roma, donde se formó con el gramático Elio Donato. Dotado de gran inteligencia y según se dice, de una memoria prodigiosa, el joven Jerónimo se fascinó por la cultura clásica y aprendió de memoria las obras de Cátulo y Lucrecio, además del griego en los textos de Platón, Aristóteles y Tucídides.

Sus biógrafos no se ponen de acuerdo en si Jerónimo era ya cristiano cuando llegó a Roma, o se convirtió precisamente a través de la obra platónica. En cualquier caso, a él se debe la interpretación acaso un tanto forzada, de que Platón y Aristóteles, a pesar de vivir en época anterior a Cristo, adelantaron el germen del cristianismo en sus proposiciones filosóficas. Esta idea, muy seguida y popular en tiempos medievales y renacentistas, tuvo virtud de dotar al cristianismo de la base filosófica y el prestigio intelectual del que quizá carecía.

Jerónimo fue ordenado sacerdote en Antioquía en el año 379, cuando se hallaba a punto de cumplir los cuarenta. En lo personal, era un asceta vegetariano que dormía sobre unas pajas, gastaba cilicio y ayunaba a menudo. Se vestía con una piel de cabra, y se dice que con sus apenas cuarenta años parecía un anciano moribundo. En Roma causó una extraña mezcla de desprecio y fascinación, no sólo entre los prelados, sino entre las damas de la corte romana. Roma, a pesar de la Iglesia, o quizá por su causa, era como lo fue siempre, una ciudad depravada donde debía ser difícil encontrar una virgen. Dos damas de la alta sociedad romana, Marcela y Paula, que si no vírgenes, al menos eran oficialmente solteras, acogieron a Jerónimo como consejero espiritual. Se le acusó de haberse liado con ellas. Probablemente se trataba de una calumnia, pero ese episodio unido a la acusación de la madre de una joven asceta que murió tras una prolongada abstinencia, aconsejó al papa Dámaso decretar su destierro. Es probable que en ello pesara más la machacona insistencia de Jerónimo en condenar a las mujeres que se pintaban, a las que vestían ropa provocativa, a las que abortaban, y hasta a los sacerdotes que vivían en la opulencia. Estaba obsesionado con el sexo, y condenaba hasta el mismo matrimonio, olvidando que se trataba de un sacramento. El caso es que marchó a Belén de Judea, donde falleció en 419 en la cueva que habitaba allí en compañía de la bellísima Eustoquia, una joven admiradora que le siguió en su exilio y en su vida de privaciones. Jerónimo, que poco después sería san Jerónimo, afirmaba que la virginidad podía perderse hasta con el pensamiento. Ignoramos si su joven discípula la conservó. Al menos parece que no se casaron.

En el terreno intelectual, a san Jerónimo se debe la traducción al latín de la Biblia desde el arameo y el hebreo. Es la que se llamó Vulgata, y se ha tenido por canónica durante muchos siglos.


Así pues, san Ambrosio fue todo un príncipe de la Iglesia, que en su tiempo inauguró sus fastos, vanidades y magnificencia, mientras que san Jerónimo fue un asceta, azote de pecadores y partidario de la pobreza más extrema. Son las dos caras más conocidas del cristianismo, y en gran medida contradictorias. Hacía falta encontrar el necesario equilibrio que en la Iglesia representó san Agustín.

Agustín nació en 354 en la pequeña ciudad numidia de Tagaste, en el norte de África. Su madre, santa Mónica, ganó la santidad perdonando las muchas infidelidades de su marido, el padre de Agustín. El joven estudió, primero en Madauro y después en Cartago, latín, retórica, matemáticas, música y filosofía. Tuvo Agustín una juventud turbulenta como se desprende de su autobiografía que tituló Confesiones. Se amancebó con una muchacha que le dio un hijo natural. Viajó a Roma. Fue adepto al maniqueísmo y al neoplatonismo durante años, hasta que en Milán, san Ambrosio lo invitó a leer las epístolas de san Pablo. El domingo de Pascua florida de 387, Agustín se hizo bautizar junto a su hijo Adeodato. Ambos regresaron a África donde discurrió el resto de sus vidas. Agustín llegó a ser obispo de Hipona.

