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viernes, 25 de marzo de 2022

EL PADRE COLOMA. UN JESUITA EN LA CORTE BORBÓNICA

 


Nació Luis Coloma en Jerez de la Frontera en 1851. Hijo de un afamado médico gaditano, ingresó a los doce años en la preparatoria de la Escuela Naval de San Fernando, pero no tenía vocación de marino, así que marchó a Sevilla para estudiar Derecho. En Sevilla hizo amistad con la escritora Fernán Caballero, y allí le sorprendió la Revolución Gloriosa de 1868. Es célebre el dicho que aconseja desconfiar de quien a los dieciocho años no ha sido revolucionario. Pues bien, si lo tomamos al pie de la letra, no habrá más remedio que desconfiar del joven Luis Coloma, pues ya en aquella edad juvenil manifestó sin ambages su tendencia monárquica y reaccionaria.

Se trasladó a Madrid donde trabajó como pasante en el despacho de un abogado, mientras empleó su tiempo libre en frecuentar tertulias elegantes y en conspirar contra el régimen liberal, defendiendo la restauración borbónica.


En 1872 Coloma estuvo a punto de morir como consecuencia de un tiro en el pecho. Nunca llegó a aclararse si se trató de un atentado o fue un simple accidente mientras limpiaba la pistola. En cualquier caso, aquella experiencia dramática le decidió a abrazar el sacerdocio profesando en la Compañía de Jesús. Pasó cuatro años en un seminario francés, y más tarde ejerció el magisterio en Sevilla, en Galicia y en Madrid, donde comenzó a alternar la docencia con el periodismo y la literatura. El padre Coloma, como lo llamó ya todo el mundo, se convirtió en invitado habitual de los salones de la aristocracia madrileña y de los retiros veraniegos de la realeza. Su salud delicada y una cierta tendencia al hedonismo le inclinaron a los placeres de la buena mesa, llegando a adquirir una bien merecida fama de gourmand.


En cuanto a la obra literaria del padre Coloma, puede decirse que evolucionó desde el costumbrismo de sus primeros trabajos a una especie de sátira social moralizante que caracteriza su obra de madurez. Siempre desde su posición jesuítica y ultracatólica, Coloma reparte guantazos de moralina frailuna a diestro y siniestro, muy especialmente situando en su punto de mira las costumbres disolutas de algunos miembros de la nobleza y de las clases altas, que recibieron sus andanadas con la falsa humildad de las marquesas beatas. Así opinaron críticos de la talla de Juan Valera, Martínez Barrionuevo o nuestro paisano Mariano de Cavia. Sin embargo, no puede negarse su calidad literaria. Las obras de Coloma, con independencia del juicio que puedan merecernos, están escritas en uno de los más pulidos castellanos de su tiempo, y además responden a un brillante plan narrativo. Defensores de su valor literario fueron Fernán Caballero, Galdós, Pereda, Echegaray o la Pardo Bazán, entre otros ilustres escritores.


Cabe destacar entre sus títulos Solaces de estudiante, un cuadro costumbrista publicado en 1871; Colección de lecturas recreativas, de 1886; Del natural, de 1888; Cuentos para niños, de 1890; Juan Miseria y Retratos de antaño, ambas de 1893; Boy, de 1896; La reina mártir, una sui generis biografía de María Estuardo publicada en 1898; Jeromín, novela que idealiza la infancia de don Juan de Austria, que se dio a la imprenta en 1902; El marqués de Mora, de 1903; Recuerdos de Fernán Caballero, de 1910; o Fray Francisco, una biografía del cardenal Cisneros escrita en 1911. Varias de estas obras se publicaron en la Imprenta católica o en El Mensajero del Corazón de Jesús. También se debe a su pluma el cuento del Ratoncito Pérez que recogiendo tradiciones populares, escribió Coloma para el pequeño Alfonso XIII con el entrañable motivo de la caída del primer diente de leche del infante regio, detalle este último que puede dar una idea de la posición que ocupó el padre Coloma en la vida pública de su tiempo, y basta para consagrarle como campeón de la ñoñez, la beatería y la carcundia nacionales. Con decir que fue uno de los autores predilectos de la cinematografía franquista, está todo dicho. El padre Luis Coloma falleció en 1915. Como decía el clásico, Dios se la depare buena y con su pan se lo coma.

Pero en fin, como en Bigotini no somos sectarios, nos quedaremos con lo mejor del padre Coloma, su magnífica prosa. Para ello extraemos de nuestra biblioteca virtual la versión digital de la que sin ninguna duda es su mejor novela: Pequeñeces, obra que publicada en 1891, contiene la más acerada crítica de las costumbres y la hipocresía de los poderosos. Está tomada de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y se ajusta a la primera edición bilbaína de 1891 y a la moderna de editorial Cátedra de 1982. Haced clic en el enlace y adelante.

https://www.dropbox.com/home/Profesor%20Bigotini?preview=Peque%C3%B1eces.pdf

La paciencia tiene un límite que a veces marca el decoro, y ¡ay de las zorras el día en que las gallinas se cansen de ser gallinas! Luis Coloma. Pequeñeces.

 


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