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jueves, 9 de mayo de 2019

QUIENES PUEDEN ELEGIR, ELIGEN EL SEXO


Así es. Existen organismos capaces de reproducirse de forma sexual o asexual. Pues bien, si tienen oportunidad de elegir, eligen la reproducción sexual, fórmula que, asegurando una mayor variabilidad genética, proporciona importantes ventajas a la supervivencia de la especie.
Tomemos el caso de Toxoplasma gondii. Se trata de un protozoo, un parásito emparentado con el Plasmodium que causa la malaria, y con otros organismos unicelulares. Toxoplasma o algún remoto antepasado suyo, debió de ser uno de los primeros seres vivos que descubrió la reproducción sexual. Ocurre que Toxoplasma no puede tener sexo siempre que le apetece. Su hospedador definitivo es el gato, bien el gato montés o nuestro más familiar gato doméstico. Y es en el intestino de los gatos donde únicamente Toxoplasma tiene oportunidad de adoptar la modalidad sexual de reproducción. Una vez que lo ha hecho, miles de nuevos toxoplasmas son expulsados en las heces de los felinos, quedando sobre el terreno. Allí son consumidos por diferentes animales, bien de forma accidental por herbívoros como vacas, ovejas o caballos, mientras pastan; o bien de forma intencionada por algunos coprófagos, consumidores habituales de heces, como gallinas, ratones, algunos pájaros e incluso cerdos.


En el interior de esos organismos (hospedadores intermedios), Toxoplasma se conforma con practicar la reproducción asexual, produciendo miles de descendientes completamente idénticos a su progenitor, por el simple procedimiento de la división celular o mitosis. Toxoplasma es un parásito muy cuidadoso que se asegura de que su huésped temporal sobreviva, no sufra daño alguno, y quede en disposición de ser cazado e ingerido por un gato. Naturalmente, los gatos no cazan vacas, pero sí palomas o ratones. Recordemos que Toxoplasma quiere llegar precisamente al intestino del gato, único lugar donde puede al fin tener sexo, lo que constituye su meta y máximo anhelo biológico.

El ser humano se convierte a menudo también en hospedador accidental, al consumir carne insuficientemente cocinada de los hospedadores intermedios, vacas, ovejas, cerdos, pollos… En nuestra especie la infestación por Toxoplasma apenas produce síntomas, todo lo más unas ligeras molestias que duran pocas horas y se confunden con una leve gripe o un catarro. Toxoplasma sólo representa un riesgo importante para embarazadas durante las primeras semanas de gestación, porque en ese periodo el feto todavía carece de los linfocitos T, que en los individuos adultos y los fetos ya maduros, protegen frente al parásito, y que por cierto, el propio Toxoplasma se encarga de estimular al objeto de mantener sano a su hospedador intermedio, mientras permanece enquistado en su organismo, con la esperanza (siempre la eterna y paciente esperanza) de que se lo zampe un gato, para poder correrse una juerga en sus intestinos.
Por eso se recomienda a las embarazadas que eviten el consumo de carnes poco hechas y determinados alimentos de riesgo como salchichas o hamburguesas.

Esta es la mayor aspiración de Toxoplasma, encontrar un cálido y confortable tracto digestivo de un gatito para dar rienda suelta a sus pasiones. El ciclo vital del parásito se conoce desde hace décadas. En nuestro país el profesor Rafael Gómez Lus, de quien tuve el privilegio de ser alumno en Zaragoza, lo estudió de manera exhaustiva, hasta el punto de convertirse en uno de los principales expertos en Toxoplasma gondii a nivel mundial. Ahora bien, ¿hasta dónde es capaz de llegar Toxoplasma para alcanzar su objetivo? La respuesta a esta pregunta se ha obtenido hace apenas unos pocos años, y verdaderamente ha dejado helados a quienes la descubrieron y a quienes nos hemos interesado por ella.


Toxoplasma es capaz de manipular literalmente a sus hospedadores intermedios para conseguir que sean cazados y devorados por un gato. En un estudio que se realizó sobre ratones, se comprobó que los que padecían infestación por el parásito se comportaban de forma mucho más temeraria que los que no la padecían. Los ratones “sanos” son prudentes y tímidos, abandonan sus refugios sólo el tiempo imprescindible y permanecen en continua alerta. Sin embargo, los ratones infestados exhiben conductas y comportamientos de riesgo, vagando sin rumbo durante más tiempo y arriesgándose a ser descubiertos y atrapados. Toxoplasma produce determinadas sustancias químicas que estimulan en el cerebro del ratón la producción de precursores de la dopamina y de otros productos responsables de convertir al ratón más tímido en una especie de aventurero inconsciente.

Pero lo más asombroso es que la cosa no para en los ratones. Se ha comprobado que en determinadas zonas residenciales de Estados Unidos, donde abundan de manera especial los gatos domésticos, el porcentaje de accidentes de tráfico es significativamente mayor que el registrado en poblaciones y barrios donde la infestación por Toxoplasma entre los residentes es sensiblemente menor. Este dato ha sido incluso tenido en cuenta por algunas compañías de seguros del automóvil a la hora de fijar sus tarifas. ¿Qué, cómo se os queda el cuerpo? ¿Es capaz un bichito microscópico de manipular nuestra mente hasta el punto de influir en nuestro comportamiento? Contestaos vosotros mismos: es capaz. Y lo hace, por supuesto, para tener sexo, algo que si bien se mira, es una aspiración común a la mayor parte de los seres vivos que habitamos este bendito planeta.

-Anda Pepe, alcánzame una cosa que está encima de la grande, que la puse allí dentro de eso…
-¿El qué?
-Desde luego, Pepe, hijo, es que pareces tonto.



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