Entre su obra destacan los tratados Del libre albedrío y De la Trinidad, y en materia filosófica, La ciudad de Dios, escrita entre 413 y 426. Se apoyó en el pensamiento de Platón, al que leyó en sus traducciones latinas, pues Agustín desconocía el griego. Hasta santo Tomás de Aquino primero, y más tarde junto a él, san Agustín fue el principal soporte intelectual en que se apoyó el cristianismo. San Agustín inauguró la filosofía medieval e inspiró el pensamiento occidental. Sus últimos años, los de su vejez, se vieron oscurecidos por la invasión del norte de África de los vándalos de Genserico, y por su mala salud y su degradación física. También debió irse un poco de cabeza a juzgar por alguna de sus últimas dudas y obsesiones. Se preguntaba por ejemplo, si las mujeres conservarían en el cielo el sexo que habían tenido en la tierra, o qué ocurriría el día del Juicio Final a quienes habían sido devorados por caníbales.

En definitiva, estos fueron los tres primeros Padres de la Iglesia. Varios siglos después, alguien preguntó al descreído Voltaire si había leído las obras de los tres. Contestó afirmativamente y apostilló: pero me las pagarán.


Los viejos sueños eran buenos sueños. No se cumplieron, pero me alegro de haberlos soñado. Los puentes de Madison.

martes, 9 de septiembre de 2025

PLAUTO, PIES PLANOS Y AGUDÍSIMO INGENIO

 


Nacido hacia el año 254 a.C. probablemente en la localidad umbra de Sarsina, el célebre comediógrafo romano al que conocemos como Plauto, seguramente utilizó un seudónimo o nombre artístico: Tito Maccio Plauto, que podría traducirse como Tito, el payaso (maccus) de los pies planos (ploto), que se correspondería con el arquetipo del planipedes, el pies planos, una de las máscaras o personajes del teatro cómico tradicional de Roma. Entre los romanos, sólo los nobles y patricios tenían derecho a ostentar la tria nomina, los tres nombres, y al parecer, Plauto, que pertenecía a la plebe, adoptó ese seudónimo triple con intención paródica. Algún biógrafo aventura que pudo comenzar como actor sobre los escenarios. Falleció en 184 a.C., así que su vida transcurrió en uno de los periodos más agitados de la Roma republicana, con el telón de fondo de la Segunda Guerra Púnica, la derrota de Cannas de 216, la definitiva victoria de Zama de 202, y las incursiones de Roma triunfadora en Grecia y Oriente.


En sus años juveniles debió ser soldado, uno de los veinte mil umbros aliados de Roma que repelieron la invasión gala de 225 a.C. Viajó luego por el Mediterráneo, pasó grandes penalidades y hasta tuvo que trabajar moviendo una piedra de molino durante unos meses. Conocía el griego tan bien como el latín, lo que le dio oportunidad de inspirarse en muchas comedias de la Grecia clásica para escribir las suyas. Algunos le atribuyeron la autoría de ciento treinta obras, aunque ya en el siglo I, Varrón redujo su número a las veintiuna que se tienen por auténticas. Plauto no se limitó a traducir las comedias griegas, sino que las adaptó al gusto romano, mezclando a veces argumentos de varias de las que tomó como modelos, y añadiendo muchos hallazgos originales. Introdujo en la escena a cantantes y bailarines, y empleó una enorme variedad métrica: anapestos, créticos, baquios…, versos todos de gran inspiración y gracia. Sus comedias siguieron representándose muchos años después de su muerte. Autores latinos de época imperial le situaban por encima de Aristófanes, y fue tanta su estimación, que se decía que si las Musas hablaran latín, recitarían los versos de Plauto.



