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jueves, 30 de mayo de 2024

CHARLES DARWIN Y SU EVOLUCIÓN LITERARIA

 


Nacido en Sherewsbury en 1809, Charles Darwin fue el segundo hijo varón de Robert Darwin, médico, y Susannah Wedgwood. Su abuelo paterno, Erasmus Darwin, había sido también un médico prestigioso y un botánico notable, y su abuelo materno, Josiah Wedgwood, un ingeniero miembro de la Royal Society, de manera que el pequeño Charles se crió en un ambiente científico. El abuelo Erasmus, hombre de espíritu inquieto y curioso, dejó muchas notas autógrafas y un extenso tratado en el que se ocupaba de algunos aspectos de la herencia. Posiblemente ahí estuviera el germen de la idea que ya desde muy joven, bullía en la cabeza de Charles. En su etapa juvenil podría decirse que más que un naturalista aficionado, Darwin fue un coleccionista empedernido. Cierto que algunas de las colecciones que atesoró tenían que ver con las ciencias naturales, conchas, insectos, minerales…, pero también se aficionó a la numismática y a la filatelia, de manera que su primera inclinación fue la de clasificar y sistematizar, un paso previo obligado para cualquier hombre de ciencia de su tiempo.



Siguiendo la tradición familiar, inició los estudios de medicina en la Universidad de Edimburgo en 1825. Solo llegó a completar dos cursos. Después su padre le propuso seguir la carrera eclesiástica. Charles aceptó sin demasiado entusiasmo, matriculándose en el prestigioso Christ’s College de Cambridge. No puede decirse que en Cambridge fuera un alumno aplicado. Pasó el tiempo montando a caballo y organizando juergas con algunos compañeros, hasta que comenzó a asistir a las clases del botánico y entomólogo John Henslow, a quien desde entonces le uniría una entrañable amistad. Fue el reverendo Henslow quien animó a Darwin a formar parte de una expedición geológica al norte de Gales, y poco después, en 1831, quien le proporcionó la oportunidad de embarcarse como naturalista a bordo del Beagle en la expedición que al mando del capitán Robert Fitzroy, realizó el navío alrededor del mundo.


Lo que ocurrió durante y después del viaje del Beagle, forma parte de la Historia de la Ciencia, y es bien conocido por todos. No pretendo en esta breve reseña profundizar en los principios de la Evolución y en la enorme contribución de Darwin al progreso de las ciencias naturales y la biología. En Bigotini literario nos proponemos glosar la faceta literaria del científico sin adentrarnos en otros territorios. Para eso remitimos a nuestros amigos a los numerosos artículos que sobre darwinismo y evolución hemos publicado en este mismo foro. No obstante, permítaseme una pequeña reflexión sobre la verdadera revolución que en el terreno de las ciencias y en el del pensamiento en general, supusieron las ideas de Darwin. Que todos los seres vivos que poblamos la Tierra procedemos de un ancestro común, y que las especies se han ido sucediendo y diversificando a causa de la selección natural, resulta hoy tan patente y evidente, que cuesta creer que nadie lo advirtiera antes de nuestro autor. En eso, la evolución es comparable al heliocentrismo, por ejemplo. Tanto en un caso como en otro, la resistencia a aceptar evidencias científicas tan irrebatibles, se debió únicamente al fanatismo religioso y la cerrazón de determinadas instancias que en una y otra época detentaban el poder.


En cuanto al Charles Darwin escritor, que es el aspecto que nos interesa en la presente reseña, conviene decir que, paralelamente a sus ideas evolucionistas, en el autor se aprecia también una evidente evolución literaria. En efecto, los escritos anteriores a su obra culminante: Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, aparecida en 1859, adolecen de una gran simplicidad. Muchos de sus escritos se limitan a meras relaciones, y hasta sus notas del viaje del Beagle resultan muy pobres desde el punto de vista literario. El diario del viaje se publicó en 1839, y ese mismo año comenzó a escribir su primer cuaderno de notas. En cuanto al Origen de las especies, en 1858 Darwin había ya construido un extenso tratado, cuando recibió el trabajo del naturalista Alfred Russel Wallace que, tras un viaje a las Molucas, escribió un opúsculo mucho más breve que contenía en esencia las bases de la teoría evolutiva.


Darwin quedó atónito al leerlo, y le asaltaron serias dudas sobre la conveniencia de publicar su obra que acaso pudiera ser tachada de plagio. Expresó su preocupación a sus amigos Charles Lyell, el gran geólogo escocés, y el zoólogo Thomas Henry Huxley. Ambos le animaron a persistir en su intención de dar a conocer su trabajo. Y ambos, junto con el botánico Joseph Dalton Hooker, actuaron como verdaderos editores, supervisando el original de Darwin, que quedó reducido a la tercera parte del primer borrador, y puliendo la parte literaria del texto. Así que no solo a Darwin, sino también a sus amigos, debemos la cuidada redacción de El Origen, cuya lectura, además del interés científico, resulta de una indudable amenidad.  Lyell tuvo además la feliz iniciativa de contactar con Wallace y exponer la situación con absoluta claridad. Afortunadamente, Wallace era un tipo honrado sin la menor pretensión de notoriedad. Leyó el texto de Darwin y le pareció en todo superior al suyo. Ambas obras se presentaron conjuntamente ante la Linnean Society el 1 de julio de 1858. Unos meses después apareció el texto definitivo de Darwin en las librerías. Constituyó un éxito clamoroso entre los partidarios de la evolución, y causó la indignación de sus detractores, como es sabido.

Nuestra Biblioteca Bigotini os ofrece el enlace con la versión digital de la obra de Charles Darwin tomada de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Con independencia del valor científico del texto, os animamos a reparar en la pulcritud de su prosa, algo que en buena medida, debe atribuirse a la magnífica traducción. 

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=El+origen+de+las+especies+por+medio+de+la+selecci%C3%B3n+natural.pdf

Los adversarios de las ideas que sostengo han preguntado cómo pudo, por ejemplo, un animal carnívoro terrestre convertirse en un animal de costumbres acuáticas… Charles Darwin. Sobre el origen de las especies.


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