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domingo, 19 de mayo de 2024

TEX AVERY: NADA ES IMPOSIBLE

 


Frederick Bean Avery nació en Taylor, Texas, en 1908. Desde muy joven le apodaron Tex Avery, y él lo aceptó y firmó siempre con ese nombre para hacer honor a su Estado natal, el de la estrella solitaria. Sabemos poco de su infancia, salvo que dibujó desde muy niño. Con poco más de veinte años comenzó a hacerlo profesionalmente en los estudios de animación de Walter Lantz. Allí perdió la visión del ojo izquierdo tras herirse con un clip de oficina, lo que no le impidió continuar dibujando el resto de su vida. Poco después, en 1935, fue fichado por la Warner Bros., donde alternó con grandes artistas de la animación como Leon Schlesinger, Frank Tashlin o Chuck Jones. En los estudios californianos, los animadores ocupaban unos bungalós de madera conocidos como Terraza Termita por la abundancia de esos voraces insectos. Allí Avery se encargó, entre otros trabajos, del primer corto del cerdito Porky. Fue aquella una época dorada de la Warner. Aunque no podían competir con los estudios Disney en cuanto a largometrajes, sí en cambio los superaron en el terreno de los cortos de animación. Bugs Bunny, el pato Lucas y los demás personajes de la casa, se merendaron en las taquillas a los edulcorados productos Disney, y Tex Avery tuvo mucho que ver en ello. Allí acuñó el artista su famoso principio de que en el cine de animación no hay nada imposible, imposible is nothing, así que los personajes pueden estallar, partirse en pedazos, morir y resucitar o crecer hasta llegar a la luna. Todos esos y muchos otros efectos cómicos fueron trasladados del papel a la pantalla por Avery, y así se reconoce por críticos e historiadores de la animación.

Pero donde la creatividad del artista alcanzó su mayor esplendor, fue en la MGM a partir de 1942. La Metro dio a Tex Avery carta blanca para desarrollar sus ideas, y a esa etapa pertenecen sus cortometrajes más emblemáticos y geniales, con el lobo Blitz disfrazado de Adolf Hitler o haciendo de lobo caliente frente a la atractiva vedette. Otros personajes ya clásicos de Avery fueron el perro Droopy o la ardilla Screwy.

Nuestro hombre, siempre inquieto en el terreno laboral, regresó brevemente a los estudios Lantz en 1954. Dirigió después anuncios publicitarios, y en su última etapa, alejado ya del fatigoso mundo de la animación, se dedicó a crear tipos y personajes para los estudios de Hanna-Barbera. Falleció en Los Ángeles en 1980 a consecuencia de un cáncer de pulmón. El legado de Tex Avery va mucho más allá de su trabajo como animador. Su estilo y su particular visión de la comicidad han inspirado a muchos otros artistas posteriores. Pueden encontrarse unas u otras herencias suyas en trabajos tan dispares como Roger Rabbit, el Genio del largometraje Aladdín, los Animaniacs y hasta Los Simpson. Para recordar y apreciar su talento, os dejamos aquí abajo unas cuantas muestras. Buen provecho.




















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