El lenguaje teatral de Plauto es rico y brillante. Hablan sus personajes el idioma de las calles de Roma, un habla coloquial que no elude el chiste a veces obsceno y grosero. Plauto se desenvuelve admirablemente en el terreno del enredo (imbroglio), llegando en ocasiones a estar la trama tan embrollada, que introduce un personaje que apartado de los demás, se dirige al público explicando las situaciones demasiado complejas para que la gente pueda seguirlas. Se recrea Plauto en arquetipos teatrales como el soldado fanfarrón, el avaro, el joven alocado y calavera, la ramera, el viejo verde y ridículo, la joven ingenuamente lasciva, o el esclavo desvergonzado y liante, lúcido antecedente de los graciosos y los pícaros de las comedias barrocas. Grandes autores como Boccaccio, Lope, Shakespeare o Molière deben mucho más a Plauto de lo que éste debe a Aristófanes, por ejemplo.

En recuerdo del talento de Plauto nuestra biblioteca Bigotini os brinda la versión digital de seis de sus comedias escogidas: Anfitrión, La comedia de los asnos, La comedia de la olla, Las dos báquides, Los cautivos y Cásina. Están traducidas y anotadas por Mercedes González-Haba, y siguen la edición de Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1992. Hágase clic en este enlace:

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=comedias.pdf

Homo homini lupus. Plauto. Asinaria.


sábado, 6 de septiembre de 2025

SÍNDROME DEL OJO SECO

 


El síndrome del ojo seco (SOS) es todo un clásico de la patología laboral. Sin embargo, se trata de una patología que a menudo se atribuye erróneamente al trabajo. Existen millones de personas afectadas en todo el mundo. El número de pacientes aumenta con el extendido uso de lentillas y con la cada vez mayor popularización de la cirugía ocular mediante láser. Sin embargo, el uso creciente de ordenadores y pantallas de visualización, hace que mucha gente atribuya con ligereza los síntomas al uso de las nuevas tecnologías.

Lo cierto es que estas molestias, lejos de ser consecuencia del trabajo, obedecen a causas diversas. Entre otras, cabe reseñar:

El natural proceso de envejecimiento. Con la edad, disminuye notablemente el flujo de lágrimas. Aproximadamente el 75% de los mayores de 65 años, padecen el síndrome del ojo seco. Se trata por lo tanto, de un proceso natural, completamente ajeno a los riesgos laborales y a las características del puesto de trabajo.

El uso creciente de lentes de contacto. Las lentillas incrementan la evaporación de las lágrimas. Causan incomodidad y aumento del depósito de proteínas. De hecho, tanto en el trabajo como en otros ámbitos, el SOS es con diferencia, la primera causa de abandono de las lentes de contacto.

Los cambios hormonales. En las mujeres, tanto las alternativas hormonales relacionadas con el ciclo menstrual, como el consumo de anticonceptivos o la propia menopausia, son causantes habituales de molestias oculares, y de SOS. Estos aspectos son fundamentales en la prevención de las molestias.

Las condiciones ambientales. Factores tales como el viento, el frío, el calor excesivo, la escasa humidificación, y otros, son causantes del síndrome. El empleo de humidificadores y la adecuación de los equipos de climatización, constituyen un pilar fundamental de la prevención de estas molestias en el trabajo.

La concurrencia de otras patologías. Existen diversas lesiones y entidades nosológicas que cursan con un grado mayor o menor de sequedad ocular.

El empleo de determinados medicamentos. Algunos de uso muy extendido, como pueden ser los antihistamínicos o ciertos antiinflamatorios, disminuyen notablemente el flujo de lágrimas. Los médicos estamos obligados a tomarnos el trabajo de pensar en ello a la hora de prescribir. La prevención de efectos secundarios forma parte fundamental de la labor del médico.

La cirugía ocular con láser. En las últimas décadas se han hecho habituales este tipo de intervenciones. La adecuada corrección y la salud ocular no pueden estar reñidas con la prevención de posibles efectos secundarios

El síndrome de Sjöegren. Se trata de una enfermedad frecuente en mujeres de cierta edad, que cursa con una acusada sequedad de las mucosas en general: bucal, vaginal, ocular… Es importante la prevención de los síntomas mediante tratamientos paliativos. En Salud laboral resulta muy habitual el hallazgo de patologías concurrentes que en ocasiones aparecen falsamente como laborales. Un trabajo serio del médico es la clave de un diagnóstico correcto y de un enfoque adecuado. Conviene no correr riesgos en este terreno.


