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domingo, 8 de junio de 2025

ROBERTO ALCÁZAR, PEDRÍN Y EDUARDO VAÑÓ

 


Eduardo Vañó Pastor era un valenciano de Bocairent nacido en 1911. Tras finalizar los estudios elementales, aprendió dibujo en la valenciana Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, titulándose de profesor de dibujo. Profesionalmente se inició como dibujante en los años treinta, ilustrando novelas para la Editorial Valenciana, y publicando trabajos en la revista cómica KKO. Tras el paréntesis de la guerra, se asoció a Juan Bautista Puerto, que escribió los guiones de la serie Roberto Alcázar y Pedrín, que fue una de las más exitosas del tebeo español de la posguerra. Al principio el título de la serie fue “Roberto Alcázar” a secas, con el subtítulo añadido de “El intrépido aventurero español”. Con el tiempo, Puerto se encargó de la edición del tebeo, y tuvieron que contratar otros guionistas. José Jordán Jover, Federico Amorós, Vicente Tortajada o Pedro Quesada, fueron algunos de ellos. Incluso el propio Vañó se ocupó en alguna ocasión de dibujos y guión. Eduardo Vañó dedicó la práctica totalidad de su vida profesional a dibujar Roberto Alcázar y Pedrín, produciendo todos y cada uno de los 1219 números que aparecieron de la serie entre 1940 y 1976, año en que dejó de publicarse por haber decaído su popularidad. Muy raramente Vañó se ocupó de otras series. Acaso la única excepción fueron las historietas de Milton el Corsario, cuyos 61 números dibujó en 1956. Falleció el dibujante en 1993.


Eduardo Vañó fue uno de los principales exponentes del tebeo valenciano, formando parte de una irrepetible generación de artistas: Sanchis (Pumby), Karpa (Jaimito), Palop (Bartolo), que mantuvieron durante unas décadas la modesta pero meritísima industria del tebeo valenciano. Los dibujos de estilo realista que realizó Vañó en Roberto Alcázar y Pedrín, fueron un tanto desiguales, apreciándose gran diferencia entre sus titubeantes trabajos de los comienzos, en los primeros años cuarenta, y los posteriores, ya algo menos rudimentarios, aunque nunca llegaron a tener una calidad apreciable. En cuanto a la ideología y el mensaje que transmite la serie, diremos que se ha calificado por la crítica de fascistoide, razón por la que acaso decayó ya durante el tardofranquismo. Hay quien ha visto semejanzas entre el protagonista, Roberto Alcázar, “el intrépido aventurero español”, y el líder falangista José Antonio Primo de Rivera. El autor se defendió de esa visión, desmintiéndola en alguna entrevista, y aduciendo que uno de los guionistas de la serie, José Jordán Jover, fue comandante del ejército republicano represaliado, y le enviaba los guiones desde la cárcel. Quien escribe estas líneas opina que el tufo fascistoide de la serie resulta innegable, ya fueran sus autores conscientes o no de ello. Con todo, nuestra mentalidad infantil de chicos de posguerra no reparaba en esas sutilezas. Las aventuras, muchas veces disparatadas, con monstruos e ingenios maléficos incluidos, nos entretenían y nos divertían, que es en definitiva lo que esperábamos al tomar entre las manos un tebeo. Sirvan como recuerdo de Eduardo Vañó y de su trabajo, las páginas y portadas que incluimos aquí abajo.

















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