Nacido
en Chicago en 1911, Burne Hogarth era hijo de un
carpintero que falleció cuando el pequeño Burne sólo tenía doce años. El padre
sin embargo, vivió el tiempo suficiente para inculcar en el espíritu del niño
su amor a las artes plásticas. Estudió historia del arte y antropología en
Chicago y en Nueva York, abriéndose paso gracias a su talento y a su esfuerzo,
pues siendo todavía un niño comenzó a trabajar como ilustrador para diferentes
medios. Durante la Gran Depresión se trasladó a Nueva York, dibujando tiras
cómicas para periódicos, e ilustraciones para libros de narrativa. En 1934
comenzó a trabajar en el King Features Syndicate, en una serie sobre la
piratería. Dos años más tarde, en 1936, al abandonar el gran Harold Foster su
página dominical de Tarzán para
dedicarse en exclusiva a su Príncipe
Valiente, los directivos del KFS propusieron a Hogarth hacerse cargo de las
aventuras del hombre de la selva, trabajo que inmediatamente le catapultó al
parnaso de los artistas de cómics.
En
efecto, el Tarzán de Burne Hogarth se
convirtió en todo un clásico del género. En principio, su Tarzán siguió el camino trazado por Foster, tal como le habían
encargado, pero poco a poco, Hogarth fue imponiendo en la serie su toque
personal, hasta el punto de dividir a la crítica especializada, que siempre
osciló entre el perfeccionismo de Foster, un tanto estático, y las abigarradas
composiciones de las páginas de Hogarth. Unos y otros han querido ver en el Tarzán de Hogarth influencias del
manierismo, del barroco y hasta del expresionismo alemán. Alguno le ha
concedido el título de Miguel Ángel del cómic, y en la cresta de la ola del
éxito, llegó a exponer sus planchas originales de Tarzán en el parisino museo del Louvre. En su trabajo Los cómics gay, un reputado crítico como
Salvador Vázquez de Parga, manifiesta una opinión muy distinta y contraria a la
obra de Burne Hogarth. Dice de él que su
Tarzán sigue siendo uno de los cómics más fríos y aburridos que se han
producido en América con imágenes más o menos espectaculares y un protagonista
absolutamente ambiguo. Añade que Hogarth
convirtió a Tarzán en un ser feroz y repulsivo, en un monstruo de la selva
deformado por sus exuberantes rasgos anatómicos.
Burne
Hogarth abandonó el cómic por la docencia en California, escuela de la que han
salido muchos dibujantes e ilustradores de series de superhéroes que
protagonizaron la Edad de Plata del cómic.
También se dedicó a la ilustración de tratados de anatomía. Falleció de un
infarto en París y en 1996, mientras asistía al Festival del Cómic de Angulema.
Para que podáis juzgar vosotros mismos, dejamos aquí abajo un variado abanico
de sus páginas y viñetas.
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