Las lágrimas realizan un trabajo esencial en el funcionamiento fisiológico del ojo. Lubrican, refrescan y contribuyen al mantenimiento correcto de la función ocular. Contra lo que vulgarmente se piensa, las lágrimas no son de una única clase, sino de dos tipos muy diferentes:

Por una parte están las lágrimas lubricantes, que son las que de forma habitual e imperceptible segregan nuestros ojos. Contienen antibióticos naturales. Son estas lágrimas lubricantes las que disminuyen o desaparecen precisamente en el síndrome del ojo seco.

Por otra parte están las lágrimas de reflejo. Constituyen una respuesta a estímulos irritativos o agresivos, tales como humos, salpicaduras de cebolla, sustancias irritantes, emociones, etc. Estas lágrimas de reflejo no solo no disminuyen en el SOS, sino que incluso se segregan en mayor proporción. Sin embargo, estas lágrimas no proporcionan alivio ni lubricación. Al contrario, se evaporan rápidamente y generan aun mayor sensación de molestia y sequedad. Son trabajo perdido.

El síndrome del ojo seco (SOS) conlleva una reducción importante de la producción de lágrimas lubricantes y de su calidad. La consecuencia es la sequedad ocular y las consecuentes molestias que aparecen. Consisten básicamente en irritación, sequedad, picor, escozor, enrojecimiento, incomodidad, sensación de “arenilla” en el ojo, etc. Desde el punto de vista fisiológico, el síndrome consiste en una disminución o incluso en una incapacidad de las glándulas lagrimales, situadas en los párpados superior e inferior, para producir lágrimas. El SOS es la molestia ocular más frecuente conocida. Se calcula que puede afectar al 20% de la población, aproximadamente. En el ámbito del trabajo se relaciona con las tareas de oficinas y despachos con PVD (pantallas de visualización de datos). A menudo el síndrome aparece reseñado en evaluaciones de riesgos y planes de prevención. Insistimos en que se trata de una entidad escasamente relacionada con la salud laboral.


El tratamiento de estas molestias no debería revestir complicación alguna. En la mayor parte de los casos se obtiene un alivio importante con el simple uso de lágrimas artificiales. La lubricación periódica del ojo es fundamental.

En casos más persistentes o resistentes a la terapia, existe un procedimiento simple y carente de complicaciones, consistente en el empleo de oclusores puntales. Es este un procedimiento no quirúrgico y sin contraindicación alguna, que resuelve prácticamente el cien por cien de las molestias. Los oclusores puntales son pequeños tapones de material plástico, que realizan una oclusión o taponamiento de los orificios lagrimales situados en el ángulo interno del ojo. Evitando que las lágrimas penetren en el orificio, se consigue que queden coleccionadas en la superficie del ojo por más tiempo, cumpliendo así su papel de lubricación y refresco. Los oclusores puntales son un procedimiento seguro, rápido, económico, indoloro y completamente reversible. Con un mínimo trabajo y una mínima inversión, garantizamos un medio seguro de prevención de cualquier molestia. Estos oclusores se fabrican en silicona y otros materiales no agresivos similares a los empleados en las lentillas de contacto. Son suaves, flexibles y casi imperceptibles a la vista.

¿Cómo saber si uno padece el síndrome? Si te tomas el trabajo de leer los síntomas y signos que aparecen a continuación, darás un paso importante en la prevención de esta patología. Consulta con tu médico si padeces dos o más de los siguientes: 

Enrojecimiento.

Escozor.

Rasquiña.

Sensación de cuerpo extraño.

Sensación de arena o arenisca.

Sensibilidad a la luz.

Ojos llorosos.

Lagrimeo ocasional.

Lagrimeo constante.

Dolor en los ojos o alrededor de los mismos.

Ojos cansados.

Incomodidad con lentes de contacto.

Disminución a la tolerancia de maniobras exploratorias.

Alergias estacionales.

