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miércoles, 11 de junio de 2025

EL NÚMERO DE EULER Y LA FÓRMULA FANTÁSTICA

 


El número “e”, conocido como el número de Euler, aparece en áreas muy diversas, desde la fórmula de la catenaria (la curva que forma un cable colgado de sus extremos), o el cálculo del interés compuesto, hasta numerosas aplicaciones de estadística y probabilidad. Se debe al genio de Leonhard Paul Euler (1707-1783). El divulgador científico David Darlin afirma que “e” es posiblemente el número más importante del universo matemático. p nos resulta mucho más familiar a los profanos en la materia, pero e es mucho más significativo y ubicuo para los expertos y los iniciados en los niveles más altos de la teoría matemática.

El número e es aproximadamente igual a 2,71828… Puede calcularse de varias formas. Es por ejemplo, el límite de la expresión (1 + 1/n)n cuando n aumenta indefinidamente.




Aunque algunos matemáticos como Jacob Bernoulli y Gottfried Leibniz ya conocían la existencia de la constante, fue el suizo Leonhard Euler el primero en estudiarla en profundidad, y el primero que la nombró, utilizando el símbolo e en algunas cartas escritas en 1727. Diez años más tarde, en 1737, demostró que e es un número irracional, es decir, que no puede expresarse como una fracción. En 1748, Euler calculó  dieciocho de sus dígitos. En la actualidad, gracias a los ordenadores, se conocen más de cien mil millones de ellos.

El número e también aparece en una de las relaciones matemáticas más asombrosas jamás descubiertas, eip + 1 = 0, que une los cinco símbolos matemáticos más importantes: 1, 0, p, e, i (la raíz cuadrada de menos uno).


El matemático de Harvard Benjamin Pierce, confesándose maravillado, afirmó: no comprendemos la fórmula y no sabemos lo que significa, pero la hemos demostrado, y por lo tanto sabemos que tiene que ser verdadera. Varios expertos la han elegido como la fórmula matemática más hermosa de todos los tiempos. Según Kasner y Newman lo único que podemos hacer es reproducir la ecuación y no dejar de preguntarnos por sus implicaciones. Desde su creación, ha atraído por igual a científicos, a matemáticos y a místicos. Nuestro profe Bigotini es capaz de pasarse horas enteras contemplando la fórmula con un arrobo y una emoción que no recordamos desde aquel lejano día en que la Bella Chelito le estampó un beso en la nariz.

-Y, dígame, ¿escucha usted voces dentro de su cabeza?

-(Dile que no, dile que no).

-No, doctor.


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