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lunes, 4 de marzo de 2019

EL SIGNO DE LA CARGA ELÉCTRICA


Charles-Agustin de Coulomb

Uno de los más importantes fenómenos físicos de la naturaleza es la interacción eléctrica. En particular, las fuerzas que actúan en los átomos y moléculas, son fundamentalmente de origen eléctrico. Por eso esta interacción determina la estructura interna de los diferentes cuerpos.
Las fuerzas de interacción eléctrica están relacionadas con la existencia de una característica física especial de las partículas: la carga eléctrica. Los cuerpos que no tienen carga eléctrica no interaccionan eléctricamente entre sí.

En la medida en que los cuerpos pueden considerarse puntos materiales, la fuerza de interacción eléctrica de los mismos es directamente proporcional al producto de sus cargas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre ellos. Los más perspicaces os habréis dado cuenta de que se trata de una formulación idéntica a la de la atracción gravitatoria (véase el post sobre la gravedad). Ello es debido a que toda la materia del universo se comporta de la misma forma y obedece a un conjunto de leyes que, aun pareciendo heterogéneas, no son sino partes de una única y poderosa regla que rige todas las cosas. Esto no es filosofía de casino, amigos, es ciencia.

Bien, el postulado que he subrayado en negrita es la llamada ley de Coulomb, por Charles-Agustin de Coulomb, que la estableció en 1785 y puede expresarse así:

F = k  (q1 q2 / d2)

Donde F es la fuerza de interacción eléctrica, q1 y q2 son las cargas de los cuerpos, y d2 es el cuadrado de la distancia entre los mismos. k es una constante denominada unidad electrostática de carga, a la que se otorga el valor de la unidad, y es equivalente a la carga que interacciona con otra igual y que se halla a la distancia de un centímetro de la primera, con la fuerza de una dina.


La fuerza F (su vector) se direcciona según la recta que une las cargas y, como enseña la experiencia, en unos casos puede causar atracción y en otros, repulsión. Por eso hablamos de cargas de diferentes signos. Los cuerpos de cargas del mismo signo se repelen, y los de cargas de signos distintos, se atraen. Ahora bien, atención: qué cargas hay que considerar precisamente positivas y cuáles negativas, es indiferente, y la elección de los signos adoptada en la Física no es más que una convención establecida. Sólo tiene verdadero sentido la diferencia de los signos de las cargas. Si consideráramos positivas todas las cargas negativas y viceversa, no existiría la menor variación en las leyes físicas. Cuando decimos que la carga del protón es positiva y la del electrón negativa, simplemente seguimos la convención generalmente admitida. Si cambiáramos los signos, todo seguiría igual: la Tierra giraría del mismo modo, y la televisión emitiría las mismas estupideces.

En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira.
Todo es según el color del cristal con que se mira.  Ramón de Campoamor.




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