Boca o garganta secas.

Sequedad de otras mucosas (nasal, vaginal…).

Artralgias y/o dolores articulares.

Si padeces estos síntomas, podrías ser un paciente de SOS. En tal caso, debes consultar con tu médico. En materia de salud laboral y prevención de riesgos, también hay cosas que hacer. Una climatización adecuada de oficinas, talleres y centros de trabajo en general, contribuirá a atenuar las molestias. Es importante humidificar el ambiente. La seguridad en el trabajo, la prevención y la salud laboral, pasa también por estos detalles que, aunque parezcan menores, revisten una importancia capital.

El puente tiene tres ojos, yo tengo dos solamente; pero si cuento el del culo, tengo los mismos que el puente. Camilo José Cela.


martes, 2 de septiembre de 2025

LA ASTROIDE DE OLE ROMER

 


Ole Christensen Romer, físico y astrónomo danés del siglo XVII a quien también se conoce por ser el primero en calcular la velocidad de la luz, fue también, en 1674, el primero en estudiar y describir la astroide, una curva con cuatro vértices trazada por un punto de una circunferencia que rueda como un engranaje, por el interior de otra circunferencia mayor que permanece quieta. En la astroide de Romer, el diámetro de la circunferencia mayor es cuatro veces el diámetro de la menor. El descubrimiento se produjo mientras buscaba formas más eficientes para las ruedas dentadas. Después de Romer, la astroide interesó a talentos tan notables como los de Johann Bernoulli, que se ocupó de ella en 1691, o Leibniz y D’Alembert, que la estudiaron a fondo en 1715 y 1748.


La astroide responde a la ecuación x2/3 + y2/3 = R2/3, donde R es el radio de la circunferencia exterior inmóvil, y R/4 el de la circunferencia interior rotatoria. La longitud de la astroide es 6R, y su área 3pR2/8. Es curioso que la longitud 6R es completamente independiente de p, a pesar de que la astroide se genera mediante circunferencias.

En 1725, el matemático Daniel Bernoulli, hijo de Johann, descubrió que una astroide puede trazarse también con una circunferencia interior cuyo radio sea ¾ el diámetro de la circunferencia mayor fija; y que la curva resultante es en todo idéntica a la que se obtiene con una circunferencia interior cuyo diámetro sea sólo de ¼ del de la fija exterior.


Durante el siglo XX la astroide ha servido a diferentes utilidades. En física, la astroide de Stoner-Wohlfarth se utiliza para caracterizar varias propiedades de la energía y el magnetismo. Y en Estados Unidos se patentó una estructura astroide para un mecanismo de embrague de los automóviles: la astroide proporciona la misma distribución de fatiga que el arco circular equivalente, pero desgasta mucho menos la leva, restándole menos material, y proporcionándole una estructura mucho más sólida.

En geometría se puede representar la astroide como envolvente de una familia de elipses. La envolvente de cualquier familia de curvas es otra curva tangente en algún punto a todas y cada una de las curvas que componen la familia. Otra propiedad muy interesante de la astroide, y muy poco explorada, es que todas las prolongaciones de las tangentes de la astroide hasta tocar los ejes x e y, tienen idéntica longitud. Puede visualizarse esta propiedad si imaginamos una escalera apoyada en una pared en todos los ángulos posibles. El resultado es un fragmento de la astroide.

Al viejo profe Bigotini le habría encantado incorporar un eficiente embrague construido con una astroide, para instalarlo en el flamante automóvil Hispano-Suiza de 1924 con el que soñaba. Lástima que cuando tras largos años de ahorro, al fin logró reunir las tres mil pesetas que costaba, habían dejado ya de fabricar el modelo.

-¿Cómo empezó usted en facebook?

