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domingo, 2 de febrero de 2020

CEREBRO Y SEXO. EL ÓRGANO DEL PLACER



Existen pocas dudas acerca de que el cerebro es el mayor órgano sexual. Desde antiguo, sabemos intuitivamente que fenómenos como las preferencias sexuales, la excitación y hasta el mismo orgasmo, dependen en gran medida de la mente, son en ocasiones más mentales que orgánicos. Faltaba tener la confirmación de esta sospecha, y la confirmación ha llegado al fin gracias a modernas técnicas como la tomografía o la resonancia magnética, y a científicos como Barry Komisaruk, un pionero en el estudio del papel del cerebro en el sexo.
Komisaruk comenzó en los años sesenta estimulando ratas de laboratorio. Se había comprobado que las hembras de rata eran capaces de experimentar pseudoembarazos o embarazos psicológicos, igual que algunas mujeres. Estimulando vaginalmente a ratas, estudió qué hormonas segregaban por el mero hecho de ser penetradas, así como su actividad neuronal en el hipocampo o el hipotálamo cerebrales, para entender la relación entre actividad sensorial, hormonal y neuronal.


Observó que las ratas permanecían en lordosis (posición que favorece la penetración) aun cuando no se encontraran en periodo de ovulación, por lo que su primera conclusión fue que no sólo las hormonas influían en el comportamiento, sino que los estímulos mecánicos sensoriales también eran capaces de inducir una reacción hormonal y neurológica. Se asombró también de que durante el falso coito se abolieran en gran medida los estímulos dolorosos, por lo que enfocó su estudio hacia el campo de la analgesia.
En una segunda fase, los experimentos con mujeres mostraron que el umbral del dolor ascendía significativamente mientras estaban siendo estimuladas. Mientras las voluntarias se estimulaban vaginalmente, unas pinzas les apretaban un dedo con diferentes grados de intensidad. Cuanto más se aproximaba el orgasmo, mayor grado de resistencia al dolor presentaban. Además quedó claro que la resistencia se producía exclusivamente a los estímulos dolorosos, siendo invariables los estímulos al tacto, la presión, el frío o el calor.


Experimentando más tarde con mujeres que padecían diversos grados de lesión medular, comprobó que se producía el mismo efecto. Para sorpresa de Komisaruk, incluso aquellas mujeres con lesiones medulares altas, experimentaban también una significativamente mayor resistencia al dolor. No sólo eso, sino que la penetración vaginal profunda en mujeres con lesión medular completa producía en ellas una excitación sexual que no habían experimentado desde su accidente, e incluso sensaciones muy próximas al orgasmo. Análisis de la actividad cerebral mediante escáner, demostraron que la estimulación de clítoris, vagina o cuello uterino, proyectaban señales en diferentes zonas de la corteza sensorial. Clítoris, vagina y cérvix activan  zonas específicas del cerebro que corresponden a señales de los nervios pudendo, pélvico, hipogástrico y vago. Siempre se había pensado que estos dos últimos, y sobre todo el vago, no intervenían en modo alguno en la respuesta a estímulos sexuales, por lo que el descubrimiento constituyó una sorpresa mayúscula. Las zonas cerebrales más intensamente implicadas parecen ser la corteza sensorial, el tálamo, la amígdala, el hipocampo y finalmente el hipotálamo, cuya actividad literalmente estalla en el momento de producirse el orgasmo.


Las investigaciones mediante escáneres cerebrales han abierto un nuevo campo experimental que podría desde ayudar, como ya hemos dicho, a pacientes con lesiones medulares, hasta tratar problemas de anorgasmia o profundizar en el campo de las fantasías sexuales y el papel de la estimulación cerebral. El profe Bigotini que, a pesar de su edad provecta, permanece siempre abierto a estas estimulantes novedades, aplaudiría con las orejas si no fuera porque se lo impide su enorme nariz. Le recomendamos un escáner nasal, pero no parece acoger la idea con demasiado entusiasmo.

Desde que me apunté a natación, estoy consiguiendo beber los dos litros de agua que aconsejan los médicos.



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