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miércoles, 18 de marzo de 2020

LA DINASTÍA ETRUSCA. LOS REYES MERCADERES


Anco Marcio, fallecido hacia el 600 a.C., fue el último de los cuatro reyes que los historiadores republicanos llamaron reyes agrarios, si hemos de creer las crónicas, una especie de primus inter pares en una Roma recién nacida e igualitaria. En aquellas primeras décadas desde su fundación la ciudad había crecido, y sus ciudadanos ya no eran simplemente labradores con más o menos tierras. Había ya artesanos, mercaderes, banqueros… En el conjunto de sus habitantes o plenum, además de los fundadores o patricios, estaba la plebe.
Apoyado por la plebe ascendió al trono el hijo de un griego y una etrusca, Lucio Tarquino, que al convertirse en rey tomó el nombre de Tarquino Prisco. Era un tipo instruido que conocía la filosofía, la geografía y las matemáticas, y no se limitó como sus predecesores, a mirar las estrellas y ofrecer sacrificios a los dioses. Tarquino Prisco permaneció en el trono nada menos que treinta y ocho años. Hizo grandes conquistas y amplió la influencia romana desde el mar Tirreno, cuyas costas dominó de norte a sur, hasta los montes Apeninos. La urbe pasó de tener apenas treinta mil habitantes, a sobrepasar los cien mil.

Tanto se aseguró Tarquino Prisco el apoyo de la plebe, que para echarlo del trono los patricios que componían el Senado, hubieron de recurrir al asesinato. Pero su viuda, Tanaquila, jugó sus cartas con astucia. Se hizo apoyar de nuevo por la plebe, y mantuvo el trono hasta que su hijo Servio, cuyo nombre hace sospechar que fuera hijo de una sierva de su padre, alcanzó la mayoría de edad.
Servio fue el primer y el último de los reyes romanos que no fue elegido, sino impuesto. Pese a la oposición del Senado, continuó la obra de su predecesor, ampliando las conquistas, embelleciendo y saneando la ciudad de manera que hasta el mismo Tito Livio, historiador republicano que en su obra denostó todo lo posible a los reyes, tuvo que reconocer las grandes mejoras realizadas por Servio. Durante su reinado Roma probablemente superó el medio millón de habitantes. Servio reformó la política romana, convirtiéndola en una verdadera plutocracia. Abolió las primitivas curias, y estableció cinco clases en función de su patrimonio. A la primera pertenecían los ciudadanos que poseían al menos cien mil ases, y a la última los que tenían menos de doce mil quinientos. Es muy difícil calcular a qué corresponderían hoy aquellas cuantías, pero las diferencias hablan por sí solas. Los miembros de la primera clase, votando por centurias, sumaban noventa y ocho votos de los ciento noventa y ocho totales que completaban los comicios, así que resultaba prácticamente imposible que los ricos perdieran una votación.

Consolidado como estaba Servio en el poder, los senadores tuvieron que recurrir de nuevo al asesinato para librarse de él, pero esta vez lo confiaron al brazo ejecutor de su sobrino-yerno, de nombre otra vez Tarquino. La jugada no salió como esperaban los conspiradores, ya que el sobrino se apoyó en los guardias de palacio para hacerse elegir y ascender al trono. Su reinado fue mucho más tiránico aun que el de sus predecesores, por lo que se ganó a pulso el apelativo de Tarquino el Soberbio, por el que lo conoce la Historia.
Si hemos de creer a Tito Livio, el Soberbio se divertía haciendo asesinar en el foro a los ciudadanos que se le oponían. Conquistó vastos territorios de la Italia central y meridional, incluida la región de Etruria, de donde procedía su estirpe. Quizá se volcó tanto en las conquistas exteriores, que descuidó un tanto la urbe. En este tiempo Roma acaso ya sobrepasaba los setecientos mil habitantes.

Perino. Tarquino el Soberbio funda el templo de Júpiter Capitolino

El encargado de deponer al último Tarquino fue también un sobrino suyo, Lucio Junio Bruto, que ha pasado a la Historia como el héroe instaurador de la República. El Soberbio había hecho asesinar a su padre, y aprovechando que se hallaba ocupado en sus conquistas, Bruto sublevó a las legiones acuarteladas en Roma, y marchó hacia el norte para enfrentarse a su tío. Tarquino huyó, refugiándose en Clusium, actual Chiusi, una de las ciudades etruscas a las que había humillado, gracias a la bondadosa acogida que le dispensó su lucumón Porsenna.

De esa forma, en el año 509 a.C., o bien en el 246 ab urbe condita, se extinguió la monarquía de los reyes mercaderes, etruscos o Tarquinos. Se inauguraba así la era republicana.


-¿Crees en una vida mejor después de la muerte?
-Depende. ¿Después de la muerte de quién?




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