-Pues… por la calle veía a muchas personas tecleando en el móvil, tropezando y chocando contra las farolas, y pensé ¡tengo que probarlo!


sábado, 30 de agosto de 2025

CHUCK JONES ARQUEANDO UNA CEJA

 


Charles Martin Jones, que desde muy joven se hizo llamar “Chuck”, nació en 1912 en Spokane, estado de Washington, pero muy pronto se mudó con su familia a Los Ángeles donde pasó su infancia y adolescencia. Su casa estaba muy cerca del estudio donde rodaba Chaplin, así que pasaba horas mirando los gags y dibujándolos en su cuaderno. Ingresó a los quince años en un Instituto de Artes, y tras graduarse encontró trabajo en el estudio de animación de Ub Iwerks, un ex colaborador de Disney. Pasó luego por los estudios de Walter Lantz y Charles B. Mintz, hasta que Leon Schlesinger, reconoció su talento, y en 1933 lo contrató para la Warner Bros. Allí trabajó junto a maestros del gremio como Tex Avery, Friz Freleng y Frank Tashlin.

Al principio sus personajes y animaciones seguían la línea Disney, primando en ellos la ternura. Pero durante los primeros años cuarenta puede decirse que Chuck Jones vio la luz, y seguramente influido por Avery y Freleng, se pasó al bando del humor. Decía en una entrevista ya mayor: …me di cuenta de que podía hacer reír a la gente, no solo entretenerlos. Durante la guerra mundial produjo cortos de animación patrióticos para elevar la moral de la tropa. Entre los cuarenta y los cincuenta creó para la Warner personajes inolvidables como Pepé Le Pew, El Coyote y el Correcaminos o Marvin el Marciano, además de dotar a los ya existentes como Bugs Bunny o el Pato Lucas de nuevas personalidades mucho más irónicas.

Jones dirigió los cortos animados de la mejor época de la Warner, rodeándose de colaboradores brillantes como el guionista Michael Maltese, el compositor Carl Stalling, y sobre todo el actor de doblaje Mel Blanc, a quien se deben las voces de los personajes dotadas de una comicidad fantástica. Chuck Jones llegó a perfeccionar el humor del dibujo animado al extremo de que ya no fueran necesarios los movimientos exagerados de sus personajes. Con un buen guión, bastaba a veces con arquear una ceja, para hacer reír al público. Jones falleció en 2002, a los 89 años. Fue el último superviviente de los grandes de la animación, y su estilo ha influido en animadores de la nueva generación. Os dejamos algunos de sus dibujos originales y alguna página de cómic inspirada en su forma de hacer.




















martes, 26 de agosto de 2025

WARREN BEATTY Y SUS TRECE MIL CONQUISTAS

 



Warren Beatty, el hermano pequeño de Shirley MacLaine, fue un dolor de cabeza para su hermana durante sus años de adolescente. En la escuela y la universidad destacó en los deportes, hasta que a través de Shirley consiguió introducirse en la industria del cine acompañando en 1961 a Natalie Wood en Esplendor en la hierba, un exitoso melodrama de Elia Kazan. A partir de ahí se convirtió en el chico guapo de moda en Hollywood, y a la vez comenzó a forjarse su leyenda de donjuán. La prensa amarilla y los programas del corazón televisivos llegaron a adjudicarle una cifra en torno a trece mil conquistas a lo largo de su dilatada carrera amatoria, record que de ser verosímil dejaría por los suelos el de nuestro Julio Iglesias. De confirmarse el dato, este supermán de la coyunda apenas debía tener tiempo para ponerse ante las cámaras. Protagonizó sin embargo una filmografía extensa aunque algo irregular. Destacan sus trabajos de juventud como el de Bonnie and Clyde, de Arthur Penn, junto a Faye Dunaway. También dirigió algunas películas, y en esa faceta obtuvo un premio Oscar en 1981 por Rojos, que resultó todo un éxito. Protagonizó más tarde Bugsy, junto a Annette Bening, con la que por fin se casó y parece que sentó la cabeza.

Aquí abajo tenéis el enlace para visionar una sucesión de imágenes del actor, con un audio que relata su biografía:

https://www.youtube.com/watch?v=x6IeIGuDj0A

Próxima entrega: Sean Connery


sábado, 23 de agosto de 2025

HEREJES Y HEREJÍAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA

 


La historia eclesiástica de los primeros siglos del cristianismo estuvo marcada por distintas desviaciones y fuerzas centrífugas que actuaron a lo largo del espacio geográfico de lo que había sido el Imperio romano. Fueron las llamadas herejías. Todas presentaron dos aspectos: el teológico, con diferencias, a veces simples matices, en determinados puntos dogmáticos; y el político, renaciendo los nacionalismos a través de la fachada herética. A menudo con el pretexto de una manera distinta de interpretar las Escrituras o de concebir a Dios, se agrupaban alrededor de quienes la defendían, una serie de fuerzas que transformaban en verdaderas rebeliones contra el poder central la más mínima diferencia. La descomposición del Imperio se acompañó del auge de los gobiernos locales y la reivindicación de lo autóctono.


En Oriente, la Iglesia se había convertido en un instrumento del Estado centralizado en Bizancio. En Occidente, con lo que un día fue el Imperio fraccionado en una multitud de reinos de los bárbaros, la Iglesia había ido un poco más lejos, sustituyendo de facto al mismo Estado. En un caso y el otro, la Iglesia era para los nacionalismos el enemigo a batir. Ahora bien, el cristianismo estaba ya tan arraigado que no era posible renegar de él directamente retornando por ejemplo, a los viejos ritos paganos. Los nacionalistas debían combatir a la Iglesia centralizada en Bizancio y en Roma, apoyando a obispos locales y a clérigos díscolos de sus territorios. Arrio era un predicador de Alejandría del siglo IV que rechazaba la divinidad de Cristo, la consustancialidad con Dios. El hombre era un teólogo que defendía de buena fe su postura. En el concilio de Nicea se defendió de su acusador, Atanasio, con sólidos argumentos.


De los trescientos dieciocho obispos que asistieron a Nicea, sólo dos estuvieron de acuerdo con Arrio y fueron excomulgados con él. Sin embargo, de vuelta a sus diócesis, muchos de los que le habían condenado, siguieron apoyando sus tesis por conveniencia política. Entre ellos el obispo Eusebio y su discípulo, el también obispo Ulfilas, que se encargó de cristianizar a los pueblos bárbaros centroeuropeos. Por eso, la mayor parte de los godos de Occidente fueron arrianos, y a Roma le costó mucho ir reduciendo al catolicismo a los reyes de los diferentes reinos.

En el norte de África, los donatistas luchaban para sustraer sus territorios de la influencia de Roma, y en el otro extremo del Mediterráneo, los monofisistas lo hacían para liberar Siria y Egipto del poder de Constantinopla. Otro tanto podría decirse de los priscilianistas en la Hispania noroccidental, de los apolinaristas, los sabelianos, los macedonianos, los mesalinos…


Nestorio y los nestorianos, condenados en el concilio de Éfeso, negaban la virginidad de María. Sus doctrinas calaron en Siria y en Persia, donde se fue preparando el fundamento de la cultura musulmana que con el tiempo daría lugar al Islam. También en Egipto arraigó el monofisismo de tal manera que a la jerarquía eclesiástica le resultó imposible reconducir la situación.

Con el tiempo, los ortodoxos de Oriente se acostumbraron a convivir con una u otra desviación, surgiendo en su área de influencia diferentes iglesias y credos. En Occidente se terminaría instaurando una teocracia católica.  Roma y sus papas que ejercían un poder político decisivo en su territorio con el apoyo de los diferentes reyes, aprendieron la lección de aquellos primeros siglos en los que las cosas se resolvían con concilios y amistosas reconvenciones. A partir de entonces se impuso la mano dura a través del brazo secular. Ya no se consintieron más desviaciones. Prisciliano y varios de sus seguidores fueron decapitados inaugurando el que sería un largo periodo de intolerancia. Algo más tarde, los cátaros de Albí, fueron exterminados sin miramientos. Después llegaría la Inquisición…

El profe Bigotini prefiere no entrar en disquisiciones teológicas. Es más, opina como Borges, que los libros de teología deberían estar en la sección de fantasía de las librerías.

Todas las religiones aseguran que las demás son falsas. Pues bien, todas tienen razón.